Eterno Retorno

Saturday, September 24, 2005

EL CIELO DE TIJUANA

Con todas las dosis de Siglo XXI que nos queramos echar a cuestas y nuestro delirio de modernidad rampante, los seres humanos siempre reaccionaremos con pasmo ante las señales del cielo. Nuestros complejos cavernícolas y nuestra alma de ente desamparado ante la furia de un Cosmos jupitéreo y castigador acaba por imponerse a nuestra neurona de científico ilustrado. El cielo de Tijuana ha hecho de las suyas. La madrugada del martes, tuvimos una preciosa tormenta eléctrica. La furia de Thor iluminó el oscuro horizonte del Pacífico y la noche tijuanense fue partida por los rayos, mientras en medio del terrenal vacío solo se escuchaba el aullar despavorido de mil y un perros. Mi colega Omar Martínez tomó excelentes fotos que pueden ustedes checar en www.frontera.info. Nunca el cielo de Tijuana se había ataviado con semejante traje de furia.
La tarde del jueves, justo a la hora del ocaso, las nubes formaron una espiral roja en el horizonte, al Oeste de Tijuana. Los ojos de miles de seres se posaron en el cielo ¿Qué carajos es eso? ¿Una señal del Apocalípsis? De acuerdo a lo que he visto en fotos, parecía algo así como una aurora boreal. Pero los hombres tememos al cielo.Antes de que Cortés pisará Tenochtitlán, Moctezuma ya se había rendido ante el pavor de las señales del cielo. En las Cruzadas, francos y sarracenos decidían entrar en batalla o retirarse de acuerdo a lo que dictaban las señales del cielo. Un cometa, que hoy sabemos que es el Halley, anunció en el año 1066 al infortunado rey Harold, que el tiempo sajón en Inglaterra había llegado a su fin, pues las naves de Guillermo de Normandía ya se preparaban para cruzar el Canal de la Mancha y ganar el Imperio en Hastings. ¿Qué anuncian las señales del cielo a Tijuana? Hay algo de siniestro en este otoño. Olvidamos que a unos pocos kilómetros de nosotros está una de las más importantes bases militares de la armada más poderosa del mundo. Nuestros vecinos hacen sus pruebas y el cielo bajacaliforniano tiene pinta de fin de mundo. Mi colega Tizoc Santibáñez captó el inigualable instante con su siempre oportuna cámara.
Los cuervos croan sobre los postes. La tarde se pone un disfraz de fantasma y hay en el aire algo parecido a un presagio.




JUDAS IS RISING

A mis 31 años de vida, tengo por vez primera una tarjeta de crédito. La tramité por dos propósitos específicos: Comprar boletos para conciertos el mismo día que se ponen a la venta y hacer reservaciones en hoteles. Hasta la fecha aún no estreno mi tarjeta. Hoy debí haberla estrenado para comprar los boletos para el concierto de Judas Priest, a celebrarse el próximo 29 de octubre en el Sports Arena de San Diego, pero la lentitud de mi Vaio, aunada a mi absoluta ignorancia en la materia, pues jamás en mi vida he hecho una compra por internet, provocó que me tardara excesivamente. Los boletos se pusieron a la venta a las 10:00 y como pan caliente. Ante el terror de que se consumieran los buenos lugares, mi colega Ana Cecilia nos hizo el paro y los compro con su tarjeta. Gracias, te irás al Cielo. Así las cosas, ya tenemos boletos para Judas y mi tarjeta sigue sin estrenar. Como me dan risa los imbéciles detractores del Metal que dicen que hoy en día es un estilo agonizante. Pendejos. Sin las promociones de las estaciones de disque rock de San Diego, sin los millones de dólares en publicidad, sin el respaldo de coporativos pestilentes como mtv, los boletos para Judas Priest se agotan. Dejen que el capitalismo musical se empeñe en entregar un certificado de defunción al Metal. Ja, ja, ja. A lo largo de mi vida he visto morir mucha mierda que un día presumió millones en ventas y el Metal sigue y seguirá vivo. Véanlo, hay mocosos de 14 o 15 años gozando con discos de Iron Maiden y Judas. Mientras los corporativos invierten millones en venderte basura como todas las porquerías de bandas alternativas que tocan en festivales pestilentes tipo el coachella, el Metal brilla con luz propia. No me imagino que adolescencia patética y aburrida hubiera tenido si hubiera crecido escuchando odas a la somnolencia como Coldplay o todas esas porquerías que te venden revistas como la spin. Rock alternativo, indie rock ja, como siento asco ante esa letrina. Lo siento. Mis neuronas y endorfinas sólo pueden admitir Metal.
Y bueno, vienen buenos conciertos al pueblo. El día 30 Danzig y los polacos Behemot inauguran el Blackest of the Black Festival en el Soma. El día 28 de octubre, los suecos Unleashed vienen al Box Underground a descargar dosis de buen death black vikingo y un día después, JUDAS IS RISING, METAL GODS COMING TO TOWN.


