Eterno Retorno

Friday, April 04, 2008

El viernes huele, el viernes sabe, el viernes se infiltra en los poros y en las venas. El tráfico enloquece, los coductores se tornan infernales, los cartones de cerveza empiezan a circular desde el medio día. Yo trato infructuosamente de resolver el trabajo atrasado de la semana, lo que dejé para el último, columnas, trabajos semanales y el tiempo nunca alcanza, las horas se devalúan más rápido que la moneda, tundo las teclas a mil por hora, escucho el concierto de Megadteh en Buenos Aires, la vida se va con la semana. Las notas se acumulan, la sobredosis de información atiborra mi escritorio. Son las 21:00, es viernes, estoy en la redacción, la vida corre, el tiempo se va en cámara rápida hacia ninguna parte, el mito del Eterno Retorno semanal se consuma una vez más.

Delicioso suicidio en grupo
Arto Paasilina
Anagrama

Por Daniel Salinas Basave
dsalinas@frontera.info

El peor enemigo de los finlandeses son ellos mismos. Por cada homicidio que se comete en ese apacible país, se cometen cinco suicidios. La oscuridad invernal, la apatía sin fin, la melancolía flotando sobre los lagos, suelen las armas más mortíferas a la hora de contabilizar actas de defunción.
El suicidio, en efecto, es un asunto grave en Finlandia, uno de los países con mejor nivel de vida del mundo y cuya pujante economía es la envidia de cualquier país tercermundista.
Casi todo suicida se azota. Para el suicida la vida suele pesar mucho y una vida pesada es una vida que, en el fondo, se toma demasiado en serio. Pregúntenle ustedes a los emos, tan de moda en estas últimas semanas. Pero cuando un soplo de levedad acaricia la vida del suicida y el duende del humor conjura el azotaje, el acto de matarse uno mismo acaba por perder su dimensión trágica y romántica, quedando desnudo en su absurda comicidad.
El autor finlandés Arto Paasilinna (no, no es plastilina) pone el dedo en la llaga al escribir una novela sobre la vocación suicida de sus compatriotas. Lo interesante es que la novela de Paasilinna no es absoluto trágica o azotada. Podría decirse, pecando de simplista, que es una sátira, una divertida fábula sobre el gran deporte nacional finlandés.
No es una burla al suicidio ni tampoco se puede decir que sea un manual moralista de autoayuda para repetir como mantra que la vida es bonita, pero lo cierto es que la gran moraleja de este libro, es que no vale la pena quitarse la vida.
Todo comienza en la Noche de San Juan, que en Finlandia por cierto se celebra con la luz del día, cuando Onni Rellonen decide colgarse en un granero abandonado en el bosque. Pero cuál será su sorpresa al encontrar ahí al coronel Kemppainen, intentando quitarse la vida en el mismo lugar. Sorprendidos por su común propósito, ambos se ponen a conversar sobre los motivos que los llevaron a tomar esa decisión y caen en la cuenta de estar rodeados de un gran número de candidatos a quitarse la vida. Es entonces cuando deciden crear un club de suicidas. A medio camino entre el humor negro, el teatro del absurdo y la fábula, Delicioso suicidio en grupo acaba por ser, sin tomarse demasiado en serio, una declaración a favor de la vida.
No se puede decir que sean muchos los autores finlandeses que se lean por estos rumbos y la verdad de las cosas, los estantes de las librerías tijuanenses no suelen estar atiborrados de libros de escritores procedentes de ese gélido país. Leer a Paasilinna ha sido una grata sorpresa. Si las pilas andan bajas, en vez de tirar el dinero en un libro de auto ayuda, mejor sumérjase en las páginas de este sui generis narrador.

Thursday, April 03, 2008

Conforme crezco adopto costumbres campesinas o si lo quieren, vuelvo a ser el que era de niño. Un ser totalmente diurno. Pese a cierta vocación oscura en algunos tópicos de la existencia, debo admitir que me gusta mucho más el día que la noche. Mi hora más energética y creativa es la mañana y por las noches suelo funcionar con piloto automático.

Durante mucho tiempo me acosté temprano me dijo Proust. De niño solía dormirme temprano y despertar al amanecer. Luego llegó la adolescencia y su inherente desorden con sus respectivas noches crapularias. Los noventas fue la historia de miles de madrugadas ofrendadas en altares de sacrificios a Dionisio. Sin embargo, ahora que soy todo un adulto, caigo en la cuenta de lo mucho que disfruto levantándome temprano y acostándome antes de la media noche. Los primeros días de abril tenemos los amaneceres más tempraneros del año, mismos que a partir del domingo cambiaremos por anocheceres tardíos. A las 5:15 a.m ya tenemos rayos de Sol en la ventana y yo, cual gallo de pueblo, despierto con el Sol. En las últimas semanas he despertado a las 5:30 o antes. Si me dormí antes de las 11:00, cosa que hago a menudo, el sueño es de lo más reparador y a las 5:30 estoy como nuevo. Desvelarme ya nunca me cae bien. Irse a dormir de madrugada cada vez se paga más caro y al tipo de cambio actual pago una factura cada vez más alta. Aunque quiera, aunque me esfuerce, aunque tenga todo el día a mi disposición para flojear entre las cobijas, me es imposible quedarme en la cama, pero eso sí, el costo de la desvelada se paga al contado.

