Eterno Retorno

Friday, February 17, 2012






Una noche, en un concierto de Exodus en el House of Blues, el slam se puso tan pesado en Bonded By Blood, que mi cartera saltó por los aires y perdí algunos documentos importantes, entre ellos mi credencial del IFE. He vuelto a tramitar mi credencial y finalmente la tengo de nuevo en mi cartera lo cual me llena de alegría, pues ese enano mental basura de ser humano llamado Enrique Peña Nieto puede presupuestar un voto más en su contra en Tijuana. No sé todavía por quién voy a votar, pero nunca en mi vida había estado tan seguro de por quién no voy a votar.


Por las sierras de Ayutla

La condición de mágico y misterioso se revela en el viaje una vez que han pasado el Valle de México y el rojo automóvil de Surfo Peregrino enfila por las carreteras sureñas. Han dejado atrás Acapulco y se sumergen en el corazón de la Tierra Caliente, donde brotan almas rebeldes como Vicente Guerrero, el efímero presidente mulato y analfabeto que da nombre al estado y los profes Genaro Vásquez Rojas y Lucio Cabañas, que allá por los tiempos en que tú dabas tus primeras patadas en la panza de tu madre, pusieron a temblar al régimen echeverrista. Tierra colorada, de pieles mulatas, mujeres nalgonas y machetazo fácil. Surfo Peregrino controla el volante y por ende controla la selección musical, que por decreto legislativo suele ser potestad del dueño del carro. El gusto musical del Surfo Peregrino no te desagrada del todo, pero tampoco acabas de asimilarlo. Escucha bandas que no son exactamente punk o metal, pero tampoco son pop. Algunos le llaman simplemente alternativo. Peregrino es feliz con los riffs alegres de una banda llamada Pixies y también te chuta unas cuatro veces un casete que en la portada trae un calcetín con ojos. Sonic Youth se llama. Le pasan bandas que por momentos suenan atascadonas, pero que no acaban de prenderte. Nombres como Mudhoney, The Melvins y Dinosaur Jr desfilan por la casetera (sí, aunque ya existen los estéreos de CD, el carro de Peregrino, como la mayoría de los de la época, trae casetera) Al Peregrino le pasan bandas de tipejos que usan puercas camisas de franela como de leñador, un suéter religiosamente deshilachado y pelos sin lavar que al igual que tu incierta mata, no acaban de ser demasiado largos ni demasiado cortos. Ni Peregrino ni ustedes lo saben, pero mientras se internan en el corazón de las sureñas y surrealistas tinieblas, hay unos tipejos de Seattle que están acabando de grabar un disco. Un bebé de tres meses de edad llamado Spencer Elden es arrojado a una alberca donde flota un dólar. Le toman una foto y ya tienen la portada de su disco, del que no esperan grandes cosas. Los papás del bebito se llevan 200 dolarucos por el chapuzón. El disco iba a llamarse Sheep, pero al final le ponen Nevermind, o sea, valemadre. La banda no se toma demasiado en serio a sí misma. Su disco saldrá a la venta dentro de un mes y seis días y por supuesto sonará muchas veces en el estéreo del Chón y en el tuyo y hasta en el de la gente que en ese momento está escuchando Timbiriche. Para tu fortuna Encarnación es un tipo democrático que les da espacio a Bakunin y a ti para poner su música. Anarco Malatesta obviamente te chuta su dosis de Crass, de Conflict y de Minor Threat. Puro anarquismo vegetariano y militante el de Buenaventura. Ya cuando van por Ayutla, la tierra del viejo Juan Álvarez, el cacique que cavó la tumba política de su Alteza Serenísima, logras chutarles Eskorbuto (los testículos me cortaría por la calavera del Rey…Juan Carlos) y por aquello de que tu indeciso corazón oscila entre el punk y el metal, les chutas igual el Symphonies of Sickness de Carcass, el Spiritual Healing de Death y el Live at the CBGB de Agnostic Front, con sus Marteens de cintas rojas en la portada.