CLASICO

Dentro de poco menos de una hora de juega el CLASICO DE CLASICOS del Futbol Mexicano. No se dejen engañar, america vs chivas es un mal talk show de telerisa. El único Clásico de verdad de juega en el Norte. ARRIBA LOS TIGRES. Vamos a borrar rayas el tec.


Fantasmas balcánicos
Robert D. Kaplan
Byblos

Por Daniel Salinas Basave

En la tabla personal del hedonismo, los viajes y los libros se encuentran en primerísimo sitio. Mientras haya un libro por leer y una ciudad por descubrir, la vida merecerá ser vivida. Luego entonces, es de esperar que la literatura de viajes sea un vicio difícil de resistir.
Fantasmas balcánicos, del colega periodista Robert D. Kaplan, bien puede decir presente a hora de pasar lista entre los mejores libros de mochila. Su obra conserva la espontánea dosis necesaria de desorden propia del diario del viajero que toma la pluma y garabatea unos párrafos sentado en la banca de una estación de tren.
Paul Fusell dice que el secreto de la literatura de viajes consiste en conseguir auténticos textos de ensayo que surgen de una experiencia vivida muy íntimamente mientras que el propio Kaplan señala en su prefacio, que este subgénero literario debe ser un medio para explorar la historia, el arte y la política de la manera más viva posible.
Se puede decir que Fantasmas balcánicos es un libro oportuno, aunque las editoriales siempre se las arreglan para que estos textos parezcan libros oportunistas. El libro es promocionado como un viaje a los orígenes del conflicto de Bosnia y Kosovo, pero Kaplan no pretende explicar nada, al menos no apriori, por la simple y sencilla razón de que los viajes que narra en este libro, se produjeron pocos años antes de que estallara la guerra que desgarró en girones la antigua Yugoslavia. Involuntariamente o acaso con cierto don profético, el cronista nos dibujó el cuadro de un perfecto caldo de cultivo bélico. Pero me queda claro que no era esa su intención.
No es este libro una guía turísitica de bolsillo para conocer las repúblicas balcánicas, pero aún así contiene más de una indicación práctica que vale la pena tomar en cuenta y sería un muy buen compañero de viaje si usted piensa en dar una vuelta por aquellas tierras. Tampoco es un tratado de hisotria de la formación y destrucción de Yugoslavia, pero encontrará usted una semblanza bastante completa del ascenso y caída de los imperios Bizantino, Otomano y Austrohúnagro, que esculpieron con fuego los Balcanes. No por nada, Kaplan se refiere a esta región como la caldera de la historia. Tampoco se puede decir que sea un reportaje sobre la política yugoslava a finales de los 80, pero aún así tiene páginas con auténtico néctar periodístico.
El viaje comienza en Zagreb Croacia, prosigue por los conflictivos parajes de Serbia y Albania con rumbo al Sur, hasta llegar a la mítica Macedonia.
La segunda parte de la obra está dedicaca de manera íntegra a Rumania, y claro, además de la descripción de la magia de los Cárpatos, el autor nos da una empapada del espíritu de personajes como Ceausescu y el conde Vlad Dracul.
La tercera parte le pertenece de manera íntegra a Bulgaria y remata el epílogo en Grecia, si bien a los helenos nada les ha de gustar que se les incluya en una antología balcánica.
Tal vez el gran faltante del libro y el mayor escupitajo a las intenciones opotunistas de la editorial, es el hecho de que el paseo de Kaplan no incluye Bosnia y si de caldera de la historia queremos hablar, resulta incomprensible que no haya páginas dedicadas a Sarajevo. Tampoco incluye a Montenegro ni a Eslovenia en sus crónicas. Pero vaya, es parte natural de la esencia de una obra que antes que un riguroso ensayo, conserva la el espíritu libre de un diario mochilero.

