Eterno Retorno

Friday, January 20, 2017

Imposible maquillarlo o jugar al relativismo. Hoy es un día triste y sepulcral, oscurísimo como el cielo que cubre Tijuana. Creo que nunca como hoy la humanidad ha estado tan plenamente consciente de estar padeciendo un retroceso burdo, un salto sin salvavidas al fondo de un pozo de mierda. Sí, también Calígula e Iván el Terrible tuvieron su liturgia de coronación, pero seguro estoy que jamás en la historia hubo tantos seres humanos con absoluta consciencia de estar cometiendo suicidio. En el fondo no somos tan distintos del adolescente que disparó a sus compañeros en Monterrey. Matamos y nos suicidamos como quien se entrega a un videojuego de masacres. Aquí no hay beneficio de la duda o un “vamos a esperar a ver qué pasa”. Nada. La era Trump significa entrar a un largo túnel pestilente. Más allá de ser mexicano y vivir en la frontera, en el punto exacto del mundo que más padecerá el ascenso de esta basura, para mí esto es una cuchillada al espíritu de la Ilustración. La coronación de este mórbido payaso encarna la derrota de la razón, las ideas y el libre pensamiento. Su llegada a la Casa Blanca es la entronización de los valores más burdos y retrógradas, del materialismo más grotesco, de la mojigatería más asquerosa. Es el triunfo del miedo, el egoísmo, la misoginia y la ignorancia. La victoria del pensamiento único, del dinero rey y los merolicos bíblicos. A veces me da por creer que mi único papel es sentarme a mirar el teatro del horror y del absurdo y materializar en narrativa las divinas contradicciones de este circo enfermo, pero tener un hijo te hace sentir la necesidad de pelear por algo parecido a un futuro. “Era el mejor de los tiempos y era el peor de los tiempos; la edad de la sabiduría y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero nada teníamos; íbamos directamente al cielo y nos extraviábamos en el camino opuesto”. Cuánta razón tienes Dickens. Tú no viviste la era Trump pero no es muy diferente al claro-oscuro dieciochesco que retratas. En este mundo conviven los extremos de la imbecilidad y el fanatismo con mil y un expresiones de libertad de pensamiento y dignidad humana. Hoy por desgracia nos toca perder. Este 20 de enero nos toca la hora más oscura. In my darkest hour diría Megadeth. La tormenta que cae sobre Tijuana y San Diego es la representación de nuestro tiempo, de este invierno hostil tan infestado de demonios. No recuerdo un escenario en que todo estuviera tan descaradamente cuesta arriba. Y es tal vez esa condición de tormenta perfecta lo que me hace albergar un destello de esperanza. Acaso estas aguas negras rieguen semillas de dignidad y de los escombros empiece a brotar una nueva conciencia. No es tiempo de castrar la rabia. Aún bajo el pantano de mierda debemos levantar una bandera de dignidad.