Thursday, February 16, 2012






Biblioteca Bartleby DSB

Alguna vez mi paisano Gabriel Zaid reflexionó en torno al lastre de los “demasiados libros”. Las librerías, dice el regiomontano, están atiborradas de libros prescindibles. Desconozco qué piense Zaid de los “demasiados blogs”, pero en cualquier caso en la red el horror se multiplica por mil. Si en las librerías sobran los textos redundantes y repetitivos, en internet las posibilidades de encontrar a la reencarnación no descubierta de Dante o Shakespeare son de una en millones. El riesgo de leer chatarra en la red es gigantesco, pero aún en las librerías de prestigio uno tiene inmensas posibilidades de dar con un texto para el olvido. Dentro de ese selecto club de iluminados que pasaron un “riguroso” proceso de selección en una editorial y tuvieron que saltar varias barreras antes de poder llegar a una librería, hay muchas posibilidades de dar con páginas olvidables. Paradójicamente, en un mundo como el de la red donde el escritor sólo requirió un mínimo de confianza en sí mismo, (o una elevada dosis de feliz inconsciencia) para hacer públicos sus escritos, es posible dar con páginas que merecen ser guardadas y releídas. Con toda su carga rimbombante a cuestas, el gran mito del genio oculto puede hacerse realidad. De pronto, el oscuro tundeteclas que se gana la vida a bordo de un taxi o vendiendo seguros, eclipsa y pone en evidencia al coleccionista de premios literarios.
En su ensayo Bartleby y compañía, Enrique Vila Matas reflexiona en torno a los escritores que no escribieron o que, al igual que Rimbaud y Rulfo, dejaron de escribir. Bartleby es el célebre antihéroe de Herman Melville cuya frase “preferiría no hacerlo” se inmortalizó como declaración de principios de la inactividad. Bartleby es un escribiente que no escribe. El mundo está lleno de escritores que escriben pero no publican. Si la Biblioteca de Alejandría pudo presumir albergar todo el saber escrito del mundo antiguo, imaginemos por un momento la Biblioteca Bartleby, que contiene todo aquello que fue escrito pero jamás publicado, una gigantesca acumulación de manuscritos y borradores que jamás vieron la luz, papeles interrumpidos, obras inacabadas. Más dramático es imaginar la biblioteca que contuviera las obras nonatas que ni siquiera llegaron a transformarse en el embrión de un borrador, novelas o cuentos concebidos en la imaginación que ni siquiera alcanzaron a materializarse en palabra escrita. ¿Se imaginan de qué tamaño sería esa biblioteca? Mucho mayor que la de Alejandría. Cierto, es imposible no ceder a la tentación de imaginar que en la Biblioteca Bartleby de los libros nonatos yace una ignota Divina Comedia o un Fausto sin lector. La idea nos da para fantasear un rato. Tal vez la red no pueda aún adivinar los pensamientos y publicar lo que ni siquiera se ha escrito, pero sí puede arrojar al mundo aquello que ninguna editorial, revista o periódico ha querido publicar nunca. En la blogósfera vive la Biblioteca Bartleby y a veces nos regala agradables sorpresas. Cierto, sólo unos cuantos blogs tienen afanes literarios o periodísticos, pero entre tanto carbón a veces hay diamantes.

Wednesday, February 15, 2012






Anoche la idea llegó como una de esas revelaciones-latigazo, una iluminación repentina en donde el concepto lo sientes antes de racionalizarlo. De la nada, llegué a la conclusión de que mil años en realidad es poco, muy poco. Con la edad adulta el tiempo se ha ido devaluando junto con la moneda. Un año en realidad no vale ya nada. Es apenas un soplo de viento. Debe ser por estar concluyendo una ficción, (llamémosle de época) que ocurre hace 21 años, lo que me ha hecho sentir en toda su intensidad la velocidad con que corren dos décadas. Debe ser el ver crecer a Iker, el concebir lo fugaces que resultan dos años y todo lo que se transforma. Dos irrepetibles años que se han ido para siempre. Mil años…mmm, en realidad no es tanto.

¿Cómo concibes el paso del tiempo? ¿Cuándo es instante y cuándo eternidad? La vida de un insecto que vive un verano puede llegar parecer eterna. El insecto jamás tendrá conciencia de su efímera condición. Un milenio de historia puede ser apenas una ráfaga de aire, un destello de luz en la historia del universo.

En jornadas comunitarias he visto gente que tiene cien o más años. Un siglo de vida. Cien años los puede vivir una persona y es el 10% de un milenio. Bastarían diez personas de cien años, cada una nacida al morir la anterior, para completar un milenio. Incluso una vida humana promedio abarca un porcentaje importante de un milenio. Cuando hablas de algo que sucedió hace 5 mil años el asunto te resulta propio de otra galaxia, una lejanía inalcanzable, algo tan antiguo que parece de fantasía, pero en realidad no es tanto tiempo. Una de las cuestiones que me obsesionan es cómo será concebida, analizada y dimensionada nuestra época actual dentro de unos 500 o mil años. Si nosotros queremos hacernos una idea de cómo vivían los sumerios y qué aspecto tenían las primeras ciudades, debemos tratar de leer en las piedras, interpretar símbolos, desenterrar objetos y aun así nuestra aproximación seguirá siendo lejana. La época actual, en cambio, está absolutamente documentada. ¿Qué será de los millones de videos que hay en Youtube? ¿De todos los textos, documentos, testimonios de una época? ¿Tendrán sentido dentro de tres siglos? ¿Cómo analizar o explicar el absurdo de un momento de la humanidad?