Tuesday, September 20, 2005

La Consejera

Hemos querido contagiar lo sublime a la Muerte. Asociarla con la gloria, la redención, la apoteosis. Cuántas personas optan por su Muerte para acceder a un pedacito de inmortalidad. Pero la Muerte puede ser también, y de hecho lo es en la mayoría de los casos, un acto terriblemente absurdo no exento de cierta comicidad. Acabamos desnudados por la Muerte en nuestras formas más estúpidas y grotescas como el valiente condenado a Muerte que sueña desafiar a sus verdugos con mirada soberbia y acaba cagándose en los pantalones antes de recibir la descarga.

Aún así, grotesca o sublime, señorial o plebeya, la Muerte es la mejor consejera. Háganle caso a Don Juan Matus. Es lo mejor que me ha dejado por herencia mis lecturas castanedianas. Además, la Muerte, cual diosa, es imperturbable e inmune a humanos juicios de valor. Acaso deba corregir lo escrito arriba; la Muerte no puede ser absurda o sublime. Absurdo es el acto de morir porque absurdo es el hombre. La Muerte es siempre la misma, tan democrática ella, tan leal compañera.


¿Para qué conjurar a la Muerte? ¿Para qué temerla? No le den más vueltas al asunto ni busquen dioses o mitologías que los rediman. Es la única compañera absolutamente fiel de tu vida. Está contigo desde tu primer segundo de existencia y podrás sentir su aliento en tu hombro con tu primer respiro, en tu primer suspiro traicionero que te arrancó esa cosa parecida al deseo, en ese orgasmo demoledor, en tu grito de euforia y dolor, en tu pendeja embriaguez narcicista.

Voto útil

Pero cambiemos de tema, que hay asuntos terrenales que también me preocupan.
Mi voto en el 2006 está decidido: Mi voto es contra Madrazo. Votaré por el candidato que tenga más posibilidades de fungir como antídoto para conjurar esa peste. Sea Andrés Manuel López Obrador o Felipe Calderón, no importa. Mi voto sólo aspira a ser útil y la única utilidad que le puede prestar a la patria es que esa epidemia no llegue a Los Pinos. La pestilencia que carcome a Tijuana es un experimento de laboratorio del cáncer que podría carcomer a México si esa rata se enrosca en la cola la banda presidencial

Estrellita en la frente

A menudo creemos que la Historia, en su plan de maestra apapachadora, nos he pegado con saliva una estrellita en la frente por lo bien que hemos aplicado sus lecciones. La humanidad, como el morro matadito del salón, se cree que ha aprendido tan bien tras varios milenios de clase, que sería imposible volver a cometer los errores del examen pasado. Pero no. La humanidad no es el morro matadito del salón. Al contrario, es el desmadroso que se la pasa pegando papeles en el culo de sus compañeras, el flojo que ronca y duerme la mona tirando baba sobre el pupitre. Disque muchas guerras nos han enseñado, disque ya tenemos un antídoto contra la bestialidad y el genocidio. Ja, ja, ja. Hay un Mito del Eterno Retorno y también hay un Thanathos omnipresente que nace con nosotros. La pulsión de Muerte y Guerra morirá cuando la humanidad muera. La paz nunca ha sido propia del hombre. Sí, a veces nos creemos que la ONU no es cuento de hadas y que la Declaración Universal de los Derechos del hombre es cosa seria, pero Thanathos nos sopla un poquito en la oreja y brota en ciclón la bestia que llevamos dentro.

