Eterno Retorno

Friday, September 05, 2014

LOS LIBROS QUE MARCARON EL CAMINO

Rossie Martínez y Alfonso Morcillo me han pasado la estafeta de los diez libros compañeros que han marcado mi vida y a estas alturas creo que no puedo negarme. Pero… ¿deben ser solo diez? Mis amigos, debo advertirles que esta lista es una grandísima injusticia, un monumento a la subjetividad, sobre todo porque mi lista de hace 20 años sería muy distinta a la de ahora, por lo que trataré de mantener un equilibrio cronológico e incluir aquellos libros que han significado algo en algún momento. Les pongo un ejemplo: a los 16 años Herman Hesse hubiera aparecido encabezando el ranking y hoy me parece el colmo de lo cursi. A los 19-20 años Carlos Castaneda me acompañaba a todas partes como una suerte de consejero espiritual, pero hace más de quince años que no me apetece leer un libro suyo y posiblemente si lo volviera a leer me aburriría. A los 22 años consideré Kundera mi non plus ultra, pero sus novelas francesas me decepcionaron. La primera vez que leí a Sergio Pitol a los 25 años me aburrió soberanamente y hoy no me separo de él. Hace una década Roberto Bolaño me cagaba por hipsterozo y sobrevalorado, pero desde hace un par de años he empezado a disfrutarlo. Soy un lector omnívoro y cambiante, que no le hace ascos a la carroña, la chatarra y las exquisiteces. Trataré de incluir los que en menor o mayor medida me han dejado alguna huella permanente. Así las cosas venga esa injustísima decena con un breve comentario. 1- El Aleph. Jorge Luis Borges- Un escritor eterno, siempre renovable como los sueños. Me voló la cabeza cuando lo leí por vez primera a los 17 años y me voló la cabeza anoche. Si llego a vivir 80 años sin duda hará el mismo efecto. Es quizá el único que estaría en el tope de la lista en mi adolescencia y en mi edad adulta. El único que nunca se va de mi buró. Junto con El Aleph incluyo los dos libros compilados en Ficciones (El jardín de los senderos que se bifurcan y Artificios). El pasado domingo releí de hidalgo (una vez más) Historia universal de la infamia y fue alucinante. Borges nunca se acaba. 2- El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha. Miguel de Cervantes- Puedes decir lo que gustes o incluirlo por cumplir con la Real Academia, pero para mí es la novela de novelas, la piedra fundacional del género y al mismo tiempo la más moderna, la más divertida y la más profunda. Y sí, lo he leído completo y lo releo cada cierto tiempo. 3- Plata quemada. Ricardo Piglia- Aunque con méritos idénticos podría incluir El último lector, Respiración artificial o El camino de Ida, he decidido apostar por el más trepidante y croniquero. Puro jarcor narrativo. Tal vez el escritor latinoamericano vivo que más me influye. 4- La carretera. Cormac McCarthy- Este libro me pateó fuerte, tal vez porque lo leí cuando estaba debutando como padre. No recuerdo que un libro me haya pegado tan pero tan duro en lo emocional durante la edad adulta. 5- Sobre héroes y tumbas. Ernesto Sabato- Alejandra es tal vez el personaje femenino con el que más he alucinado. Hace un tiempo me daba por explorar en el túnel de los ciegos. La obra tardía de Sabato me empalagó por plañidera, pero Héroes y tumbas me dejó una huella profunda desde hace dos décadas. 6- Demian. Herman Hesse. No puedo negar al adolescente que fui. Leí este libro en el verano de 1986 durante un viaje a la Isla del Padre. Al Abraxas le atribuyo la paternidad de mi rompimiento con dios. 7- Invisible. Paul Auster- El de Brooklyn ha sido el fiel compañero de mi vida adulta. Con idénticos méritos podría incluir Leviatán, El país de las últimas cosas, Diario de invierno o Sunset Park, pero elegí el que me parece más extremo y jarcorero de su obra. Auster me acompaña a todas partes desde hace década y media. 8- Historias Extraordinarias. Edgar Allan Poe- La encarnación de un clásico, patrimonio literario de la humanidad. Has leído mil veces estas historias y si las vuelves a leer esta noche te juro que volverán a inquietarte. 9- El arte de la fuga. Sergio Pitol- Libertinaje ensayístico en estado puro. La encarnación de la narrativa híbrida. Me tardé un poco en apreciarlo, pero hoy se ha convertido en mi faro narrativo. 10- La vida está en otra parte. Milan Kundera- Junto con La insoportable levedad del ser y El libro de la risa y el olvido, el de Brno marcó el paso de la adolescencia a la juventud. Ya no es lo que era, pero hizo época en mi vida PD- Con idénticos méritos pueden entrar en la lista Si una noche de invierno un viajero o Ciudades invisibles de Ítalo Calvino; Vidas imaginarias de Marcel Schwob; Todos los fuegos el fuego de Cortázar (incluso antes de Rayuela); De la experiencia y otros ensayos de Montaigne; Dios en la Tierra o El luto humano de José Revueltas; Sueño de sueños de Antonio Tabucchi (antes incluso que Sostiene Pereira); Las partículas elementales de Houellebecq; El Principito de Saint Exupery; Acid House de Irvine Welsh; El desbarrancadero de Fernando Vallejo; Intimidad de Nannif Kureishi; Yo también me acuerdo de Margo Glantz (lo acabo de leer y está rompe-madres); Entre hombres de Germán Maggiori (el más pulp de la lista); El reino de este mundo de Alejo Carpentier; Fausto de Goethe; El llano en llamas de Juan Rulfo (antes de Pedro Páramo); El Amadís de Gaula; La transmigración de los cuerpos de Yuri Herrera; Canción de tumba de Julián Herbert; La muerte en Venecia de Thomas Mann; La rendición de Tony Bentley (teología sodomita); Salón de Belleza o Flores de Mario Bellatin (no los bodrios intencionalmente chocantes que hizo después); El Rayo Macoy de Rafael Ramírez Heredia; Cuentos de Nicolás Gogol (La nariz, El capote, Avenida Nevski); Reconstrucción de Antonio Orejudo; La ciudad de las palabras de Alberto Mánguel; Librerías de Jorge Carrión (me he visto retratado en mi adicción; Ciudades desiertas de José Agustín; De eso se trata y Efectos personales de Juan Villoro; Profundidades de Henning Mankell; Casi nunca de Daniel Sada; Arma en el hombre o El asco de Horacio Castellanos Moya; Larga distancia de Martín Caparrós; Windows of the World de Frederic Beigbeder y mejor aquí le voy parando o la lista no se acaba nunca. DSB

