Eterno Retorno

Wednesday, May 14, 2014

Entre los lectores de Gage se cuenta un poeta mayor: John Milton. La máxima gloria literaria de la Inglaterra puritana es cercano colaborador y amigo personal de Oliver Crowell, quien lo nombra secretario para lenguas extranjeras del Consejo de Estado que sustituyó a la corona. La primera gran tarea de Milton es justificar ante las diferentes monarquías europeas la ejecución de Carlos I para lo cual se vale de argumentos jurídicos y bíblicos. Toda Europa acusa a Cromwell de ser un despiadado asesino que ha violado el derecho divino con el regicidio, por lo que el poeta de cabecera del nuevo gobierno debe utilizar toda la belleza y elegancia de su lenguaje para justificar la muerte del infortunado Estuardo. Oliver Cromwell rechaza el título de rey y decide gobernar como Lord Protector Para John Milton comienzan literalmente tiempos oscuros. En 1651 ha perdido por completo la vista y su mujer muere horas después de dar a luz a una niña. Fallece también su pequeño John, de dos años de edad, su único hijo varón. La vida del poeta se está desbaratando. Ciego y deprimido, recibe un encargo muy especial de Oliver Cromwell: la composición de un discurso que justifique moralmente una intervención militar inglesa en la América española. Con la melancolía a cuestas Milton compone Scriptum domini protectoris contra Hispanos en donde expone una serie de argumentos basados en parte en el libro de Thomas Gage, en donde justifica la intervención inglesa como única alternativa posible frente las crueldades y abusos de los tiranos españoles que martirizan a sus colonias. También señala como abusiva la pretensión de la monarquía española de poseer toda América. No se sabe si Milton leyó completa la obra de Gage o si condenado por su ceguera se la leyeron parcialmente. Lo cierto es que en 1654 Oliver Cromwell finalmente le ha tomado la palabra a Thomas Gage y está decidido a emprender la conquista de la América española. El almirante William Penn (padre del fundador de Pensilvania) y Robert Venables, comandan la expedición conformada por 34 buques de guerra y más de 3 mil hombres. Como guía y consejero principal de la expedición marcha Thomas Gage que 17 años después volverá a América, ya no como polizón, sino como el sabio que guiará a los guerreros británicos en su camino hacia la gloria. Gage ya no es un jovencito pero en el otoño de su existencia está viendo materializado su más caro anhelo Hasta ese momento la presencia británica en la Nueva España se ha limitado a las costas de Golfo, donde las incursiones corsarias se han dado a la tarea de asolar Veracruz, Tabasco y Campeche. Cierto es que sus estragos fueron mucho mayores en las Antillas, donde sembraron la leyenda que daría origen a la figura del pirata cojo con pata de palo, parche en el ojo y cara de malo que inmortalizaron las novelas de Salgari. Una sui generis forma de invasión la de los corsarios, pues no son tropas regulares al servicio de la Corona Británica, pero sí presumen patente de corso para navegar, comerciar y en su caso asaltar galeones y puertos de naciones enemigas. Pero la expedición de Penn no es un vil ataque de bucaneros, sino una armada hecha y derecha que navega decidida a acabar de una vez por todas con el dominio español en América.