La máquina

Hay que admitirlo y decirlo con todas sus palabras: Cruz Azul nos ha tomado la medida en San Nicolás de los Garza. Un coraje que sabe a mierda seca me da perder estos partidos, pero la Máquina fue mejor. Carajo, no se si un Batocletti o un Claudio Suárez custodiando el área hubieran permitido a Pereyra entrar como cuchillito en mantequilla con semejante derroche de virtuosismo y galanura. De una patada lo hubiesen bajado y la tarjeta roja y el penal no hubiesen sido tan humillantes. Lo único que me consuela, es que las rayas de mierda pagarán los platos rojos en el Clásico.

Sunday, September 18, 2005

Lomas Taurinas


Hace unos días leía con interés las crónicas de Armando desde Dallas Texas. Armando narraba lo que sentía al estar parado en el sitio exacto donde cayó fulminado JFK en noviembre de 1963. Con todo y su vocación por el gigantismo texano, su derroche petrolero, sus Cowboys con porristas incluidas, Dallas vive bajo la sombra del fantasma Kennedy. No conozco una sola persona que haya ido a Dallas (sin albur mal pensados) y regrese sin haberse ido a parar al sitio exacto donde la certera bala de Oswald fue a albergarse a la humanidad de JFK. No importa cuántas atracciones pueda llegar a tener Dallas. Todo visitante exigirá entre las atracciones reglamentarias del tour ir al sitio exacto del magnicidio.


Tijuana en cambio ha exorcizado al espectro de Luis Donaldo Colosio. Se de tijuanenses que habiendo nacido y vivido toda su vida en esta ciudad, no han ido nunca a Lomas Taurinas. Ni se diga los miles y miles de foráneos. Bueno, debo admitir que la odiosa comparación con Dallas tiene algo de injusta. A Kennedy lo plomearon en pleno centro de la ciudad. Miles y miles de burócratas y ejecutivos que trabajan en el downtown, deben pasar por ahí todos los días, empezando por los colegas del Dallas Morning News, cuyo enorme edificio está a un par de cuadras del sitio. Lomas Taurinas en cambio se encuentra al fondo de unas cañadas. Es el equivalente a un resumidero. Para llegar hasta ahí debes descender por escarpadas pendientes. No es un lugar que te quede de paso. A menos de que seas priista o habites ahí, no se puede decir que Lomas Taurinas sea un punto por el que inevitablemente debas pasar todos los días. A menudo, la referencia más común con los turistas y visitantes de nuestra ciudad, se da cuando vas por ellos al Aeropuerto. Cuando vas en pleno descenso de Otay a la Libertad, es casi inevitable que señales hacia los cerros y le digas a tu recién llegado amigo: Mira, allá abajo está la colonia donde mataron a Colosio. El visitante mirará las casuchas con fingido interés y te dirá: A ver si después me llevas. Pero el después no llega nunca. Primero vas a la Revo, a la Coahuila, al Bordo, al Terrazas Vallarta, a Puerto Nuevo a comer langosta y a San Diego de shopping. Así completas el tour tijuanero. Lomas Taurinas queda en el olvido. Sólo cuando llevas a tu amigo de regreso al aeropuerto vuelves a mirar los cerros y dices: Ya no te llevé a donde mataron a Colosio. Ni modo compa, ahí será para la otra.


