Eterno Retorno

Friday, May 29, 2009

Pienso en el Conejito y pienso en la odisea de ser niño, en todo lo que le queda por descubrir, asimilar, un Aleph a su disposición listo para ser devorado, todo un universo de sensaciones que ahora, en su paraíso uterino, desconoce. Mi infancia fue feliz. Inmensamente feliz. ¿Dónde radicaba la felicidad? En la forma de concebir y sentir el mundo. El mío estuvo lleno de fantasía. ¿Qué es lo que más extraño de la infancia? El misterio, la fascinación, un territorio donde la magia yacía en el alma de las pequeñas cosas, un universo poblado de espíritus. El mundo era inmenso, inabarcable. Y no, no saldré con el rollo de un mundo inocente, sin maldad. También extraño el terror y la angustia, los presagios que rodeaban cosas, sonidos, imágenes. El tiempo era largo, inmenso, supongo que era algo parecido a la eternidad. El entorno era enorme, inabarcable, misterioso. Gigantescos los espacios, infinitas las distancias. Recuerdo fotos y dibujos de algunos libros de animales, árboles, fachadas de casas, supersticiones e ideas que alimenté.
Sí, ya he narrado lo mucho que me atormenta el pedazo de mierda de mundo al que traeremos al Conejito, pero creo que hasta un planeta podrido puede ser disfrutable. Con todo y las varias toneladas de nihilismo que cargo a cuestas, confieso que volvería a vivir con gusto si me fuera dado elegir.

Torres de Tijuana (nuevo monumento entrando por Tecate)

Arena; polvo madre de una ciudad de esfuerzos nacida en el desierto
Acero; temple en el corazón de eternos migrantes que han engrandecido nuestra entidad
Agua; vestigio del Océano Pacífico, guardián infinito, puerta al mundo
Dos torres, dos culturas, dos civilizaciones, hermanadas por sus diferencias, unidas en un destino.
En medio, Tijuana, la ciudad de las oportunidades y el progreso, del trabajo y el esfuerzo recompensado, la tierra donde tantos destinos han conocido la grandeza.

Lo que yace en el culo de Ámber Aravena (historia impúdica de una añeja heterónima que no me deja en paz)

Te llamas Ámber. Ámber Aravena. Como referencia cultural me permito citar que eres chilena. Naciste en Temuco en 1970, meses antes del día en que la Unidad Popular, en donde militaba tu padre, accediera democráticamente a su efímero poder. Espero disculpes la falta de pudor, pero voy a contar el sueño que marcó tu infancia y acaso tu vida entera.

Tendrías dos años o en todo caso menos de tres, cuando apareció en tus sueños esa imagen espeluznante: un monstruo rojo, dientón, dotado de un hocico enorme. Por lo que pudiste explicar, el monstruo es escamoso y largo como una serpiente, sin embargo, lo más terrorífico de esta insolente bestezuela no es su aspecto, sino su habitad. Resulta que el animalejo habita en las profundidades de la taza del baño o más bien dicho, en todas las tazas de baño del mundo y no únicamente en la de tu casa natal.

Un sueño por demás inoportuno, sobre todo si tomamos en cuenta que el monstruo se coló a las profundidades de tu subconsciente justo en la época en que estabas aprendiendo a dejar de cagar los pañales. Al parecer, el monstruo gustaba de salir a la superficie cuando alguien se sentaba en la taza y tú no querías poner en riesgo tu colita. La cuestión es que desarrollaste una fobia extrema a los baños y empezaste a retener mierda en tu cuerpo durante días.

Tu padre, un funcionario allendista de Temuco, encontró la solución: te sacó a caminar por uno de los parques de la ciudad y te motivó a que cagaras debajo de un árbol. “Aquí sólo hay tierra, pasto, no hay hoyo alguno y el monstruo no puede esconderse en ninguna parte”, te dijo y entonces sucedió el milagro: cagaste, sacaste toda la mierda que tenías adentro y te liberaste.

