Eterno Retorno

Wednesday, August 16, 2006

El parte miente

A Juan de Dios lo mataron manos humanas. El parte policíaco mintió. No fue el exceso de heroína la que causó su muerte. El Semefo determinó que la causa del deceso fue el estrangulamiento. De hecho en su cuerpo ni siquiera había droga. La jeringa hipodérmica con heroína fue sembrada en la escena del crimen. Me sorprende la inocencia o la franca estupidez de los policías municipales. Cualquiera que hubiera visto el cuerpo de Juan de Dios se habría dado cuenta que no murió de una sobredosis. El rostro estaba destrozado por los golpes. Estoy seguro que no fue uno solo su asesino. Algo me hace pensar que actuaron en pandilla.

La noche del viernes acudimos a su funeral y confieso que no hubo sana distancia sentimental. La muerte de este muchacho nos ha afectado. Hacía 16 semanas que se había rehabilitado y su cuerpo estaba limpio de toda sustancia. Como ya he narrado, apenas una semana antes de su muerte corrió la carrera atlética de Frontera y pensaba inscribirse en la de Canaco el próximo día 30. Nos duele sobre todo su madre, quien estuvo siempre cerca de su proceso de rehabilitación y esperanzada en el futuro de su hijo. ¿Cómo carajos llegó a ese canal de aguas negras? ¿Lo levantaron? ¿Lo asesinaron dentro de una casa y luego tiraron su cuerpo como suele hacer la mafia? ¿Qué lo llevó a caer en las manos de esa gente? ¿Quién pudo tenerle tanto odio para matarlo así? Las preguntas rondan nuestra cabeza y la imagen de Juan de Dios en el ataúd vuelve una y otra vez en estos aciagos días de agosto.


Tigrillo (y no de la UANL)

Fue hace más de doce años, el 3 de marzo de 1994 frente al Mercado de Todos en el Bulevar Díaz Ordaz, cuando Francisco Javier Arellano Félix El Tigrillo salvó la vida luego de una balacera entre policías judiciales que lo custodiaban y los federales de Ibarra Santés. El Tigrillo cayó preso y por unos instantes, sólo unos cuantos minutos, estuvo en los separos de la Procuraduría, antes de que sospechosamente se ordenara su inmediata liberación. 12 años logró burlar a la justicia el menor de los Aretes. Ayer El Tigrillo, acompañado de Arturo Villarreal El Nalgón, salió a disfrutar de las aguas del Pacífico sudcaliforniano y a bordo de su lujoso yate navegó hasta alta mar con la idea de hacer una buena pesca, pero el pescador fue pescado. Se le olvidó que no hay aduanales ni garita que indiquen la entrada a aguas internacionales. La DEA también salió de pesca y del mar sacó un tiburón tigre. Esta noche el Tigrillo deberá desembarcar en San Diego. La peor pesadilla de todo narcotraficante le ha ocurrido al más jovencito de la estirpe. Más que a Almoloya, más incluso que a una tumba, los narcos le temen a una cárcel en los Estados Unidos. Preferible una tumba en Colombia que una celda gringa, decía Pablo Escobar. Algo me hace pensar que Tigrillo también hubiera deseado esa tumba. Ahora sí, como dicen en el futbol, este un gol que mata y me parece que de este golazo el CAF ya no se levanta. Más de uno tiembla en las cloacas de Tijuana y en las corporaciones policíacas cunde el pánico. Vendrán los movimientos telúricos, los lógicos ajustes de cuentas, una estela imparable de encobijados y un rosario de nuevas capturas. Esperen noticias y manténganse en 23.

Cenicienta

Ayer pasé el día entero en la Bella Cenicienta del Pacífico. No me canso de decirlo: Me gustaría vivir en el lindo puerto. Acudí para hacer un reportaje sobre la afectación de recursos pesqueros en Baja California y entrevisté a algunos científicos de Cicese. Los científicos no están acostumbrados a la prensa y es lógico que nos teman. La prensa busca respuestas rápidas, escandalosas, contundentes y desechables. A los científicos les cuesta años aproximarse a formular una hipótesis. Su existencia corre lenta, apacible y sin grandes sobresaltos. La nuestra en cambio tiene la fugacidad de lo desechable. Ahora que lo pienso, hubiera sido más cómodo ser científico y despachar en Cicese. Pero también vi una realidad harto distinta: La de los pescadores. Su vida sí que es dura. Me subí a un barco sardinero en el puerto de El Sauzal. Entre la peste a sardina y la cagada del millón de gaviotas que nos revolotean encima, las posibilidades de regresar limpio se reducen a cero. Los días de entre semana en la Bella Cenicienta del Pacífico contagian paz y calma chicha. Imperdonables los taquitos de camarón frente al puerto como imperdonable es la cervecita en el Husongs, 2 x1 los martes y con mesas disponibles, algo más que un sueño guajiro en fin de semana.