Eterno Retorno

Thursday, January 01, 2015

Segundo café del año humea en su taza de Mozart. Mostrenca lectura de los consistentes sueños de Saramago y una típica historia de golpe bajo en un diario, cuchilladas bajo la mesa y salto sin paracaídas al gran vacío de la escritura. Colocar el centro rojo de mi hedonismo en las palabras. Cuando la compulsión de comer jale las patas, ponte a leer o a escribir. Cuando el vaso de Jack Daniels te llame a gritos tírate a matar sobre ese párrafo inacabado. Tan contenido, tan sobrio, tan sosegado, como una línea de cinco del Tuca con un 0-0 en la buchaca. Lástima que sea apenas el minuto dos del partido o, dicho de otra forma, las 9:23 a.m. del primer Día del Año. Flashazo inspiracional (esa puta palabra no existe) de mis cuatro minutos con Saramago. La historia de un derrumbe periodístico anticipado en la era del holocausto Gutenberg. Se llamará número cero. Una catarata de sueños que se irán rápidamente por el resumidero. ¿Será posible hacerlo en menos de 2 mil palabras? Flashazo en la fila, dormitante (esa puta palabra tampoco existe) y aguardando a ser atendido. Con ustedes El Jardín de las Delicias del Outlet las Américas. Guillermo Demián Lozano acude a gastarse 140 dólares en unas botas Martens con la imagen de una pintura de El Bosco. Lo atiende la diecisieteañera Alanah quien lo mirará con lástima indisimulable mientras Guillermo contempla sus pies y se imagina pateando culos y escandalizando buenas conciencias con sus botitas pintarrajeadas. ¿Me puedes decir qué hay de la revistería Volkich? La palabra revistería tampoco existe, por un carajo y sin embargo mi abuela la pronunciaba. El cuento se llamará así: Revistería Volkich (¿o es Volkish?) Cómo sea. Chingue a su madre. Vamos a escribirlo y que salga de menos de 3 mil palabras. En bombardeo rápido comencé y en bombardeo rápido concluí. Última lectura del año, absolutamente Blitzkrieg como marca el manual: El Sunset Limited (¿así o más pocho el título?) de mister Cormac McCarthy, un libro que aguardaba en mi biblioteca dese hace más de un año y al que un flashazo repentino me llevó a echar guante en plena tarde del 31. A ver criatura, véngase pa acá le dije al librito y en menos de hora y media y dos vasos de Jack Daniels recorrí su diálogo de 96 páginas entre Negro y Blanco. Un profesor universitario se arroja a las vías del metro pero es atajado en su salto por un ex presidiario con vocación de predicador cristiano. El libro de Cormac es el posterior diálogo entre el blanco suicida y el negro salvador en la desvencijada casa de este último. La estructura es de libreto, con muy sobrias descripciones y sin intervención de terceros. El tema del diálogo es el sentido de la vida. En un lado tenemos letrado deprimido y en el otro al ignorante henchido de fe. No pocas veces he enfrentado dilemas así. Vaya, más de una vez me he sentido colocado en la posición del Blanco. El reproche del Negro es simple, me lo sé de memoria y me lo han hecho muchas veces: ¿De qué carajos te han servido tantos años de exploración en mil y un párrafos de arquitectura perfecta si al final, como José Alfredo, toda tu conclusión es que la vida no vale nada?...