Thursday, September 04, 2014

Hay algo mórbido en la esencia de una botarga, máxime cuando su performance de forzada alegría debe escenificarse afuera de una farmacia. Hay algo de escupitajo en la tiranía de lo soez, omnipresente en los comercios populares. La norma inquebrantable en aquellos sitios donde se vende barato, es que debe haber ruido y payasada. Bocinas escupiendo tecno-cumbias o regguetones al nivel de la estridencia y monigotes moviendo el bote en la banqueta. Cuando acudes a comprar una medicina es porque te sientes mal. Te duele la garganta o los oídos, tienes fiebre o acaso un retortijón estomacal que te dobla del dolor. Lo que deseas en ese momento no es un taladro auditivo y un ridículo muñeco bailando frente a ti, sino una cura a tus males y un poco de silencio. De hecho las farmacias Similares son también consultorios médicos y ante el vía crucis que representa cualquier clínica del IMSS, el doctor Simi parece tener la patente de la salud pública en México. Ignoro si los que se hacen ricos vendiéndole a los pobres basan sus estrategias en algún estudio de mercado. Desconozco si hay algún indicador que demuestre mejores ventas por la presencia de bocinas y monigotes afuera de los comercios. Acaso haya alguna encuesta en donde se evidencie que a mayor ruido y a mayor ridículo, el apaleado mexicanito eternamente desempleado y endeudado se motiva a gastar el dinero que no tiene. La tiranía de lo soez lleva la vida diaria hasta el extremo de lo patético. Bajo el sofocante traje de la botarga debe haber una ruina humana que suda a mares y es forzada a bailar y a fingir alegría aunque su vida se esté yendo por el resumidero. Dentro de la farmacia o la tienda serás atendido por empleadas que arrastran su cruz de salario mínimo tras ese mostrador con cara de cárcel en donde encima deberán soportar ocho o diez horas de tormento en sus oídos. Con los políticos ocurre algo similar. Cuando un funcionario visita una colonia popular para entregar una calle pavimentada o encabezar una jornada de cortes de pelo y peroratas podridas, su sainete será acompañado con música guapachosa y algún maestrito de ceremonias con ambiciones de comediante. El gobernador, el alcalde o el payasito de marras que usted elija, bailará cumbia con alguna doñita, contará un chiste y se tomará algunas fotos cargando escuincles antes de correr a la Suburban a embarrarse las manos de desinfectante. Al pobre en México se le falta al respeto de mil maneras y la tiranía de lo soez me parece una de las más crueles formas de escupirte en la cara. Al pobre denle ruido y payasitos aunque no los pida. Se da por hecho que eso le gusta. El candidato que va a hacer campaña al Maclovio Rojas o al Pípila utiliza ante el pobre otro lenguaje. Le habla como a un menor de edad o a un retrasado. En cualquier caso el tono de la perorata es muy distinto al que utiliza cuando va a la Hipódromo o a Playas en donde por supuesto no lleva botargas ni cumbias. Se da por hecho que con la presidenta de la junta de vecinos de Lomas de Agua Caliente el candidato no va a bailar la quebradita. Si los dulces violines que recibían a los prisioneros en Auschwitz fueron sinfonía de lo macabro, el circo y la estridencia a los que es condenada la pobreza en México es la cacofonía de un país que se pudre; el triste soundtrack de nuestro desbarrancadero.

