Eterno Retorno

Saturday, May 10, 2014

Estando en Chiapas descubre una de las más sofisticadas formas de hedonismo, un vicio que lo atrapa en sus garras y del que nunca puede liberarse: el chocolate. Más de 150 años antes de que el erudito Thomas de Quincey narrara su adicción en Confesiones de un opiómano inglés, Gage dedica no pocas páginas de su obra a describir la fascinación y el deleite que trae a su vida el mágico xocolatl mexicano. La primera obra británica sobre la América española bien pudo titularse Confesiones de un chocolatómano inglés. No es por cierto un bebedor cualquiera este británico, quien con el tiempo va desarrollando sofisticadas recetas. El potaje del que bebe por lo menos cuatro jícaras al día lo prepara con cacao oscuro o claro, azúcar, canela, clavo, anís, almendras, avellanas, zapote, agua de azahar, almizcle, vainilla y achiote, además de pimienta negra, chile y polvito de rosas de Alejandría. Ese elixir divino lo toma al levantarse, antes del almuerzo, a media tarde y por las noches antes de dormir. A donde va lleva consigo el brasero, el caldero, la jícara y los mil y un condimentos con los que prepara su brebaje.