Eterno Retorno

Saturday, May 14, 2005

Y dale con las pinches liturgias del poder

En los últimos días he sido testigo de excesos litúrgicos del poder. No he visto hasta ahora un gobernante como Hank Rhon con una vocación tan ceremonial en el ejercicio del gobierno.
Más allá de un acto administrativo real, el arte de gobernar en Hank Rhon busca a cada momento una dimensión teatral.
Y por favor, no se crea usted que la frivolidad lo llevará al fracaso. Al contrario. Esa frivolidad es su combustible. La frivolidad es un sistema político concreto, resultado de una estrategia claramente definida que arroja resultados. El poder es después de todo una ficción que para aparentar una existecia real requiere necesariamente del histrionismo. El gobernante debe ante todo ser buen actor, por momentos cómico, a veces dramático, en todo momento heróico, magnánimo, providencial. Un gobernante requiere su escenario y su público para gobernar. Eso a Hank Rhon le ha quedado muy claro.Los pantanos ontológicos del pueblo mexicano requieren deleitarse cada cierto tiempo ante las carpas de la política y regodearse ante las pastorelas institucionales en donde angelitos culones y pérfidos demonios de tridente oxidado se juegan su destino. Estamos demasiado urgidos de venderle nuestra fe a un actor de pastorela, de la misma forma que nos jugamos el futuro en los tachones de un delantero pata chueca que falla frente al marco abierto.
No hay régimen totalitario sin liturgia. A mayor aspiración absolutista, más debe invertir el gobernante en la ceremonia de su perpetua coronación. ¿Habría existido el nazismo sin sus multitudinarios desfiles? ¿Se podría hablar de la grandeza del Imperio Romano sin arcos del triunfo? Hitler necesitó monumentales estandartes en donde una esvástica de 100 metros disimulara su condición de chaparro ridículo. Como un dios que para reinar obliga a sanitificar las fiestas cada séptimo día, el gobernante debe invertir en su liturgia para perpetuarse. El éxito en el gobierno no se mide en beneficios concretos hacia los gobernados. Eso es una ficción que en el mejor de los casos resulta un mal chiste, por no hablar de una patraña de humor negro.El éxito de un gobierno se determina en la medida en que el gobernante en cuestión supo representar al personaje que le tocó en el libreto.


De putas y pordioseros

Alguna vez, creo, lo escribí aquí en Eterno Retorno: Los pordioseros y las putas son los seres más universales de la humanidad.
En todos los siglos, en todas las lenguas y en todas las culturas el pordiosero y la puta desempeñan sin alteraciones su rol en el libreto. El rostro del pordiosero es eterno. Sobrevive cual roca de mar al paso de los milenios. La mano extendia, los ojos al suelo, buscando extraer gotas de lástima de un alma estéril. La mirada de la puta, en busca de capturar en su red el destello de lujuria que irremdiablemente saltará a la superficie, el cuerpo buscando disfrazarse de umbral a los edenes del deseo.. Vamos a Babilonia tres mil años atrás, vamos a Roma, vamos a Tijuana o a París o a La Habana: El pordiosero y la puta son omnipresentes. Están ahí, desempeñando un papel milenario, como si el suyo fuera un reflejo innato, un movimiento animal inconsciente, mecánico, como la respiración.
Putas y pordioseros del mundo, hermanados en un alma, conscientes de que existirán sobre el planeta hasta el último día de la humanidad.