Partidismo sanguijuela

A finales de los años 80, el grupo de rock radical vasco La Polla Records compuso un himno de batalla que hoy más que nunca deseo cantar a todo pulmón: “Odio a los partidos”. El título de esa canción sintetiza sin ambages ni medias tintas el sentimiento de millones de mexicanos, condenados a mantener clubes y pandillitas de oportunistas que juegan a repartirse el poder. El sistema partidista mexicano está podrido en sus entrañas. El nacimiento de nuevas fuerzas políticas con cargo al bolsillo ciudadano es una pésima noticia que en nada contribuirá a nuestra pluralidad democrática y sí en cambio al dispendio de recursos. El registro del Partido Encuentro Social representa un terrible retroceso en la lucha por el laicismo en México, un escupitajo en la cara de quienes somos librepensadores. El PES no es una fuerza política sino una congregación evangélica. Quien diga lo contrario miente. Por estrictas razones de trabajo he conocido a algunos de sus integrantes y en alguna ocasión he acudido a un acto proselitista y lo que encontré fue el equivalente a un ritual de alabanza. La naturaleza misma del cristianismo evangélico se opone al debate y al autocuestionamiento y pugna por la perorata y la ciega creencia irracional. En su repetición merolica de la Biblia y su defensa de aberraciones creacionistas, el evangélico promedio no destaca por ser precisamente un analista crítico. Creen ciegamente en sus pastores, lo cual es ideal para el voto en masa o el voto corporativo que tanto gusta al PRI. Enrique Peña Nieto le debe mucho al cristianismo evangélico y su voto ciego. Quien tenga dudas sobre la creciente influencia política de esta repugnante secta, que se mire en el espejo de Brasil, donde se han esparcido como una epidemia en los puestos de gobierno. Por otra parte, el reconocimiento de Morena como fuerza política tampoco me parece una buena noticia. Aunque el primer voto de mi vida fue para el PRD (Cuauhtémoc Cárdenas en 1994) y muchas de mis ideas caben en lo que tradicionalmente puede considerarse como izquierda progresista, veo en Morena un paso atrás. Los seguidores de Andrés Manuel López Obrador representan la izquierda mojigata, patriotera, caudillista, ultranacionalista, más cercana a los viejos fascismos europeos que a una moderna izquierda liberal. Con su visión resentida y acomplejada de la Historia de México, donde sobran teorías conspiracionistas y pavor a lo extranjero, los mojigatos morenistas acaban rindiendo pleitesía a lidersuchos anacrónicos. Me encantaría poder optar en México por una izquierda moderna, una alternativa socialdemócrata que pugnara ante todo por las libertades individuales, el laicismo y la tolerancia, pero lo que encuentro es un grupúsculo monotemático que ha hecho de la oposición a la reforma energética su único evangelio. ¿Puede haber Morena más allá de AMLO y la defensa del petróleo? Hasta ahora no la he visto. Concluyo este artículo expresando mi total decepción por lo que le sucede al panismo bajacaliforniano. La peor y más abyecta versión del PAN es la que controla al partido en la entidad, cuyas prácticas lo emparentan con el peor priismo tortillero. En el PAN ha habido personajes de estatura política e intelectual, pero no son por supuesto quienes están ahora en el gobierno.

