Eterno Retorno

Friday, June 24, 2011


Noche de San Juan. Sueño de una noche de verano. Hogueras encendidas brillan en el ocaso estival. Vuelan los cuervos de la dispersión. Ernesto Sábato hubiera cumplido este día un siglo de vida. Quiero volver a vivir atardeceres a las 10:00 de la noche. Quiero cabalgar el verano mochila al hombro. El 24 de junio, el mero día de San Juan, un baile se celebraba…

Thursday, June 23, 2011


La colega Anabel Hernández tiene huevos, tanates, ovarios… o como quieras llamarle tú a la franca valentía y la brutal honestidad. Sí, ella es una mujer valiente. El 21 de junio acudí al Cubo a la presentación del libro Los señores del narco, organizada por los colegas y amigos de La CH, que remando contracorriente han sumado dos meritorios años de vida. Felicidades. La CH es como la aldea de Asterix del periodismo digital, el único reducto de resistencia, la única página que apuesta por reportajes de profundidad y que no está obsesionada en ganar por cuatro segundos la primicia de la última ejecución, como si la única finalidad del periodismo fuera vencer en una prueba contra reloj. Reportajes como el de la mafia de los trasplantes o la devota y constante cruzada anti-Sempra de Fausto, son trabajos que apuestan por algo más que un periodo de vida de 15 minutos. Aguante La CH.
Como presentadora o conferencista, Anabel Hernández sabe cautivar al público. Es una presentadora fuera de serie que tiene claro cómo contagiar la pasión que evidentemente siente por su trabajo. Si hay algo que me repatea de las presentaciones de libros de cualquier género, es que los autores se pongan a leer frente al público páginas enteras de su obra. Eso es el colmo de lo patético. Esa costumbrita de los escritores sólo refleja falta de creatividad e inseguridad. Cuándo entenderán los autores que una presentación no es una lectura (el día que me veas leer en una presentación mía, puedes tirarme un huevazo o escupirme). En ese sentido, creo que Anabel ha hecho la mejor presentación de libro que he visto en muchísimo tiempo en Tijuana, sea de obras literarias o periodísticas.
Anabel tiene la rara costumbre de llamar a las cosas por su nombre, de tirar certero y a la cabeza y de eludir el vicio de la ambigüedad que tan bien practican nuestros intelectuales y académicos. Contra el típico discursito falto de compromiso del académico del Colef o el editorialista queda-bien que generalizan, eluden y se esconden en el “no podría yo dar una opinión fundamentada porque no hay estudios que lo validen…”, Anabel le pone nombre y apellido a los demonios. Aquí el malo, el ojete, el culero y el mierda de la película se llama Genaro García Luna y a Anabel no le tiembla la voz para acusarlo de proteger al Chapo. Tampoco le tiembla para llamar vendidos a López Dóriga y a Carlos Marín o para echar en cara la pasividad de esos millones de espectadores que asisten pasivos a la destrucción de su país. No coincido con todo lo que dice, pero admiro la forma tan valiente en que lo hace. Fuera del pasaje de su peregrinar por Guadalupe y Calvo (con el que identifico, pues yo viví un mes en Baborigame en el corazón del triangulo maldito) no he leído su libro y posiblemente no vaya a tener tiempo de leerlo nunca. Hay más lecturas que horas en la vida y esos breves minutos de hedonismo prefiero destinarlos a la literatura o al ensayo, no a los libros sobre el Chapo. Sin embargo, reconozco que Los señores del narco es algo más que un librito sanborns-maruchán y tal vez algún día lo lea, aunque por ahora hay muchos en fila (Murakami, Ítalo Calvino, Leonardo Padura aguardan en sala de espera)
Eso sí, considero un error no haber abierto las preguntas al público. Las preguntas deben ser de viva voz, un verdadero diálogo, no por medio de papelitos. Yo no aceptaría eso en una presentación mía, pero es cuestión de estilos. No sé si haya sido petición de Anabel o logística de mis colegas de La CH, pero hubiera sido mucho mejor abrir el micrófono.
Salí del Cecut y a caminé de regreso a la oficina, pues tenía un asunto pendiente por supervisar. Justo cuando salía de ahí, como a las 21:00, el tartamudear de una ametralladora irrumpió en la Zona Río. Cuatro minutos después sonaron las sirenas. Creo que nadie fue ejecutado, pero la sinfonía del arma automática me recordó que vivo en el país de revista Proceso y Anabel Hernández.

