Eterno Retorno

Saturday, December 11, 2004

GRACIAS PUMAS

SUFRAN RAYAS



Nunca tuve dudas. Ganó el que tenía que ganar. En este nuestro Futbol Mexicano ser octavo lugar y cerrar de visitante es motivo más que suficiente para pronosticar a favor. Aquí quienes cierran de local llevan las de perder. Más en estos torneos que llaman de Invierno o de Apertura o sepa la madre cómo los llamen, pero siempre que veo la Final con el pinito de Navidad puesto, el visitante se corona.

Por lo demás, chínguense rayas. Lo siento mucho, pero ustedes siempre son los primeros en jodernos la madre cuando sufrimos nuestras desgracias, así que no puedo pagarles con moneda difernente ni sentir piedad de ustedes. Hace exactamente un año, cuando perdimos contra Pachuca en Navidad, mi correo y mi teléfono se vio invadido de rayaditos que puntuales se acordaron de mí para reirse de la desgracia felina. Les pago con la misma moneda hijos de puta. Me da mucho gusto ver a Pumas Campeón. Ustedes no hicieron ningún mérito para ser campeones. Un equipo que inicia la temporada perdiendo 6 a 2 el Clásico no merece ser campeón.

Nunca he tenido odios ni filias hacia ningún equipo chilango. Pumas, América, Cruz Azul me resultan lo mismo. Ni me van ni me vienen. No puedo odiarlos ni amarlos. Sin embargo, en los años en que viví en México DF (88 92), me di gusto acudiendo a los estadios capitalinos, siempre que jugaba Tigres de visitante por supuesto y cuando había buenos juegos de equipos que iban bien. En la prepa donde estudiaba, el Albatros, la chilanga afición se dividía entre América y Cruz Azul y muy pocos Pumas. Yo en aquel entonces solía acudir al Estadio de CU, cada que iban los Tigres no faltaba, y también uno que otro clásico. Y me llamó la atención ver que mis compañeros americanistas y cruzazulinos afirmaban que jamás habían ido al México 68, pues lo consideraban un estadio peligroso, lleno de porros, de nacos (uso sus propias palabras) donde podías salir muerto. A mí me extrañaba, pues yo había ido incluso a jugos Pumas vs América y había salido ileso. Incluso, cuando jugaba Pumas vs Tigres en la UNAM yo solía ir con mi camisa y mi bandera Tigre y fuera de unas mentadas de madre, nunca sufrí mayores consecuencias (cosa que no puedo decir cuando he ido a apoyar a Tigres al estadio de Santos, Toluca o Correcaminos donde uno aprende a amar a Tigres en tierra de salvajes despiadados que hacen todo lo posible por romperle una botella en la cabeza a todo lo que huela a visitante) En fin, la cosa es que en CU he tenido suerte. Por azares del destino, en junio de 1991, el día 7, un sábado, mi amigo Ivan, uno de los pocos ultrapumas que estudiaba en Albatros, me cayó al cantón temprano para calentarme la cabeza de irnos a CU a conseguir boletos. Jugaban Pumas contra América la final. A sabiendas de que no encontrararíamos boletos en taquilla, fuimos el Ivan y yo pensando en una reventa barata y vaya milagro del cielo (el milagro que no me favoreció para ver a Therion en París) encontramos boletos de reventa a precio accesible. Así las cosas, vi a Pumas coronarse ante América con aquel cañonazo en tiro libre de Tuca Ferreti. En fin. Me da gusto por mis amigos Pumas. Bien por el Ivan, que quién sabe dónde chingados ande, luego de 12 años sin verlo. Un abrazo a mi amigo Angel Ruiz, René Gardner, Alberto Sarmiento, todos ellos aficionados Pumas. Y sí, por supuesto, habiendo nacido en Monterrey, se explica que tenga amigos muy queridos y familiares que optaron por el camino del error y apoyan a ese mierdozo equipo de las rayas. Yo he cumplido con mi deber Tigre de evangelizarlos y hacerlos ver la luz y entrar por el camino de la Verdad y el Bien, pero ellos se empeñan en apoyar a ese equipo. En fin, yo respeto y alabo la lealtad y mando un abrazo fuerte a mis amigos rayados. Es más, les voy a confesar una cosa: En un cumpleaños de mi buen amigo José Villasáez, rayado de corazón, le regalé una camisa de su equipo. Ahí está también mi amigo César Romero, que se mantiene fiel a las rayas, mi tío Agustín, que pese a haber nacido en una familia de Tigres y haber vivido su adolescencia en la época de Barbadillo, Boy y Mantegazza en que les ganábamos todos los clásicos, siguió fiel a la causa. Un abrazo también a mi tío Rogelio y a Sergio, el novio de mi hermana Ana Lucía, que siguen empeñados en apoyar al error. Yo siempre apreciaré la lealtad y por ello les mando un sincero abrazo. Siempre admiraré a la gente fiel, pues yo siempre lo he sido y mi fe Tigre jamás se apagó, ni siquiera en el descenso. Pero no me pidan que apoye a las rayas en una final. Lo siento, pero esa camiseta de las rayas me inspira repulsión, es como un repelente para mí. Los rayados, su himno, su afición, su esencia misma, representan la personalidad que más aboreezco de mi ciudad natal. El supramaterialismo, el Tec, el conservadurismo extremo, la religiosidad, el complejo de ser texanos, el espíritu de San Pedro Garza García a su máxima expresión. Eso son el 95% de los rayados. El 5% restante que vale la pena ya lo he mencionado y les mando un abrazo. En fin, Gracias Pumas. Me han evitado muchas llamadas y burlas y eso se los agradezco. Le han cerrado el hocico a mucha gente indeseable. Escuchando el Vulgar Display of Power de PANTERA, en homenaje a DIMMEBAG DARRELL, uno de los mejores guitarristas que ha parido el metal americano y bebiendo vino tinto, escribo mis reflexiones sobre esta final. Felicidades.