He perdido la cuenta de las veces que he ido a Lomas Taurinas. Creo que para todo reportero de Tijuana forma parte de la rutina. Cada 23 de marzo, obvia decirlo, los priistas suelen juntarse ahí. Cada año que pasa, el evento es más desangelado, más soporífero, más rutinario. Unos cuantos discursos de cajón, un arreglo de flores que parecen marchitas desde antes de ser colocadas. La Plaza de la Unidad y la Esperanza es un cementerio y la estatua de Luis Donaldo se muere de aburrimiento. En la Biblioteca Pública Diana Laura Rojas podrás encontrar algunos cuantos viejos libros de texto. Suele ser visitada de vez en cuando por polillas y ratones



Nadie sabe a ciencia cierta en qué punto exacto fue a caer el cuerpo de Colosio. Sobre lo que en 1994 eran andurriales sin pavimentar, hoy existe una pequeña explanada frente a la cual está el monumento al candidato del pelo afro. He escuchado por lo menos tres versiones distintas de habitantes de Lomas Taurinas que te señalan el punto exacto dode se paró Aburto y el sitio a donde fue a caer Luis Donaldo. Cada loco tiene su lyenda y su verdad. Por lo demás, cada vez son menos los curiosos que preguntan.

Mentiría si dijera que al estar parado en Lomas Taurinas me siento poseído por un espíritu o me invade una súbita melancolía. Todas las veces que he ido a Lomas Taurinas lo he hecho por motivos de trabajo y en todos los casos ha sido la cobertura de soporíferos actos priistas. Y no, no soy indiferente ante Luis Donaldo Colosio. Provengo de una familia colosista y sin duda en 1994 le hubiera dado mi voto sin pensarlo. Alguna vez tuve la oportunidad de saludar a Luis Donaldo y si bien a esa edad ya no creía en salvadores de patrias, por lo menos le concedía mi sincera impresión de que era un hombre bueno.


Hay cierta fascinación por visitar el sitio exacto donde murió un personaje. Yo suelo sucumbir muy a menudo ante el vicio. Mi recuerdo más presente de Parral Chihuahua, es el haber seguido la ruta del asesinato de Francisco Villa, ocurrido el 20 de julio de 1923. Caminar por la calle donde transitaba al volante de su carcaha en sus últimos segundos de vida, estar parado frente a la ventana por donde dispararon los asesinos. La casa que los sicarios rentaron para llevar a cabo la ejecución es hoy en día un museo. Si Dallas no escapa al fantasma de Kennedy, Parral tiene su esencia misma en el de Villa.


Hace casi un año, el pasado mes de noviembre, Carolina y yo caminamos por las heladas calles de Viena para buscar la casa donde Mozart dejó el mundo un 5 de diciembre de 1791. Es un edificio de cinco pisos. Wolfang Amadeus murió en el cuarto. Nada hay en el sitio, ni siquiera una mínima placa, que aluda a la muerte del músico. Solo una tienda de libros y artículos masónicos, rinde homenaje al más virtuoso de los masones.


En París, caminando por la Plaza de la Concordia, traté de imaginar el punto exacto donde habría estado colocada la guillotina que cortó de tajo los cuellos de Luis XVI, María Antonieta, Robespierre, Danton y tantos miles de franchutes. Una placa de bronce colocada en el suelo, me ayudó a la tarea. La placa debió ser colocada por un monárquico, pues sólo aludía a Luis y a María Antonieta, mientras el resto los diez mil y tantos pobres inocentes fueron omitidos.