Por la época en que relajaste tus entrañas cagando el parque de Temuco, la CIA y los militares consideraron que ya habían sido suficientes delirios socialistas y le dieron una puñalada trapera a Allende. Ardió el Palacio de la Moneda y tú debiste decirle adiós a tu parque, a tu casa y entrar con toda tu familia a la cajuela de un Renault en donde estuviste metida doce o trece horas hasta que cruzaste la frontera rumbo a Argentina. Después te subiste por primera vez en tu vida a un avión que te llevó rumbo a ese limbo llamado exilio. La buena noticia fue que el monstruo se quedó en Chile. Tal vez por ser color rojo, los militares pinochetistas lo llevaron detenido y lo torturaron hasta matarlo en los sótanos del Estadio Nacional o puede ser también que la bestia se aliara con la dictadura, pero el caso es que te dejó en paz, al menos por un tiempo. Acaso le parecía demasiado contaminada el agua de los baños mexicanos.

En México DF viviste la clásica infancia de hijo de exiliado (apuesto a que conociste a Roberto Bolaño y a Galo Gómez) Años después tu padre se murió de tristeza y alcoholismo y tú seguiste emigrando a limbos cada vez más difusos. El monstruo de la taza del baño volvió a aparecer en tu adolescencia y aunque a fuerza de empatía has aprendido a entenderlo, todavía suele sorprenderte en los más improbables baños del mundo.

Aprovechando que ya estoy entrado, podría contar la historia de tu contrato matrimonial con un hombre que exigía a gritos una enfermera maternal para su niño enfermo de cáncer, al que empezaste a querer en serio cuando su muerte ya estaba a la vuelta de la esquina. Podría contar que el matrimonio se rompió cuando el cáncer se llevó al niño y sin pecar de materialista, sería bueno narrar que tuviste un divorcio provechoso, que compraste una camioneta todo terreno y saliste una mañana de New Port Oregon dispuesta a recorrer kilómetros al Sur sin volver a dar jamás un paso al Norte. Tal vez sería divertido narrar la noche aquella de Navidad en que le diste 17 vueltas completas al Golden Gate, tiempo en el cual bebiste a pico de botella un par de casilleros del Diablo, sin que ningún sanfranciscano policía tuviera a bien detenerte. Sin duda a alguien le interesará saber que desde hace años te condené a vivir en una playa de Baja California Sur donde bebes casilleros, tomas pastillas y contemplas atardeceres.

Tu historia la traigo adentro desde hace años y quiero sacarla, arrojarla al papel, pero siempre me quedo con ella, como tú te quedabas con la mierda atorada. Ya volveré a contar tus andanzas Amber Aravena; por ahora creo que me he excedido contando tus intimidades. Se trataba de contar un sueño estúpido y yo cumplí con narrar que en algunas tazas de los más improbables baños, yace en vigilia un monstruo colorado. DSB

Wednesday, May 27, 2009

La nueva nao de la China

El añejo y provechoso matrimonio entre China y Baja California

Por Daniel Salinas Basave

Una bestia se adueña del Pacífico y su sombra se proyecta hasta la costa bajacaliforniana. China asusta, sorprende, ocupa y preocupa; por los rumbos de Wall Street provoca más de una pesadilla y muchas noches de insomnio. Sí, es lógico, China asusta porque ver cara a cara un gigante siempre genera, por lo menos, una comprensible dosis de inquietud.

En Baja California, por fortuna, hemos comprendido que no se trata de suicidarse en el redondel y tratar de combatir al gigante utilizando sus mismas armas, sino de aliarse con él y complementar sus necesidades. Con todo y la crisis diplomática generada por la pandemia de influenza, Baja California es y seguirá siendo un aliado estratégico para China. Su posición geográfica en el corazón de un corredor económico clave para las finanzas mundiales, la sólida tradición industrial de Tijuana, con empresas de 18 diferentes naciones instaladas en su territorio, aunada a la mano de obra experta y calificada, hacen de esta ciudad un destino atractivo para la nación que a paso veloz se encamina a la cima de la economía mundial.

