Eterno Retorno

Friday, February 16, 2007

Dostoievski

¿Es Fedor Dostoievski un personaje más de su propia obra? Después de leer esta biografía a uno le queda la impresión de que el autor de Crimen y Castigo construyó su propia existencia como si fuera una más de sus novelas.
Dicen que no existe un solo literato que no se refleje en sus personajes, pero creo que nunca antes me había topado con la vida de un escritor cuyas andanzas y personalidad estuvieran tan estrechamente ligadas a su obra.
Dostoievski aparece como un personaje de sí mismo, como un ser más dostoievskiano que el propio Raskólnikov.
El desarraigo ontológico, la espiritualidad mutante en carnalidad desenfrenada, el espíritu del rebelde en convivencia con el jugador empedernido.
Aquí están la pasión por las mujeres, la gloria, la miseria absoluta, el amor a la tierra rusa y la vocación de trotamundos, el nihilista en busca de Dios, el exiliado, el presidiario y al final, el autor de obras endiabladamente fascinantes
Los malsanos impulsos de novelista que suelen seducir a tantos biógrafos no hicieron presa del ruso Henri Troyat, aunque su biografiado podría hacer caer en tentación a cualquiera.
Quien apuesta por una biografía seria y metódica de Dostoievski, nos dice Troyat, se topa con que la vida del autor de Los hermanos Karamazov es una novela que se escribió sola. No hace falta inventar ni imaginar pasajes o historias que pudieron haber sido
Al contrario, Troyat nos confiesa que al bucear profundo en la vida de Dostoievski le quedó demasiado claro que debía incluso amortiguar para tratar de que su biografía no fuera acusada de plagio al resultar como una obra dostoievskiana más.
El biógrafo asegura que se ciñó al más estricto método de trabajo y que cada uno de los pasajes narrados en el libro es verdadero.
Vale la pena creerle a Troyat aunque nos cueste trabajo, pues pareciera sólo un novelista pudo escribir una biografía así.
Vaya, perdón por la odiosa comparación, pero esta biografía seria me gustó más que El maestro de Petersburgo, la novela sobre Dostoievski que escribió el Premio Nóbel sudafricano J.M. Coetezee.
Troyat es el biógrafo estrella de los personajes de la historia rusa. Su pluma ha buceado en las vidas de Iván El Terrible, Catalina La Grande, Nicolás I, Rasputín y Pedro El Grande entre otros, pero confieso que ninguna biografía había resultado tan desgarradora y tan en extremo sentimental como esta de Dostoievski. El biógrafo irremediablemente se enamoró de su biografiado.
Él mismo acepta que el único mérito de su biografía es su descarnada sinceridad y haber sido escrita con muchísimo amor.
Desde los orígenes del clan familiar en el poblado de Dostoievo en el Siglo XVI, una trágica y sangrienta anécdota protagonizada por la antepasada María Dostoievski la que abre la biografía de este personaje marcado por la tragedia y la pasión.
La militancia política, el exilio siberiano, los viajes por Europa, el presidio, los trabajos forzados se narran a detalle.
Pero hay por fortuna también extensos capítulos dedicados a la concepción de sus obras Crimen y castigo, El Jugador, Noches blancas y Memorias del subsuelo.
Si usted como yo se envició por alguno de sus libros, prepárese para encontrar al más descarnado personaje dostoievskiano: Fedor Dostoievski.

Thursday, February 15, 2007

Cinco Principios Draconianos Elementales

Todo es uno

El ouroboros o el dragón que muerde su propia cola muestra el eterno retorno y que el comienzo es el fin y el fin es el comienzo, en lo pequeño está lo grande y en lo grande está lo pequeño, el uno es el todo y el todo es el uno. Aquello que está arriba es como lo que está abajo.

Todo es fuerza

El universo es fuerza en diferentes formas. La fuerza es movimiento. La fuerza se revela mediante los siete rayos o niveles de vibraciones que representan los siete colores en el espectro. El Dragón es la fuerza y cuando el Dragón se manifiesta con siete cabezas representan los siete rayos.