Más que tratar de sentir las vibras del muerto que derramó su sangre en el sitio en que estoy parado, trato de mirar el entorno e imaginar su última visión del Mundo. Pero en Tijuana no te das abasto. En muchos de los sitios por donde caminas, suele haber una historia de asesinato. Casi todos los días de mi vida, suelo pasar por el punto de la Vía Rápida en donde fue acribillado el comandante Alfredo de la Torre. Antes le ponían coronas de flores. Hoy ya nadie lo recuerda. Alfredo cayó en desgracia. A Federico Benítez por lo menos le dieron el honor de bautizar con su nombre uno de los bulevares más largos de Tijuana. Sobe Alfredo pesa la sombra de la mafia y su compadrazgo con Mayel.
Lo mismo pasa cuando vas a pistear al Ruben Hood. Creo que es imposible beber una cerveza en ese sitio sin conversar o imaginar el momento en que el subprocurador Rogelio Delgado Neri fue acribillado en enero de 2004. Todas las cervezas de ese baresucho están condenadas a tener el sabor del muerto. Vaya, con decirles que Tijuana es la única plaza futbolera en cuya cancha ronda el fantasma de un muerto. Sobre la pista atlética del CREA, donde hoy en día juega sus partidos el Club Tijuana de la Primera A, fue asesinado Arturo Ochoa Palacios, quien fuera delegado de la PGR en Tijuana. Ochoa corría rutinariamente como todas las mañanas. El sicario también. No todos los sicarios del narco usan botas y cinto piteado como quieren imaginarlo los amantes del estereotipo. Este traía pants y tenis y debe haber sido un buen atleta, pues corrió más rápido que Ochoa para alcanzarlo en la carrera, darle un plomazo en la cabeza y salir corriendo de la unidad deportiva hasta la Vía Rápida donde lo esperaba un carro. Nunca lo capturaron.


Mc Donalds y Carls Junior

Leo un comentario de Humphery bloggart en torno a la fiebre de libros gordos de mil páginas nacidos a raíz del Código Da Vinci.
No me considero un detractor del Código da Vinci. Que es chatarra editorial, cierto, pero aún la chatarra tiene categorías. Siempre he dicho que una McDonalds es infinitamente peor a una Carls Junior. Ambas son basura, pero hasta en la basura hay clases sociales. Hay de best sellers a best sellers. En todo caso es preferible que los analfabetos lean el Código Da Vinci a que lean Carlos Cuauhtémoc Sánchez. La herencia que dejaba Juventud en éxtasis a los tarados que tuvieron la paciencia de deglutirlo, era de culpas y represiones sexuales, aderezados con un insoportable hedor a mojigatería. En cambio los lectores del Código, por lo menos empezarán a albergar dudas sobre la honestidad de su Iglesia y acaso sientan curiosidad por explorar enigmas históricos. Dan Brown explotó una fórmula harto vieja y machacada. Toda la vida ha habido en las mesas de novedades editoriales productos sobre evangelios apócrifos, templarios, griales y marías magdalenas.
No es la primera vez que sucede algo así. Con el Caballo de Troya de Benítez sucedió algo muy similar, aunque más limitado a los lectores de habla hispana.

El factor Dios

Dios está de moda. Las teocracias son la última novedad de la temporada. Decir Dios te bendiga al final de cada discurso es lo inn, lo cool. Meter a Dios hasta en la sopa es políticamente correcto. Bush y Fox se han encargado de reafirmarlo.
Hasta en los más escarpados cerros de Tijuana encontrarás una iglesia evangélica. Se multiplican como hongos. A diferencia del templo católico, necesitan muy poco material y nulos trámites burocráticos para erigirse. Apenas unas cuantas tablas y un bote de pintura. Tijuana es la única ciudad en el país cuyo gobierno municipal tiene en la nómina una Unidad de Asuntos Religiosos. Es una dependencia creada por Hank Rhon para tratar de cosechar votos entre las iglesias. Según las cifras de esta oficina municipal, en Tijuana los católicos siguen siendo mayoría, pero hay un dato curioso: Hay más iglesias evangélicas y protestantes que católicas. Todas las miserables barridas cerriles de Tijuana tienen por lo menos una
Ya no me gusta escribir sobre el factor Dios. Hiere muchas susceptibilidades. Dios no existe y punto. Yo no creo en él. Con eso me conformo. Respeto a los creyentes y llevo la fiesta en paz. Si no tratas de evangelizarme y sacar al Diablo de mi alma, puedes pasártela bien conmigo. El problema es que con los protestantes, testigos de Jehová y de más subespecies es imposible sostener una conversación civilizada sin que ellos eructen peroratas sobre su deidad. Yo no ando por el mundo predicando la inexistencia de Dios. Me tiene sin cuidado si la gente cree o no. Al final todos seremos festín para los gusanos y no habrá más infierno ni paraíso que la cajita donde arrumben nuestras cenizas.