Eterno Retorno

Sunday, December 23, 2007

Esta Navidad soy el único de los Salinas Basave que está en territorio nacional (si es que a Baja California se le puede considerar parte de la nación) Ana y Elisa en Francia y mis padres y Adrián en Boston. Yo, celebrando mi décima Navidad consecutiva en sweet home Rosarito, hogar de la langosta enfrijolada, los policías mafiosos (¿no es pleonasmo?) y los sicarios decapitadores.

Hace 21 años, el 20 de diciembre de 1986, cuando Elisa y Adrián aún no venían al mundo, emprendimos una travesía a Boston llena de contratiempos aeroportuarios. Fue mi primera Navidad con nieve. Hace 11 años, un 20 de diciembre de 1996, hice la ruta opuesta y arribé a Monterrey tras una travesía por tierra en Greyhound desde Boston (con paradas estratégicas en NYC, DC y New Orleans) Un día después Tigres se coronaba campeón de la Primera A batiendo al Atlético Hidalgo. En el helado diciembre de 1998 celebré mi primera Navidad bajacaliforniana y desde entonces no me he movido de aquí. Mis navidades se han vuelto rituales y no podría distinguir una de otra. De entrada celebro el cumpleaños de un dios en el que no creo, por lo que en términos espirituales esta fecha no significa un carajo para mí. Me acuesto temprano y bebo poco, pues al día siguiente siempre estoy trabajando. Invariablemente descanso en fin de año (laboralmente conviene mucho más)

Nuevos discos musicalizan mi Navidad. Mi amigo secreto me regaló en el intercambio el Unreal Estate de Entombed, un concierto ballet con la real Academia de Danza de Suecia. Debe a haber sido una noche inolvidable, ballet clásico a ritmo de Death Metal. Entombed suena soberbio en ese concierto. También escucho el Lord of Light de Hawkwind, la banda de donde corrieron por anfeto a Lemmy allá por 1974 y me he hecho del Once Only Imagined de The Agonist, banda canadiense de death-core con una bellísma cantante llamada Alissa que grita a lo Arch Enemy, pero con mensaje político-ecológico. Leo un chingo de libros a la vez, trabajo reportajes con desorden extremo al cuarto para las doce y aún así los publico a tiempo. Duermo poco, poquísimo y me levanto por gusto antes del amanecer.

Antes de que termine el 2007 quiero caminar mucho por la playa y beberme un buen malbec, brindar por una larga etapa de nuestras vidas que irremediablemente se nos va y prepararme para comer mi caldo de tripas corazón.

La Navidad más sobria, estoica y sacrificada de mi vida parece tener prisa por pasar tan rápida y desapercibida como le sea posible. Si me han de matar mañana, que me maten de una vez y si la Muerte ha de llegar, mejor que llegue temprano. Bienvenido el Apocalipsis 2008. Morris aún vive y celebrará su Navidad número 16 con la familia. Ese es sin duda nuestro mejor regalo.