Eterno Retorno

Saturday, February 11, 2006

Sábado mañanero

Las mañanas de sábado tienen ese inconfundible toquecito híbrido entre la modorra y la labor. A no ser que te cargues una cruda monumental, uno se levanta en sábado todavía con buena pila para desahogar ciertos pendientes. Las más de las veces me traigo trabajo a casa .La columna Pasos de Gutenberg es de cajón y muchas veces el vaciado de uno que otro reportaje o entrevista inconclusa. Mientras Morris se para en la terraza para ladrarle a todo aquel que ose pasar frente a nuestra casa, Carolina riega el pasto, yo coloco la lap top en un sillón de la sala, extermino las últimas gotas de la cafetera y Lalo en el patio intenta darle forma a ese nuevo cuartito que alberga a lavadora y secadora, tan pequeño, que la puerta de la secadora ni siquiera puede abrirse. En las bocinas suenan a todo volumen los brasileños de Shaman con su nuevo disco Reason, ese heavy metal melódico con bases tribales e inconfundibles solos virtuosos que caen bien a toda hora. En este momento del día ya se antoja una chelita y aunque en el refri aguardan unas Heineken, un dictador interno me hace acordarme de los consejos de la nutrióloga y de los litros de sudor arrojados en el gimnasio destinados a transformarse en litros de cerveza el fin de semana. ¿Así cuándo quemarás calorías Daniel? Se antoja mucho ir a la playa. Con este viento fresquecito tan propio de febrero. Viento de carnaval que anuncia la proximidad de la Primavera.

Policíaca de interior

El jueves, por azares de la vida periodística de esta caótica Tijuana, me toco presenciar una triste historia criminal, una tragedia de barrio condenada a ser nota de interiores en Frontera y destinada por derecho divino a ser portada de la I. Resulta que estaba con mi colega Sergio Ortiz haciendo un reportaje sobre puentes peatonales allá por el crucero de la 5 y 10, cuando en eso vemos pasar a toda velocidad a las camionetas de Periciales. Cuando mires a las patrullas de la Municipal correr a toda velocidad con la sirena prendida no debes hacerles caso. Sin duda uno de los agentes se va cagando y le urge llegar al baño o ya les anda la tripa exigiéndo unos tacos. Pero cuando miras las camionetas de Periciales no hay vuelta de hoja: Hay muerto seguro. Quemando llanta y auxiliados por la brújula de radio y scanner, seguimos a los ministeriales cuesta arriba por una de tantas infames laderas de esta Tijuana nuestra. Atrás del Cañón los Laureles, en el miserable patio trasero de la Delegación Playas de Tijuana, trepamos por desolados cerros sembrados de rocas y hoyos hasta llegar a una suerte de territorio comanche llamado Vista Encantada. Ese encantamiento de vista consiste en casuchas de lámina al borde de precipicios, perros consumidos por la sarna y pelones carcomidos por el crystal. Ahí, en el corazón de Vista Encantada nos topamos con la escena del crimen: El chofer de un camión rapartidor de Star Gas yacía sobre el volante de su unidad con la cabeza reventada por un balazo. El joven de 26 años, del que después me enteré era padre de una bebita, fue asaltado pistola en mano por dos pandilleros cuando la unidad aún iba en movimiento. Trató de eludirlos pisando el acelerador, pero uno de los maleantes se colgó de la ventana y le disparó certero plomazo en la cara. Sin embargo, el asesino muy pronto lo siguió en su camino al otro mundo, pues al caer muerto el chofer se perdió el control del camión, el asaltante se desplomó en el suelo y fue aplastado por llantas del vehículo que fue a estrellarse contra un carro estacionado. El otro asaltante fue capturado minutos más tarde. Un típico cholo peloncito de 17 años, rostro prieto, brazos mal tatuados, mirada perdida por el exceso de metanfetamina. Por supusto, su madre salió de casa en un mar de lágrimas jurando que el pequeño es inocente. Una buena cofradía de curiosos acompañados de canes roñosos se dio cita alrededor del camión donde yacía el chofer muerto. Recordé Ciudad de Dios y la manía de Infierninho y los suyos por asaltar camiones repartidores. La miseria es universal. Los códigos de guerra en Río y en Tijuana son los mismos a la hora de trepar laderas de lodo hasta las puertas del territorio prohibido. Pese a que nunca he sido formalmente un reportero policíaco, trabajando en Tijuana es imposible que no cubras a menudo asuntos como este. Ya he perdido la cuenta de cuántos cadáveres baleados me ha tocado ver en esta ciudad impía.





