Eterno Retorno

Thursday, January 15, 2009

Esperando el brinco de la liebre, que en la noche tijuanense suele brincar en el rincón más impensado. Aguardando la sinfonía de patrullas sobre la Vía Rápida, la sorda canción de las balas, la eterna sinfonía en caos mayor. Noche de acecho, noche de guardia, noche de no poderme sentar a escribir tranquilamente. Por la tarde un invernadero de mota al más puro estilo Amsterdam en lo alto del cerro del Tecolote. Ya se dieron cuenta que el invernadero es más rentable que el sembradío y que la cola de zorrillo es amada en California. De pilón, unas hieleras camaroneras provenientes de Mazatlán que en su doble fondo ocultaban cuatro kilos de heroína. Hace unos minutos retorné de la PEP. Un municipal en activo detenido con carro robado y arsenal de armas. En este momento ya suenan patrullas. Algo pasa en El Florido. La paz es una gran patraña en estas calles.

Gandhi

Cuando supe que librería Gandhi venía a Tijuana, pensé que dios o el diablo se habían decidido a darle alas a este alacrán bibliófilo. Una Gandhi en Tijuana amenazaba con transformarse en mi perdición, algo así como una cantina afuera de la casa del borracho. Gandhi se instaló aquí cuando andábamos por Sudamérica y de esos australes terruños regresé atiborrado de libros. Luego fui a Monterrey y traje otros tantos, así que en este momento tengo diagnosticada sobredosis libresca, si bien mis ansias de adicto y mi síndrome de abstinencia de nuevos ejemplares no me dejan nunca. Poco antes de Navidad realicé mi primera incursión a la nueva librería y sólo puedo concluir que este alacrán sigue sin alas. Esta Gandhi es apenas un boceto, una probadita que evoca en un pedacito de caricatura a las Gandhi de México y Guadalajara. Incluso la de Monterrey, que no es gigantesca, me parece tres veces mayor a la de Tijuana. El surtido es en extremo limitado, por no decir limitadísimo. Muchos pensaron que la llegada de Gandhi sería el ocaso de la Librería El Día. Mentira. La librería de Don Alfonso me parece por mucho superior a este remedo de Gandhi que nos han traído. Vaya, incluso el surtido en el Cecut y hasta en la librería de Cristal me parece más completo. Si me sobrara un poco de tiempo haría una lista de 50 libros y compararía las existencias. Creo que Gandhi saldría perdiendo. Les pongo un par de ejemplos: Llegué a la Gandhi buscando dos libros de autores norteños: “Casi nunca” de Daniel Sada y “Balas de plata” de Elmer Mendoza. La Gandhi no tenía ni uno. El de Sada lo tiene Librería de Cristal y el de Mendoza lo tiene Sangrons. Busqué “Breve historia de los Vikingos” del británico Jonathan Clemens y Gandhi nada. El Cecut sí lo tenía. En los libreros, de por sí pequeños, amontonan hasta diez ejemplares de un mismo libro, tal vez en afán de llenarlos y disimular su limitado surtido. Pero bueno, no me quejo. Ya es de agradecer que en el año más violento y crítico de nuestra historia y justo cuando la ciudad naufraga en los huesos de sus vacas flacas, venga una librería a abrir sus puertas. Eso lo agradezco y en afán de estrenarme y hacerles la cruz, hice mi primera compra en Gandhi Tijuana: Vidas imaginarias de Marcel Schwob en editorial Porrúa por el módico precio de 30 pesos. Tengo fe en que el futuro inmediato traiga un surtido un poco más variado.