Eterno Retorno

Friday, October 14, 2005

Pasos de Gutenberg

El discurso del odio
André Glucksmann
Taurus

Por Daniel Salinas Basave

No queda un buen sabor de boca al acabar de leer El discurso del odio. Este libro busca angustiar y la verdad es que lo consigue con creces. Empezando por su portada y presentación, este libro ya azota una cachetada al improbable lector que se lo topa en el andén de la librería. Vaya, el color rojo escarlata, la palabra ?odio? enorme en letras negras tipo graffitti, y en lugar de la letra i, la editorial nos presenta un fusil AK-47. Con semejante presentación, uno puede hacerse a la idea de que no le espera un libro cómodo.
Una vez iniciada la lectura, se corrobora que el vestido del libro es perfectamente acorde con la personalidad.
El filósofo francés André Glucksmann navega con bandera de pesimista. De entrada uno podría pensar que se enfrenta a una versión moderna de Historia y utopía de Ciorán. Vaya espejismo. Bastan unas cuantas páginas para caer en la cuenta de lo lejos que Glucksmann se encuentra del franco-rumano. A años luz. Bueno fuera que hubiera auténtico nihilismo en Glucksmann. Bueno fuera que en algo nos recordara a Sartre o a Camus como alguien dijo por ahí. En efecto, a esta época de guerras religiosas absurdas y aparente renacimiento de teocracias le hacen falta filósofos como aquellos célebres existencialistas. Glucksamann, por desgracia, no cubre la vacante. Los libros de la angustia también son textos sagrados, nadie lo niega. El problema es que aquí, a su aparente pesimismo le veo más cara de colaboracionismo.
Vayamos al grano: Por más discurso filosófico que lo adorne, El discurso del odio es una descarada apología de George Bush y de la política internacional de Estados Unidos. ¿Para qué andar con rodeos? Glucksmann es de los pocos franceses que le entra al quite para defender la política estadounidense y justificar su actuación en Irak y en Afganistán. Por más sofismas que trate de desparramar en sus páginas, se trata de un libro parcial, que toma un casi descarado partido.
El discurso del odio, continuación de Dostoievski en Manhattan, es un ensayo que pretende demostrar que la humanidad entra de golpe y porrazo a una nueva era marcada por el odio irracional, nihilista, un odio puro, ciego y misantrópico. Con una prosa típicamente francesa atiborrada de ironías que en algo lo acercan a Ciorán y recuerdan en mucho los ensayos de Vivianne Forrester, este judío francés diserta en torno a la capacidad destructiva de las sociedades y el paso a la era de las conspiraciones individualistas. Del estado de guerra definido por Rousseau, Glucksmann nos traslada al estado del odio, en el que según sus propias palabras, la facultad apocalíptica de pitar el final del partido, antes patrimonio de los dioses y después monopolizada por las superpotencias, se ha puesto al alcance del gran público.
Glucksmann tiene estilo para escribir, eso sí ni quien lo niegue. Desgraciadamente su filosofía me parece demasiado cargada de intenciones ocultas. Al final su sionismo lo traiciona y el libro acaba por torcer el rumbo. Lo que parecía una propuesta ensayísitica profunda, acaba por transformarse en una burla y condena contra el anti- norteamericanismo de la sociedad francesa y alemana. Y al final, a uno acaba por olvidársele por qué camino iba la lectura. Al menos a mí el camino se me torció por completo.


