Eterno Retorno

Friday, September 03, 2004

Pasos de Gutenberg
Viento Rojo
Diez historias del narco en México
Plaza y Janes

Por Daniel Salinas Basave

Que el narcotráfico es hoy en día uno de los negocios más lucrativos del mundo es algo que nadie pone en duda. Toda proporción guardada, el narcotráfico como tema en el mundo de la literatura, también genera dividendos, aunque no siempre calidad
La industria editorial mexicana, siempre visionaria, se ha dado cuenta que al igual que sucede con los corridos, las historias de traficantes pueden ser bastante rentables y aportar algún cero a sus finanzas que disminuya los números casi permanentemente rojos de las deterioradas ventas de libros de nuestro país.
Hace ya algunos años que el tema del narcotráfico se coló en la literatura al grado que hay quienes ya hablan de la narco-literatura como un subgénero.
Si bien la apoteosis llegó con la publicación del magno reportaje Noticia de un secuestro de Gabriel García Márquez, la realidad es que desde que el narcotráfico se transformó en un problema de seguridad nacional en Latinoamérica, son muchas las plumas de escritores que se han acordado de él.
En Latinoamérica hay plumas de sobra para elaborar una buena antología literaria que tenga como tema central el narcotráfico, de eso no me queda duda alguna.
De ahí que la antología Viento Rojo, compilada por Plaza y Janes, me parezca forzada, apresurada, carente de sustancia.
De entrada, creí que leería una antología de corte mucho más literario, pero la realidad es que lo periodístico domina y la cuestión es que cuando hablamos de periodismo, necesariamente tenemos que hablar de novedad y este libro desgraciadamente carece de ella.
Una lista de diez autores entre los que destacan Carlos Monsivais, Jesús Blancornelas, Vicente Leñero y Elmer Mendoza le entran al caldo.
Pero siendo brutalmente honesto, he de decir que no encuentro entre estos diez textos alguno que verdaderamente merezca el calificativo de antológico.
Carlos Monsivais, lo sabemos bien, es ajonjolí de todos los moles y en este caso se da a la tarea de reflexionar sobre la evolución del rol social de las drogas y la cultura del narco.
Jesús Blancornelas, un viejo conocido de todos los tijuanenses, nos regala un texto que bien podría ser un ejemplar de su columna semanal Doble Plana y en esta antología no escribe nada que no haya escrito cualquier viernes en Zeta.
Con todo el sello de la casa, Vicente Leñero nos ofrece tal vez el texto más rescatable de la antología, si bien no aporta elementos de ficción más que en la voz narradora, pues simplemente recrea el asesinato en Tijuana del Rayo López, afuera de del Club Brittania.
Elmer Mendoza, considerado de unos años para acá el patriarca de la narco-literatura y tal vez quien más conoce los usos y costumbres de la narco-cultura, nos entrega un buen relato de ficción llamado Nueva York nunca dejará de ser Nueva York.
Héctor de Mauleón aporta el texto que titula a al antología y que no es más que una crónica de hechos relacionados con el fenómeno narco-junior en los noventa, mientras que Juan José Rodríguez entrega una crónica sobre la muerte de Ramón Arellano en Mazatlán. En ambos casos quedo con la sensación de masticar un soso pan con lo mismo que he probado muchas veces
Interesante el texto de Marco Lara Klahr Miss Iztapalapa, que además de tener fluidez y dinamismo, es el único que sacó el fenómeno del narco del entorno norteño y fronterizo
Dinámico el texto de David Aponte titulado Nadie sabe nada, aunque adolece de esa carencia de novedad que arrastra todo el libro, mientras que La caja negra de Sergio González Rodríguez comienza generando una sensación de sorpresa que al final se diluye.
Terriblemente fallido me parece Las damas del narco, texto que cierra la antología y único escrito por una mujer, Monica Lavín, quien puso en evidencia que nada sabe sobre el tema y que escribió por encargo para llenar el requisito de contar al menos con una pluma femenina.
En realidad es muy difícil reseñar una antología pues es imposible no ceder al subjetivo pecado de la generalización, pero si tuviera que hacer un comentario para todos, no creo ser falto de objetividad si digo que tomando en cuenta los participantes y las posibilidades que da el tema, el libro me supo como a un partido de 0-0 en el que me quedé esperando un grito de gol que no llegó nunca.

