Eterno Retorno

Thursday, May 17, 2012

Qué carajos haces de tu vida cuando llueve a cántaros un medio día de Mayo y tú yaces frente a la mesa de mantel de plástico rojo de un viejo mercadito chilango en donde por 24 pesos has comido tremendas quesadillotas con tortilla recién hecha y sientes el fragor de la lluvia retumbar en el techo de lámina tan atiborrado de goteras y piensas, mientras lees las últimas páginas de Los Living de Caparrós, en la naturaleza improbable de tu existencia. He dicho una vez más improbable. El Rudy dice que Improbable es una palabra muy mía y que la repito hasta el hartazgo y tiene razón. Improbable es todo lo que tiene que ver conmigo. Improbable, aleatorio, deidad, dosis. Improbable es estar en un mercadito del DF bajo la furia de un Tlaloc de mil perros esperando a que escampe mientras alguno se pregunta si soy un pinche gringo perdido desafiando a la venganza de Moctezuma. Improbable es mi computadora, paseada en parajes errabundos sin que nadie acierte a sospechar siquiera lo que contiene. Improbable es correr por Insurgentes a bordo de una bici desafiando un ejército de estresados automovilistas. Improbable estar aquí, justamente aquí y preguntarme una y otra vez qué carajos hago. Improbable despertar y preguntarme si de verdad yo soy ese tipo al que le escriben todos los días decenas de personas para felicitarlo o mentarle la madre y desearle la muerte por un par de artículos escritos hace ya casi seis meses que circulan como epidemia por la red. Improbable ser actor y espectador de una obra teatral absurda y dramática, cómica y triste. Absurdo es jugar a la política como adolescentes en videojuego y lanzar mensajes al mundo como quien arroja un pedazo de carne sangrante a un río infestado de pirañas. Improbable sentarse a esperar en el cruce de caminos la caricia de la aleatoriedad y la Muerte. Improbable que leas este compulsivo desparrame y te preguntes quién carajos es este lunático que en algún lugar libera los monstruos producidos por el sueño de su sinrazón.