Todo es posible

Todos los límites y limitaciones son ilusiones. Sólo las visiones y la fuerza del hombre crean límites. Seguir la propia verdadera voluntad es la única ley. El hombre puede volverse un creador de sí mismo.

Todo fluye

La realidad está constantemente cambiando. El orden es ilusión. Mediante el movimiento y la acción el hombre logra la vida y la fuerza para crear su vida. El estancamiento lleva a la ruina. Descansar en los brazos del Dragón es seguir la corriente de la fuerza.Todo existeNada existe. La realidad es una cuestión de energía y percepción. El nihilismo es una expresión que revela falta de energía. El sentido existe si la energía existe. Todo puede ser verdadero y volverse verdadero mediante un enfocamiento de la visión adecuada mediante la fuerza adecuada y la acción adecuada sobre la meta adecuada.

Wednesday, February 14, 2007

Los pordioseros y las putas son los seres más universales y absolutos que ha parido la historia humana. No hay época, lugar o cultura en donde no hayan estado representados. Supervivientes de esplendores y decadencias, prófugos de catástrofes bélicas y económicas, su mirada está siempre ahí, a lado del camino, para recordarnos lo mucho o poco de puta y pordiosero que hay en cada uno de nosotros. DSB


No importa cuantas dósis de nihilismo traiga uno en la cabeza. Tampoco el estar aferrado a la convicción de que el único futuro posible después de la muerte es un fiel cortejo de gusanos o un caja de cenizas condenada a arrumabse en el closet más viejo. Cuando se camina por un cementerio como el Montparnasse en una oscura mañana de lluvia, es imposible resistir la tentación de imaginar improbables diálogos entre los huespedes de las tumbas. ¿Con que pretexto iría el solitario Eugene Ionesco a saludar a sus alegres vecinos Carol Dunlop y Julio Cortazar? Con un poco de inspiración, la conversación se convertiría en cuestión de segundos en un interminable juego de palabras. Ya animados, tal vez se les ocurra caminar hasta el muro del cementerio y pasar a visitar a Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre, que acostumbrados como están a las visitas inoportunas, tendrán ya el vino sobre la mesa. Si la velada va tomando calor, no es descartable hasta al mismísimo Porfirio Díaz le de por salirse un rato de su mausoleo, aunque sea para ir a gritarles que lo dejen dormir o que si no están dispuestos a callarse, por lo menos le platiquen algo de Oaxaca. Ya entrada la noche, los alegres comensales verán entre las sombras una figura encorbada, vestida de negro, con mirada triste y meditabunda que acaso llegue a preguntarles si por casualidad no han visto por ahí a su amada Jean Duval o si entre esas lápidas no está oculto algún lector de Poe. El visitante les confiesa que está harto de vivir en una vieja tumba donde cual si fuera una burla del destino, su nombre está escrito enmedio del de su aborrecido padrastro y su amada madre, en la que no hay un solo monumento alusivo ni un solo verso escrito en la lápida. Sólo hasta que bebe la copa de vino que le ofrece Jean Paul y Julio rompe el hielo con algún aforismo, el extraño se presenta como Charles Baudelaire y afirma que ha sido incomprendido. Vuelve a guardar silencio. Cuando empieza sentirse el frío del amanecer y los invitados, ya algo ebrios, emprenden a sus tumbas, Charles acaso se dirija a los filósofos, al dramaturgo y al narrador y en un murmullo les diga: Sé siempre poeta, incluso en prosa. DSB

