Eterno Retorno

Thursday, March 02, 2006

Raíces

Echar raíces. Sólo hasta ahora comprendo en plenitud la profundidad de ese concepto. Echar raíces como un roble viejo que se aferra a la tierra. Hace siete años cambié de ciudad sin pensarlo dos veces y vine a radicar a un sitio entonces desconocido por mí. Hoy en día, tomar esa misma decisión me cuesta horrores. Ya no es fácil moverse después de cierto tiempo. Demasiado dinero y demasiadas esperanzas invertidas en una casa como para dejarla así nomás. Con tan solo mirar los casi cien libros que me rodean en este escritorio, de imaginar el traslado, el llegar a otro sitio, el papeleo, buscar un departamento, pagar renta, respirar un nuevo aire, padecer otro clima (y que pinche clima). Las metamorfosis son cada vez más complicadas cuando creces. Hace un tiempo uno emprendía aventuras por el puro gusto de emprenderlas, de pisar otro suelo, de conocer otra gente. Pero tus raíces crecen y no es fácil cortarlas de un hachazo. Ya no puedes coquetear tan fácilmente con lo incierto. No todo se reduce a dejar un trabajo en pos de un sueldo un poco mejor. Carolina y yo somos un equipo y por fortuna no soy un llanero solitario, así que debo pensar en los dos. Vivimos de un ingreso conjunto, no únicamente del mío. Siempre es tentador escuchar a alguien que te habla bonito, que desde afuera valora lo que haces, que reserva un lugar para ti. Por desgracia no es tan fácil. Influye mucho el destino que aguarda al final del camino. Creo que si hubiera una oferta para trabajar en Argentina o en España, me iría hasta por menos dinero, a costa de cualquier sacrificio, por el puro placer de vivir en esos hermosos países. Sí, yo se, hay quien sacrificaría cualquier cosa por un permiso para trabajar legalmente en Estados Unidos. Yo no estoy muy seguro de albergar en mi cabeza algo parecido al sueño americano. Aún así, las semillas de la duda ya han sido sembradas en mi cabeza y nada puede ser descartado, aunque todo apunta a que esto se transformará en un capítulo más de la Historia de lo que Pudo Haber sido.


20 años

Que veinte años no es nada, dice Gardel. Que no es lo mismo los Tres Mosqueteros que 20 años después, repite la gente sin conocimiento de causa en alusión a las dos novelas de Dumas. 20 años. Te das cuenta de lo viejo que te has hecho una vez que pronuncias hace 20 años yo iba... ¿Son mucho, son poco? Olvídense de la mentirosa relatividad del cristal con el que se mire. 20 años es un chingo de tiempo que se va como agua.

1986 fue un año fundacional en mi existencia. Ese año entré de golpe y porrazo a la adolescencia y se gestaron algunas de las aficiones y costumbres que aún forman parte de mi vida. Digamos que de una u otra forma empecé a moldear mi personalidad actual.

Pongo un ejemplo: Ayer estaba viendo en la página del periódico El Norte fotografías del equipillo ese de rayados que se coronó contra Tampico Madero en el torneo México 86. Lo señalo únicamente como punto de referencia y no porque ese equipucho haya significado algo para mí (ganador de un torneo de pacotilla que nadie tomó en serio con un penal que no fue y un gol que no entró) La cuestión es que El Norte sacaba fotos actuales de los jugadores de ese equipo de bahía y abuelo cruz (con minúsculas que no merecen mi respeto) levantando la copa aquella. Que viejos y panzones están, la verdad sea dicha. Entonces me dije, ¿Qué diablos quieres? ¿Qué sean Dorian Grey? Si ya pasaron 20 años. ¿20 años? Sí, 20 años. Es ahí cuando me pegó el latigazo de la vejez, pues caí en la cuenta de que yo vi jugar a ese equipo en vivo, cuando eran unos veinteañeros. La primera vez que fui al estadio tecnológico me llevó mi padrino José Manuel a ver un monterrey vs Atlas y era ese mismo equipo de Francisco Avilán, que hoy aparece en las fotos como una pandilla de vejetes. Ni uno solo juega ya, obvia decirlo. Y sin embargo, yo lo recuerdo con absoluta precisión.

1986 fue un gran año. El año del Mundial que marcó mi romance definitivo del futbol, el año de Maradona, el año en que me gradué de la primaria (justo el triste día en que Alemania batió en penales a México en San Nicolás de los Garza) 20 añitos han pasado. Los que serán estrellas del Mundial 2006 eran unos pañaludos caguengues o de plano no habían nacido cuando se jugó ese campeonato.

Pero más me aterra pensar que han pasado 10 años desde 1996. Ese año también fue piedra angular de mi existencia. Ese año acabé la universidad y recibí mi título de abogado. Fue el año que más tiempo pasé fuera de México, más de seis meses. El año de la familia Davy y Nueva Inglaterra. El año en que crucé por primera vez el charco. Y ya pasaron 10 años. Si en mis manos estuviera parar el tiempo. Ahora entiendo a Fausto y a Dorian Grey. Ahora entiendo porque cientos de españoles seguidores de Juan Ponce de León desafiaron las selvas de la Florida en busca de la fuente de la eterna juventud.