Tuesday, September 02, 2014

Eliminar al FCE

Como si se tratara de poner la cereza en el pastel de una presidencia analfabeta, Leo Zuckerman propone eliminar el “gasto” que le representa al contribuyente mantener el Fondo de Cultura Económica, cuyos libros, dice, solo leemos una ínfima cantidad de mexicanos. Bajo su criterio, esta editorial ha perdido su razón de ser y no tiene ya sentido ni justificación seguirla manteniendo. Con toda franqueza, creo que si a gastos gubernamentales superfluos vamos, debe haber unos diez mil absurdos derroches dignos de ser eliminados antes que el Fondo de Cultura Económica. El gobierno es campeón en inventar gastos sin justificación ni impacto positivo para el ciudadano. El simple derroche en publicidad oficial, logística de giras y burocracia ineficiente debe superar por cientos de millones al pelo de gato presupuestal que representa mantener a la editorial. Yo nací cuando el Fondo de Cultura Económica estaba cumpliendo exactamente 40 años. Ya no era la época de oro de mi tocayo Cosío Villegas en que el Fondo era la única alternativa editorial del país y sin embargo, fue gracias a su colección Lecturas Mexicanas (una colección que era en efecto muy económica) que conocí a Rulfo, a Paz, a Fuentes, a Zaid, a León Portilla, a Torri, a Ramos. Vaya, para no ir más lejos, gracias al Fondo de Cultura Económica llegó a mis manos la antología El cuento hispanoamericano de Seymour Menton, mi puerta de entrada a Cortázar, Revueltas, Quiroga, Arreola, José Agustín y un largo etcétera. El Fondo de Cultura Económica fue mi umbral rumbo a nuevos universos que de otra manera me hubiera tardado en descubrir. Si esa editorial mantenida con nuestros impuestos no hubiera existido, la cartografía de mis lecturas habría sido harto distinta. Fuera del Fondo, la otra alternativa al alcance del bolsillo estudiantil era Porrúa, que publica a los clásicos, y párale de contar. Cuando yo era estudiante, comprarme un libro de algún sello editorial español era un lujo impagable. Los priistas siempre han sido rateros pero antes al menos eran cultos o se preocupaban por la cultura. Hoy ni siquiera saben leer. Todos esos libros, enciclopedias y hasta cómics con el sello de la SEP que gracias a nuestros impuestos eran baratísimos, casi al nivel de regalo, sembraron las semillas de mi pasión por la historia y la literatura mexicana. Tal vez era una visión oficialista la que promovían, pero quienes fuimos niños en los años 80 tuvimos acceso a millones de libros subsidiados por el gobierno. Puedes pensar lo que quieras, pero para mí fue un dinero bien invertido. Dice Leo Zuckerman que el FCE ya no es necesario pues el mundo editorial ha cambiado mucho. En efecto Leo, tienes mucha razón: el mundo editorial ha cambiado mucho y déjame te digo que está jodidísimo. ¿Acaso no ves a Jorge Herralde forzado a vender más de la mitad de las acciones de Anagrama, a TusQuets absorbido por Planeta y al Pingüino voraz tragándose Alfaguara? El mundo editorial independiente va a quedar supeditado a las más salvajes leyes de la oferta y la demanda. La resistencia la sostienen proyectos heroicos como Sexto Piso y Almadía y algunos sellos artesanales, pero te juro que el panorama no pinta halagador. Dice Leo que hay librerías en todas las ciudades mexicanas. Pues mira, yo vivo en Rosarito y por estos rumbos el único sitio que vende algunos libritos es la Comercial Mexicana y por lo que respecta a las librerías de Tijuana, su realidad es navegar cada día como salmones para sobrevivir. ¿En qué país está la Arcadia editorial que describes en tu artículo? Está bien Leo, que eliminen el Fondo, total, somos unos cuantos intelectualitos de clase media los que le sacamos provecho. Lo único seguro, es que el dinero “ahorrado” con la eliminación del FCE se perdería entre el gasto corriente del gobierno, pero te juro que nadie podría llenar el vacío dejado por la editorial. De acuerdo, creo que el Fondo debe dejar de andarle organizando shows al presidente y debe volver a su espíritu original. También creo que debería tener una administración y sobre todo una distribución más eficiente, pero de ahí a creer que debe ser eliminado hay un abismo de distancia. De verdad Leo, aunque a veces parece que estamos haciendo monos de nieve en la Laguna Salada, ninguna inversión en cultura es dinero tirado y aunque no lo creas, en este país existimos algunos lectores. Somos poquitos, es cierto, pero somos más de los que tú crees. (DSB)

