Eterno Retorno

Friday, February 08, 2013

HORCAS EN RACIMO (SOLO UN POQUITO)

Hay algo que me hace diferente de la galería de magnicidas de mi libro: el no matar en nombre de algo superior. La inmensa mayoría de los magnicidas son unos mojigatos, unos fanáticos capaces de creerse instrumentos de un destino divino que los obliga a actuar. Todos son devotos de un ente abstracto, - Dios, la patria o una absurda causa política- en nombre del cual eliminan al hombre que consideran obstaculiza o atenta contra ese destino superior. Su enajenación a su deidad, a su nación o a su partido es tal, que no dudan en sacrificarse.
La tropa de mil y un agentes de ministerios públicos, fiscalías especializadas y de más cofradías inútiles que se constituirán para investigar mi crimen, van a sufrir demasiado para tratar de encuadrar mi perfil de asesina solitaria. En el país de las conspiraciones, la idea de un criminal que actúe sin complicidades siempre da lugar a sospechas. Aunque técnicamente se llegara a demostrar que actué en soledad, ese monstruo llamado opinión pública no creerá nunca en la teoría y acusarán al gobierno de ocultar información. Surgirán sabiondos y enterados de debajo de las piedras con sus hipótesis sobre intrincadas redes mafiosas operadas desde el poder. Habrá, por supuesto, quien sostenga que se trató de un crimen pasional, que el candidato era mi amante o que lo maté por despecho. Eructarán verdades ocultas y tejerán conexiones que me involucren en tal o cual grupo. Seré por igual asesina a sueldo del narco que agente de la CIA, terrorista musulmana o guerrillera comunista. Todo investigador busca siempre un motivo y les costará horrores aceptar que en mi caso no lo hay, fuera de una suerte de hastío existencial y un compulsivo nihilismo que me aqueja desde la adolescencia. Sí, como magnicida soy el colmo de la improbabilidad y como personaje literario no soy muy creíble. ¿Es posible matar en nombre de la nada? ¿Matar sólo por hacer algo de provecho antes de quitarme la vida? Debo ser un monstruo. Acaso las únicas similitudes no las encuentren en los antecedentes criminales, sino en la literatura, en el improbable caso que un agente haya leído El Extranjero de Camus o Eróstrato de Sartre. No creo que matando a esa basura de ser humano vaya a salvar a mi país o vaya a hacer justicia o vengar una afrenta. En realidad no voy a ganar nada en lo absoluto, más que transformarlo en mártir