Eterno Retorno

Tuesday, January 24, 2006

CLASICO

Si la montaña no va a Mahoma, ¿Mahoma va a la montaña? Pues bien, aquí los papeles se invierten: Si yo no voy a Nuevo León a ver el Clásico, entonces el Clásico viene a mí.

Para mi futbolera adicción, es algo más que un sueño cumplido. Mucho más de lo soñado que me hayan traído el juego más apasionante del futbol mexicano a escasos 200 kilómetros de mi casa. El Clásico de Clásicos tiene mi edad. Se jugó por vez primera el 13 de julio de 1974 en el estadio Universitario de San Nicolás de los Garza. En 31 años y medio, ese juego jamás había salido de Monterrey. A diferencia de jueguillos rascuaches como el América vs Chivas que Televisa se dedica a malbaratar con mil y un amistosos en Estados Unidos, el Clásico de Clásicos jamás había salido de su sede. De hecho jamás había salido de los estadios Universitario de San Nicolás de los Garza y... ¿cómo se llama la canchilla esa desabrida? Ah, sí, el tecnológico. Bueno, la idea es que el Clásico no había salido de Monterrey, pero yo lo mandé traer a la carta aquí a mis terruños.
Y es que en este espacio ni siquiera he narrado que fuimos a Carlson California a ver el Clásico de Clásicos en la final del Interliga
Acompañado de mis amigos David Ávila y Omar Martínez agarramos camino rumbo al Home Depot Center. Fue un poco extraña la sensación. Afectado como estaba por la muerte de mi Abuelo, mentalmente no conectaba del todo con el ánimo futbolero. Además, estoy acostumbrado a ver clásicos con los estadios abarrotados de banderas amarillas y una que otra albiazul. En esta ocasión el estadio estaba ciertamente abarrotado. Pero el 90% eran aficionados de las Chivas de Guadalajara. Mentes ignorantes. Pochos al fín. Perdónalos Dios mío que no saben lo que hacen. Sólo un par de porritas, eso sí, ambas muy entusiastas, que formaron un pequeño Monterrey en las tribunas angelinas. Éramos un poco más los Tigres y debo admitir que respirar una dosis de Nuevo León en Los Ángeles me puso aún más nostálgico. En Los Ángeles hay mucho olor a Zacatecas, Jalisco, Nayarit, pero nada de olor a cabrito nuevoleonés. En las tribunas me encontré a mi viejo amigo regio César Romero luciendo, como no, la camiseta del error. Ni modo, él se resiste a ser evangelizado y entrar en el Camino Amarillo de la Verdad. Había algunos integrantes de la mítica porra Libres y Locos. Buen ambiente y mucho Sol pese al viento gélido. La basura se puso al frente con un gol a los dos minutos, tras una falla del Chamagol que ni yo en mis malos tiempos me aventaba. Después de una buena dosis de sistema Tuca, hipnotizando al rival con sus toquecitos laterales, Tigres emparejó las cosas. Justo cuando el Sol se ocultaba y cerca de entrar ya a la recta final, el Divino Sir Walter Gaitán empató los cartones a su más puro estilo. Y cuando ya había caído la noche y un viento gélido nos congelaba, antes de cumplir el primer minuto de tiempo extra, Jaime Lozano, con la colaboración de un defensa de la basura, puso al frente al Felino en forma dramática. Y después, 30 minutos de superbanquete Tuca a la carta, (vaya candadito irrompible) llegó el ansiado final. 2-1 favorable al TIGRE. Bienvenidos a la Libertadores. A temblar Sudamérica que ahí les vamos. De paso le hicimos el favor al futbol mexicano de evitarle la pena de ver a ese equipillo de rayas poniendo en vergüenza el nombre del país por canchas sudamericanas. En cambio, mis Tigres llevan en alto la bandera. Ahí les va el que hará olvidar a Boca y tomará revancha de Sao Paulo.

Dedicado al gran aficionado Tigre que siempre fue mi Abuelo, en cuya biblioteca siempre hubo colgado un banderín Felino. Entre otras muchas cosas, mi Abuelo me enseñó el futbol y conocí algo muy parecido al paraíso en esas tardes compartidas en el Estadio Universitario de San Nicolás de los Garza. Enamorado como fue de su Alma Mater, la Universidad Autónoma de Nuevo León, siempre llevó bien puesta la camiseta Felina. Y entre otras muchas verdades universales, a mi primo Héctor y a mí nos enseñó que dentro de ese verde prado, los de camiseta Amarilla eran siempre los buenos y los de rayas azules los malos.

Éxodo

Mi hermana Elisa se marchó a España. Partió anoche en el vuelo Monterrey Madrid. Ningún placer se compara a la aventura europea, mucho menos cuando se es joven. Elisa tiene 18 años y toda la habilidad del mundo para hacerla en grande por esos terruños. Con su pasaporte español en la bolsa, muy buenos contactos y bastante inteligencia, no veo nada que se interponga en su camino. Irse fue la mejor decisión que pudo haber tomado, la más sabia. ¿Quieres darle un consejo a los jóvenes? Diles que se marchen. Que agarren su mochila y se vayan de viaje. Esa es la mejor de todas las universidades, la más valiosa, la que abre tu cabeza más allá de cualquier horizonte. Sólo así te conoces a ti mismo y a tu entorno. Sólo así empiezas a comprender a tu familia y al mundo en que vives. No concibo cómo hay jóvenes que son felices envejeciendo en el mismo bar, aburriéndose con la misma gente sin sentir la más mínima curiosidad por ver qué hay del otro lado del mar.
Y bueno, por lo que a mí respecta, sólo me resta decir que cuando ves a los niños crecer es cuando te queda claro cuánto has envejecido tú. Vaya, para mí Elisa sigue siendo un bebé. Me parece todavía un recuerdo muy fresco el día de su nacimiento. Incluso recuerdo lo que estaba haciendo cuando me dijeron que tendría otra hermanita. Como me sucede con casi todos mis seres queridos, tengo más recuerdos del lejano pasado que del presente inmediato.
Tal vez por el hecho de haberme ido de Monterrey hace siete años, mi mente sigue anclada en imágenes ancestrales. Vaya, aunque sepas bien cómo son tus seres queridos actualmente, el recuerdo o la película que te queda marcada es el de las épocas en que tu convivencia era diaria y es por eso que me imagino a Elisa como una niñita, aunque la niñita ya sea toda una chica mayor de edad que ha cruzado el Océano y que en estos momentos debe estar paseando por la Plaza Mayor disfrutando la incomparable noche madrileña.



Nuestro Santo

Clara, sencilla y abierta era la escritura y la comunicación que utilizó San Francisco de Sales, considerado como el santo patrono de los periodistas, cuyo día se celebra hoy. Así las cosas, se aceptan felicitaciones en el Día de nuestro Santo.


Par de frases encontradas en uno de mis muchos diarios de pluma y papel

Los grandes acontecimientos se magnifican sólo en el recuerdo. Sucede a menudo que en el momento en que ocurrieron, no estábamos preparados para medirlos. Incluso hasta los acontecimientos más esperados, se estrellan con la muralla del instante presente y sólo hasta que visten la ropa del pasado, pueden ser transformados en monumentos. Los posibles pasados llegan a existir y a mutar en las aguas inalcanzables del hubiera que fluye sobre nuestra cabeza como una suerte de río inalcanzable.


La eternidad y la libertad nos dan pruebas de su existencia: El amanecer, incesante reconstrucción. La carretera, promesa y misterio. El mar, expresión del absoluto, del infinito rompimiento de cadenas.