Eterno Retorno

Friday, April 01, 2016

Tú tenías menos de dos meses de haber ingresado a trabajar a El Bordo y en tu calidad de reportera novata debías hacerla de comodina cubriendo los descansos de toda la tropa, soportando sesiones nocturnas de Cabildo o eventitos intrascendentes condenados a ser nota breve de dos párrafos en la página nueve mientras soñabas con que la calle te regalara las historias que plasmarías en la más negra novela parida por las calles tijuanenses: Tj Noir de Ipanema Dávila. La frase vendedora de contraportada la firmaría Camilla Lackberg o por qué no algún rudo como James Ellroy. Balbina Ángeles, tu editora, te pidió paciencia. Pica un poco de piedra y demuestra que puedes. Ya llegará el momento de encontrar tu posición en el equipo. Lo de mandarte de reportera nocturna tras la renuncia de Mascorro fue idea de Ramiro Reyes, el calvo director editorial, quien deseaba hacerte sufrir con la novatada seguro de que antes de una semana le rogarías que te sacara de ese infierno. Él accedería recalcándote que estabas en deuda y que en su momento esperaría ver retribuido el favor. Al pelón RR le encantaba ir engatusando a las reporteras jovencitas y hacerlas sentir que le debían su supervivencia en esa hostil redacción. Grande fue la sorpresa del calvo cuando pasaron quince días y tú seguías tan campante en tu papel de princesa nocturna. Te bastaron unos días para reparar en que si de verdad deseas ser la Patricia Highsmith tijuanense, el puesto del Carnitas Mascorro es tu sitio en el mundo.

Thursday, March 31, 2016

Los mil cuentos posibles yacen ahí, en la piedra bronca donde duermen las esculturas, en el flácido territorio límbico que aguarda su postergada revolución. Palabras vegetantes, palabras en estado de coma, palabras destinadas a la nada del neonato. Un pedazo de piedra sobre La Danza de la Muerte de Hans Holbein (El joven) pretende recordarme que alguna vez creí caminar por el mismísimo centro neurálgico de la Historia, el sitio donde el planeta entero volcó sus emociones y su pánico, nuestro altar y nuestro espejo, las humeantes ruinas del futuro. Cuadros medievales de niños danzando entre flores primaverales, días luminosos, un verano aferrado a insinuarse pleno, un desnudo azul sin nubes invasoras, y la Muerte, siempre la Muerte, tan modesta y tan de bajo perfil, inventándose una sombra a tu izquierda. La respiración de la Muerte en la nuca inspiró los cuentos del Decameron y los de las Mil y una noches. Cuando la vida revela su fragilidad y la arena del reloj se va consumiendo, la última astilla para conjurar un naufragio es narrar y transformar en palabra tu último aliento.

Tuesday, March 29, 2016

Pudo haber sido el olor a gasolina (en algún lugar escuchaste que es afrodisiaco) o acaso el recuerdo de un poster pegado en la pared de una cantina malamuertera donde una güera con shorcito de mezclilla y culo prominente carga combustible en el tanque de un Ferrari rojo. Tu austera camioneta blanca rotulada con el escudo del Ayuntamiento de Tijuana no se parece al Alfa Romeo de la foto y Rendichica no tiene semejanza alguna con la rubia ni aciertas a dibujar su imagen si llevara a esos shorts diminutos, pero aun así te las has arreglado para tomarle una furtiva foto con tu celular, misma que ahora contemplas con la devoción que nunca has profesado a tantísimas güeruchas de revista que te han acompañado en tus magras noches de onanista. ¿Serán entonces sus ojos? No es preciso ser muy observador para concluir que ese par de charquitos verdes es lo primero que resalta en su rostro. Sí, pudo ser esa miradita esmeralda, pero acaso no haya sido tan matadora como la sonrisa. Admítelo ¿cuándo carajos te habían sonreído de manera encanijadamente seductora y cachonda como hizo Rendichica el primer día en que fuiste en calidad de urgencia a echar un escupitajo de combustible a la gasolinera del bulevar Rosas Magallón? Nada tenías que estar haciendo por esos rumbos a esa hora ni tendrías manera de justificar ante tus superiores tu presencia en esa zona de la ciudad. Cierto, no eres el primero ni el único empleado de la dirección municipal de Obras Públicas que hace o intenta hacer negocitos vendiendo material de construcción, pero en cualquier caso ibas a tener que inventar una muy buena excusa para justificar el haberte quedado sin gasolina en las inmediaciones de la colonia Divina Providencia, donde fuiste a llevar dos bultos de cemento para venderle a tu primo, el Carnitas Mascorro, aunque en este caso vender es un decir, pues un centavo en efectivo nunca verás y en el mejor de los casos tal vez algún día sean remunerado con unas caguamas.