Eterno Retorno

Thursday, August 28, 2014

Salinas Basave versión manga

Las tijeras siempre han estado ahí, en omnipresente acecho, afiladas como el hacha de un verdugo, listas para inmolar mi vocación zarrapastrosa en su altar de sacrificios. En el inventario de mis hecatombes, las tijeras han jugado un rol principalísimo: cada que ellas aparecen se consuma una catástrofe en mi vida, porque catastrófico es cortarse el pelo para quien encuentra el sentido de la existencia en desenredar cada amanecer una mata enmarañada. La historia de mi vida es la historia del ascenso, pasión y caída de mil y un proyectos greñudos. Cada corte de pelo ha venido acompañado de un quebranto interior, de un crepúsculo ontológico. La peluquería es el campo de batalla donde irremediablemente se escenifica una derrota. Cada que mi greña ha sido colocada sobre la piedra sacrificial del peluquero, lo he vivido como una suerte de Waterloo, una total catástrofe tras la cual nada vuelve a ser igual. (Arte: Arte Luis Mario Sarmiento y Mr Bob) ¿Quieres saber cómo termina esta historia? Lee http://diez4.com/2014/contra-el-corte-de-cabello/

Wednesday, August 27, 2014

La loma siempre estuvo ahí: calva, roñosa, habitada por la nada. Cuatro o cinco tejabanes de pepenadores, algún coyote escuálido y toneladas de basura conformaban el paisaje. Aquello fue por años un tiradero de inmundicias y a nadie importó gran cosa. El relleno sanitario quedaba lejos y la cañada era ideal para arrojar desperdicios. Tierra mostrenca, puerca periferia baldía sin dueño ni valor. Según el registro público de la propiedad, esas yermas afueras eran tierra ejidal aunque nunca de sus entrañas brotó fruto alguno. Los que aún se ostentaban como ejidatarios se conformaban con cobrar un peaje a los furtivos camiones recolectores que llegaban puntuales a descargar su pestilencia. Lo único que en la loma cambió fueron las dimensiones de los cerros de basura. El resto permaneció como una región límbica hasta el día en que la inmobiliaria arrojó su tentáculo sobre ella, en los primeros años del Milenio. Convencer a los ejidatarios de vender a centavo de dólar el metro cuadrado fue pan comido para los ejecutivos. Tampoco representó una inversión tan fuerte limpiar los títulos en el registro y lograr un cambio de uso de suelo el ayuntamiento. La compañía es pez en las aguas del ilusionismo inmobiliario. La tierra es de quien la usurpa y la escritura. La notaría y el registro son de quien los paga. Resuelto el problema de la tenencia territorial había llegado el momento ahora sí de abrir la cartera. Había que sepultar el tiradero de basura, largar al carajo a los pepenadores, cazar al último escuálido coyote e ir trazando las calles y los rectángulos milimétricos donde construirían las casas. Después la campaña publicitaria sobre un objetivo concreto. Su mercado ya está ahí, dócil y cautivo, listo para invertir gastar que no tiene en un patrimonio que aún no existe. La inmobiliaria nunca invierte a ciegas ni arroja un solo centavo a fondo perdido. Si ha decidido apropiarse de un cerro yermo es porque sabe lo caro que puede venderlo. Sus estudios de mercado nunca mienten. En Tijuana hay varias decenas de miles de matrimonios jóvenes con ingresos superiores a los seis salarios mínimos que no cuentan con una casa propia. Matrimonios con sueños, o más bien con pretensiones, asociadas a la seguridad y el estatus. Fundamental encontrar un nombre suficientemente rimbombante, algo capaz de estimular la fantasía clasemediera. Residencial Lomas Altas podría sonar bien.

Monday, August 25, 2014

Río Tijuana

Nuestro Río Purgatorio está ahí, larga herida en la anatomía de Tijuana, narrando inundaciones de un pasado siempre difuso, buscando exorcizar los diluvios venideros. Los romances y desencuentros de una ciudad con su río son infinitos. Cada urbe tiene su muy particular relación con el cauce que la atraviesa. Nací y crecí en una ciudad cuyo río era una eterna cancha de futbol, hasta que llegó Gilberto a recordarnos que aunque estén secos, los ríos fueron hechos para llevar agua y algún día -tarde o temprano- agua volverán a llevar. En Tijuana nuestro río es un territorio límbico; un Aqueronte de piedra revolcando despojos; una realidad paralela incrustada en la ficción de nuestra vida diaria. Nunca lo olviden: el agua y el desamparo siempre buscarán su cauce. Las lluvias de enero y las mil y un almas errabundas que desembocan en Tijuana son un torrente cazando el punto de fuga. Nuestro río es la estación del abismo donde yacen los destinos rotos. Sus afluentes se llaman miseria y destierro. En este paradero hostil, a donde los arrojó la deportación o la travesía, lo más parecido a un hogar es un lecho cubierto de cemento; un no- lugar espectral contemplado desde los puentes, donde los vemos emerger de los túneles como los leprosos en las catacumbas de las aldeas bíblicas. En nuestro río corre otro tiempo y otra historia cuyos ocasos y amaneceres se rigen por el reloj del hambre y la heroína. Son las manecillas de la supervivencia en un mundo anterior al mundo, o en el valle del caos y el derrumbe que nos quedará por herencia cuando nos descubramos cual reyes desnudos. La Mátrix somos nosotros mientras aceleramos a fondo por la Vía Rápida en nuestra desenfrenada carrera a ninguna parte. El río está ahí para recordarnos la llaga mórbida que no cicatriza, la macabra otredad de nuestro rostro, la catarata inacabable, terca y pestilente de nuestra mierda.