Eterno Retorno

Monday, October 26, 2009



Hoy, del otro lado del mar, nació Victoria y por un momento sentí el camino de nuestra vida como un eterno deja vu, una gran novela al más puro estilo de Tolstoi que leo cada vez más de prisa.

Hace 25 años, un domingo 30 de septiembre de 1984, nació Ana Lucía. La llegada de mi hermana representó el primer embarazo y alumbramiento que viví de cerca en mi vida. Eso de tocar un vientre que se mueve, hacerse mil y un preguntas en medio de dulces nervios y esperar con ansias la llegada de un noveno mes, lo viví por vez primera en 1984. Ana Lucía fue la primera bebé que cargué en mi vida y desde mi posición de hermano mayor, me fui enterando con qué intensidad se vive la llegada de una nueva alma al mundo. Ana Lucía, hay que decirlo, no fue una bebé fácil. Podría decir que hace 25 años tuve mi bautizo de fuego, pero hoy me siento más novato y asustado que nunca.
Deja Vu dominical. Ana Lucía, Adrián y yo nacimos en domingo y para efectos tijuanenses, Victoria también. Aunque en Francia ya era lunes, acá en el Pacífico aún era noche dominical. El proceso lo empecé a vivir desde la mañana y de pronto, tuve una revelación: estaba sintiendo exactamente lo mismo que sentí aquel domingo 30 de septiembre de 1984. Hoy, esperaba noticias de Francia mientras seguía el River vs Boca. Hace 25 años, esperaba noticias de la maternidad mientras veía videos en el cuarto de mi Abuela. La sensación era idéntica. Hace 25 años Ana Lucía estaba naciendo. Hoy, ha nacido la hija de Ana Lucía. La vida es un solo día que empieza pareciendo largo y luego pisa el acelerador. Una novela enorme como La Guerra y la Paz o Los Miserables que de pronto empiezas a leer cada vez más rápido. Un domingo intenso sin duda, cargado de una extraña conexión. En algún momento, al anochecer de Tijuana y cerca del amanecer en Francia, Carolina y Ana Lucía estuvieron al mismo tiempo en camas de hospital. Sucede que mientras Victoria se tomó con demasiada calma su llegada, al señor Iker Santiago ya le anda por salirse y venir a saludarnos. Este Conejito de casi tres kilos dice que nueve meses es mucho tiempo y empieza a tocar la puerta, mientras que su francesa prima Victoria parecía muy a gusto en su dulce hogar uterino. Finalmente nosotros volvimos a casa cuando convencimos a Iker de aguantar un poco más y Victoria se decidió a salir al mundo. Me gustaría poder fundirme en el presente y vivir cada minuto de estos días desterrando el pasado y el futuro, pero sin quererlo me transformo en el espectador-historiador de nuestra propia vida, el que sabe que el 30 de septiembre del 84 o el 26 de octubre de 2009 son páginas de un gran libro, acaso obras de un artista que hace mucho dibujó nuestro irrenunciable y perfecto destino (vaya sacrilegio que ateo creyente de la aleatoriedad escriba estas palabras) Me gustaría no tener plena conciencia de que muchos años después (en este mundo o en el otro) recordaré el domingo en que nació Victoria e Iker nos recordó, una vez más, que ya le corre algo de prisa por nacer.