Dado que no he pagado mis hipotecas para asegurarme un sitio en el paraíso no cuento con un dios a mi disposición, pero aún así, creo firmemente en eso de que al que madruga, Dios (exista o no) lo ayuda. A mí suele echarme una mano y cuando hay buen café de por medio, el amanecer se vuelve hedonismo puro.

La consumación del ritual de moler el café y arrojarlo en la prensa francesa vuelve deseables mis amaneceres. Con la primera taza leo en la computadora los periódicos del día (el nuestro y los de la competencia) y posteriormente checo las agendas públicas. Después a correr por la carretera. La música retumba mejor al amanecer. Nada mejor que una rola con una dosis de agresividad extrema para iniciar el día Para las noches dejo el Doom, el Stoner, o las rolitas que dan pa abajo. Para la mañana puro Metal-Core o Power Metal. Hay bandas 100% diurnas y bandas 100% nocturnas. Por ejemplo, Tiamat y Opeth, como el whiskocho, son para la noche. Blind Guardian, Hammerfall, Accept, como el buen café, son para la mañana. Sonata Arctica, Dragonforce, Rhapsody son para el gimnasio, aunque Pantera y Exodus no caen nada mal para quemar calorías. Hay libros para leer en la calle y libros para leer en casa y rolitas para trabajar en los atardeceres de redacción. Ahora mismo me inspiro con The Blackening de Machine Head. Y ahora mismo ¿en qué carajos estaba? Ah sí, tengo que escribir la columna ¿Alguien tiene un buen chisme político que me sople?

Tuesday, April 01, 2008

Emos

La lista de personas, factores, vicios y fenómenos que tienen jodida a Tijuana es interminable. Si tuviera que enumerar todo lo que puede hacer desagradable la vida en nuestra ciudad e incide en su estancamiento y decadencia podría empezar por los baches, los sinaloenses, los policías, la pésima planeación urbana, los taxistas y calafieros (y todo el transporte público en general) los políticos arribistas, los empresarios codiciosos, las inmobiliarias usureras como Urbi y Geo, la topografía accidentada, los vientos de Santa Ana, nuestra absoluta falta de solidaridad, nuestra nula visión de futuro, los drogadictos, los pochos, nuestra proverbial ignorancia, los panistas, los priistas, los culturosos, los ramistas, los hankistas, los tecatos que se te cruzan en la Internacional, las gasolineras que te cargan naftaleno, la caseta de cobro de la carretera escénica, los editorialistas que se creen sabelotodo, la recolección de basura. La lista podría extenderse a cien o a mil y sin embargo no creo que entre esas mil cosas que a mi juicio joden a Tijuana tuviera que anotar a los emos. Me puse a pensar detenidamente y a tratar de hacer memoria ¿Alguna vez un emo me ha hecho la vida difícil? ¿Alguna vez su presencia me ha motivado una honesta mentada de madre o una expresión de asco? ¿Qué chingados me han hecho a mí los emos? ¿Sería más bonita Tijuana si la limpiaran de emos? La verdad, si tuviera que limpiar algo de Tijuana, limpiaría unas mil cosas antes que a esos pobres pendejitos deprimidos.

El viernes 29 de marzo, como cualquier día en nuestra ciudad, más de una persona fue secuestrada en Tijuana (y varias decenas yacían y yacen sufriendo en las casas de seguridad) decenas de miles de automovilistas cayeron en un bache, varios cientos de armas entraron por Aduana como bolsitas de dulces, más de un funcionario hizo alguna tranza, los policías extorsionaron a decenas de turistas, algún negocio quebró golpeado por la crisis, muchísimos migrantes fueron deportados, cientos de dosis de crystal y heroína fueron vendidas mientras en el interior de miles de hogares se vivían infiernitos proletarios de violencia intrafamiliar y alcoholismo en tanto alguna fábrica recortaba empleados. Sin embargo, nuestra solidaria, combativa y participativa juventud rebelde decidió que ese viernes 29 de marzo se precisaba unir sus esfuerzos en una cruzada urgente e impostergable para el progreso de nuestra ciudad, una cruzada que requería todo el apoyo y la solidaridad para llevarla a buen término. Una cruzada contra los pobres emos.