Por lo demás, esta semana El Metal ha perdido un gran guitarrista. DIMMEBAG DARRELL. Me queda el consuelo de haberlo visto tocar en vivo con Pantera en verano del 97 en Monterrey. Por cierto, les anuncio, Tigres tendrá un gran técnico: Se llama Hugo Sánchez.

Lo siento rayas. Lo único que puedo jurarles es que sufrirán subcampeonitis y que en la Jornada 2 del próximo torneo, les recordaremos quién es el que manda en Nuevo León. NO OLVIDEN EL 6 a 2. ARRIBA LOS TIGRES

PD. El campéon Pumas perdió 3 a 1 con los TIGRES en la jornada cinco en partido pasado por agua. Siempre habrá un felino mayo y un gato montés. Mero comentario editorial. Un abrazo Pumas y rayas.

Thursday, December 09, 2004

La revista Común http://www.comun.com.mx/
que dirige allá en Monterrey mi amigo Jopyrrako Montero, ha sacado su nuevo número, en el que el buen taquero Don Nacho se llevó una vez la portada. En mi permanente espacio Lucretia mi Reflexión se ha incluido un texto escrito por mí hace un año y que si la memoria no me falla, llegué a publicar en Eterno Retorno hace algún tiempo.
Y bueno, ya que hay Don Nacho Reloded, ahí les va un Lucretia Reloded.