Hay que verlo de esta forma: ninguna región latinoamericana está más cerca de China que Baja California. En este momento, el destino latinoamericano al que un chino puede llegar con mayor facilidad, es Tijuana y eso es una ventaja competitiva que muchos desearían. Gracias al vuelo Shanghai-Tijuana, (interrumpido más no cancelado por la pandemia de influenza) es posible llegar desde el lejano Oriente al aeropuerto Abelardo L. Rodríguez en menos de trece horas, algo que ninguna ciudad latinoamericana puede presumir.
A ello hay que sumar que en su joven historia, Baja California ha sido un tradicional receptor de migraciones chinas. Los orígenes mismos de Mexicali no se explicarían sin la presencia de los chinos. La importancia de esta cultura en la entidad, es palpable en el hecho de que aparte de la Embajada en la Ciudad de México, la única representación diplomática oficial de Beijing en el interior del país es el Consulado General de China en Tijuana.

China concentra en su territorio casi la cuarta parte de la población mundial y dentro de su frontera, toda estadística llega al superlativo. Decir que es el gran mercado del futuro empieza a ser inexacto; es ya el gran mercado del presente. Martín Caparrós lo sintetiza en una ecuación de primaria: Basta con que uno de cada cien chinos te compre una bicicleta, para vender once millones de bicicletas. Negocio redondo. Tal vez no se exagerado pensar como el escritor sueco Henning Mankell, quien considera que de la misma forma en que Estados Unidos le arrebató a Inglaterra el cetro de la economía mundial a finales del Siglo XIX y principios del XX, China se lo está arrebatando a Estados Unidos al arrancar el Siglo XXI. El peso de la economía del gigante asiático en el mundo será tal, dice Mankell, que muy pronto habrá expresiones chinas transformadas en lenguaje universal como ha sucedido con el inglés en el mundo de los negocios.

La más reciente misión de empresarios y funcionarios tijuanenses por China batió un record difícil de igualar en anteriores giras bajacalifornianas por Oriente. En apenas una semana, la comitiva encabezada por el presidente municipal Jorge Ramos y empresarios de Deitac y Canacintra recorrió 24 mil 200 kilómetros. De Tijuana a Los Ángeles, de ahí a Beijing, luego a la norteña Changchun, después a la inmensa Shanghai desde donde viajamos por tierra a Kunshan y horas después en autobús a Nanjing.
De la milenaria Nanjing, cuna de seis dinastías, de vuelta a Shanghai y de ahí en vuelo directo a Tijuana. En esa semana, hubo entrevistas con trece presidentes o consejos directivos de importantes corporativos y seis recepciones diplomáticas con jefes políticos de ciudades. De igual forma, en esa gira se concretó el hermanamiento con la ciudad de Changchun, una gran ubre industrial del Norte chino, llamada el “Detroit de Asia”, por ser sede de las mayores armadoras automotrices de ese continente. Mucho más allá de un asunto protocolario o diplomático, el hermanamiento con Changchun es el puente para concretar una sólida relación comercial con uno de los mayores centros industriales asiáticos.

Los resultados de esta gira podrán verse en el futuro inmediato o acaso en el presente. En la próxima feria del empleo de la industria maquiladora en Tijuana, habrá ya un módulo de la empresa china-taiwanesa TPV, ofreciendo 250 nuevas plazas de empleos.
Esta empresa, fabricante de monitores para televisión y computadoras, surte a grandes corporativos mundiales como Sony y ha elegido Tijuana como sede de su nueva planta.
A ello hay que sumar la futura instalación de un corporativo del Norte de China, cuyo ramo industrial no puede aún ser revelado por razones estratégicas, pero cuyos altos directivos tienen ya un acuerdo verbal con el presidente municipal de Tijuana para venir a instalar una armadora a esta ciudad.

China ha dejado de ser el gigantón comunista ensimismado, aislado y sometido al látigo dictatorial heredado por la Revolución Cultural. Sin embargo, no hay que perder de vista que el régimen político de ese país está muy lejos aún de acercarse siquiera a algo parecido a una democracia y en materia de respeto a los derechos humanos y libertades individuales, sus métodos dejan mucho que desear. Con todo y su educación extrema y su protocolo casi imperial, China no se toca el corazón a la hora de aplicar el látigo a rajatabla, como lo aplicó con los turistas mexicanos que quedaron varados en ese país condiciones infrahumanas cuando estalló la pandemia de la influenza.