Thursday, September 02, 2004

DEA

Disimulado tras una arboleda, frío y discreto en una apacible avenida poco transitada, está el edificio de la DEA en San Diego. Ni una bandera o letrero lo distingue. Es un edificio cuadrado, funcional y ciertamente impenetrable. Ni falta hace decir que uno es sometido a toda una inspección a la hora de ingresar. Eso sí, el edificio tiene nombre: Se llama Enrique Kiki Camarena, el mártir amado de la DEA, el símbolo indiscutible de la corporación. Aún recuerdo el gran escándalo que desató su muerte. Para no ir más lejos, el caso Camarena fue el primer narcoculebrón que conocí en mi vida. Fue la primera vez que escuché la palabra narcotráfico para no ir más lejos y la primera vez que leí las historias macabras de los capos ocupando los titulares de los periódicos. Aún recuerdo esa portada de la revista Impacto, con las caras Don Neto Fonseca y Caro Quintero. Yo tenía 10 años de edad en aquel entonces. Esta mañana mi colega Omar Martínez y yo fuimos a entrevistar a John Fernándes, jefe de la DEA en San Diego. Un funcionario típicamente estadounidense en su actuar, aunque su ascendencia es portuguesa. Una buena entrevista en la medida de sus límites. Y es que con los policías gringos uno no puede tirar tanto chisme y off the record como con los mexicanos, pero aún así dijo cosas interesantes.
Recuerdo mi viaje a Washington DC en abril 2001. Un desfile de entrevistas con funcionarios del Departamento de Estado, padeciendo los terribles controles de seguridad que hay a la entrada de cada edificio federal. Todos los altos funcionarios gringos más o menos muestran la misma personalidad; simpáticos pero sin pasarse nunca de la raya y sin sincerarse. Nunca he escuchado un funcionario gringo grillando a sus jefes o compañeros con un periodista y en cambio con los mexicanos es mi pan de cada día.

Entierro

Regresando de San Diego nos aguardaba una cobertura harto distinta, pues nos fuimos tenidos a seguir la caravana de más de 100 carros de ministeriales que iban al cementerio del Monte de los Olivos. El agente ministerial Rosario Cevallos Olais, quien murió acribillado por más de 100 tiros de AK 47 la noche del lunes fue sepultado. Cosas de la vida, por la mañana hablando con quienes diseñan las estrategias para combatir al narco y al medio día cubriendo el funeral de una de las mil víctimas de la mafia. Me doy cuenta que la cobertura de funerales y entierros de ejecutados se ha transformado en algo bastante ordinario para nosotros. Poco a poco, he ido perdiendo la cuenta de los que he cubierto. El Monte los Olivos ha sido la última morada de todos los policías ejecutados. Las caravanas de patrullas que pasan por la Vía Rápida justamente frente al periódico escoltando el ataúd se han vuelto una postal típica de nuestra Tijuana.
Después la silenciosa llegada al cementerio, siempre en medio día, con aparente seriedad y dominio de la situación. Una seriedad que se hace pedazos cuando el ataúd empieza a descender a las profundidades. En ese momento la viuda y la madre irremediablemente son traicionadas por el llanto. Siempre ocurre igual. Y es que el ver un cuerpo que se queda en un pozo es algo deprimente. No quiero ser sepultado en un lugar como Monte de los Olivos, un oasis verde rodeado de cerros miserables poblados de pobrerío y delincuencia. No quiero símbolos cristianos alrededor de mi cuerpo, no quiero tumbas ni funerales hipócritas. Por favor, arrojen cenizas al mar o al bosque. Algún día haré mi blogtestamento.

