Eterno Retorno

Thursday, May 01, 2008

Mucho que contar. Escribo desde un café del centro histórico de Morelia Michoacán. Este día hemos ido a Pátzcuaro, a Janitzio a Quiroga y a todos los pueblos del lago. Llegué a Guadalajara desde el 26 de abril y tras pasear por Chapala, Ajijic y Tequila, Carol y yo hemos venido a parar a tierras michoacanas. Ya platicaré más, pues no es lo ideal pasar las vacaciones frente a una pantalla. Ahí les dejo el libro que me ha acompañado este viaje.


El traje del muerto
Joe Hill
Suma de letras
Por Daniel Salinas Basave

A veces, pero sólo a veces, la chatarra puede ser adictiva y el Hollywood más descarado acaba por resultar de lo más disfrutable.
Hay libros de esos que se venden en aeropuertos y se leen en aviones que acaban por ponerle sabor (o en este caso debería decir un poco de angustia) al viaje.
En mis manos está un best seller que ostenta su comercialidad con total desparpajo, un libro de esos que además de vender cientos de miles de ejemplares, podemos apostar triple contra sencillo a que mucho más temprano que tarde estará en el cine.
Regalar un libro al azar puede ser una apuesta arriesgada. Lo mejor de esta clase de regalos, es que damos con libros que acaso nunca hubiéramos comprado por iniciativa propia. Confieso resistencias y prejuicios hacia esta clase de ejemplares, pero en esta ocasión mis prejuicios se fueron por las tuberías y no me queda más que admitir el disfrute total de este Traje del muerto, libro que recibí como regalo de cumpleaños de parte de mi buen amigo Octavio García.
De entrada, empecemos por aclarar que el título de la edición en español, como sucede a menudo con Hollywood, nada tiene que ver con el título real.
Si la traducción hubiera sido literal, este libro se llamaría Caja cardioforme, como aquella canción del último disco de Nirvana, pero los editores no dudan en hacer pedazos cualquier título en nombre de las ventas.
En segundo lugar vale la pena aclarar que el autor Joe Hill, tiene a bien usar un seudónimo para evitar el nepotismo literario y demostrar que vale por sí mismo. Pues resulta que Hill en realidad se apellida King y su papá se llama Stephen y es nada menos y nada más que el maestro del terror comercial. Hijo de tigre pintito.Todo empieza cuando Jude, un excéntrico y viejo heavy metalero de 54 años, compra en una subasta cibernética el traje de un fantasma. Lo imagino como un Alice Cooper o un Ozzy Osbourne si su ridícula familia. Por puro aburrimiento Jude suele coleccionar objetos macabros de la más diversa calaña y sin pensarlo demasiado compra el viejo traje de abuelo que ni siquiera piensa usar. Todo esto ocurre sin demasiados preámbulos. No llevamos ni cinco páginas del libro cuando el traje ya está a las puertas de la casa de Jude y el fantasma. Que por supuesto va incluido en el paquete sin costo adicional, no se hace mucho del rogar. Apenas entra el traje a casa cuando el fantasma empieza a hacer de las suyas. Lo lógico hubiera sido un poco más de suspenso, un ritmo más pausado, más lento, pero el personaje principal del libro dice “presente” muy pronto. He ahí la maestría del narrador, que se las arregla para cumplir a cabalidad su tarea que es la de mantener el suspenso y la angustia en forma permanente. Mientras los demonios caducan, los fantasmas ven subir sus bonos como la espuma. Tarde o temprano los muertos nos alcanzarán. El fantasma es un viejo hipnotizador sureño cuyos ojos están tachados con garabatos. Un fantasma capaz de generar angustia, psicosis e intranquilidad permanente. Un fantasma que aunque conduce una vieja troca campesina y resulta por momentos demasiado hollywoodesco, es capaz de colarse en las pesadillas del lector. Tal vez no tendrá la alcurnia del espectro del padre de Hamlet, pero acaba por resultar creíble. Vaya, la verdad es que a este fantasma no se le toma a broma y si el cometido de una novela de terror es lograr que uno se sienta intranquilo al apagar la luz tras estar leyendo en la madrugada, la vedad es que este libro lo consigue plenamente.