Eterno Retorno

Friday, January 04, 2008

Por Daniel Salinas Basave
dsalinas@frontera.info
danibasave@hotmail.com

Intimidad
Hanif Kureishi
Anagrama

Este libro duele y en serio. Corto, sencillito, sin mayores complejidades ni desafíos narrativos y sin embargo, es sal y limón en herida abierta. Imagínenlo como una pequeña y sencilla navajita capaz de tasajear el corazón. El título, igual de simple, refleja a la perfección la esencia del libro. Intimidad (Intimacy) un título ambiguo, que podría acaso decir muchas cosas, tomar demasiadas vertientes y aún así le viene como anillo al dedo. Valga la redundancia, pero es un libro desgarradoramente íntimo.
Visto por encimita, el tema podría parecer en extremo ordinario. Un cineasta de cuarenta y tantos años se dispone a abandonar a su mujer y a sus dos hijos. Su matrimonio se ha venido abajo, su cama está fría, la vida conyugal le resulta carcelaria y el señor decide marcharse. Nada extraordinario en el asunto. La historia de Kureishi sería la de una ruptura matrimonial cualquiera sin un solo factor que la haga especialmente cruel o desgarradora. Las 143 páginas, he de advertirlo, se limitan al monólogo interior del personaje principal quien deambulando en su departamento, medita en torno a la decisión que tomará. Sin embargo, es precisamente lo aparentemente común de la historia lo que la hace desgarradora. Es tan triste como escuchar Love Will Tear Us Apart de Joy Division en un domingo invernal. Aunque el néctar de la obra es ante todo un dilema moral, no hay moralismos de por medio. El narrador simplemente desnuda su alma y así la arroja a la calle. No necesita haber sangre u horror de por medio, pues la vida cotidiana puede estar llena de bestias como el desamor, el aburrimiento, los sueños rotos. Todo el libro lo leí en un vuelo nocturno de Monterrey a Tijuana y mi pluma casi agota la tinta de tanto subrayar párrafos, frases, ideas desoladoras.
Junto con Salman Rushdie, Hanif Kureishi es la voz literaria de la cultura indo-pakistaní en Londres. De origen pakistaní, aunque inglés de nacimiento, Kureishi es célebre por su novela “El Buda de los suburbios”, título que hasta el mismísimo David Bowie le pidió prestado para nombrar su nuevo álbum.
El Buda es un libro al que más de uno le ha colgado la engañosa medalla “de culto” y que entre broma y broma va desnudando la ridiculez de las ambiciones clasemedieras en el mundo occidental, los complejos de los inmigrantes, las angustias adolescentes y el insoportable snobismo del misticismo oriental.
Pero más allá de la vena satírica y el trauma que todo éxodo trae consigo, Kureishi va mucho más allá, cavando profundo en el alma de los personajes. Trascendiendo el factor cultural, Kureishi es el novelista de los dramas cotidianos adultos. La pluma de este narrador es pez en el agua cuando describe personajes al final de sus treintas o al principio de sus cuarentas enfrentados a sus demonios internos. Intimidad tal vez será considerada siempre como una obra menor o complementaria en el catálogo de Kureishi, aunque acaso ninguna iguale su contundencia y desolación.

Thursday, January 03, 2008

Todo sabe a vuelta estos días, aunque en teoría no nos hemos ido a ninguna parte. La agonía de un ser querido es sinónimo de ausencia. Durante los momentos críticos de la enfermedad de Morris entramos en otro estado físico y mental. En el caso de Carol llegó al extremo. Apenas dormía y se olvidaba de comer. Demasiados aspectos de nuestra vida cotidiana se borraron de nuestra cabeza. Los últimos días trabajé por compromiso, como autómata, con la cabeza a años luz de distancia de la política bajacaliforniana. Ahora, tras la muerte de Morris y el luto, parecemos reencontrarnos poco a poco con eso que se llama vida diaria. Hoy volví a la redacción tras cinco días de ausencia, pero me parece que hubieran pasado años. Pasamos varios días fuera de casa. Nos aterraba la idea de sentirnos demasiado solos en ella. La nostalgia y la tristeza nos iban a zarandear sin clemencia al estar ahí. Finalmente, tras días de autoexilio en Popotla retornamos. Dicen por ahí que la vida sigue.

Tuesday, January 01, 2008

El año de tripas corazón ha dado comienzo. El único propósito es sencillito: AGUANTE

La furia del viento de Santa Ana largó a la chingada al 2007 y con él se fue una época, una forma de vivir y amar la vida. No podemos pretender que la existencia seguirá siendo la misma. El año concluyó de la forma más triste posible. La muerte de Morris significa también la muerte de una parte de nuestras vidas. Absurdo siquiera intentar que todo siga su curso como si nada hubiera pasado. Una muerte anunciada, que no nos toma de sorpresa y que no por ello deja de ser desoladora. Este vacío no se parece a nada. Esta tristeza tiene un rostro propio y acaso pueda afirmar que es para nosotros un sentimiento desconocido.

Muy pocas veces lamentas la muerte de alguien a quien sabes que recordarás cada día del resto de tu existencia y a quien evocarás hasta el último día de tu vida. Vaya, sólo la muerte de tu pareja, de alguien de tu núcleo familiar o de un amigo íntimo puede ser equiparable. Con su muerte estás diciendo adiós a una forma de entender y vivir tu vida cotidiana. A partir de su ausencia, debes forzosamente recomponer tu forma de existir.

