Eterno Retorno

Thursday, September 11, 2008

De madrugada a bordo del trolley sandieguino regresando del concierto de Mötorhead, me sumergí en la lectura de El arte y La Muerte de Antonin Artaud. Hay momentos de la vida (y las horas de la madrugada suelen ser momentos idóneos) en que una lectura toca fibras alucinantes y una sola frase puede tener el carácter de una revelación. A la luz del día y frente al entorno del mundo ordinario, a veces las palabras pierden parte de su hechizo, pero cuando son leídas en el momento preciso, pueden iluminar o hacernos descender a los Infiernos.


¿Quién, en el seno de ciertas angustias, en el fondo de algunos sueños, no conoció la muerte como una sensación destructora y maravillosa con la que nada puede compararse en el orden del espíritu?

...y esa larga ruta lisa donde se pasea su alma como un péndulo, y donde yo leería en verdad el porvenir de mi Muerte.

Los ríos más profundos nacen desde el volcán. Algunos sospechan el paso de su lava caliente: otros las contemplan a la distancia o la cercanía; otros descienden a la serpiente de fuego.

...y ese ojo, esa mirada sobre mi mismo, esa única mirada dolorida que es mi existencia, usted la magnifica y hace que se vuelva sobre si misma y he aquí que un brote luminoso provoca delicias sin sombras y me reanima como un vino misterioso.

A. Artaud. El arte y la Muerte


Ya que estamos en el tema: ¿Les conté que de niño conocí a una viejecita que tenía la máscara mortuoria de Amado Nervo en su casa? ¿No se los conté? Bueno, pues eso es otra historia.

El fuego se encargo de compartir los silencios.

Dice un Hamlet petulante: Si Dios ha muerto, sólo quedan en su lugar el Demonio y el Ángel. Yo soy ambos ¿Quién eres tú?



Imposible escapar

Sigo soñando, pero anoche no soñé con volcanes. A veces, muy a menudo en realidad, sueño con rolas. Las canto, las toco y hasta les invento letras que no tienen. La rola del sueño de anoche fue Child in Time de Deep Purple. Mi superstición dice que aquella rola con la que sueñas es la primera que debes escuchar en el día, así que iniciamos la mañana con el Púrpura Profundo cuando los primeros rayos apenas iluminaban el Pacífico. La canción que abre el día acaba por definirlo, aunque esta mañana Gates of Babylon de Rainbow en versión de Yngwie Malmsteen sonó particularmente alucinante. Confieso que no he parado de escucharla.


En los sueños más relajantes, reparadores y profundos que tengo, siempre aparece el elemento Agua. Cuando duermo más deliciosamente, lo cual por desgracia es atípico en mí, siempre sueño con mares o lagos. En esos sueños invariablemente estoy dentro del agua, nadando o buceando. Hay una sensación de plenitud, de comunión, de entrega.


Gorgoroth

Por cortesía y amor al arte decidí hacer una reseña de la tocada de Gorgoroth en Tijuana. Sin duda somos el único medio de la región que tiene la pluralidad y la apertura para reseñar tocadas black metal.

Lo siento por sus devotos fanáticos, a veces tan devotos e intolerantes como un testigo de jehová, pero me cuesta trabajo no burlarme a veces de black metal. Con sus clichés extremos, el subgénero le da demasiadas armas a los detractores del Metal para criticarnos. Yo trato de hacerle ver a la gente que black metal es sólo un subgénero, una parte muy pequeña de ese enorme, vasto y virtuoso universo llamado Metal. Cierto, hay discos de black metal, muy pocos, que llevo tatuados en el alma, himnos capaces de hacerme descender al Averno, pero la realidad es que la gran mayoría del black es prescindible, repetitivo y monótono. Gorgoroth jamás me ha maravillado y la considero una banda de regular para abajo. Si al menos hubieran traído la parafernalia de mujeres crucificadas y cabezas de chivo que les costó el juicio penal en Cracovia. Al final, el teatro y la pose de malo se impone sobre la total ausencia de virtuosismo musical. Tal vez influyó el hecho de haber visto 48 horas antes a una Banda con Mayúsculas, a un Monstruo Sagrado digno de mi total admiración y respeto como Mötorhead. Luego de ver un concierto de Mötorhead, Gorogorth me parece tan ridículo, tan posado, tan falso. Yo se, no son tan ridículos, ni tan vedettes como Cradle of Filth y Dimmu Borgir. Tal vez haya una dosis de sinceridad en su maldad, pero si de agresividad y actitud se trata, me parecen infinitamente más agresivos los primeros discos de Sodom, Kreator, Slayer o Exodus. El Thrash me parece mucho más honesto y auténticamente agresivo que el black.

Aún así, confieso que me divertí mucho, aunque alterné la cerveza con cafés helados de Monster, pues a las 3:30 de la madrugada debía hacer un enlace con una radiodifusora de Buenos Aires para hablar sobre el fenómeno de la metanfetamina en la frontera mexicana. Despierto, lúcido y coherente, envié mi voz rumbo a la ciudad en donde más deseo estar en el mundo.


Por Daniel Salinas Basave
dsalinas@frontera.info

Las puertas del Infierno quedaron abiertas de par en par y el espíritu de la maldad descendió hasta la noche tijuanense.
Desde la helada y mítica ciudad de Bergen, Noruega, antigua capital del reino en la Edad Media antes que Oslo concentrara los poderes, Gorgoroth vino a vomitar su blasfemo black metal sobre la Avenida Revolución.
Más célebres por sus líos penales que por su virtuosismo musical, la banda encabezada por Gaal y King of Hell dio en Tijuana uno de los dos únicos conciertos que ofreció en el País y en América en este año, ante unas 200 almas oscuras, prófugas de algún infierno individual.
Luego de haber ganado un pleito legal por los derechos del nombre de la banda a su fundador y tras grabar su último disco Ad Majorem Sathanas Gloriam, Gorgoroth llegó a Tijuana por segunda vez en su historia; la primera había sido en noviembre de 2005.
Tal vez no son grandes músicos ni se preocupan demasiado por la calidad del sonido, aunque los noruegos han dejado en evidencia que sus maquillistas tardan varias horas en lograr dar a sus rostros esa expresión de muertos vivientes.
Carving a Giant, Wound upon Wound, Possessed by Satan, God Seed, Forces of Satan Storm, Incipit Satan fueron algunas de las canciones desparramadas con absoluto odio y frialdad, sin diálogo alguno con el público, sin el más mínimo saludo, sin permitirse nada parecido a una sonrisa en apenas 50 minutos de ruido, sin posibilidad de “encore”.
Ellos se sienten malos, muy malos y no se conforman con que más de la mitad de sus canciones lleven en el título la palabra “Satan”, sino que intentan dar toda la apariencia de demonios arrojados del averno, aunque con el calor de la noche el maquillaje derretido los acabe por hacer lucir como payasitos teporochos.