Eterno Retorno

Saturday, January 11, 2014

¿Te has dado cuenta de lo poco original que resultas escribiendo una historia de reporteros? ¿Nadie te ha dicho que el periodista es un personaje sobreexplotado hasta el hartazgo por el cine y la literatura? Una de las más ridículas representaciones de héroe romántico que parió el Siglo XX, por cierto. El reporterito tan valiente y audaz, tan ético y comprometido con la verdad, al grado de no importarle arriesgar su vida con tal de intentar desnudar a los oscuros e inmorales poderes. La lección de moralina hollywoodense es simple: No hay un arma tan poderosa como la verdad y con ella el ridículo héroe soñador se enfrentará con éxito a las pistolas cargadas de los poderosos. El mantra de todo aspirante a reportero investigador es: si Woodward y Bernstein pudieron derrumbar al mismísimo presidente de los Estados Unidos, tú también puedes hacer temblar el poder. Basta con ver al par de tundeteclas de Washington Post, con esa carita de hippies inocentones a lo Simon and Gardfunkel, tan rebosantes de ilusiones y sueños de grandeza. Anda reporterito, ponte a trabajar y sin duda habrá quien haga su propia versión de “Todos los hombres del presidente” basado en tu hazaña donde un actor mucho más guapo que tú se encargará de mejorar tu apariencia. Anda, atrévete a jugar el papel del heroico reportero, tan machacado como el detective y el cowboy, el joven tan quijotesco que al final ve a los corruptos millonarios tras las rejas. Clark Kent era reportero por si no te acuerdas, pero como trabajador del periódico no pasó de ser un timorato que requería ponerse el traje de Súperman para hacer la diferencia. Eso sí, al menos en el debut del reportero como personaje cinematográfico estelar, no le reservaron el papel de valiente y galán de la película y lo colocaron en un rol mucho más acorde a la realidad: el del pícaro, tramposo, embustero y sin escrúpulos, a quien no le importa robarse una nota. ¿Sabes cuál fue esa película? Se llamó Making a Living y su protagonista fue el mismísimo Charles Chaplin.