Sin embargo, ni la crisis ni este tipo de desencuentros alterarán en modo alguno la marcha de una relación que parece cada vez más sólida y que es mucho más añeja de lo que muchos creen. Aunque China ha sido un ejemplo histórico de cerrazón y aislamiento, el comercio entre México y este país tiene una historia de más de 400 años. En tiempos del Virreinato de la Nueva España, existía la Nao de la China, un galeón que zarpaba del Puerto de Acapulco rumbo a Oriente en donde se surtía de seda y especias, a cambio de los productos de la tierra americana. Esta embarcación navegó periódicamente desde principios Siglo XVII hasta 1811 y fue un importante factor de desarrollo en la economía y el comercio de la Nueva España. Al cumplir la primera década del Siglo XXI este intercambio comercial sigue siendo tan pujante como en la antigüedad y si bien el barco no es ya una carabela, no es exagerado afirmar que Baja California es hoy en día el nuevo capitán de la Nao de la China.

Monday, May 25, 2009

Es tan mágico, tan fascinante...que hasta podría creer en la existencia de Dios. Sí, la vida es, ante todo, un milagro. Somos 6 mil millones de seres absurdamente accidentales y sin embargo, basta que lo vivas, que lo pienses con un mínimo de profundidad, para caer en la cuenta de que cada nueva vida es un misterio. Formar unos ojos, un corazón, una cara, un cerebro. Eso sí es una odisea de fascinación, algo tan profundo, tan improbable y a la vez…tan frágil. No se trata tanto de razonarlo, sino más bien de sentirlo en toda su dimensión. Las grandes revelaciones suelen llegar de madrugada y es entonces cuando te das cuenta de lo sorprendente, lo aleatorio… ¿o acaso predestinado? En fin, sientes que esto es magia pura.

El Conejito está bien, él sigue ahí, desarrollándose a mil por hora en el más cálido de los hogares. ¿Que si he cambiado? Sí y muchísimo. No nada más Carolina. Tengo muchísima más hambre y duermo bastante. Sí, es evidente que no volveremos a ser los mismos; no podríamos volver a serlo.


El IMSS y un viejo que leía novelas de amor

Dante olvidó incluir las clínicas del IMSS en su infierno. La más acabada expresión del averno, son para mí esos hospitales pestilentes. El sábado pasamos más de seis horas en la clínica 7 del Seguro Social. A Carolina la han visto dos ginecólogos particulares y la doctora de Servicios Médicos, pero un ginecólogo particular, por más capaz que sea, no te puede dar una incapacidad laboral ni te puede acreditar para la cuarentena. La burocracia laboral nos obligó a sumergirnos en las profundidades de ese kafkiano infierno de absurdo patetismo. Eso sí, la buena noticia es que lo revelado por esa bola de cristal llamada ultrasonido, es que todo marcha bien y que el corazón del Conejito late a un buen ritmo. Por cierto ¿Sabes cuál es el arma perfecta para conjurar el infierno del IMSS? Una buena novela y la verdad es que para poderte abstraer por completo en un lugar tan patético, requieres una verdadera obra de arte. El sábado, por fortuna, elegí el libro adecuado: “Un viejo que leía novelas de amor”, del chileno Luís Sepúlveda. Lo empecé a leer en sala de espera mientras aguardaba a Carolina y ahí mismo lo terminé. Librazo. Es una obra que en poco tiempo se convirtió en clásica y que llegó demasiado tarde a mi vida. De hecho Luís Sepúlveda llegó tardíamente a mi existencia con la Lámpara de Aladino, pero ahora lo estoy disfrutando. Sí, tal vez es inocultable la vibra garcíamarqueana, pero carajo, a mí sus libros me han hecho feliz. El viejo que leía novelas de amor tuvo la fuerza para sacarme de una sala de espera del IMSS y llevarme a la Amazonía ecuatoriana. Un libro que me hubiera gustado mucho de niño y que no por ello dejé de disfrutar ahora. Últimamente encuentro un gran placer en las cosas sencillas.