Cuanto plomo mal gastado
En cuerpos innecesarios

Eskorbuto

68: Viaje sin escalas del tabú al tedio

Muy pronto el mito del 68 dejó de ser tabú para transformarse en tedio. Demasiada tinta desperdiciada y un exceso de verborrea son el entorno propio de cada 2 de octubre.
Más de un nostálgico me dirá que si hoy gozo de un México democrático y puedo ejercer efectivamente mis libertades civiles se lo debo en gran medida a los mártires del 68. Honestamente, no lo creo.
Es un cliché muy común, propio de una visión rimbombante de la historia, pensar que los martirios sirven de algo y que los seres humanos se sacrifican en pos de legarnos una herencia a las generaciones futuras. Después de todo, nada hay más cristiano que el conceder a los martirios la divina capacidad de expiar pecados.Yo creo que la única sangre que sirve es la que drena por las venas de un cuerpo vivo o en su defecto aquella que es donada a un herido o recién operado. Los únicos cuerpos útiles son los que donan sus órganos, aunque los gusanos, según sé, suelen ser agradecidos con quien les sirve un buen manjar.Seamos realistas; el 68 como movimiento carecía de sustancia ideológica, ya no digamos de proyecto político. Sí, tenía el ímpetu, la inocencia y la espontaneidad que caracteriza a aquellas reacciones humanas que se generan más como consecuencia de un estado de ánimo social que con un auténtico propósito revolucionario. Ello es una virtud, pero esos movimientos las más de las veces se extinguen o prostituyen. Creo que el movimiento del 68 no alcanzó a prostituirse en vida, pero sus herederos se encargaron de prostituir cada año su cadáver.Por crudo que se escuche, el movimiento del 68 le debe mucho a Díaz Ordaz. Mal que bien, le debe agradecer su tan cacaraqueada inmortalidad. Sólo los bautizos de sangre garantizan vida eterna, o por lo menos de 35 años de edad, que en este mundo tan cambiante y desmemoriado ya es mucha vida. Hay que dejarse de mamadas: De no ser por Tlatelolco nadie recordaría hoy en día el 68. ¿Qué se recuerda de ese movimiento? ¿Alguien conoce el limitadísimo pliego petitorio de los estudiantes? ¿Qué tanta gente se acuerda la fecha de la multitudinaria manifestación del Zócalo, apoteosis del movimiento? El día que se recuerda, tradición cristiana al fin, es y será siempre el del martirio, no el de la apoteosis. Sin martirio no hay recuerdo ni memoria. De no haberse derramado sangre en la Plaza de las Tres Culturas casi nadie recordaría hoy el 68. Díaz Ordaz cometió una pifia histórica para su causa, pues le otorgó al movimiento su certificado de inmortalidad y se condenó a sí mismo a los infiernos, aunque hoy en día sigue teniendo avenidas y bulevares que llevan su nombre. Díaz Ordaz no salvó al País ni se salvó a sí mismo de nada.El movimiento no hubiera podido derrocarlo y ni siquiera tenía la capacidad de suspender o alterar las Olimpiadas. Tarde o temprano el ímpetu se hubiera extinguido, los jóvenes hubieran regresado a su casa y los muertos de la Plaza de las Tres Culturas serían hoy en día burócratas panzones o somnolientos diputados perredistas a punto de jubilarse sin pena ni gloria.¿Qué quedaría del 68 sin Tlatelolco? Lo mismo que queda del movimiento ferrocarrilero del 58 o la huelga de los doctores del 66 ¿Alguien se acuerda de ellos? No, porque no hubo sangre. Sin duda el Mosh y los chicos CGH rogaban porque Zedillo les regalara un mártir durante la toma de la Universidad, pero aquel 5 de febrero del 2000, Arellano Noblecía y la PFP se aventaron un jale limpiecito, sin una sola gota de sangre y resulta que hoy en día nadie se acuerda que hace muy poco la UNAM estuvo tomada por más de 8 meses. En cambio, si hubiera habido un muerto, el Mosh y los suyos hubieran asegurado la inmortalidad. No me queda la menor duda de que cada 2 de octubre seguiremos escuchando otra vez todo tipo de consignas: Que se haga justicia, que el crimen no quede en la impunidad, que la sangre de los jóvenes no se haya derramado en vano, que se diga la verdad, que se abran expedientes, bla, bla, bla. Grandes fotos en La Jornada de las manifestaciones del CGH y las ofrendas florales, unas cuantas editoriales incendiarias y ya. El 3 de octubre al mediodía, el 2 de octubre se habrá olvidado una vez más hasta el año que entrante.Ni siquiera veo que se pueda organizar con éxito una meada colectiva en la tumba de Díaz Ordaz o que se logre, cuando menos, quitarle su nombre a ese enorme bulevar tijuanense y cambiarlo por el de Mártires del 68. Digo, mínimo para que logren algo a parte de llorar y rasgarse las vestiduras. ¿Será mucho pedir?