Lo poco por no decir lo único que le quedaba por presumir a la Operación Tijuana se ha ido por los suelos.
Sin peces gordos en sus redes, sin golpes fuertes al crimen organizado y sin poder siquiera inhibir las ejecuciones, lo único que les quedaba en las alforjas a los soldados y federales para defender la presencia del operativo era poder presumir que durante el 2007 no se había registrado un solo secuestro.
Por desgracia ya ni eso les queda para jactarse, pues los secuestros han vuelto a la ciudad.
La Secretaría de Seguridad Pública ya confirmó que el jueves por la tarde se cometieron dos plagios, uno de ellos en el bulevar Agua Caliente frente al Toreo de Tijuana a plena luz del día contra un empresario del ramo automotriz. El otro se cometió en El Florido
Eso es únicamente lo que se ha confirmado. Existen versiones extraoficiales de empresarios que hablan de cinco plagios cometidos desde que llegó el operativo, versiones que por desgracia son muy creíbles.
Tal parece que la delincuencia organizada ya le perdió el respeto a los militares. Aún queriendo ver el vaso medio lleno y tratando de ponerle mucho optimismo al asunto, una cifra roja de 29 homicidios y cinco secuestros en lo que va del 2007 en una ciudad que en teoría es vigilada las 24 horas del día por policías federales y soldados habla de un fracaso de la Operación Tijuana.
Los soldados no asustan a nadie y la percepción ciudadana es que sólo se dedican a estorbar y a causar congestionamientos viales con burocráticos retenes mientras los secuestradores hacen de las suyas a plena luz del día.
Las cámaras por cierto hacen su trabajo y aunque no han sido capaces de registrar un solo plagio, son muy buenas para captar las placas de su automóvil y el mío y sorprendernos a usted y a mí con tremenda multa.

Otra ficción austeriana con cuerpo de muñeca rusa perdida en las calles de
la Gran Manzana. Una, dos, tres historias, una adentro de otra. Paul Auster
es digno heredero de la tradición inaugurada por Miguel de Cervantes en el
Quijote, aferrado a ir bifurcando el eje narrativo vertebral en nuevas
arterias.
De la misma forma que la historia de Cardenio, el Cautivo, Dorotea y Don
Fernando son capaces de hacernos olvidar por un momento las andanzas y
disparates de Don Alonso Quijano, Auster consigue en un par de párrafos
apartarnos por completo de lo que creíamos era la historia principal. Brooklyn Follies, novela publicada en la Primavera de 2006, es una heredera
natural de La noche del oráculo. Tal vez lo que cambia es que en La noche
del oráculo la personalidad de la muñeca rusa era más impositiva. La novela
dentro de la novela tenía bien delimitadas sus fronteras. Una ficción sobre
un escritor que escribe una ficción donde los píes de página se transforman
en una novela alterna. En Brooklyn Follies la muñequita rusa se torna un
tanto más sutil a la hora de revelar sus sorpresas y cambiarnos la jugada.
Se sale con la suya al final, pero tardamos en darnos cuenta. ¿Sabe que
impresión me dejó Brooklyn Follies? Imagine usted una amena charla de
cantina, o si es abstemio trasládela a café o simple sobremesa, donde uno de
esos amigos poseedores del don de la buena conversación da rienda suelta a
la lengua, pero de pronto, sin decir agua va, la conversación cambia de tema
pero es tan amena, que ni siquiera nos damos cuenta que estamos hablando de
otra cosa. La muñeca rusa entra como cuchillo en mantequilla, silenciosa y
discreta, tanto, que al cabo de un par de horas caemos en la cuenta de
llevar más de tres cuartas partes del libro saltando de una historia a otra. Pero vayamos mejor al grano y pongamos sobre la mesa los típicos e
infaltables elementos austerianos que conforman Brooklyn Follies. El azar,
por supuesto, es amo y señor de la narración. Imposible imaginar a Auster
sin esa aleatoriedad maquillada de absurda que contagia cada una de sus
historias. El territorio, claro está, es Nueva York o más específicamente
Brooklyn, cuna y tierra fértil donde florece la ficción austeriana. Pocos
creadores son tan obsesivamente fieles a su condición de neoyorquinos como
Auster. La única odiosa (y por cierto muy odiosa) comparación que se me
viene a la mente es la de Woody Allen, otro neoyorko aferrado. Aún así, Brooklyn Follies va un poco más allá en su vocación neoyorquina.
Empezando por el título y la foto de portada, esta novela es un homenaje o
una declaración de amor a Brooklyn (favor de no confundir y marcar muy bien
la frontera con Manhattan)
Brooklyn, habitada por su tribu sui géneris que Auster nos describe tan
distinta al resto de la Gran Manzana, con su acento y modos particulares. El eje más o menos vertebral de la narración, por no llamarlo personaje
principal, es el austeriano Nathan Glass, un sesentón que funge como
narrador o acaso conversador de esta historia. Al igual que los personajes
de La noche del oráculo o La música del azar, Nathan Glass es alguien
dispuesto a ponerse en manos de la aleatoriedad para vivir el resto de su
vida, un sobreviviente de un cáncer de pulmón que está viviendo horas
extras. Nathan es la primera muñeca rusa, pero dentro de ella está Tom Wood
y Harry Brightman, Aurora, Lucy, Marina y la Hermosa Madre Perefecta.
Personajes que aparecen y desaparecen, buscan su paraíso perdido en la
infancia y al final, entre la cotidianidad absurda, los sueños bobos y las
pequeñas grandes sorpresas de un día normal, se esconde algo que se parece
a la felicidad.

