Eterno Retorno

Saturday, February 11, 2012



Luis Alberto Spinetta se ha muerto y tal vez sea poco original de mi parte, pero la muerte suele motivarte a repasar el legado de quien ya no está. Así las cosas, en el iPod ha sonado fuerte Pescado Rabioso e Invisible este par de días, sólo para caer en las mismas reflexiones que me han quedado por herencia tras la muerte de Daniel Sada: no hay demasiado talento en este mundo como para que los genios se anden muriendo así como si tal cosa. Es detestable ceder al vicio de la odiosa y malinchista comparación, pero al escuchar el alucinado Artaud de 1973 o las creaciones de Almendra de 1967, inevitablemente te preguntas qué estábamos haciendo en México en esa misma época ¿Señor Apache? ¿Popotitos? Digo, cada quien con su cultura, pero a finales de los 60 en las barrancas de Belgrano hubo un flaco que alucinó riffs tan densos como los de un Jimmy Page y odiseas espaciales a lo David Bowie. Carajo, escuchen Como El Viento Voy a Ver de Pescado Rabioso Dos y díganme si el riff le pide algo a Led Zeppelin. Una tarde de diciembre de 2008, la frontera entre la Primavera y el Verano Porteño, Carolina y yo acudimos a ver al Flaco Spinetta en un concierto al aire libre en plena costanera, frente a Puerto Madero, en uno de esos días en que el Sol se acuesta tarde. Linda tarde aquella. Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese…qué se yo.

Día de la Fuerza Aérea

Celebramos el Día de la Fuerza Aérea Mexicana conmemorando aquel 10 de febrero de 1944, cuando en plena Segunda Guerra Mundial, la aviación militar adquirió el carácter constitucional de Fuerza Armada, siendo oficialmente bautizada como Fuerza Aérea Mexicana. Por supuesto la historia de la aviación en México tiene muchos más años. Se dice que el primer vuelo realizado en México se remonta al 8 de enero de 1910, cuando despegó el aeroplano piloteado por Alberto Braniff en los Llanos de Balbuena, al este de la ciudad de México. Sin embargo, en esta historia aérea nuestra ciudad tiene algo que contar pues fue en la Fábrica de Aviones de Tijuana, que funcionó entre 1928 y 1929, donde se construyeron los primeras aeronaves mexicanas. En ella se construyeron tres monoplanos que iniciaron la historia de la aviación en el país, pues dicha planta fue la primera de su tipo en México. El principal accionista era el general Abelardo L. Rodríguez. El primer avión fabricado en Tijuana fue denominado “Baja California Uno”, y se terminó en sólo tres meses de trabajo. Su primer vuelo lo hizo en marzo de 1928 con escalas entre Mexicali y Mazatlán, Sinaloa, siendo piloteado por el capitán Luis Farrel Cubillas, pero el viaje que tenía por destino la Ciudad de México, finalizó de manera trágica cuando el avión se estrelló cerca de Jalisco. El segundo aeroplano fue el Baja California Dos construido entre marzo y mayo de 1928 y fue el mayor Roberto Fierro Villalobos quien efectuó el primer vuelo de Mexicali a la Ciudad de México, el vuelo más largo hasta entonces en toda la historia del país que demoró quince horas. Fierro fue recibido como héroe nacional al aterrizar en Balbuena. A 82 años de distancia de aquel heroico vuelo, en una ciudad donde todos los días despegan y aterrizan decenas de aviones celebramos en forma austera y sencilla a la Fuerza Aérea Mexicana sin que el país reconozca como se merece el legado de Tijuana a la historia de la aviación.


Otra de lectura

La lectura es un fin en sí mismo, no un medio. La perorata oficialista de promoción de la lectura (conozco funcionarios que promueven la lectura pero ellos mismos ni por casualidad leen un libro) es que leas para ser una mejor persona, más culta, más preparada. Promueven la lectura como una tarea o un sacrificio necesario para lograr ciertos objetivos. Un tedioso sacrificio en aras de algo. Yo de mis lecturas no espero nada más que el inmenso placer que obtengo. ¿Por qué leo? Por las mismas razones que me tomo un vino. Por hedonismo puro. Por la misma razón que un tecato entierra en su brazo la jeringa con heroína, porque de todos mis vicios es el único del que jamás voy a poder rehabilitarme y porque experimento un espantoso síndrome de abstinencia si un día, por algún infortunado accidente, llego a salir de casa sin un libro en la mano.

Thursday, February 09, 2012





De pronto, en una novela encuentras la frase exacta, el párrafo capaz de sintetizar aquello que revolotea en tu cabeza como un abejorro. Esa idea pertinaz y obsesiva, ese concepto acechante que esta mañana me asaltó mientras viajaba en un taxi.

No hay una sola realidad. Existen múltiples realidades. No hay un único mundo, sino muchos mundos y todos discurren en paralelo, mundos y antimundos, mundos y sombras de mundos, y cada uno de ellos lo sueña, lo imagina o lo escribe alguien en otro mundo. Cada mundo es la creación mental de un individuo.

No fue Carlos Casteneda ni fue The Matrix. Tampoco fue Borges. Tampoco fui yo. Lo escribió Paul Auster y está en la página 83 de Un hombre en la oscuridad (Anagrama 2008) Paul Auster es ya una marca en mi vida. Cada uno de sus libros han sido palabras mayores, viajes alucinantes a mi interior. Un autor con el que tengo una conexión que pocas veces logro. Esa dosis de magia, esa atmósfera misteriosa e inexplicable que va más allá de las letras. Paul Auster toca una fibra.

Embriagado en la austeridad, son estos tiempos de renuncia y estoicismo. De pronto he renunciado a toda forma de hedonismo fácil. La comodidad no cabe en la vida y me siento libre. Me siento fuerte. El más profundo viaje es en sobriedad. Lo alucinante de un Sol que sale y se oculta, un océano al acecho, de un presagio omnipresnete. La certeza de haber pasado ya la frontera de la mitad de la existencia. La vida que se va, la vida que se acaba, el reloj de arena consumiéndose como la luz derretida en las aguas del Pacífico. El tiempo se acaba y solo resta escribir, aferrarse al compulsivo desparrame de letras como única tabla de salvación en este inevitable naufragio.

Así, como si tal cosa y sin decir agua va, he dejado de beber. No tuve un quiebre, ni destrocé un automóvil, ni perdí un trabajo, ni dije algo de lo que me arrepintiera. Simplemente me di cuenta que las botellas de Jack Daniels estaban vaciándose con demasiada prisa. No necesité doce pasos, ni grupos de apoyo, ni cristos redentores. Simplemente dije basta y lo hice a un lado. En todo lo que va del 2012 no he bebido gota de licor. Me sorprende comprobar que no me ha costado ningún trabajo ni me ha implicado renuncia o sufrimiento. No significa eso que soy abstemio o straight edge. Significa que por ahora me siento mejor así y punto. Me siento libre. Volveré una vez que haya cumplido una misión. Por ahora llevo a cuestas mi viaje interior y ahí está la literatura como eterna aliada. Siempre estarán los libros y las historias que se van tejiendo, anárquicas e insurrectas en la cabeza.