Wednesday, December 08, 2004

Nostalgia hardcorera

En el blog de Morcillo http://menosquecero.blogspot.com/ leo una serie de crónicas sobre la punkósfera defequeña de finales de los 80 y principios de los 90. Carajo, es para cagarse de risa que en una ciudad de 20 millones de habitantes, haya tantos nombres y anécdotas que me resulten familiares, como si de un pueblito se tratara. Un vil rancho punk donde veías las mismas caras cada fin de semana. El Ganso, el Mosh, el Aguarrás, el Warpig, puro personaje de aquellos años, infaltables los sábados en el Chopo. Yo también fui a las tocadas de La Polla en el LUCC y en Pantitlán, a Eskorbuto en Tlane y los inolvidables toquines hardcoreros con Masacre 68 y Atoxxxico. Carajo. Seguramente topé a Morcillo en muchos de esos aquelarres de hace 15 años. La mitad de mi vida nada más y nada menos. Era un reverendo mocoso. Si bien mi pasión y mi bandera era desde entonces el metal, siempre simpaticé con el hard core, influenciado en gran medida por mi amigo el Rudy Cruz. Me llama la atención y me da gusto ver hoy adolescentes de 14 o 15 años que nacieron en la época en que yo iba a esas tocadas y que hoy gustan de Ramones, de Misfits, de Bad Religion. Veo los parches que venden en los puestos y son igualitos, idénticos a los de hace 15 años. Aquel estereotípico de las botas con la leyenda Condenados a Luchar, los símbolos de Crass y los Dead Kennedys, la infaltable camiseta de Ramones y el Fiend de Misfits. El tiempo no ha pasado. Sí, digamos que son morritos aficionados a internet y a las versiones más ultramodernas del Sega, que bajan rolas y usan MP3 cosa que no existía en mi adolescencia. Pero sus parches, sus Marteens, sus camisetas son las mismas. En el concierto de Misfits vi a cientos de catorceañeros cantando las rolas que yo cantaba hace catorce años. Y bueno, ¿qué puedo decir? Cuando Sex Pistols existió yo tenía dos años de edad y lo vine a descubrir hasta la adolescencia y los rucos sobrevivientes de esa época habrían visto con ternura y sorna como un mocoso de los años ochentas se enteraba de la existencia de Sid Vicious. No me explico este fenómeno.
Aunque sigo siendo un comprador compulsivo de discos, debo reconocer que hace mucho no compro un disco de hard core punk. A partir de mis veintes me quedé casi exclusivamente en el heavy metal y sus derivados, aunque escucho con cierta regularidad mis discos de Crass, de Agnostic Front, de GBH y por supuesto de Eskorbuto y La Polla. Por cierto que esta semana me he hecho de tres discos. Un par de conciertos de un par de bandas brasileñas de prog-power: Angra y Shaman y el nuevo de Therion. Discazo. En este momento son las 22:30 y aún estoy trabajando con el disco de Angra en los oídos. Carajo ¿Por qué escribo todo esto tan incoherente y mal redactado? Tal vez porque necesito pensar, escribir y hablar de cualquier tema que no sea Hank Rhon y el Ayuntamiento de Tijuana. La música siempre será un buen pretexto.