Aún así, su muerte deja dolorosas enseñanzas. La primera, es que en esta vida lo que más importa es lo en apariencia más sencillo, aquello que forma parte de tus rituales cotidianos.
La vida de un perrito me parece mucho más trascendente que esa colección de estupideces egocéntricas que según nosotros construyen nuestro camino. Los logros profesionales, los grandes placeres, tu patrimonio, todo eso queda muy chico. Puedes perder tu casa, destrozar tu carro, perder tu patrimonio y sin embargo sabes que eres capaz de recuperarlo, que ninguna catástrofe material es tan devastadora como para tirarte abajo. Sin embargo hemos perdido a alguien irrepetible, insustituible, un amigo que estuvo presente en todos y cada unos de los días de nuestra vida en común.
La vida diaria, el camino simple de cada mañana, esos miles y miles de días que por ordinarios creemos tirar al olvido, son los que te construyen y definen. Esos ritualitos sencillos, esa tarde cualquiera, esas infinitas horas que has olvidado. Eso es la vida y cuando alguien logra formar parte de esa intimidad y establecer contigo semejante puente de comunicación, no es fácil digerir su ausencia.


La gente dice que exageramos, que es excesiva importancia para una mascota. Pobres pendejos. Vayamos siendo honestos, carajo, pues en esta existencia son pocos los seres a los que llegas a amar de verdad y nadie ha dicho que deben ser necesariamente humanos. Tengo pocos, poquísimos seres queridos en esta vida y la muerte no suele afectarme en lo más mínimo. Mi núcleo familiar, algunos buenos amigos que he hecho a lo largo de la vida en diferentes ciudades y épocas, algunos familiares con los que tengo alguna comunicación especial, pero en cualquier caso son pocos. A diario convives y saludas a cientos de personas cuyos destinos te valen un soberano carajo. Perdón por la franqueza, pero salvo unos cuantos colegas (muy pocos) a los que aprecio sinceramente, el 90% de mis compañeros laborales a los que veo a diario podrían pasar a mejor vida y sólo me heredarían la hueva de dar el hipócrita pésame a sus familiares. Vaya, aún con los consanguíneos me sucede lo mismo. Salvo tus padres y hermanos, la mayoría de tus parientes son sólo un dato en tu árbol genealógico. Sí, hay algunos tíos y primos a los que quiero especialmente, con los que de alguna forma me siento muy unido, pero son minoría. Los demás son sólo nombres, datos. Incluso por el lado paterno ignoro cuántos primos y sobrinos tengo exactamente y desconozco hasta sus nombres. Cómo mierdas pretenden que pueda afectarme su muerte? Sólo porque tiene el estatus de familiar y humano? Quién carajos tiene el derecho a sugerirme a quién debo amar?

Propósitos 2008-

Propósitos de año nuevo? Morderme un huevo. Aguante, aguante y puro aguante. Quieres que sea optimista, que te desee un feliz 2008? La verdad no veo cómo. Vaya, no hace falta ser muy analítico para intuir que será un año de la chingada. La reforma fiscal ya es vigente en este momento, el capítulo agropecuario del TLC, la recesión histórica en Estados Unidos, la podredumbre de Baja California, las peroratas imbéciles de sus políticos. Aguante, resistencia. Esas son las palabras. Plantar cara, no dejarse caer. Aferrarse. Somos más fuertes que cualquier desgracia. Cierro el año escuchando punk hard core. Discharge, Ratos de Porao, Black Flag. Confrontar, sacar la lengua y mentarle la madre a la adversidad. Ayer fui a la playa a despedirme del 2007. El viento empezó a soplar con furia en la tarde y en la carretera zarandeaba el carro. Un Santa Ana feroz para llevarse a la chingada el año. Dije que hoy sería el día de la peor cruda para los mexicanos. Pues bien, no para mí. Estoy sobrio, dormí bien. A las 11:00 nos despedimos del 2007. Recibimos el 2008 de la mejor forma posible: Plácidamente dormidos. Hoy, aunque usted no lo crea, estoy de mejor ánimo. Que venga el cielo nublado, que vengan los tiempos sombríos. Aquí estoy para plantarles cara. No hay que quebrarse mucho la cabeza con propósitos. La receta para sentirse bien es bastante sencillita: Duerme bien y ten buen sexo. Es la receta perfecta para que muchas pendejadas y rencores se vayan de tu cabeza. Salucita en sobriedad.


Lo desparramado sobre moleskine en la playuca

Día último del año, cuarto del resto de nuestras vidas
La tristeza es la dueña de este invierno
El vacío llegó para quedarse
La niebla juega bromas pesadas y en regaderas espirales el Mar arroja caricias de su furia. El Sol desparrama lenguas de fuego en las olas, el brillo final, los últimos rayos sumergidos antes que caiga la noche.
El Sol se acerca al horizonte. El día, el año y acaso nuestras vidas dicen adiós, se acercan a su ocaso, a su noche eterna. Lo que amaste, lo que deseaste, todo lo que dejas atrás. Finitud, flagelo nuestro de cada día.

Nos hablaremos de tú con el vacío, nos regocijaremos en las caricias de la nada, dormiremos bajo el manto de tinieblas heladas y en nuestros sueños serás huésped eterno, llama de una vela iluminando nuestras náufragas vidas.

Errante en algún cielo andas tú, navegando el río por donde algún día nos cruzarás. Este Sol ya no te alumbra, este viento invernal no acaricia tu cuerpo, este aire frío no lo respiras más. Y sin embargo, de nuestros sueños no te has ido.