Wednesday, June 22, 2011


Un siglo del brazo poderoso

Por Daniel Salinas Basave

Para una cultura de efemérides adolescentes como la nuestra, cumplir un siglo es mucho, muchísimo tiempo. Hay momentos en la historia de los pueblos que fungen como una suerte de bautizo de fuego, una gesta heroica fundacional que marca el rumbo de una entidad. Aún no hemos podido ponernos de acuerdo en si le debemos llamar rebelión o invasión filibustera; a la fecha seguimos debatiendo si se trató de una patriótica defensa que nos salvó de la insaciable gula imperialista o si fue un romántico sueño anarcopacifista que deseó fundar la Utopía de Tomás Moro en la península. Este día, al cumplir cien años de la expulsión de los rebeldes e invasores de tierras bajacalifornianas, el tema sigue y sin duda seguirá generando acaloradas discusiones, pero si en algo tenemos que estar de acuerdo, es en que le llamemos como le llamemos, los sucesos de 1911 son la gesta fundacional del indómito espíritu bajacaliforniano. Aunque damos por hecho que kiliwas y pai-pai tuvieron sus conflictos bélicos y no vivieron siempre en paz eterna, y aunque hubo incursiones armadas de aventureros extranjeros en el Siglo XIX, podemos concluir que la rebelión o invasión de 1911 representó el primer derramamiento de sangre significativo en la Baja California. También la primera vez que el pueblo bajacaliforniano, demográficamente apenas significante en aquel entonces, tuvo un sentido de unidad y pertenencia. Defender un territorio y expulsar a un intruso o invasor es algo que marca un antes y después en la historia de los pueblos y forja su carácter. Siempre me he preguntado por qué los sucesos del 1911 bajacaliforniano han quedado al margen del relato historiográfico lineal de la Revolución Mexicana. Cuando se habla de 1911, en el centro de los reflectores de la historia oficial está Ciudad Juárez, no Baja California. En los tratados firmados tras la batalla de la frontera chihuahuense, fue sellado el epitafio del porfirismo mientras en la frontera bajacaliforniana se peleaba por conformar una república independiente o un paraíso anarquista como si aquello ocurriera fuera de México, en una suerte de limbo o más allá que no influía en el gran drama nacional. Mientras Madero proclamaba en el antireeleccionismo y Zapata exigía el reparto de las tierras en Morelos, en Baja California se combatía en nombre de la soberanía nacional o los derechos del proletariado mundial. Creo que el 2011 es un buen momento para revisar y profundizar nuevamente en este polémico tema. A un siglo de distancia tal vez sea posible contar una nueva historia, pero con toda franqueza creo que el centenario de nuestra máxima gesta heroica ha sido en extremo discreto y modesto. El escritor Gabriel Trujillo ha publicado el libro Moriremos como soles y el Archivo Histórico de Tijuana que dirige Gabriel Rivera está por celebrar un ciclo de conferencias, pero creo que ni el Estado ni el Municipio dimensionaron en su justa magnitud lo que este centenario significa en la historia de Baja California.
El libro de la historia de lo que pudo haber sido tiene infinitas páginas. Hay quien concede demasiada importancia al trapo confeccionado por Richard Ferris e izado por Louis James que pretendía conformar la República Independiente de Baja California, algo que realmente nunca llegó a ser tomado demasiado en serio. Hay también quien sostiene que en aquella primavera se pudo definir la transformación de Baja California en una estrella más entre las barras rojas estadounidenses y que si actualmente el Estado 29 es parte del territorio mexicano, es gracias a los mártires encabezados por Celso Vega. Al final, la historia dice que el 22 de junio los invasores fueron derrotados y expulsados de la región para pasar a la posteridad como filibusteros, mientras los defensores de Baja California entraban por la puerta grande a la inmortalidad, si bien el reconocimiento a su valor quedó limitado al ámbito regional, pues la “historia de bronce”, siempre tan centralista, les ha negado un sitio en el pandemonio de los “héroes” de la nación.

Tuesday, June 21, 2011


Fue hace tres años cuando la crisis de la gasolina alcanzó niveles alarmantes. La escalada en los precios del petróleo hizo del combustible un auténtico lujo que sólo los ricos podían pagar. Tras el aumento de precios llegó el problema de la escasez y en el último año era realmente complicado encontrar gasolina pura en Tijuana. La gente comenzó a utilizar naftaleno y desechos de petróleo para sus carros. En el último año, en las calles de una ciudad virtualmente despoblada, era cada vez más raro ver vehículos automotores circulando, aunque al parecer los comandos de sicarios y las tropas de la Logia del Hexagrama no tuvieron problema alguno, pues los pocos vehículos que se veían, eran sus camionetas blindadas y sus tanques de asalto. Las que hasta hace unos años eran transitadas avenidas, estaban ahora atiborradas de pordioseros y vagabundos empujando sus viejos carritos de supermercado rebosantes de cachivaches. Estas avenidas solían amanecer regadas de cadáveres. La peste hacía estragos entre los pordioseros, aunque las muertes por sobredosis de heroína adulterada también eran comunes. Al principio los camiones recolectores levantaban los cadáveres, pero desde un tiempo para acá los dejan pudrirse en el asfalto. Con la frontera estadounidense militarizada y parcialmente cerrada, toneladas de crystal y heroína quedaban embodegadas en la ciudad y en las calles de Tijuana la droga empezó a tener costos ridículamente bajos. Poco después empezaron los apagones, pero entonces no sabíamos que la Logia del Hexagrama dinamitaba las centrales eléctricas-

Monday, June 20, 2011


Al momento en que escribo estas palabras, Jorge Hank Rhon está a punto de comenzar la que sin duda será la conferencia de prensa más concurrida en muchos, muchísimos años de historia tijuanense y yo…no estoy ahí. Hank logró catorce portadas ininterrumpidas en la prensa local. Un incendio en un restaurante chino en el Florido lo sacó momentáneamente de la de Ocho, pero la princesa noticia aún no muere. Diga lo que diga o haga lo que haga, aunque solo sonría o haga el signo del tres con sus dedos, mañana será portada. La de Ocho es toda suya. Por lo que a mí respecta, prefiero seguir las enseñanzas de mi master Ryzard Kapuscinski, quien siempre sostuvo que el verdadero reportero debe alejarse de los sitios donde se congregan como enjambres las cámaras y grabadoras. The lonliness of the long distance runner, canta Iron Maiden. Así me considero; un solitario corredor de larga distancia que avanza seguro hacia su objetivo. No estoy en el tumulto y tal vez no seré el que gane por cinco segundos la primicia en internet, pero si algo tengo demasiado claro, es cuál es mi meta final y creo que voy por el camino correcto.