Ortega Ortega

La nostalgia ya no está en penumbras. La nostalgia salió a la luz, se convirtió en compañera diurna inseparable y en los momentos más inoportunos nos juega bromas pesadas. Los años se acumulan y de pronto nos descubrimos cargando un costal cada vez más atiborrado de recuerdos. Con los años, la existencia se torna en permanente Saudade. Mi buen amigo Gerardo Ortega Ortega apareció por Tijuana con la fugacidad de un relámpago. A Ortega no lo veía desde el siglo pasado, aunque la blogósfera nos ha mantenido unidos y en contacto, sobre todo en los últimos años. La vida de Ortega es literatura en estado puro. Vaya, en mí la literatura es vicio incurable, una suerte de adicción peor que la de opiáceos, pero en Gerardo la literatura, o más concretamente la poesía, es una forma de vida. Decir que le gusta o practica la poesía sería inexacto; más bien la encarna. Su existencia misma me parece un poema, un poema romántico y a veces infinitamente triste. Me hubiera encantado poder presentar “De Lunes a Diciembre” en Tijuana o Rosarito, pero el peor promotor cultural del mundo sólo ha tenido cabeza para ultrasonidos y ginecólogos en la última semana y su mente está en otra parte. Algunos poemas de Ortega puedo recitarlos de memoria y su recuerdo suele salir a superficie en momentos improbables. Ortega llegó a Rosarito acompañado de 7 Duendes (born in Valle de Guadalupe) a quien no tenía el gusto de conocer, aunque sí de leer. Parece ser que mi amigo el poeta tiene buenas conexiones en todos los municipios de Baja California, pues al poco tiempo nos alcanzó una paisana regia exiliada en la bella Cenicienta del Pacífico. El mundo es un ranchito donde al final resulta que todos se conocen. Más de diez años sin ver a Ortega y en las menos de tres horas que estuvo aquí, apenas hubo tiempo para charlas inconexas, mirar poemas y fotos jurásicas en Después del Eclipse, escuchar un poco de vallenato que Ortega baila con ritmo de buen Gavilán y reconocer, con honestidad y algo de tristeza, que el sistema nos está tragando. Gerardo Ortega me lleva más de once años en esta aventura de ser padre de familia y él lo ha sido en todo el sentido de la palabra. Había demasiadas cosas para hablar, pero los grandes amigos a veces comparten los silencios y las palabras no dichas. La vida también me ha enseñado que cada que vez me despido de alguien que vive lejos, suelen venir largos años antes de otro encuentro.

Cenamos en casa de mi amigo Pedro, cuyo hogar es un jardín de las delicias. En casa de Pedro he escuchado música fascinante e improbable y he bebido mágicos vinos, tan deliciosos, que cuesta trabajo creer que en verdad existen. Pues bien, una nueva delicia se agrega a este jardín: mi amigo Pedro se ha comprado un asador y la carne del debut fue memorable. Cuando el matrimonio buena carne-buen vino consuma su luna de miel en el paladar, puedes caer en la perdición.

Xoloitzcuintles (breve historia del futbol profesional en Tijuana)

El mayor “pero” que siempre le he puesto a Tijuana, aún por encima de la inseguridad, es la carencia de un equipo de futbol de Primera División. Somos la cuarta ciudad más grande del país, estamos ubicados en el corredor económico más dinámico del mundo (al menos antes de la crisis lo era) tenemos pobladores procedentes de todos los rincones de la República, crecemos más de 100 mil habitantes al año y sin embargo seguimos teniendo equipos de pueblo. Mientras ciudades mucho más pequeñas y menos pobladas tienen o han tenido equipos en el máximo circuito, (Celaya, La Piedad, Pachuca mismo son bastante más pequeñas que Tijuana) el futbol de primer nivel sigue brillando por su ausencia en nuestra ciudad. Pues bien, Tijuana tendrá que seguir esperando para tener primera división.