Pasos de Gutenberg
Hinchadas
Varios autores
Prometeo Libros

Por Daniel Salinas Basave

Hincha, fanático, tifossi, torcedor, barra bravero, hooligan. Las denominaciones cambian, los usos y costumbres arrojan diferentes cantos, banderas, colores, códigos de conducta, pero al final de cuentas estamos ante un fenómeno universal. De la misma forma que entramos desde hace más de una década a la era de la desenfrenada globalización del futbol, los ritos tribales que giran en torno al deporte más hermoso del mundo parecen globalizarse también. Las barras, las ultras, las torcidas están ahí, universales y omnipresentes, atrás de las porterías, aferradas al alambrado, musicalizando el partido con sus cantos de guerra. Un fenómeno así ya se merecía desde hace tiempo la atención de los sociólogos con un estudio serio y tenía que ser, cómo no, en Argentina donde se escribiera.
Hinchadas es sociología pura antes que periodismo. Aquí no hay dramas novelados ni poesía. Ni siquiera crónica periodística narrativa. Se trata de un estudio a diez manos elaborado con todas las crueldades del rigor académico en metodología de investigación.
Perdón por la odiosa comparación, pero es como si los investigadores del Colef se dieran a la tarea de elaborar un estudio sobre los radicales del futbol. Un tema interesantísimo, revelador, pero sin perder en esta obra un ápice de la objetiva frialdad que define al método científico.
Pablo Alabarces, Mariana Conde, Christián Dodaro, Federico Fernández, Juan Pablo Ferreiro, Mariana Galvani, José Garriga Zucal, María Verónica Moreira, Javier Palma y Daniel Salerno son los autores de este sui generis estudio.
Lo suyo antes que nada es la investigación de campo, aunque el trabajo está sustentado en muchas horas de hemeroteca y una buena dotación de fuentes bibliográficas con sus respectivos cuadros sinopticos que tanto encantan a los académicos.
Pero aún dentro de esta aparente frialdad de biblioteca, este libro es capaz de enganchar. Muchos de los investigadores se tomaron tan en serio su papel, que se dieron a la tarea de convivir durante meses con las hinchadas del Independiente de Avellaneda y Newell s Old Boys de Rosario, además de un cuadro de tercera divisón denominado Atletico Colegiales.
A menudo tendemos a creer que el aficionado radical al futbol es un tipo loco, desequilibrado, que coquetea con lo criminal y cuya pasión futbolera es tan caótica y anaárquica como su propia vida. Lo que a menudo ignoramos es que cuando hablamos de hinchadas, hay muchísimo orden en el caos. Vaya, estos tipos de las barras no son tan anarquistas a la hora de organizarse y diríase más bien que tienen una estructura jerárquica propia de empresa corporativa o de regimiento militar. Los códigos de pertenencia, conducta y aceptación no son aleatorios y las jefaturas están muy bien definidas y estructuradas. También en las hinchadas, cómo no, hay clases sociales.
Claro, aquí los valores necesarios para poder hacer carrera dentro de la barra son fidelidad a prueba de fuego, aguante, ferocidad y disciplina. Ganar trofeos, como puede ser la bandera monumental de la hinchada rival, no tener miedo a la adversidad e ir detrás del equipo en toda circunstancia. Ser un hincha es un trabajo de tiempo completo que no admite distracciones. Por supuesto, una hinchada puede ser rentada como fuerza de choque y eso lo saben muy bien ciertos políticos que no han dudado financiar barras bravas a cambio de movilizaciones piqueteras.
Aún en el improbable caso de que usted no esté inmerso en esa pasión incomparable llamada futbol, Hinchadas puede resultarle una lectura más que apetecible, pues más allá de lo futbolístico, aborda la historia de una guerra entre tribus adoradoras de ese dios moderno todo poderoso llamado futbol.