Eterno Retorno

Friday, July 22, 2016

Dispárenme como a Blancornelas Por Daniel Salinas Basave- Publicado en Info-Baja

“En aquellos años magros e ilusos, cuando correteábamos muertos y balaceras al son del 12-17 en la radiofrecuencia, yo soñaba aún con ser el nuevo Blancornelas mientras Natalio, el fotógrafo, se creía la reencarnación de Chalino Sánchez. Chapoteábamos en fangos reporteriles cubriendo la nota policíaca para el periódico El Bordo en Tijuana, y aunque la vida no nos sonreía, nosotros ni por enterados nos dábamos”. Lo anterior son los dos primeros párrafos de mi libro Dispárenme como a Blancornelas editado por la editorial Nitro Press y el Instituto Sudcaliforniano de Cultura, que recién ha salido de la imprenta. Al momento de escribir esta columna aún no tengo en mis manos mi primer ejemplar impreso, pero confío en recibirlo muy pronto, espero esta misma semana. En este momento casi todo el tiraje está en la Ciudad de México y en Baja California Sur. Con este libro gané el Premio Regional de Cuento Ciudad de La Paz en octubre de 2014 y su edición ha representado un largo camino, pero creo que ha valido la pena la espera. Dispárenme como a Blancornelas es un libro de seis relatos cuyo punto de encuentro e hilo conductor es que todos tratan sobre reporteros y sus escenarios son entidades fronterizas. Los cuentos que lo integran son Dispárenme como a Blancornelas; La reina de los Hielos en Maclovio Herrera; Belén Arzaluz sueña que mata a George Bush; Cita con la historia; Península Jano y Muerte accidental de un pasquinero (por extensión y estructura, éste último parece más una novela corta que un cuento). El otro vínculo de estas historias, es el humor negro y la ironía que impregna cada una de ellas. Si tuviera que marcar una diferencia fundamental entre este libro y mi novela Vientos de Santa Ana, es el humor tan socarrón e irreverente. Aclaro que no es un libro sobre Jesús Blancornelas de quien solamente se incluye un epígrafe y una referencia en el primer cuento, pero nada más. Cuando de libros de cuentos de trata, siempre elijo el título de una de las historias para nombrar a todo el volumen y haciendo una lluvia de ideas entre colegas de toda mi confianza, concluimos en que Dispárenme como a Blancornelas es el título más fuerte y original. Todos los cuentos incluidos los trabajé entre 2013 y 2014 aunque el verlo circular ahora en esta edición y con esta portada es el resultado de una afortunada noche en el restaurante César donde después de una jornada en el Festival de Literatura del Noroeste coincidimos Mauricio Bares, fundador y mente maestra de Nitro Press y Sandino Gámez, director del Instituto Sudcaliforniano de Cultura. Mi gratitud total con ambos por la confianza, la voluntad y por anteponer el cómo sí para conseguir esta edición conjunta con la que todos ganamos. Vaticino que en agosto este libro estará ya circulando en librerías de Tijuana, de la CDMX y sin duda de Baja California Sur, aunque la idea es que llegue a todo México. Un nuevo barquito se prepara para zarpar y yo sólo deseo que encuentre la improbable isla de un lector que lo acoja.

Wednesday, July 20, 2016

Hace muchos años no bebía una Carta Blanca, pero hace aún más tiempo que no comía una natilla o una gloria de Linares como la que acompaña el prietísimo café de esta mañana. Tampoco recuerdo una temporada en que haya leído tanta nueva narrativa hecha en Nuevo León como la que me estoy chutando este verano. Una gratísima sorpresa ha sido descubrir el negro humor destilado por cada uno de los siete cuentos de La virtud de la impotencia de Alejandro Vázquez Ortiz a quien conocí en la pasada feria de Tijuana y tuvo el detalle de regalarme su libro, Premio de Cuento Joven Comala. Sus temas y su estilo despedazan lo ordinario. Un sui generis cuentista que derrocha malicia y agudeza. De hecho mi hermano Adrián S. Basave acaba de representar una escena del cuento “Deja de decirle a Dios qué hacer con sus dados” cuando hace un par de días ganó en una ruleta de Chuck E. Cheese s valiéndose de operaciones de cálculo. Finalmente he recibido en mis manos el esperado Montehell de Gerson Gerson Gömezenko Sälasinki que he leído de una sentada (gracias a Robert por hacerla de arriero y traérmelo hasta Tijuana). Me impresiona la capacidad de Gerson para ser tan brutalmente fiel a un estilo y por jugarse entero en un género. Sus crónicas son el sudor y la sangre de una ciudad. El GG es un Trooper tirado a matar en la trinchera del cronista callejero, un pateador de pavimento. Concluí la lectura de Los últimos hijos de Antonio Ramos Revillas, una novela que patea duro en alguna zona crepuscular del alma. Al igual que me sucedió con La carretera de Cormac McCarthy, creo que esta novela no hubiera hecho el mismo efecto de haberla leído antes de ser padre. Increíble conseguir una historia tan fuerte y desgarradora con un lenguaje tan sobrio y contenido. Vaya madurez narrativa la de Toño. Ahora mismo leo Barrio de Catedral de Felipe Montes Espino Barros. Avanzo sin premura, paladeando el lenguaje como quien chupa un limón después del trago de tequila. No sé si atreverme a decir que desde mi tocayo Sada no leía una prosa tan arriesgada, aunque al compararlo con el Enrabiado concluyo que Felipe es talibán de su entorno y de su estilo. Radicalmente fiel a sí mismo. En sala de espera aguarda mi más reciente pepena, El asesinato de Paulina Lee de Hugo Valdés y lo fui a pepenar en la Plaza San Agustín, el mismo centro comercial donde recibí hace 22 años El crimen de la calle Aramberri, cuando trabajaba en la desaparecida librería Castillo. Ya comenzaré en cuanto abandone el barrio catedralicio. Tengo en la lista de mis deseos Balacera de Armando Alanís y Lo que guarda el río de María de Alva. Primavera regia le llama mi tocayo Daniel de la Fuente, cuyas reseñas tuvieron su parte de culpa en mi aferre por hacerme de estos libros. Por lo pronto yo he retornado a Baja California. Iker ha conocido la tierra natal de sus padres y a casi toda la familia Basave, además de vivir en toda su intensidad el significado de no conocer sombra sino resolana cuando paseamos por Santa Lucía. Fue un viaje relámpago para asistir a la boda de mi hermana Elisa y por ello no tuve ocasión de reunirme con nadie, pero tengo varias cervezas pendientes. Ya me desquitaré, pues tengo serias intenciones de ir a la feria del libro en octubre.