Las Cruzadas
Peregrinaje armado y guerra santa
Geoffrey Hindley

Por Daniel Salinas Basave

¿Más Cruzadas? Sí, más Cruzadas. Si usted por casualidad ha sido un lector más o menos constante de Pasos de Gutenberg, dirá, con justa razón, que ha habido ya demasiadas reseñas de libros sobre el tema de las guerras santas de Oriente contra Occidente.
La verdad de las cosas, es que el tema es apasionante y los enfoques con que puede abordarse son tan diversos, que parecen inagotables.
Ya en este mismo espacio hemos reseñado dos volúmenes Trilogía de las Cruzadas del Sueco Jan Guillou y El viaje prodigioso de Miguel Leguiniche y Antonia Velasco, por mencionar sólo algunas obras sobre el tema.
A raíz de la euforia generada por el fenómeno Código Da Vinci, los estantes de las librerías se han atiborrado de chatarra editorial sobre misterios templarios, conspiraciones vaticanas, enigmas de cataros y toda clase de seudo revelaciones sobre la baja Edad Media.
Sin embargo, justo es señalar que esta repentina euforia por husmear secretos medievales, ha puesto en las mesas principales obras con una buena dosis de rigor historiográfico.
Las Cruzadas, Peregrinaje armado y guerra santa de Geoffrey Hindley es una obra ambiciosa y seria. Aquí no hay ni vestigio de novela o crónica. Únicamente labor de historiador con fuentes bien documentadas y una muy completa cronología adornada con oportunos mapas.
Egresado de Oxford, Geoffrey Hindley es un experto en historia medieval. No por nada es cofundador de Society for the History of Medieval Technology and Sciences
Hindley parte de dos preguntas fundamentales para arrancar su obra: ¿Qué fue lo que pudo orillar a que millares de familias europeas de todos los estratos sociales se arrojaran en un peregrinaje casi suicida para conquistar Tierra Santa? ¿Qué consecuencias tuvo este peregrinaje en la historia de Europa y en la relación entre Oriente y Occidente?
La Europa feudal del año 1095, confinada a la frágil y monótona paz que se respiraba tras las murallas de los feudos, de repente se ve trastornada por el llamado de un demente visionario llamado Pedro El Ermitaño y por la arenga del Papa Urbano a recuperar Tierra Santa y arrebatársela de las manos a los infieles. Visto con una mirada racional y con un mínimo de cordura, parecería un absurdo contemplar a decenas de miles de campesinos cargar con sus mujeres e hijos y sus pocas pertenencias para emprender una misión suicida.
¿Qué fue lo que pudo orillarlos a semejante odisea? ¿Fue sólo el fervor religioso o había motivaciones mucho más terrenales que celestiales? Hindley nos dibuja una suerte de mural de la sociedad europea en vísperas de del Siglo XII.
De hecho la gran virtud del libro, es que aparte de hacer una muy completa narración de los hechos y personajes que conformaron la epopeya de Las Cruzadas, Hindley alterna su narración con oportunos capítulos de índole más bien sociológica en donde profundiza en los aspectos sociales, religiosos y culturales de la época, tanto en Oriente como en Occidente.
Vaya, el autor toca un tema que en lo personal me parece novedoso y que a otros historiadores les había pasado de noche y es el hecho de la nueva dinámica que las Cruzadas generaron en el rol femenino dentro de la sociedad feudal. En una sociedad eminentemente machista, el peregrinaje de miles de maridos a Jerusalén cambió de golpe y porrazo el rol de la mujer que de un día para otro se transformó en señora feudal y ejerció mandos y atribuciones que antes hubieran sido inconcebibles.
Otro tema que desarrolla con maestría, es el relativo a la llamada Cruzada de los Niños, cuando miles de pequeños, en medio de una manipulación corrupta y una iluminación suicida peregrinaron a Tierra Santa aunque jamás pudieron salir de Europa.
Finalmente, una tercera interrogante que da cerrojazo al libro es: ¿Aprendió la humanidad de las Cruzadas? ¿Ha cambiado la mentalidad del hombre o seguimos inmersos en el ?Dios lo quiere? de Pedro el Ermitaño? ¿Se puede hablar de guerras santas en pleno Siglo XXI? Sólo hace falta echar una mirada a las guerras en Afganistán y en Irak para darnos cuanta de cuan actuales son estos cuestionamientos.