Monday, September 01, 2014

El ojo en la nuca

La charla entre amigos, la que surge espontánea en la mesa de un café, la barra de una cantina o el inbox de un Facebook, es, al igual que la memoria, un ejercicio de libre fluir de ideas y asociaciones a veces inconexas o sin un tópico vértebra que le guíe. La estructura real de una plática es diferente a la de la escritura y por eso hay quien piensa que los libros conversacionales están destinados a ser pequeños satélites complementarios a los que se confina a una suerte de segunda división literaria. Por lo que a mí respecta, debo confesar que el diálogo en internet entre Juan Villoro e Ilan Stavans editado por Anagrama en el libro El ojo en la nuca ha sido de una de las lecturas que más he disfrutado en lo que va del 2014. Un libro que leí y subrayé en un par de días con la ligereza con la que se bebe una cerveza clara en un mediodía de verano. El proceso de edición respetó el espíritu informal de la charla lo cual se agradece. Juan Villoro es tal vez el más caleidoscópico y polifacético de los intelectuales mexicanos, alguien que se mueve como alegre pez en las aguas de la crónica, el ensayo, el artículo editorial, el cuento y la novela, mientras que el diaspórico Ilan Stavans es una suerte de tránsfuga multicultural que por algún azar nació en México, aunque su escritura oscila entre el inglés y el idish y sus géneros van de la novela gráfica al ensayo académico. Con dos autores tan versátiles, el resultado solo puede ser una charla riquísima en donde se habla lo mismo del sentido lingüístico de una expresión como “pelos en la lengua”, que del nacionalismo y el sentimiento de pertenencia, pasando por géneros literarios, sueños, gustos cinematográficos, futbol, hábitos de higiene y hasta fantasmas y aparecidos. Hay agilidad, picardía, profundidad y una creíble vibra espontánea en este rico ejercicio de diálogo que ha dado como resultado una obra donde el lector, irremediablemente, acaba por sumarse a la charla.

Sunday, August 31, 2014

Cuando vengan a reclamarte tú estarás dormido o muerto y piensas que si fueras un apostador compulsivo, bien podrías este día ponerte a hacer algunas quinielas. ¿A qué hora del día van a matarte? ¿El ejecutor ya está cerca de tu casa? ¿Viene en camino o ya está afuera? ¿Te matarán con fusca, de un batazo o te rebanarán la yugular? ¿Te reservarán una muerte lenta o te fulminarán en un par de segundos? ¿Mandarán un morrito novato o te harán el honor de ser cazado por un viejo sicario experimentado? ¿Quién hallará tu cadáver? ¿Dejarán algún mensaje sobre tu cuerpo? ¿Escribirán correctamente tu nombre en la esquela? La cola de zorrillo y los dos rivotriles ya están trabajando sobre cada una de tus neuronas, pero aún te quedan fuerzas para mirar la corona y recordar aquel ritual de los enamorados que van deshojando flores mientras preguntan si me quiere no me quiere y esta mañana, la última de tu vida, tú tienes más dudas que certezas así que bien puedes deshojar una flor o las que alcancen antes de quedarte dormido o ser asesinado. Te tiendes boca abajo sobre tu corona mortuoria y empiezas a deshojar una casablanca aunque a estas alturas ni siquiera tienes claro qué carajos preguntarle a la flor o a los pétalos que vas desparramando sobre el suelo sucio y sigues deshojando, una flor tras otra, sabiendo que en esta vida tan marra e hija de puta ya no te restan muchas cosas por hacer.