Eterno Retorno

Wednesday, February 14, 2007

Kapu

El mal vicio de narrar la historia de lo que pudo haber sido o tratar de leer las letras que jamás fueron escritas me ha llevado a imaginar el libro que habría escrito Ryszard Kapuscinski si hubiera conocido la Tijuana de Jorge Hank Rhon.
Nadie como el reportero del siglo para describir el descarnado y absurdo barroquismo que construye a esos seres de leyenda entre siniestros y mesiánicos, adictos a ser objeto de permanente de culto y temor.
Ni modo, Kapuscinski no alcanzó a venir a reportear a la frontera y me quedé con las ganas de leer las crónicas que hubiera escrito sobre esta ciudad y sus personajes.
Sin embargo sí fue, entre otros muchos países, a Etiopía e Irán y de esos dos viajes salieron los dos mejores relatos de no ficción sobre monarcas absolutos del Siglo XX.
Tipos con complejo de dioses, adorados y temidos como faraones por sus sometidos pueblos.
De su estancia en Etiopia la pluma de Kapuscinski creó un clásico de clásicos del nuevo periodismo: El Emperador, magistral crónica sobre el reinado de Haile Selassie, tal vez el más célebre y leído de todos sus libros junto con Ébano.
De sus reportajes sobre la revolución islámica en Irán nació El Sha, una obra que si bien no es tan conocida como El Emperador, es igualmente extraordinaria.
Ryszard Kapuscinski, el reportero que estuvo en la línea del frente en 17 guerras y revoluciones en doce diferentes países del orbe y escribió más de una decena de libros con fuerza narrativa insuperable, acaba de morir hace un par de semanas.
Los reporteros como él no suelen darse en los árboles y en las escuelas de periodismo aún no existe la fórmula mágica para fabricarlos.
El humilde homenaje que Pasos de Gutenberg puede rendirle al mejor reportero del mundo es recomendar a usted la lectura de un libro suyo
La verdad es cualquier ejemplar de la obra de Kapuscinski se disfruta, pero en esta ocasión elegimos El Sha o la desmesura del poder.
Si usted es adulto y seguía las noticias internacionales en 1980, sin duda recordará que la revolución islámica encabezada por Jomeini en Irán acaparaba los titulares.
Como siempre, el reportero polaco estuvo ahí en la mismísima línea del frente y fue testigo de aquellos días de sangre en Teherán
En un viejo y abandonado hotel Ryszard Kapuscinski arma con paciencia de relojero un rompecabezas de fotografías, notas y cintas.
Con estos materiales en apariencia inconexos, construye Kapuscinski un relato que va más allá de la crónica de un país en guerra civil, pues la pluma del polaco escarba profundo en la ontología de un pueblo milenario como el persa y nos muestra el devastador estado psicológico en que lo ha dejado el sometimiento a un monarca absoluto y todo poderoso.
Mohamed Reza Pahlevi, Sha de Irán, es un personaje rocambolesco, mezcla de chiflado play boy y siniestro tirano, capaz de jurar que su país se transformará en una segunda Norteamérica en cuestión de años, que no duda en usar a su cruel policía secreta, la Savak que tiene ojos y oídos en todos los rincones de Irán.
El Sha nos recuerda clásicos literarios sobre dictadores latinoamericanos como Yo el supremo de Roa Bastos y La fiesta del Chivo de Vargas Llosa.
Lo fascinante y terrible de la obra del reportero polaco, es que lo suyo, como siempre, es periodismo puro y duro, néctar de buen trabajo reporteril.