Eterno Retorno

Sunday, October 24, 2010

En días de herméticas nubes, el mar es una estepa plateada confundida con el cielo oscuro. El mar como llanura astral, donde los barcos son líneas petrificadas en el horizonte y las islas espectros acechantes. Un húmedo otoño cae sobre Tijuana.
Ritual de improbabilidad. Tiempo desparramado bajo la lluvia de un otoño que llegó sin cita. Tiempo de leer y olvidar, de contar minutos y aguardar aleatoridades.
Tiempo esclavo del Sol, de la comida china y el cómo No. Absurdo desparrame de minutos muertos.
Entre La Rumorosa y la Escénica, entre la Laguna Salada y los valles. Peinando Baja California paso mi nueva vida. La postal está ahí, disimulada, diría hasta humilde, empeñada en el bajo perfil; y sin embargo es tan hermosa, tan imposible. Entre las piedras de Marte y los acantilados de ensueño. Entre un desierto cruel y un mar pendenciero. ¿A eso se refieren con el brazo poderoso? Esta Península es un ritual de poder. Dos carreteras, dos espíritus, dos estados de ánimo: Mexicali y Ensenada.

Cuando llegamos a Ciudad Cachanilla, siempre me asalta la misma pregunta: ¿Por qué hay vida humana en este sitio? ¿Eran chinos de otro planeta quienes decidieron cultivar algodón en el Infierno? Hay algo en la esencia mexicalense que me rechaza y no caeré en la obvia queja común del clima, pues el Diablo ya no sopla como en agosto, pero aún así en Mexicali simplemente no puedo sentirme a gusto

Al llegar a la Cenicienta del Pacífico, en cambio, suele asaltarme (cada vez con más insistencia) otra pregunta: ¿Por qué no vivimos en Ensenada? ¿A poco no sería chingón habitar aquí? Sí, Ensenada me susurra al oído que ese es el sitio.


Olor a buen libro

Los buenos libros huelen. Desde el momento en que lo tienes en tus manos y empiezas a recorrer los primeros tres párrafos puedes darte cuenta del buqué de las letras, como esos vinos que nada más olerlos y ver el lagrimeo que dejan en la copa te permiten anticipar el orgasmo al paladar. Hay excepciones, pero generalmente te basta una página para intuir las elevadas dosis de tinta maestra. Eso me está sucediendo con Blanco Nocturno de Ricardo Piglia. Llevo 76 páginas y ya pudo juzgarlo como un librazo. La historia y el argumento es lo de menos. Aquí lo que cuenta es la pluma. Piglia, señores (y no el sobrevalorado Bolaño) es el gran chingón de la narrativa en este Continente. Si hay un heredero de Borges, Sábato y Cortázar, ni duda me cabe que se llama Ricardo Piglia. Esto de intuir la chingonería de los libros me sucedió también desde las primeras páginas del último libro de Paul Auster, Invisible y con Casi nunca de mi tocayo Daniel Sada.

Blind Guardian

Hace un buen rato que dejé de ser un comprador compulsivo de discos, pero eso no quita que una obra de arquitectura sónica pueda alegrarte la vida. Con perdón de mi amada Doncella de Hierro y su futurista Última Frontera, el mejor disco que he escuchado en mucho, pero en muchísimo tiempo, es At The Edge of Time de Blind Guardian. Qué pedazo de discazo. Mira que soy un seguidor del Guardián Cegatón desde hace muchísimo tiempo y mira que esta banda germana tiene obras emblemáticas, pero estoy a punto de decir que At The Edge of Time es el mejor álbum de su historia o por lo menos está entre los tres mejores. Aunque si de rolas aisladas que he escuchado en el Youtube hablamos, entre las dos mejores del 2010 están el homenaje que Jorn le canta A Dio (Un gran cantante le canta a un Dios) y ese thrash machón de Hirax en El Rostro de la Muerte (Diablo Negro rules)

Esquizo

Esto dice mi tío Agustín en su nuevo libro, Mexicanidad y Esquizofrenia y yo puedo menos que coincidir con él: “Brincamos de los primeros auxilios a la terapia intensiva; no tenemos medicina preventiva ni quirófano, sólo sala de urgencias y un pabellón para resucitar al moribundo. Y es que el paciente es muy paciente. Se trata de México que es, de hecho, lo único generoso y noble que hay en México, pese a estar lleno de mexicanos sin piedad por la patria. Si reparamos en la cantidad de veces que lo hemos zaherido nos sorprenderemos que esté vivo. Pero sobrevivir desgarrado por la corrupción no es un destino aceptable para nadie, excepto para aquellos instalados en la pequeñez. Es, tristemente, nuestro caso: hemos desarrollado una vocación por la mezquindad y una obstinación de seguir la estela de los poderosos”. ABB