Kapu

El mal vicio de narrar la historia de lo que pudo haber sido o tratar de leer las letras que jamás fueron escritas me ha llevado a imaginar el libro que habría escrito Ryszard Kapuscinski si hubiera conocido la Tijuana de Jorge Hank Rhon.
Nadie como el reportero del siglo para describir el descarnado y absurdo barroquismo que construye a esos seres de leyenda entre siniestros y mesiánicos, adictos a ser objeto de permanente de culto y temor.
Ni modo, Kapuscinski no alcanzó a venir a reportear a la frontera y me quedé con las ganas de leer las crónicas que hubiera escrito sobre esta ciudad y sus personajes.
Sin embargo sí fue, entre otros muchos países, a Etiopía e Irán y de esos dos viajes salieron los dos mejores relatos de no ficción sobre monarcas absolutos del Siglo XX.
Tipos con complejo de dioses, adorados y temidos como faraones por sus sometidos pueblos.
De su estancia en Etiopia la pluma de Kapuscinski creó un clásico de clásicos del nuevo periodismo: El Emperador, magistral crónica sobre el reinado de Haile Selassie, tal vez el más célebre y leído de todos sus libros junto con Ébano.
De sus reportajes sobre la revolución islámica en Irán nació El Sha, una obra que si bien no es tan conocida como El Emperador, es igualmente extraordinaria.
Ryszard Kapuscinski, el reportero que estuvo en la línea del frente en 17 guerras y revoluciones en doce diferentes países del orbe y escribió más de una decena de libros con fuerza narrativa insuperable, acaba de morir hace un par de semanas.
Los reporteros como él no suelen darse en los árboles y en las escuelas de periodismo aún no existe la fórmula mágica para fabricarlos.
El humilde homenaje que Pasos de Gutenberg puede rendirle al mejor reportero del mundo es recomendar a usted la lectura de un libro suyo
La verdad es cualquier ejemplar de la obra de Kapuscinski se disfruta, pero en esta ocasión elegimos El Sha o la desmesura del poder.
Si usted es adulto y seguía las noticias internacionales en 1980, sin duda recordará que la revolución islámica encabezada por Jomeini en Irán acaparaba los titulares.
Como siempre, el reportero polaco estuvo ahí en la mismísima línea del frente y fue testigo de aquellos días de sangre en Teherán
En un viejo y abandonado hotel Ryszard Kapuscinski arma con paciencia de relojero un rompecabezas de fotografías, notas y cintas.
Con estos materiales en apariencia inconexos, construye Kapuscinski un relato que va más allá de la crónica de un país en guerra civil, pues la pluma del polaco escarba profundo en la ontología de un pueblo milenario como el persa y nos muestra el devastador estado psicológico en que lo ha dejado el sometimiento a un monarca absoluto y todo poderoso.
Mohamed Reza Pahlevi, Sha de Irán, es un personaje rocambolesco, mezcla de chiflado play boy y siniestro tirano, capaz de jurar que su país se transformará en una segunda Norteamérica en cuestión de años, que no duda en usar a su cruel policía secreta, la Savak que tiene ojos y oídos en todos los rincones de Irán.
El Sha nos recuerda clásicos literarios sobre dictadores latinoamericanos como Yo el supremo de Roa Bastos y La fiesta del Chivo de Vargas Llosa.
Lo fascinante y terrible de la obra del reportero polaco, es que lo suyo, como siempre, es periodismo puro y duro, néctar de buen trabajo reporteril.