Eterno Retorno

Friday, April 15, 2005

Platonic Sex
Ai Iijima
Editorial Emecé

Por Daniel Salinas Basave

Nada nuevo bajo el Sol. No encontré el escándalo por ningún lado, mucho menos el desafío el descaro o la rebelión y lo que es peor, ni siquiera encontré la originalidad. Al terminar de leer Platonic Sex de la japonesa Ai Iijima me quedé con la insoportable sensación de más de lo mismo. Las confesiones sexuales, máxime cuando provienen de una bella mujer, son un anzuelo comercial a menudo irresistible. Los cuatro millones de ejemplares que Platonic Sex ha vendido en Japón no dejan mentir.
Se podría decir que en términos estructurales, la supuesta autobiografía de Ai Iijima tiene la típica conformación narrativa de todo producto pop.
Hecho para leerse y digerirse fácil, sin mayores exigencias para el lector, Platonic Sex es un libro muy cómodo. Es un platillo de comida rápida pues. No esperemos ni exijamos más. No se puede pedir una cena de tres tiempos tres tiempos acompañada de un buen merlot, cuando vamos a comer a McDonalds.
Platonic Sex, que de acuerdo con la autora es una narración autobiográfica y una confesión desgarradora sin tapujos, es una típica historia de sexo, degradación y redención.
Un descenso a los infiernos con boleto de regreso al engañoso paraíso de lo políticamente correcto, aderezado siempre con el éxito y la aceptación social como final feliz.
Ai Iijima comienza a contarnos su historia de niña reprimida por un padre severo y una madre sumisa. Una familia japonesa tradicionalista educada a la antigua, es la tiranía de la que la adolescente rebelde debe huir para entregarse a los brazos del desenfreno.
Discotecas, karaokes, prostitución de lujo, millonarios degenerados, amores desgraciados, traiciones diversas y altas dosis de frivolidad constituyen el pantano sobre el que vuela Ai Ijima
En efecto, no es la visión poética de un Tokio de geishas, kimonos y guerreros samurai lo que encontraremos en estas páginas. No, en Platonic Sex encontramos los sótanos y bajos fondos imprescindibles a toda urbe y el negocio del sexo como única industria capaz de navegar en las turbulentas aguas de la recesión económica.
El punto culminante del descenso infernal de la joven, Ijima, es su entrada al mundo de las películas pornográficas como actriz. Hasta ahí llegamos.
Y como en toda historia comercial y políticamente correcta, la protagonista debe abandonar el infernal pantano y ascender de nuevo hacia los cielos, que bajo la óptica del materialismo y la frivolidad, se traduce en convertirse en una actriz exitosa de televisión y no es una vieja prostituta fracasada.
Pero bueno, si a cuatro millones de japoneses los ha vuelto locos esta autobiografía y si Ai Iijima se ha convertido en portavoz de miles de adolescentes japonesas, es posible que el libro pueda agenciarse otros cuantos millones de lectores de este lado del mundo. Después de todo, los restaurantes de comida chatarra suelen tener miles de clientes que salen más que satisfechos.