Migración e intolerancia

La sociedad tijuanense es tal vez la que más tolerancia muestra hacia los foráneos en todo el país. Tiene lógica después de todo. Con escasos 115 años de antigüedad y un auge demográfico que no pasa de dos décadas, la tijuanense es una sociedad de migrantes.
Por eso mismo, es una de las sociedades más abiertas y tolerantes de todo México. Desgraciadamente, muchos de los migrantes no son tolerantes con Tijuana.
Si hay lago que desprecio en demasía, es ver a foráneos despotricar en contra de Tijuana, lo cual desgraciadamente es muy típico. He escuchado a demasiados forasteros que no pierden oportunidad de referirse a Tijuana como una ciudad de putas, rateros y asesinos, en donde no se puede vivir en paz, donde no hay moral, donde las mujeres no son decentes. Estos tipejos se la pasan añorando su Tandamandapio querido, donde la gente sí es noble, donde las mujeres son recatadas y donde no hay ladrones ni crímenes y se la pasan hablando del día en que puedan volver a su tierra. Lo que sucede es que ese día nunca llega y esos tipos cumplen 10 o 20 años en la ciudad colgados de su bonanza y su desarrollo económico y jamás aprenden a quererla y a arraigarse en ella. A ese tipo de personas suelo confrontarlas y callarles el hocico cuando empiezan a eructar semejantes estupideces.

No generalizo. En esta sociedad de migrantes hay miles de foráneos que quieren a Tijuana y han hecho mucho por ella. Pero también le sobran zánganos que respiran su aire, se cuelgan de sus servicios y encima hablan mal de ella.

En realidad, los tijuanenses tendrían muchos más motivos para odiar a los migrantes y sin embargo no he visto expresiones de odio en esta ciudad. No lo digo yo ni son prejuicios, pero si ustedes ven las estadísticas de delitos que se comenten en la ciudad, la enorme mayoría son cometidos por foráneos que tienen poco tiempo en Tijuana o que van y vienen de manera alternativa. No lo digo a la ligera, vean las estadísticas por favor. La mayoría de los crímenes son cometidos por sinaloenses. Sinaloa nos ha heredado muchas de las más suculentas marisquerías de la ciudad, pero también nos exporta criminales al por mayor. Los rateros, asaltantes, roba carros y secuestradores casi siempre son foráneos. De el DF, de Michoacán, de Jalisco, del Edo Mex. etc, etc. Los habitantes de los cerros que ocupan tierras irregulares y se cuelgan de la luz son todos foráneos también. Fuera del fenómeno narco-junior protagonizado por tijuanenses de buenas familias, no es muy común ver a los nativos de esta ciudad involucrados en crímenes. No es un prejuicio, son estadísticas.

La gente bien podría decirme que yo también soy un migrante que vino a probar fortuna a Tijuana y que no tengo derecho a hablar así. Yo respondo que tal vez la diferencia son los motivos que me llevaron a emigrar aquí. La enorme mayoría de los foráneos llegan a Tijuana porque en sus tierras no había trabajo y eran unos muertos de hambre. Vinieron aquí obligados por la necesidad y muchos de ellos jamás aprenden a querer a Tijuana, a la que responsabilizan de todos sus males. Yo en cambio vine por mi santa voluntad y deseo de vivir experiencias nuevas. Sin la más mínima presión ni necesidad. En Monterrey tenía trabajo y no se puede decir que mi familia sea pobre. Monterrey es la ciudad donde hay mejor nivel de vida en México y no creo que hubiera sido algún día un desempleado que se viera forzado a largarse de esa ciudad. Me auto exilié porque quise, por esa necesidad de seguir siempre la dirección del salmón. Porque no me gustaba la sociedad regia ni el insoportable clima de la ciudad, si quieren un motivo menos abstracto. Llegué con un trabajo amarrado y luego de seis años creo que aquí en esta ciudad me quedé, porque esta ciudad me gusta para vivir. He comprado mi casa en este terruño y aquí me he arraigado. Nunca he sentido una necesidad de formar una asociación de regios en Tijuana o de poner un restaurante de cabrito. La patria que más extraño es mi núcleo familiar y el estadio de los Tigres. Fuera de eso, no tengo ni un motivo para añorar mi ciudad natal.
Por ello, me siento con derecho a callar a los foráneos que le faltan al respeto a Tijuana.

