Eterno Retorno

Friday, May 16, 2008

Qué carajos pasa por la mente de un hombre segundos antes de arrancarse la cabeza? Quiénes son los demonios que habitan su alma y le hablan al oído? Una mañana soleada de mayo, mientras tú andas de aquí para allá trabajando, un hombre se prepara para decapitarse. No fue un suicidio fresa, de esos de emo deprimido o de morrita despechada que se hacen una cortadita ridícula en el brazo mientras toman valium en la tina y esperan que venga su mamá a salvarlos. Este hombre se arrancó la cabeza de tajo. Las fotos que tomó mi colega Omar Martínez (y que ningún periódico serio publicará nunca) son escalofriantes. Imagino una película de terror, algo demoníaco. Qué torturaba a este hombre? Kurt Wallander, ven a Tijuana e investiga lo que pasó por la cabeza de Florencio antes de ser arrancada.



Se autodecapita en la Chapultepec

Florencio Ibarra amarró su cabeza a un poste, subió a su camioneta y aceleró

Por Luis Gerardo Andrade
landrade@frontera.info

Un hombre se quitó la vida autodecapitándose: Colocó un lazo a su cuello, el cual amarró a un poste, se subió a un automóvil para después acelerar, y su cabeza cayó hacia el asiento trasero. Personas que se encontraban en el lugar manifestaron que alrededor de las 10:00 horas de ayer observaron cómo un automóvil Blazer color blanco con placas 4POC969, de California, se impactó contra árboles del camellón que divide la avenida Del Bosque en el fraccionamiento Chapultepec Novena Sección.
El vehículo se detuvo cuando chocó contra una casa; empleados de la construcción que se encontraban a un lado corrieron al carro para auxiliar al conductor, ya que pensaban que se trataba de un accidente automovilístico.
Sin embargo se llevaron la sorpresa de su vida, pues el cuerpo no tenía cabeza, ésta se encontraba en el asiento de atrás del automóvil; fue entonces que dieron aviso a las autoridades.
“Primero escuchamos cómo el carro se estrelló contra los árboles, quisimos ayudarle, pues creíamos que se trataba de un choque; nosotros no vimos cuándo se amarró, sólo vimos ya el cuerpo adentro del carro”, dijo uno de los albañiles.
Agentes de la Policía Municipal y del Ministerio Publico, informaron que las primeras averiguaciones indican que el difunto, quien fue identificado como Florencio Ibarra Vázquez, de 30 años, amarró una soga de poliéster a un poste de electricidad.
El otro extremo se lo amarró a su cuello, se subió a su automóvil y aceleró, provocando que la soga le cortara la cabeza; vecinos de la zona manifestaron que desconocían si vivía por esa parte de la ciudad.



Espejos
Una historia casi universal
Eduardo Galeano
Siglo XXI

Por Daniel Salinas Basave

El izquierdismo de Eduardo Galeano es tan barroco, tan extremadamente cursi, que acaba por resultar tierno, pero esta prosa lo justifica todo, hasta la cursilería socialista. Vayamos al punto sin rodeos: Este tipo escribe endemoniadamente bien. Galeano es de esos casos en donde la lectura se vuelve un agasajo por el puro disfrute del estilo. No es un libro de poesía, pero se lee con el deleite y el ánimo dedicado al poema favorito. Cierto es que Galeano es quien inspiró el libro del “Manual del perfecto idiota latinoamericano” (según lo confiesa el propio Álvaro Vargas Llosa en la introducción) y si viviera en México sin duda sería un seguidor aferrado de Andrés Manuel López Obrador y se mostraría tan cerrado de mente e intolerante como la marca perredista exige. Pero a alguien que escribe así de bien puede perdonársele que sea un testaferro de Fidel Castro y que sin duda apoye a Hugo Chávez, a los bolivarianos y a las FARC. Me gustan los libros de Eduardo Galeano, qué le vamos a hacer. Su obra “Futbol a Sol y sombra” es sin duda la mejor pieza de literatura futbolera que ha caído en mis manos y jamás me canso de leerlo. Su trilogía “Memoria del fuego” es de esas obras que jamás se van del buró y son releídas compulsivamente cada cierto tiempo. Ahora cae en mis manos, recién salido del horno, “Espejos. Una historia casi universal”. Es un librazo. No hacen falta más palabras. “Espejos” es una continuación o más bien dicho una ampliación de “Memoria del Fuego”. La diferencia es que mientras la trilogía se concentra en la historia de América, esta nueva obra se abre al mundo entero. Apostando a un simplismo extremo, podríamos decir que estamos ante un libro de historia, aunque a manera de advertencia sería justo y necesario pedirle a los historiógrafos que mejor se abstengan, pues aquí no hay fuentes documentales ni citas bibliográficas ni metodología de la investigación ni ninguno de esos aburridos demonios que tanto fascinan a los académicos. Esta historia del hombre es contada a manera de fábula, casi coqueteando con el aforismo o la parábola, aunque con esa ironía tan sabrosa que es la marca de la casa de Galeano. Eso sí, prepárense para leer la historia de los oprimidos y los opresores, de los negros y los blancos, de los esclavos y los amos. Es, según Galeano, la historia humana contada desde el punto de vista de los que no salen en la foto. Vaya, digamos que sería la historia de la humanidad vista desde la óptica de la lucha de clases marxista, pero mientras Marx duerme hasta a los que padecen de insomnio, Galeano se encarga de ponerle una pasión de poeta a su relato e irremediablemente acaba por hechizar al lector que se sumerge en sus páginas. Aunque más o menos se sigue un orden cronológico que va desde la era cavernaria hasta Bush en Irak y el calentamiento global, lo cierto es que este libro bien puede disfrutarse en desorden. Son 600 historias cuya extensión no supera jamás la media página y van desde la fundación del machismo y la esclavitud, hasta la guerra mentirosa contra Hussein y el triunfo de Evo Morales en Bolivia. Puede usted estar o no de acuerdo con la visión del mundo de Galeano, pero cuesta trabajo creer que haya alguien que no lo disfrute como prosista. Se supone que es un narrador, pero yo lo considero uno de mis poetas favoritos.