Para nuestra contestataria y auténtica juventud militante de eso que más de un sociólogo imbécil ha llamado tribus urbanas, era de vital importancia organizarse para madrear a pendejitos catorceañeros flacuchos, deprimidos y con graves confusiones sexuales, que hasta donde tengo entendido, no le hacen daño a nadie. A mí al menos no me lo han hecho.

Que los emos son unos pobres pendejos pretenciosos, estoy totalmente de acuerdo. Tan pendejos y pretenciosos como la mayoría de los punks-jóticos y tan pendejos y pretenciosos como suele ser casi cualquier adolescente. Todo teenager busca llamar la atención a su manera. Esto de la guerra tribal no es nada nuevo por cierto. Hablaré como un viejo (soy después de todo un viejo heavymetalero) pero en “mis tiempos” también había este tipo de madrizas absurdas. Recuerdo que cuando viví en el DF, allá por 1989, 1990, eran célebres las madrizas entre punks y metaleros afuera del LUCC (La última carcajada de la cumbancha) Los punkies, siempre afectados por sus complejos de anarcoterroristas, seguido convocaban a boicots contra tocadas metaleras que consideraban comerciales. Aún recuerdo el boicot contra Napalm Death en 1991 en Pantitlán bajo el argumento de que era una banda vendida al capitalismo, por no hablar de los boicots contra Exploited y GBH quesque por fascistas (los punketos chilangos suelen ver nazis hasta en las tetas de sus madres) A ese tipo de madrizas babosas se refiere la rola Divisiones Absurdas de Atoxxxico (Yo necesito de tí, tanto como tu de mí, dejémonos de pendejadas basta ya de agredir)

En “mis tiempos” (dale con tus tiempos pinche anciano) llegó un momento en que la agarré contra los glamm rockeros a los que detestaba por posers con sus camisitas mariconas de Motley Crue y Poison, mientras yo me consideraba un auténtico thrashero por escuchar Slayer, Nuclear Assault y Over Kill. Hoy en día me doy cuenta que disfruto por igual todo el Metal y aunque lo mío es la vena clásica Maiden-Priest-Sabbath, soy tan feliz escuchando a Darkthrone y a Impaled Nazarene que a Tesla o a Skid Row (lo único que jamás he tolerado ni toleraré es al nü metal marca korn y basuras similares)

Lo mío es, ha sido y será el Metal y aunque no me siento identificado con punks y jóticos, la verdad es que disfruto inmensamente escuchando a bandas de hard core punk como Black Flag o Discharge, lo mismo que a Bauhaus o a Joy Division. Y aunque me queda claro que hay estilos musicales y subculturas que detesto y me generan un asco inmenso como el rap, el hip hop y el reaggeton, no perdería mi tiempo ni dedicaría mis esfuerzos en organizar una madriza contra quienes gustan de esas mierdas. Por fortuna mi iPod va siempre conmigo y cuando en el ambiente escucho algo parecido al rap, inmediatamente me pongo mis audífonos y asunto arreglado. Basta con no oír la mierda para no contaminarse.


Lo que me sorprende es el bajísimo nivel del debate juvenil y lo cortos de miras que resultan ser los que organizan las cruzadas anti emo. Yo supondría que esta adolescencia, con acceso ilimitado a internet tendría otra mentalidad un poco más tolerante a la diversidad, pero veo que son más imbéciles y cerrados de mente que un cura de pueblo.

No se si lo de los emos se identifique únicamente con la música, la moda o si su homosexualismo suicida sea algo así como una doctrina. En cualquier caso no me hacen ningún daño y aunque considero patético cortarte las venas mientras escuchas a maricones como HIM o my chemical romance, cada quien es libre de cortar sus venas como mejor le plazca. Yo lo único que puedo recomendar a esos deprimiditos tan confundidos es que escuchen a todo volumen un buen disco de Motörhead o de Iron Maiden y les aseguro que todas sus confusiones musicales, sexuales y existenciales se irán al carajo y descubrirán el camino de la verdad. A los punkies-jóticos y cholos que convocan a las madrizas, les sugiero que empiecen por madrear primero a sus padres golpeadores, a sus patrones explotadores (bueno, si es que alguno de ellos por casualidad trabaja que no creo) al policía que muerde en la esquina de su colonia, al puerco que tira basura en la calle o daña animales. A ver ¿Por qué no convocan a una madriza contra los puchadores de crystal? ¿O a una madriza contra los grafiteros?
Si tienen tanta energía y capacidad de convocatoria para limpiar Tijuana, yo puedo darles una mil sugerencias más productivas y útiles que romperle la madre a un emo.

Por lo demás, en nueve años de existencia que tiene el periódico donde trabajo, nunca jamás nuestra nota principal había sido un conflicto tribal urbano, así que al menos les agradezco que nos hayan dado tema para cambiarle un poco al color de la portada.