Tuesday, December 07, 2004

El Daño

En una mesa de la Comercial de Playas encontré El Daño de Sealtiel Alatriste. Por 39 pesitos, una ganga si se toma en cuenta que es un libro de editorial Espasa en pasta dura, he adquirido esta sui generis biografía del señor Franz Kafka. Bueno, en realidad es una novela sobre Kafka o de su relación con su madre, Julie K. De hecho la figura de la madre de Kafka es la piedra angular del libro. Una reflexión que oscila entre lo onírico y lo anecdótico y en donde Alatriste, supongo, se concede hartas licencias narrativas. Aunque el libro tiene algunas fotografías, una detallada cronología y toma muchos elementos de los diarios de Kafka, Alatriste lo transforma en una narración por momentos casi poética aderezada con fugaces y muy atinadas descripciones de la bella Praga. Harto recomendable el librito. Aún quedan muchos, por si a alguien le interesa. Ojo, sólo en Playas de Tijuana, no en Río.

Los últimos días de Hitler

Aún no supero mi añeja adicción por estudiar todo lo referente al tema del Tercer Reich. Bueno, aunque me confieso obsesionado en el sentido histórico por el tópico del nazismo, soy bastante selectivo con los libros que leo sobre el tema. Vaya, siendo el Tercer Reich una figura a la que le sobran historiadores sensacionalistas y charlatanes reveladores de verdades absolutas, cuesta trabajo encontrar textos serios sobre el tema. La semana pasada cayó en mis manos el ensayo de Hugh Trevor Roper titulado Los últimos días de Hitler. El autor es el agente de inteligencia británica comisionado a Berlín para investigar el verdadero paradero de Hitler y el misterio de su muerte. Escrito en octubre de 1945 como un informe de inteligencia, Los últimos días de Hitler ha sido reeditado y actualizado hasta 1995. Un texto muy serio que recrea con absoluta precisión los últimos instantes de Hitler y su corte, el gran final del drama wagneriano, en el sótano del Reichstag en Berlín, celebrando la boda con Eva Braun mientras los soviéticos bombardeaban. No me canso de leer ese pasaje.

Amores ridículos

Nada como la relectura. Estos días me he dado a la tarea de releer El libro de los amores ridículos de Milan Kundera. La primera vez que leí este libro fue en la prepa y fue, junto con La insoportable levedad, mi puerta de entrada al Universo Kundera.
La relectura siempre otorga una perspectiva diferente a las cosas. Ahora veo a los amores ridículos como el libro más alegre y desinhibido de Kundera. El comentario editorial lo justifica señalando que fue escrito en el periodo más feliz de la vida de Milan, entre 1959 y 1968. La historia del falso auto stop en la que una pareja cambia de roles y se pone a jugar a la puta y su cliente es excelente. A la distancia y con más experiencias que a mis 17 años, veo cuanta verdad hay en esa narración. Lo mismo la historia del falso Don Juan o de la pequeña opereta representada en la guardia del hospital cuando la enfermera Alzbeta finge desnudarse. Sin duda, prefiero infinitamente al Milan Kundera checo sobre el Milan Kundera francés.


Therion

En mis oídos, el recién estrenado el nuevo disco de Therion. Un álbum doble. Cada disco tiene su título. Lemuria es el primero y Ziriuz B es el segundo. Estos escandinavos siguen fieles a sus coros de sopranos, sus arreglos sinfónicos, su perfección atmosférica, pero a su vez retoman en este nuevo álbum elementos de su pasado death metal e incluyen algunos toques innegablemente heavys.
Escucho este disco con deleite, aunque no puedo evitar sentir tristeza al recordar la noche del 15 de noviembre en París, cuando me quedé sin poder escucharlos en vivo por falta de boleto.