Conciertos en puerta

Luego de meses de sequía metalera y de la enorme tristeza que me causó no poder acudir al OzzFest en San Bernardino, parece haber buenas noticias en lo que a conciertos se refiere.
Si no hay cambio de planes y le creo a La Brújula, The Misfits andarán por rumbos tijuanenses el día 24 de octubre. Más que antojable me resulta la idea de escuchar de escuchar a estos punketos de cuya alineación original tan sólo sobrevive Jerry Only, aunque Markee Ramone en la bataca es un remplazo más que adecuado. Hoy en día Mistits jala a mucho fan de Blink 182 y basuras similares de seudo punk melódico que tanto detesto, pero el recuerdo de clasicazos como Die my Darling y Astro Zombies es poderoso.
Exactamente un mes después, el día 24 de noviembre tendremos en el Sports Arena de San Diego nada menos y nada más que a Metallica. Por azares del destino jamás he tenido la oportunidad de escuchar en vivo a esta banda, que queramos o no y rockstareos aparte, es un auténtico pilar de la música extrema. Me gustaría poder regresar en el tiempo y verlos en la gira del And Justicie... o el Master of Puppets, pero bueno, es Metallica y por fortuna la triste etapa de los Load ha quedado muy atrás.
El día 16 de diciembre para cerrar el añito con broche de oro, Slayer nos deleitará en el Soma de San Diego antecedido por Kill Switch Engage y Mastodon. Slayer en vivo es una experiencia única, una purificación en brutalidad y extremismo que ansío repetir.
Como mero dato cultural, el 4 de noviembre tendermos a Cannibal Corpse, Napalm Death y Vader en el Canes de San Diego. Y digo como mero dato cultural, porque yo estaré fuera de la región esos días y no podré chutarme ese ultrabrutal deathmetalero toquín.

Narradores experimentales

Ser experimental a priori es un equívoco. Apostar adrede por una fórmula radical, contestataria, acaso ilegible puede acarrear consigo un gran fracaso si no existe un buen justificante narrativo que lo soporte. Digan lo que digan, la forma es la sirvienta del fondo. Una forma que carece de fondo es tan ridícula como una muchacha fea que apuesta por llamar la atención con un vestido estrafalario y tremendista tratando de hacer olvidar la ausencia de encanto natural.
Y no, no me considero un conservador en materia de letras. Sí, es cierto, profeso una confesa admiración por el Siglo XIX, pero no soy reacio a admitir formas experimentales (llámenle como quieran: contra culturales, post narrativas meta textuales). Ahí está mi admiración por Cortázar como fedatario y mis buceos compulsivos en Joyce
Apostar por un texto experimental se justifica siempre que la historia narrada lo amerite. Pero para ello el narrador debe convencerme que de todas las formas posibles que tuvo para contar esa historia, esa es la mejor, la que tiene mayor fuerza, fluidez, dinamismo. A veces me gusta entrenar escribiendo la misma historia, con la misma trama y los mismos personajes en formas absolutamente contrastantes. Es un buen ejercicio. En verdad lo recomiendo.

Tengo la impresión de que uno de los errores de los narradores modernos, quienes tienden a ignorar sistemáticamente a Tolstoi y a Flaubert, es querer jugarse la vida con formas radicales chocantes en lugar de preocuparse por aprender a contar una historia hecha y derecha, o mínimo demostrar que pueden contarla antes de hacer experimentos. De entrada, difícilmente un experimento contracultural podrá superar el Finnegans Wake de Joyce. A menudo, los intentos de los nuevos narradores por ponerse la máscara de la radicalidad y distorsionar sistemáticamente todo texto hasta crear cacofonías literarias derivan en lamentables fallos. Los veo saltar al ruedo con un disfraz de vanguardia y contracultura que oculta una absoluta falta de solidez y coherencia narrativa. Me gusta la distorsión, me gusta el tremendismo, las formas extremas, pero siempre y cuando se justifique en un buen cimiento narrativo. Creo que en este mundo de las letras lo primero que se requiere es aprender a contar una historia de la forma más coherente posible, como en pintura uno debe aprender a dibujar la forma humana antes de declararse cubista o junk artist. Es como la música metal. Puedes tocar el más demencial y ultra brutal detah metal y hacerlo sin perder un ápice de técnica y virtuosismo.


Wednesday, September 01, 2004

Parranda

El lunes, cuando acribillaron por la noche a un ministerial con más de 100 tiros de cuerno de chivo, comentaba yo que la Santísima Muerte había vuelto a agarrar la parranda en Tijuana.
Vista la situación, creo que el lunes por la noche apenas estaba tomando el aperitivo, el primer caballito de mezcal de una juerga larga que nomás no tiene para cuando acabarse. En un lapso de 36 horas van nueve ejecutados en Tijuana. Nueve seres que yacen en el Otro Barrio. Vaya parrandita de la Santísima. Las balas están en oferta. Aproveche la promoción.
Pero nuestros siempre agudos inspectores de la PGJE, dignos personajes de Conan Doyle, han llegado a una sabia conclusión luego de concienzudas pesquisas criminológicas. Resulta que hay una coincidencia en estos crímenes: Y es que a ninguna de las nueve personas que mataron la habían matado antes.

