Eterno Retorno

Tuesday, March 20, 2012




En el Fausto de Goethe hay una inolvidable descripción del inicio de la Primavera. La nieve se está derritiendo sobre la hierba verde y Enrique (Fausto) sale de casa a respirar el aire fresco. Es ahí donde ve por vez primera a Mefistófeles en forma de perro.

Uno cree que la escena de la nieve derritiéndose en marzo es propia de Alemania, pero esta misma mañana he visto La Rumorosa cubierta de blanco, justo en el último día de Invierno. Con semejante caricia helada, el invierno nos dice adiós y le damos la bienvenida a una Primavera cargada de desafíos.

Alguna vez en este blog escribí la historia de las casas en las que he vivido. Pues bien, mi colega Paul Auster ha hecho lo mismo en Diario de Invierno, su autobiográfico experimento en segunda persona que ahora mismo me estoy chutando y que como todo lo de Auster, tiende a alucinarme.

No quiero caer en tentación del elogio de la sobriedad, pero en todo lo que va del 2012 no he bebido una gota de alcohol. Es una promesa que se fue alargando y lo peor de todo, es que me siento de maravilla. Vaya no es un sacrificio ni una manda. La sobriedad me está sentando de maravilla. La verdad es que apenas he extrañado a ese viejo amigo que antes creía inseparable. Volveré a brindar cuando tenga mi nuevo libro publicado en la mano. Antes no. Lo increíble es que la sobriedad es tan o más alucinante que la embriaguez y que me perdone Baudelaire, pero también la sobriedad tiene su tercera persona creativa.