En cualquier caso, mi conciencia de lo efímero ha llegado para quedarse. En la infancia y adolescencia el futuro parece una infinita estepa inabarcable. Hoy tengo plena claridad de lo fugaz que será el resto de mi vida. He traspasado ya la frontera que Dante definió como la mitad del camino de nuestra vida. Hoy estoy más cerca de mis 70 años que del día de mi nacimiento. Si llego a vivirlos, estos 33 años correrán como bestias desbocadas en estampida. Aunque sea mañana o en tres años, tengo plena conciencia de que el fin está cerca, de que la vida no va a alcanzar y tal vez por ello me da por escribir tanto, porque necesito conjurar el naufragio inminente, porque la vida se acaba; irremediablemente el vacío nos aguarda y frente al vacío sólo me quedan las palabras.

Tuesday, February 14, 2012






Elogio de la frívola estupidez

Por Daniel Salinas Basave

Hace un par de meses escribí en El Informador una columna titulada Tres libros y un copete, en donde reflexiono sobre la rampante ignorancia del candidato presidencial priista Enrique Peña. Desde entonces a la fecha he recibido más de un centenar de correos de lectores, la mayoría de ellos manifestando su coincidencia con lo ahí expresado, aunque otros tantos reclamándome e incluso insultándome por mis puntos de vista. Llevo más de dos años publicando esta columna todos los jueves, donde tradicionalmente hablo de Historia, y la verdad nunca antes lo aquí escrito había generado semejante reacción. Me han echado en cara por igual ser amlista o anti amlista (no cabe duda que cada quien interpreta un escrito como quiere) me han dicho panista y me han acusado de perseguir oscuros intereses. Así las cosas, considero pertinente aclarar algunos puntos. Sobre los intereses que persigo al expresar mis ideas, les diré que se reduce a uno solo: poner mi sencillo granito de arena para que Enrique Peña Nieto no gane las elecciones. Tan simple como eso. ¿A quién apoyo? A quien tenga más posibilidades de derrotarlo. Josefina o AMLO me dan igual. Ninguno de ellos me gusta demasiado para ser honesto, pero le regalaré mi voto al que antes de la jornada electoral esté en mejores posibilidades de derrotar al priista. Ahora que si se trata de escribir la historia de lo que pudo haber sido y recurrir al mágico e iluso hubiera, diré que me habría encantado que Marcelo Ebrard estuviera en la lista. Sin conocerlo personalmente me parece por mucho la mejor de las cartas que había en el devaluado escenario nacional, el menos flaco en un corral de escuálidos caballos. No me gusta el entorno, pero considero que la abstención es el peor de los caminos, así que si aun no decido por quién votar, por lo menos ya estoy seguro de por quién no voy a votar. Al menos una certeza tengo en esta vida. ¿Por qué me siento tan seguro? Es lo que intentaré explicar. De entrada, podría apostar doble contra sencillo a que Enrique Peña Nieto es el candidato con el cociente intelectual más bajo que ha tenido el PRI en toda su historia. Su estatura intelectual es francamente miserable. Vaya, frente a un José López Portillo, un Carlos Salinas de Gortari y ya no digamos un Ernesto Zedillo, Peña es un enano mental. Me refiero exclusivamente a capacidad intelectual y por favor no interpreten esto como una apología de corruptos consumados como López Portillo y Salinas de Gortari. Ladrones, cierto, pero inteligentes y capaces de seducir con su intelecto y no solo con una carita maquillada. Zedillo es punto y aparte y siempre merecerá todo mi respeto. A lo que voy con la comparación, es que imagino perfectamente a estos tres ex presidentes hablando y sorprendiendo en un foro de la ONU o en Harvard (Zedillo de hecho es mente maestra por esos lares) pero con toda franqueza no imagino el ridículo que haría un bobo consumado como Peña Nieto en un foro internacional de jefes de estado. Vaya, un personaje cuyos valores y conceptos lo hacen más parecido a Paris Hilton que al jefe de una nación en vías de desarrollo, no puede aportar conceptos más profundos que las respuestas para una revista socialité. Francamente nunca había escuchado un discurso de candidato presidencial tan artificial, tan hueco, tan insustancial, tan lleno de lugares comunes. Ideal para el twitter y el teleprompter. No cabe duda que una sociedad deprimida y sumida con el hartazgo como la mexicana es propensa a comprar espejitos. El problema es que la bisutería de Peña es realmente baratísima y a leguas se nota que vende un producto falso. Pero si como candidato me parece hueco y carente de conceptos e ideas, como ser humano me parece una verdadera basura, una persona desechable. Vanidoso, ególatra e hipócrita. Falso por cada costado de su ser. Un personaje así, enamorado de sí mismo, obsesionado por su arreglo personal y por su figura en el espejo, no puede traer nada bueno para México. Me sorprende que entre sus potenciales votantes haya tantas mujeres enamoradas de su imagen de muñequito de feria. Las mexicanas votarán por un tipejo hipócrita capaz de engañar a su esposa y desentenderse de los hijos que ha tenido fuera del matrimonio. El prefecto irresponsable generador de madres solteras. Que no me vengan algún día las votantes de Peña con discursos de equidad de género y liberación femenina, porque al apoyar a ese monumento a la falsedad, solamente están demostrando su bajísima autoestima. También me sorprende un país que se pretende democrático donde seguimos viendo humillantes acarreos y expresiones de bajísimo servilismo y pleitesía como las observadas durante su mitin en Mexicali. El peor México posible es el México de Peña Nieto, el México de tv y novelas, el México de los millones de viviendas miserables donde no habrá nunca un solo libro y sí en cambio una antenita de televisión. El México patriotero de camiseta tricolor en el Mundial y fervor religioso en visita papal. El México que tiene la autoestima por el suelo. El México de la cultura de la simulación y la hipocresía que prefiere pactar con el crimen organizado a enfrentarlo. Me disculpan, pero yo siento verdadero asco por un país así y por eso mi voto es contra Enrique Peña Nieto.

