Eterno Retorno

Wednesday, March 12, 2008

Naufragar de un libro a otro, de un sueño alucinante a la duermevela, del intento siempre infructuoso por capturar pensamientos prófugos, ideas fugaces, iluminaciones condenadas a muerte antes de nacer.


Nunca hemos sido afectos a los gatos, pero Carolina ha recogido una gatita de la calle y desde hace un par de días habita en nuestro patio. Si Morris, enemigo mortal de los felinos, hubiera contemplado semejante agravio, hubiéramos sido testigos de una dramática escena de celos. Cuesta trabajo creer que podamos algún día encariñarnos con un gato, pero nos partía el alma dejarla morir de hambre en la calle. Por lo demás, la gata es bonita y por sus afanes cariñosos, sospecho que habitó en alguna casa donde fue consentida. ¿La bautizaremos como la Gata Fernández?

Sí, ya se que compro más revistas de las que puedo leer, que en cada rincón de la casa hay desparramadas toneladas de letras impresas que tardaría una vida en poder deglutir, pero no está en mis manos combatir semejante adicción. Las revistas de Historia simplemente no las perdono y casi todas las leo de cabo a rabo. De vez en cuando compro revistas de Metal y una que otra vez publicaciones polacas tipo Proceso y Milenio. De vez en cuando compro también revistas de viajes. En promedio adquiero un par de revistas por semana y ni por equivocación me da por tirarlas a la basura, por lo que ya se imaginan el tamaño de la colección.


Si me conoces un poquito, debes saber que estoy feliz por el triunfo 3-2 de mis TIGRES en el Clásico contra las putas rayas de mierda. Claro, no ha faltado quien me diga que fue un triunfo ilegítimo, que se lo debemos al árbitro. ¿Y sabes una cosa? Eso es precisamente lo que me da más gusto. Por supuesto que fueron goles legítimos los de las rayas, lo admito, y eso me pone más contento aún, pues incrementa el sufrimiento y la impotencia de los jugadores y aficionados de esa bazofia de equipo. El dolor y el coraje de la derrota de esos putos es mucho mayor al ver como mi buen Paul Delgadillo les anula sus golecillos. De cualquier forma mis TIGRES fueron superiores y en los clásicos tronamos nuestros chicharrones. El árbitro es un imponderable, un riesgo, que puede jugar a tu favor y en tu contra. Hoy jugó a nuestro favor. A ritmo de Lordi, les canto a las putas rayas: Who´s your dady, say bitch who´s your dady, who puts you in your place. ARRIBA LOS TIGRES.


Me valen un carajo las motivaciones que pueda tener la gente para acudir a los gimnasios. Que si van a socializar o a enseñar nalga es cosa que me tiene sin cuidado. Lo único que se es que el ejercicio puede llegar a ser profundamente adictivo una vez que empiezas entrar en ritmo y pones el corazón al punto.
La mejor forma de mirar un partido de futbol es quemando cientos de calorías en la caminadora o en la elíptica. Hasta acabas por sentir que estás jugando. Así vi hace unos días el Madrid vs Roma (y celebré en grande el triunfo de la Loba y la eliminación de los pijos falangistas) y así vi hoy el Everton vs Fiorentina. El iPod es mi mejor aliado en las rutinas cardiovasculares. Con el correr de los minutos, mi concentración en la música llega a ser total y la masacre calórica genera un nivel de abstracción propio de droga alucinante. Para el gimnasio me gusta escuchar bandas potentes con tendencia más punketa o rock and rollera. Lordi es excelente para hacer ejercicio. Que estos finlandeses parecen payasitos con sus disfraces, que su imagen tremendista pretende impresionar adolescentes (y jueces de Eurovisión) que son comerciales, sí, pero la verdad es que la música de estos lapones tan rock and rollera me recuerda por momentos a Motörhead y otro tanto a Chrome Division. Misfits me gusta mucho para el Gym. También Ramones, Clash. El hard rock tipo Scorpions o Tesla o hasta Skid Row hace buen matrimonio con los ejercicios cardiovasculares. El Doom, en cambio, es absolutamente anti gym


Los libros no leídos, los que alguna vez devoré a medias y dejé mordidos y olvidados, los que he leído cinco, seis o diez veces sin cansarme me sonríen desde ese bosque del caos que algún día se llamará estudio.