Eterno Retorno

Friday, August 05, 2016

Puedo echarle la culpa a mis confesas filias con el Death Metal sueco y el Black Metal noruego, pero el caso es que desde mi descubrimiento de Henning Mankell allá por el 2002 he leído muchísima novela negra escandinava. En mi recorrido he topado con algunos libros memorables y no pocos productos prescindibles. A raíz del fenómeno Stieg Larsson en 2009 brotaron de la nieve mil y un novelistas nórdicos, destacando particularmente las escritoras que sustituyeron la figura del taciturno detective otoñal estilo Kurt Wallander por circunstanciales e improvisadas investigadoras, como la Erica Falck de Camilla Läckberg, madre de familia y escritora, innegable alter ego de su creadora, o la abogada Rebecka Martinsson, detective estrella de Asa Larsson. La Reina de los Hielos en Maclovio Herrera, segundo cuento del libro Dispárenme como a Blancornelas, rinde una suerte de satírico homenaje a las buscadoras de sangre en la nieve. En este cuento, la máxima estrella la novela negra sueca visita la frontera chihuahuense guiada por un reportero de pasquín policiaco, autoproclamado creador, padrino y único lector del género “narco-zombi-gótico-fronterizo”. En las novelas nórdicas suele haber uno o dos muertos por cada 400 páginas y basta un solo crimen para poner de cabeza a todo Suecia. En Juárez una jornada con diez muertos puede ser considerada normal. ¿Qué harían Erica o Rebecka hurgando entre los decapitados, colgados y encobijados que deja por herencia la narco-guerra? ¿Podrían escribir una novela donde no haya página sin muerto ni párrafo sin sangre? PD- ¿Cuántas novelas policíacas arrancan con el hallazgo del cadáver de una bellísima chica? ¿No te parece el colmo del estereotipo que la víctima sea una modelo colombiana y además aparezca desnuda en una zona hipster de la capital? ¿Acaso no raya en el cliché la aparición de funcionarios empeñados en cerrar cuanto antes el caso alegando que se trata de un suicidio? Si se lo trato de vender a una editorial me lo rechazan por ser burdamente estereotípico. Vaya, es como “el suicidio” del fiscal argentino Alberto Nisman, el guión del thriller político dictado párrafo a párrafo por esa realidad tan adicta al noir.