Eterno Retorno

Sunday, January 30, 2011


Su nombre, representa la primera letra del Alfabeto Hebreo. Jorge Luis Borges lo transformó en el punto que contiene todos los puntos del Universo, la inmensidad del infinito enfrentando al hombre, el Todo universal materializado en el techo de un viejo sótano. El Aleph borgeano tiene fecha y lugar. Apareció un día de 1941, hace 60 años, en una casa de la calle Garay, en el barrio bonarense de Palermo, a donde Borges acude ritualmente cada que se cumple el aniversario luctuoso de Beatriz Elena Viterbo. El Aleph es la contemplación fugaz, repentina y monstruosa de todos los espacios, tiempos y seres del caos universal. ¿Dilema metafísico? ¿Metáfora de la fórmula matemática del infinito? ¿O simple tomadura de pelo de un Borges más bromista de lo que creemos? Hace 25 años, en pleno verano del 86, mientras el mundo se rendía ante la pierna izquierda de Maradona, Borges le decía adiós al mundo a orillas del lago de Ginebra, dejándonos por herencia la metafísica como una rama de la literatura fantástica. DSB