Therion se presentaba en la Locomotive, una disco que se encuentra en Clichy, justo a alado del famoso Molino Rojo. Pensando que el concierto no se llenaría, no tomé la precaución de comprar el boleto con anterioridad. Nos fuimos a Austria y a la República Checa y cuando regresamos a París y llegué muy campante a comprar mi boleto, me encontré con que no quedaba ni uno solo y ni uno de los cientos de darketos franceses que hacían fila me quiso revender el suyo. Una noche fría, lluviosa y yo, sentado en la calle, contemplaba el rojo molino brillar en la oscuridad mientras adentro, una de las mejores bandas del mundo desparramaba una catarsis sinfónica.

Monday, December 06, 2004

A Milena Delnishkova la echaron por desquiciada. Era una loca de atar, una demente incurable,vociferaron sus compañeros de la Ruta Munich San Petersburgo el día en que conocieron la notica de su muerte. Un caso de esquizofrenia que parecía sacado de un manual.

Las rayas

Con todo el morbo del mundo y las evidentes ganas de chingar, mucha gente se me ha acercado esta mañana a preguntarme qué me parece la final del futbol mexicano. Mi respuesta es simple y cortante: No me interesa ni pienso verla. Tengo mejores cosas que hacer. Cuando me hacen la pregunta obvia sobre a quién le voy, me limito a responderles que ojalá y la ganen los Pumas de la UNAM. Sí, ya se que les llama mucho la atención el hecho de que siendo yo regiomontano no apoye a las rayas. Carajo, como si un aficionado a los Pumas apoyara al América en una final por solidaridad chilanga o un aficionado de Boca Juniors se pusiera la camiseta del River por solidaridad porteña o un aficionado del Celtic se pusiera la de Rangers por amor Glasgow. Mi equipo se llama Tigres de la UANL y punto. El otro equipo de la ciudad me resulta detestable y no, no hay ninguna lagrimita de nostalgia regional que me haga desear verlos campeones. Las rayas me cagan la madre y les deseo la derrota siempre y en cualquier circunstancia ¿Es eso lo que esperaban escuchar o leer? Pues ahí está. Incluso si jugaran una final de Libertadores yo apoyaría al equipo sudamericano.

Ni modo, no era la mula arisca, pero los rayaditos se han ganado mi desprecio a pulso. Hace muchos años, en las épocas en que Bahía y el Abuelo Cruz ganaron un mini campeonato de juguete contra el Tampico Madero, las rayas eran un equipo humilde, de pueblo, que deleitaba a su público. En aquella época no los odiaba e incluso era capaz de medianamente apoyarlos por solidaridad regional.

Pero sucedió que los aficionados rayados jamás pensaron igual. Ellos se pasaron la vida tirándole mierda a los Tigres, echándonos mierda y media, festejando a gritos nuestro fatídico descenso a Primera A en 1996, en el que el cerdo corrupto y repugnante de Jorge Lankenau se dedicó a pagar árbitros para perjudicar a Tigres.
Por más que yo me mantenía neutral, siempre estaban los rayaditos, saliendo como cucarachas de las cloacas, jodiéndome la madre y despotricando contra los Tigres. Así que aprendí a despreciarlos. Ni modo, es algo más fuerte que yo. Ese pinche equipo me genera una repugnancia sin igual y no me nace apoyarlos. Nomás no. Por favor, no me pidan lo imposible. Sería tanto como que me pidieran que me tragara ratas vivas. Simplemente no me nace. Me genera asco.

Por eso cuando Atlante les ganó la final en 1993 y los humilló en su estadio yo celebré el triunfo a gritos, con jolgorio pleno, en su puta cara. Aún conservo mi camisa original de Atlante Campeón que me regaló Roberto Andrade en aquel partido.

Ojalá los Pumitas de la UNAM repitan esa historia y los humillen en su casa. De cualquier manera, no pienso ver la final. Sufran Rayas.

PD- No olviden el 6-2. Nos vemos en la Jornada 2 del Clausura.