Eterno Retorno

Monday, July 04, 2005

Pasos de Gutenberg
Cortafuegos
Henning Mankell
TusQuets
Por Daniel Salinas Basave

Cuando un autor de novela policíaca es capaz de crear un personaje que
defina su obra y conecte con el lector, el ámbito de lo puramente
detectivesco queda superado por una dimensión humana.
Henning Mankell ha creado a un personaje tan entrañable como el detective
Wallender y luego de acompañarlo a lo largo de nueve libros, uno
irremediablemente acaba por adoptarlo.
Cortafuegos es la última novela de Mankell y por ende, la última entrega de
las aventuras de Wallander.
El sueco no solo se mantiene fiel a su personaje y a su inmodificable
entorno en la apacible ciudad de Ystad en el Sur del país, sino que profesa
una sacramental fidelidad a su estilo narrativo.
Aunque cada novela de Mankell representa un caso policial único de manera
que un lector primerizo puede comenzar por cualquiera de sus libros, lo
cierto es que da la impresión de que más allá de los asesinatos resueltos,
toda su obra fuera en realidad la gran biografía de Wallander y el retrato
de la progresiva decadencia de una sociedad cuyos valores mutan
irremediablemente.
Mankell es ante todo un conservador, un nostálgico inquebrantable que parece
lamentar la pérdida del rostro de una sociedad sueca cuyo espíritu se
modifica.
En Cortafuegos Mankell nos sumerge en la era de los delitos cibernéticos.
Los criminales no solamente atacan a la vuelta de un callejón oscuro, sino
que mueven sus hilos desde algún rincón del mundo.
La universalidad del teclado y el anonimato de una personalidad diluida en
la infinita estepa de la pantalla, es el entorno que debe combatir
Wallander.
De igual forma, deberá luchar contra una furia asesina en apariencia
inmotivada.
La historia comienza en una noche cualquiera en Ystad, cuando un par de
jovencitas asesinan al chofer de un taxi sin un motivo aparente. Al mismo tiempo, un hombre solitario que suele dar caminatas nocturnas,
muere frente a un cajero automático.
Un par de hechos en apariencia inconexos, van revelando una complicada red
que se remonta a muchos años atrás y cuyos orígenes se ubican en un paisaje
harto distinto a la helada Suecia, en Angola.
A través de Wallander, Mankell contempla con estupefacción el surgimiento
de una nueva era criminal.
Las operaciones cibernéticas y el mundo de los hakers son contemplados desde
la óptica del hombre incrédulo, acaso anticuado, que no alcanza a comprender
las dimensiones del fenómeno.
De igual forma asistimos a un Wallander estupefacto ante la posibilidad de
que jovencitas de 14 y 17 años puedan cometer un crimen brutal sin sentir el
menor remordimiento y que al mismo tiempo enfrenta conspiraciones solitarias
que pueden dar al traste con una ciudad entera.
Sin entrar en detalles sobre la trama, el mensaje final de Cortafuegos
podría ser que el mundo entero se encuentra contenido en archivos
computarizados y quien tiene el poder de controlarlos, tiene el poder de
dominar el mundo.
Acaso sea Cortafuegos la última novela progresiva de la serie Wallander. He
leído que en su próxima entrega, el autor nos remontará a los orígenes de su
detective, cuando era un jovencito que patrullaba las calles del Malmo. Si usted gusta de la buena novela policíaca, nunca me cansaré de recomendar
a Mankell, aunque Cortafuegos no será recordada como su mejor novela ni la
considero un buen punto de iniciación para acceder al universo
wallanderiano.