Eterno Retorno

Monday, February 15, 2010

Por causa de mi añeja e incurable adicción a los libros, soy un visitante asiduo de nuestra biblioteca Benito Juárez y he sido un testigo cercano de su decadencia. En muchas ciudades del mundo, desde grandes metrópolis a humildes provincias, la biblioteca publica ocupa un lugar central en la vida cultural y social de la comunidad. Podría referirme a bibliotecas macrocefálicas como las que he visitado en Buenos Aires, Madrid o Boston, pero quiero referirme a una biblioteca con la que establecí una relación muy especial a lo largo de medio año. De junio a diciembre de 1996 viví en el pequeño pueblito de Groton, Massachussets. Una típica aldea en el corazón de Nueva Inglaterra fundada en 1655 (antigüedad considerable tratándose de Estados Unidos) Actualmente Groton tiene 9 mil 547 habitantes y su biblioteca pública es infinitamente superior a la de Tijuana. Vaya, es una biblioteca que ocupa un lugar importantísimo en la vida de la comunidad. La biblioteca de Groton tiene muchísimos libros, cierto, pero también tiene una filmoteca envidiable con títulos realmente atípicos. La biblioteca tiene un cine-club, organiza periódicamente lecturas, recitales, veladas, conferencias. Es un lugar con espacio para tomar café, para estudiar o trabajar con computadoras disponibles. Esta es la historia de una biblioteca entre miles, la biblioteca de un pueblito mucho más pequeño que Tecate, que es un centro de gravitación en la vida de su comunidad. Yo soñaría con tener en Tijuana bibliotecas que sean algo más que cementerios de libros donde se obligue a guardar silencio. Las bibliotecas no pueden ser espacios muertos. Las bibliotecas tienen que ser espacios vivos. Aquí va la propuesta.



Bibliotecas Vivas


Una Biblioteca pública debe ser un espacio vivo, un lugar donde fluya la actividad, la convivencia, el intercambio. Por desgracia, nuestras bibliotecas municipales son cementerios. Tienen todo menos vida.

En casi todas las ciudades del mundo, las bibliotecas públicas son administradas por los gobiernos municipales. Tijuana no es la excepción, pero aquí, por desgracia, hemos desperdiciado y tirado a la basura la posibilidad de hacer de nuestras bibliotecas un espacio donde fluya la creatividad, el aprendizaje y, por qué no, también el juego y la sana diversión.

Nuestra biblioteca central es la Benito Juárez y por desgracia, no es un lugar donde se respire vida. Eso tiene una explicación: En el orden de prioridades del Gobierno Municipal, las bibliotecas han ocupado históricamente los últimos peldaños, conformándose, en el mejor de los casos, con las sobras presupuestales. De las bibliotecas en las delegaciones mejor ni hablar. Su condición es lamentable. Entrar ahí contagia desolación. La Biblioteca Benito Juárez está a unos metros de Palacio y no recuerdo un solo presidente municipal que la haya ido a visitar.

Tristemente, aquí las bibliotecas son simples espacios para almacenar libros viejos, casi todos rescatados de sótanos, ejemplares de desecho, en mal estado. Hay en la Biblioteca Benito Juárez algunos ejemplares valiosos, realmente atípicos, de editoriales raras o desaparecidas, pero hay también muchísimos libros de texto obsoletos y en pésimo estado. Yo se que la gente que trabaja en bibliotecas hace magia con las migajas presupuestales que les dan y tratan de inyectar algo de vida a estos espacios, pero el olvido al que han sido relegadas es palpable.

Yo imagino una Biblioteca Benito Juárez y unas bibliotecas delegacionales (piensen tan solo en la triste biblioteca de Lomas Taurinas) donde no solo haya una enorme diversidad en lo que a libros se refiere, sino que cuenten con una buena cantidad de computadoras disponibles, con una filmoteca donde se organicen cine-clubs, lecturas, charlas, exposiciones, talleres diversos. Un lugar en donde los niños puedan acudir después de la escuela a hacer sus tareas y al mismo tiempo desarrollar actividades. Una biblioteca que cierra sus puertas con horario burocrático y no está disponible en la tarde, es una biblioteca que difícilmente será visitada por niños y adolescentes. Una biblioteca pública puede perfectamente llevar a cabo actividades como las del Club de Niños y Niños convirtiéndose en un complemento de la escuela, en una alternativa para pasar las tardes.

¿Se necesita mucho presupuesto? No. La palabra clava es donativos. Se puede equipar perfectamente una biblioteca sin gastar un peso. Ahí está el programa de reciclaje de computadoras con las que se puede equipar estos espacios con aparatos seminuevos. Se puede llegar a convenios con las editoriales para que cedan ejemplares de todos los nuevos libros que publican y así mantener a la biblioteca como un espacio donde encuentres las últimas novedades literarias. A las mismas editoriales les conviene. Poder hacer de la biblioteca un espacio de presentación de libros nuevos o películas que no han llegado al cine, o foros de discusión. Un espacio donde haya círculos de lectura de cuentos infantiles, pequeñas representaciones, exposición de cortometrajes, manga, dibujos, arte instalación. Esas son las bibliotecas que quiero ver en Tijuana.