Eterno Retorno

Friday, October 17, 2008

Tuve al menos por un solo segundo el don de ser enteramente extraño, desconocido y no necesité imaginar que esas calles eran en sí lejanas y yo, un extranjero misterioso, indescifrable, navegando en la imaginación de un hombre común que me pensaba al otro lado del mundo.


Los años anteriores eran sed, deseo y búsqueda en la arena, lo más parecido a lo que llaman la Nada, silencio, la insignificancia pura de estar afuera, a la intemperie del caos.


Los demás habían muerto maldiciendo, escupiendo a la cara de sus verdugos mientras reían


Mis pasos son puentes de humo sobre la incolora estepa del desvarío,
Rasgaduras de un pensamiento siempre agonizante.
Pasos prófugos de mis ráfagas de anestesia, ojos que no aprehenden la furia del Pacífico.
El sol está sucio, las islas al mediodía son apenas un presentimiento, la barda oxidada es la reminiscencia de una broma perpetua y las gaviotas el sueño de un fantasma.


Espera de salto y vuelo, presagio de transfiguración...aquí es siempre otra parte.


En Tijuana el tiempo y el dinero se esfuman con rapidez y no atino a sujetarlos en mi mano. El día, la semana la vida misma se suceden como una película en cámara rápida, una sucesión interactiva de instantes disfrazados de ordinarios aunque con una carga terrible de improbabilidad.

Se mira a sí mismo, a su entorno y no alcanza a tragarse aún lo que significa ser un reportero inmerso en la herencia de un siglo de desgracias que como lo ha dicho Kapuscinski, fue de guerras, migraciones, hambres. Miles de personas concretas, sacrificadas en el altar de las ideas abstractas. Piensa en todo lo que puede escribir con tan solo mirar a los ojos de los nuevos pobres, de los desplazados, de los hijos del nuevo desorden mundial.


El entorno no era entonces el engendro de sus fantasías, ni un cuadro paisajista contemplado por unos ojos en un lugar remoto jamás imaginado. Estaba ahí, podía moverse y nombrarse aún mandando al sepulcro los sueños y fantasías de todos los hombres, era tan real como el dolor y el hambre, mientras que él era sólo un intruso, un espectador tratando de ser el único en depredar lo que todos depredaban.


...pero aquello iba carcomiéndose de olvido cada noche y se confundía con los delirios de fiebre y aguardiente.


Disculpen, mi pluma no conoce de libertad responsable

Tuesday, October 14, 2008

En cada amanecer un memorándum de falsa eternidad.

La Muerte estaba ahí, luciendo impúdica su omnipresencia, dejando que cada uno a su alrededor la deseara.

El Otro esta ahí en el espejo, impersonal, terco compañero, bulto atado a mis tobillos.


Cuando se dejó caer sobre nuestras pieles el décimo mes, los días empezaron a ser guardados en refractarios. Los instantes se sucedían fugaces, aunque frente a la mirada parecían ser estáticos, cómo sí la tarde fuera un iceberg sintético. Los momentos se alternaban exactos y uniformes, simulando un caminar hacia adelante, pero su condición era la de un cuadrante, un cuerpo alumbrado por luz artificial girando sobre su propio eje. Así nos sorprendió Octubre, entre blasfemos rumores de Apocalipsis y promesas de contrato con el presente, mientras en los laboratorios de las entrañas fabricábamos gritos silenciosos y ácidas miradas.


Gritos silenciosos. Los hay en cada mirada, en cada boca cerrada, reptando en las ardientes entrañas. La sangre parece alcanzar un punto de ebullición, querer reventar el calabozo de venas y esparcirse en el asfalto, en los muros, ir en busca de otros cuerpos abiertos, reventados y diluirse en materia prófuga.


¿Mente? Un paraje agreste y enlodado, cubierto de negras rocas y cataratas.
Lodo madre, cobija de mil semillas, navaja mutiladora de pensamientos.
Dosis de hambre y deseo, sueños, soberbia, absurdo y piedad. Los engranes de la máquina nunca paran.


Oler los libros. Esa era su reacción, venida quién sabe de qué profundas moradas del subconsciente. Le era inevitable, más fuerte que su voluntad misma y aunque hasta el momento no se ha sabido que pegar la nariz a las letras pueda ser perjudicial para el organismo, producir cáncer, colesterol y cuadros paranoicos, sentía que oler los libros delante de la gente la delataba.

Monday, October 13, 2008

Días raros los de este otoño. Un verano testarudo que se resistió a abdicar, desparramó su Sol castigador sobre una ciudad donde la Muerte agarra la parranda cada día. Finalmente, llegaron puntuales los vientos y hoy el Otoño ya es amo y señor. El viento es el principal emisario del deja vu. Sí, las canciones, los olores y el vuelo de los cuervos traen consigo sus ráfagas de nostalgia, pero la llegada del viento es siempre un viaje al pasado sin igual, una constancia del Eterno Retorno. El movimiento de traslación del planeta nos trae de regreso a un Octubre ventoso, y es que sólo en Octubre se puede ver un cielo así, de insoportable claridad. Los vientos de Santana soplan con furia. La nitidez el Mar y el cielo es total. Puedes ver los contornos de las piedras en las islas y los edificios de San Diego lucen en la lejanía sin pizca de bruma que los oculte. Lunes de paz mentirosa. La quietud de este día asusta. Anoche una balacera más, con saldo de tres muertos. Comer mariscos en Tijuana puede ser una actividad de alto riesgo. Y es que un sitio que lleva por nombre Negro Durazo arrastra el karma desde el bautizo.



Edificios a medio construir infestan la carretera. Millones y millones invertidos en una orgía inmobiliaria, en la promesa de un paraíso costero con una vista al Mar vendida a precio de diamante que hoy ya nadie quiere comprar. Del Oasis Resort, palacio kitch de la narco opulencia de los 80, no quedó piedra sobre piedra. A su alrededor empezaron a brotar como hongos condominios de lujo, conjuntos habitacionales y suites destinadas a gringos aburridos, urgidos de gastar su dinero en el tercer mundo. Pero de unas semanas para acá sólo veo torres fantasmagóricas que empiezan a eternizarse como obra negra. Ya no veo albañiles ni movimiento y sí en cambio letreros de urgente remate o cómodo arrendamiento. La carretera escénica se transforma poco a poco en un bulevar de los sueños rotos, en una historia de lo que pudo haber sido, en un corredor fantasma donde sólo se escucha la furia del Pacífico retumbar frente a las decenas de casas abandonadas en San Antonio del Mar.