Allá por 1990, cuando Tijuana aún estaba demasiado lejos de mi vida, había un equipo llamado Inter, entrenado por el Campeón Hernández, que disputó la final contra los Panzas Verdes de León. 3-0 perdió en el Bajío y 1-1 quedó el juego definitivo en Tijuana, que marcó el retorno de la fiera esmeralda al máximo circuito.

En 1998, año en que pisé por vez primera esta ciudad, una filial del Guadalajara llamada Chivas-Tijuana disputó la final del torneo de Invierno contra Venados de Yucatán. Bomba yucateca, karma de los mayas, pero el caso es que con el rol de juegos invertidos, el marcador entre yucatecos y tijuanos fue idéntico al que se consumó ayer. 0-0 en Tijuana y 1-0 en Mérida.

En mayo de 1999 acudí por vez primera a un partido de futbol en Tijuana. Chivas-Tijuana, entrenado por Jesús Bracamontes, disputaba los cuartos de final contra Zacatepec. Jugaban en aquel entonces en el Estadio del Cerro Colorado, en la colonia Capistrano, en el culo del mundo. Chivas-Tijuana ganó 1-0 con penal de Califas Arteaga. La vuelta en el Coruco Díaz fue un desatre y Zacatepec apaleó 5-0. A la postre, el partido al que acudí resultó ser histórico, pues fue el último gol y el último partido en territorio tijuanense con la camiseta y el nombre de Chivas-Tijuana.


En el torneo siguiente, el equipo cambió de nombre y camiseta, pues ya no quería ser una filial, sino un cuadro con derecho a ascenso. Nacional Tijuana se llamaba y tenía un hermoso uniforme verde oscuro. De la misma forma que acudí al último partido en la historia de Chivas-Tijuana, acudí al primer partido de Nacional-Tijuana. Fue un amistoso contra Chivas de Guadalajara que ganaron los tapatíos por 1-0 con gol de Luís García. En aquel entonces nuestro periódico acaba de nacer, lleno de sueños, grandes expectativas y ambiciosos planes que ni en su peor pesadilla contemplaban convertirse en el triste pasquín de 32 páginas que actualmente es. Yo tenía una columna de futbol llamada Tiro Libre y en aquel torneo me involucré demasiado con Nacional. Puedo afirmar que raramente me perdía un juego, pese a la lejanía y la incomodidad del estadio (si quieren que sea honesto, es muy raro que por voluntad propia cruce yo más allá de la 5 y 10) Nacional coqueteó con liguillas y repechajes, pero jamás pasó de cuartos de final. Se fue Jesús Bracamontes y llegó Pablo Luna con quien se logró cierta estabilidad. Algunos buenos jugadores que hoy militan en la Primera División surgieron de ese Nacional como Miguel Sabah de Morelia y Héctor Reynoso de Chivas.

Fui un seguidor fiel de Nacional hasta que en 2003 la franquicia dijo adiós a Tijuana. Entonces un nuevo grupo de inversionistas trajo un nuevo, raro y efímero equipo llamado Trotamundos, franquicia del recién descendido Colibríes de Xochitepec. Trotamundos, de uniforme blanco y amarillo, duró apenas un torneo semestral. Dentro de mis personales datos históricos, puedo presumir haber visto en vivo el primer gol que anotó esa franquicia en el Cerro Colorado, un golazo de tiro libre contra León en un partido que a la postre quedó 1-0y fue de sus poquísimos triunfos del torneo. Trotamundos fue un mal equipo que acabó su participación y su efímera historia goleado 7-1 por Correcaminos.

Tijuana se quedó entonces sin futbol profesional. El alcalde Jesús González Reyes, beisbolero de corazón, hizo todo lo posible por traer la pelota caliente a Tijuana y una franquicia (también efímera) llamada Toros sacó al futbol del Cerro Colorado y de la ciudad.