Monday, February 13, 2012




Caminas cuesta arriba por la calle José Benítez la soleada mañana del lunes 8 de julio de 1991. En las portadas de todos los periódicos y en las conversaciones de los adultos que escuchas en el Ruta 17 a bordo del cual viajas desde tu nicolaita hogar, se habla de las elecciones celebradas el día anterior, donde un economista grillo, corrupto y rojillo oriundo de Linares llamado Sócrates Rizzo, le ha ganado la gubernatura de Nuevo León a un panista fresón y aburguesado (¿no es pleonasmo?) de la del Valle llamado Rogelio Sada Zambrano. Por el naciente partido del sol ha contendido un viejo echeverrista reciclado en izquierda llamado Lucas de la Garza, pero aunque tú te consideras a ti mismo un anarquista enfrentado a la tiranía que oprime el mundo, la realidad es que la política local te vale madre. Dicen que de joven Sócrates Rizzo perteneció a la Liga Espartaco Leninista y que fue uno de los inmundos conspiradores que fraguaron el secuestro del santísimo patrono de tu ciudad, don Eugenio Garza Sada, intento fallido que derivó en asesinato, conmocionando a la regia sociedad que en masa lo lloró en su multitudinario funeral cuando el horno no estaba para bollos y los jerarcas del Grupo Monterrey encabezaban en Chipinque una intentona secesionista para separar al Noreste de ese puerco país corrupto gobernado por el timorato de la guayabera. Cuando don Eugenio Garza Sada caía abatido por las balas de los guerrilleros de la Liga 23 de Septiembre, tú estabas en la panza de tu madre, que tendría entonces apenas un mes y medio de gestación y acaso ni siquiera había reparado en que se encontraba en estado de gracia. Seis días antes de la muerte de don Eugenio, pero lejos, lejísimos de ahí, los militares chilenos bombardeaban el Palacio de la Moneda en Santiago y las alamedas por donde caminaría el hombre libre, quedaban confinadas a un cruel y dictatorial invernadero tras la inmolación de Salvador Allende. Los editorialistas de tu ciudad festejaron y alabaron el golpe de Pinochet, mientras encendían veladoras para que un ejército de norteños se decidiera de una buena vez a derrocar al inmundo guayabero populista. Pero estamos en 1991, no en 1973, y han transcurrido 18 años, casi tu edad, desde aquellos aciagos días en los que tú eras un embrión y los jóvenes que tenían tu edad, soñaban con traer la justicia social a punta de bombas Molotov. Nunca como en esos primeros años de los 90 en que transcurre nuestra historia fue más desolador y absurdo declararse comunista, socialista o ligeramente tirado a la izquierda. Nunca causó tanto rechazo e incomprensión hablar de justicia social e igualdad. En 1991 los globalifóbicos aun no surgen en el mapa, a los neozapatistas de Marcos les faltan dos años y medio para presentarse en sociedad y el todopoderoso becerro de oro que truena sus chicharrones en el mundo entero es esa bestia llamada neoliberalismo. La moda es privatizar, reprivatizar, pedir créditos millonarios, gastar dinero de aire y entregarse sin freno a la orgía de las compras. La década de los nuevos ricos ha dado comienzo. Sea usted bienvenido. ¿Lo dudas?