Eterno Retorno

Wednesday, January 11, 2012


Un visionario llamado Ponciano Arriaga


Por Daniel Salinas Basave


Jurisconsultos y maestros en derecho comparado coinciden en que la Constitución Mexicana de 1857 se adelantó a su época. Fue una Carta Magna radicalmente liberal que enarbolaba conceptos que ni siquiera en la revolucionaria Europa de 1848 se habían puesto en práctica. A diferencia de la tímida y mojigata Constitución federalista de 1824, que seguía estableciendo a la religión católica como la única tolerada en México, la de 1857 estableció un extremo laicismo sin cortapisas de ninguna especie. De golpe y porrazo, la todopoderosa Iglesia Católica perdió todos sus privilegios. Lo mismo le sucedió a los militares y sus intocables fueros. La Constitución del 57 también apostó por una división de poderes a ultranza, con demasiados límites para el Ejecutivo y amplias facultades para el Legislativo, con un auténtico federalismo que hasta la fecha jamás se había practicado. México se transformaba en una suerte de república parlamentaria con esta liberal legislación que dio lugar a escándalos y anatemas de los ensotanados. Al infierno se condenarían quienes apoyaran esa ley hereje, gritó el alto clero. En su afán de enaltecer a Benito Juárez como el gran becerro de oro de nuestra historia, el catecismo oficialista se ha olvidado de la gran generación de liberales que conformaron el constituyente de 1856. Hemos perdido demasiado tiempo con la leyenda del romántico pastorcito zapoteca y nos hemos olvidado de las mentes maestras que construyeron los cimientos legislativos del México moderno. A menudo, cuando pensamos en 1857 nos limitamos únicamente a Juárez y en el mejor de los casos a Melchor Ocampo, olvidando a la constelación de pensadores e intelectuales más rica y diversa que dio el Siglo XIX. Uno de esos pensadores fue el potosino Ponciano Arriaga Leija, en cuya mente germinó la estructura de la legislación que se adelanto a su época. Dos siglos se acaban de cumplir del nacimiento de Ponciano Arriaga, que vino al mundo el 19 de noviembre de 1811 en San Luis Potosí. Hijo de Dolores Leija y Bonifacio Arriaga, Ponciano nació en plena guerra de independencia en la tierra donde por años mandó el terrible Félix María Calleja del Rey. Aunque el concepto universidad había sido abolido en el Siglo XIX mexicano, existía la enseñanza superior en los colegios. En San Luis existía el Colegio Guadalupano Josefino, que en el Siglo XX se transformaría en la Universidad Autónoma de San Luis, alma mater de Ponciano Arriaga en cuyas aulas realizó sus estudios de jurisprudencia en una época en la que el Derecho Romano aún se impartía en latín. Sólidas fueron las bases que se le inculcaron a Arriaga, cuya pluma redactó la mayoría de los artículos de la Constitución liberal. En el caso de Ponciano Arriaga nunca hubo medias tintas, tibiezas ni relativismos. Fue un liberal a ultranza, federalista y convencido antisantaanista que fue construyendo una sólida carrera primero como regidor en su natal San Luis, luego como diputado en el congreso local y más tarde como responsable de la educación en tierras potosinas, donde encabezó uno de los primeros proyectos sólidos de escuela pública. Llegó al Congreso de la Unión en 1843 y combatió la intervención estadounidense de 1846 cuestionando la pasividad de sus compatriotas frente a la mutilación del territorio. Al igual que Juárez, Ocampo y toda la generación de liberales de la época, debe exiliarse en tiempos de la Dictadura de Santa Anna y refugiarse en Nueva Orleans, hogar de librepensadores y masones mexicanos y siguiendo el mismo destino de Juárez, retorno a tierra mexicana cuando Juan Álvarez y su Revolución de Ayutla derrocaron a Santa Anna. Es en ese momento cuando Ponciano Arriaga emprende su obra cumbre: ser el director de orquesta de la Constitución de 1857, construyendo la columna vertebral de la nueva Carta Magna, revolucionaria y polémica hasta para los propios liberales. Se dice que Juárez llegó a considerar que la Constitución era en realidad inaplicable por todos los límites y candados que imponía al Poder Ejecutivo. Arriaga fue siempre un apasionado defensor de la Constitución, desconocida por el propio presidente Comonfort, que motivaría el cuartelazo conservador encabezado por Félix Zuloaga y daría lugar a los tres sangrientos años de la Guerra de Reforma. Dentro de su visionario pensamiento, destacan su aportación legislativa en materia de tenencia de la tierra. Su tesis sobre el derecho a la propiedad es el embrión de lo que más tarde se conocería como ejido. En una época de supremacía machista, Ponciano Arriaga fue de los pocos jurisconsultos que se pronunció a favor de la igualdad de los derechos de las mujeres. Ponciano Arriaga murió en su natal San Luis en el verano de 1865, cuando Maximiliano gobernaba México. No alcanzó este liberal a ver el triunfo definitivo de la República y el restablecimiento de la Constitución de 1857. Sus restos descansan desde hace 112 años en la Rotonda de los Hombres Ilustres, pero a mi juicio la historia no ha dado todavía a este brillante potosino el lugar que por su estatura intelectual merece.