Tras un año sin futbol profesional, en 2005 el entonces alcalde Jorge Hank Rhon trajo un nuevo equipo a la ciudad. Se llamaba simplemente Club Tijuana, vestía playera roja y short negro. En medio de terrible polémica y gran golpeteo político, Hank metió a ese equipo a jugar en el CREA, una unidad deportiva municipal. Si bien el equipo no era malo, la verdad es que es que la cancha era el colmo de lo amateur, una vil tribuna de preparatoria o de tercera división. Oootra vez volví a ser testigo de la historia y estuve presente en esa cancha cuando Club Tijuana jugó el primer partido de su historia contra Coyotes de Sonora a los que venció 2-1. También el primer gol en la historia de la franquicia fue un tiro libre. Un torneo después, el equipo se volvió filial de Dorados de Sinaloa (entonces en Primera) y en mayo de 2006 descendió a la Segunda División Nacional o para efectos Tercera División perdiendo el juego clave contra Durango.
Gracias a la cartera omnipotente de Hank, el equipo compró otra franquicia, en este caso la filial de Gallos Blancos de Querétaro y se mantuvo en Primera A con el nombre de Gallos Caliente. La filial queretana fue movida a Celaya y entonces Hank compró a los Lagarteros de Tabasco y el equipo empezó a jugar con el sui géneris nombre de Xoloitzcuintles con la camiseta y el escudo actual. En 2007, operó la primera gran transformación del equipo que marcó un antes y después al contar con estadio propio. El partido inaugural del nuevo estadio Caliente, ubicado a un costado del Hipódromo con capacidad para 13 mil 333 aficionados, fue un Xoloitzcuintles 2-1 a Pumas Morelos. En apertura 2008 llegaron a semifinal contra Querétaro y en este torneo que recién concluyó ayer, lograron lo que nunca: Ser superlíderes indiscutibles de toda la división de ascenso.

Realmente creí que Xoloitzcuintles lograría ascender. Hace una semana acudí a ver la semifinal contra Salamanca y vi un equipo sólido en todas sus líneas, con un sistema de juego definido y contundente. Con global de 4-1 quedaron fuera los petroleros guanajuatenses, pero la historia volvió a ponerlos frente a la bomba yucateca. 1-0 en Mérida con penal dudoso pateado por el Parejita López. Un gol no parecía una diferencia muy complicada. El domingo llegué al estadio 40 minutos antes de empezar el partido y la tribuna ya estaba a reventar. No cabía un alfiler. En la semifinal fue lo mismo. Por primera vez en la historia los boletos se agotan con días de anticipación. Gran ambiente, gran marco, pero a los cinco minutos de iniciado el encuentro, supe que el sueño de la Primera División se esfumaría. Tengo una suerte de sexto sentido futbolístico que me permite oler el sentido los partidos apenas al silbatazo inicial. Mérida estaba demasiado bien parado, con una defensa perfecta, con línea de cinco ordenada en bloque indestructible. Xolos salió desconectado, con la pólvora y las ideas mojadas y la afición se enfriaba con facilidad, no presionó suficientemente al rival, por momentos caía dormida, hipnotizada por el juego yucateco.
Algo me hizo intuir que el cero no se rompería. Ni siquiera se notó tener un hombre más desde el minuto 22. Me parece que no se dimensionó la importancia del juego, pero por momentos yo mismo olvidé que estaba acudiendo a la mismísima final del torneo. Al final Mérida celebró, levantó la copa y lo único que podemos celebrar aquí, es que al parecer el futbol ha llegado para quedarse, que aunque como ciudad estamos a años luz de tener una afición conocedora, Xoloizcuintles es el equipo más popular que hemos tenido y parece ser que el proyecto va en serio. Ojalá sepan divorciarlo de lo político y entender que para un aficionado al futbol, acudir al estadio no significa ser hankista.

Lo cierto es que perder una final en divisiones de ascenso, duele mucho más que perder en Primera División En Primera peleas por el honor, por el trofeo, pero pierdas o ganes al torneo entrante estarás donde mismo. Perder en división de ascenso significa esperarte otro largo año y aunque tengas un torneo perfecto e intachable, tu ascenso se puede echar a perder en 90 humanos minutos de mierda.