Otra tarde

La nostalgia llega así, sin tocar puertas, como una ráfaga de viento, improbable, filosa. Creo que aveces buceo en el fondo del desvarío. Mis pensamientos son el templo de la incoherencia y el tiempo un albur, un puño de arena mojada siempre diluyéndose.

Los fantasmas que danzan en mi cerebro nunca dejan sobre mi piel algún vestigio de su sangre. En este delirio parece no existir el sentido del tacto ni son capaces los ojos de descifrar la forma. Hoy estoy muy cerca de la frontera entre el deseo y la nada.

Caigo en la cuenta de que la fantasía gobierna y la realidad tan solo sirve de cimiento y pretexto. Las cosas no son en sí mismas, sino la ilusión que de ellas se tenga y dichas ilusiones ¿pueden ser calificadas de falsas? ¿Que tan absoluto, que tan verdadero es el instante?

La realidad alimenta, proporciona el material y acaso finge ser la depositaria del ideal último, pero al final siempre quiere ser evadida, transfigurada, convertida en algo. En algunos casos se vuelve una obra de arte y en la mayoría va al cementerio de los sueños e ilusiones, a escribir la historia universal de lo que pudo ser.

Trato de imaginar sí pudiéramos escribir la biografía interior de las personas, la historia de sus sueños. Acaso podría llegar a ser literaria la más intrascendente de las vidas. No sé porque medito tanto sobre esto últimamente y no sé si llegaré a algún lugar tratando de explicarlo.

Esta ciudad trasciende en la medida que la imagino como otra ciudad, o me acerco a dibujarla como se encuentra en la mente del extranjero que nunca la ha visto o la ve por primera vez. La vida misma trasciende y se consuma en la medida que es contemplada bajo la mirada del otro, el yo sin este nombre, el yo sin circunstancias ni entorno. ¿Será esta la otredad que alucinaron Borges y Paz? (por cierto mi computadora subraya en rojo la palabra otredad, pues como buena computadora que es, desconoce todo aquello que sea abstracto y me pide a gritos que la alimente de conceptos concretos)



Al final de sus días, Tolstoi vio en la literatura una maldición y la convirtió en el más obsesivo objeto de su odio. Y entonces renunció a escribir, porque dijo que la escritura era la máxima responsable de su derrota moral. Y una noche escribió en su diario la última frase de su vida, una frase que no logró terminar: Fais ce que dois, advienne que pourra (Haz lo que debes pase lo que pase)
En la fría oscuridad que precedió al amanecer del 28 de octubre de 1910, Tolstoi, que contaba con 82 años de edad y era en aquel momento el escritor más famoso del mundo, salió sigilosamente de su ancestral hogar en Yásnaia Poliana y emprendió su último viaje. Había renunciado para siempre a la escritura y, con el extraño gesto de su huída, anunciaba la conciencia moderna de que toda literatura es la negación de si misma.
Lo anterior lo escribió Vila ?Matas y entonces yo, con una hermosa edición de Guerra y Paz sobre mi escritorio, me preguntó cómo es que alguien que amó tanto el acto de escribir pudiera huir de la escritura de esa manera. 637 páginas en letra muy pequeña tiene mi edición. Quince partes y un epílogo dividen la obra. La parte que tiene menos capítulos es el Epílogo, con quince. La que más, la décima, con 35. Más de 500 personajes desfilan por sus páginas. Sólo un verdadero enamorado de la literatura puede entregarse a escribir una obra tan monumental. Tolstoi escribió Guerra y Paz de 1863 a 1869. Tiempos después, de 1873 a 1877, se entregó a la escritura de Ana Karenina. Recuerdo el invierno de 1995, sentado en el asiento de un tren chihuahuense, leyendo Ana Karenina rodeado por la inmensidad nevada de la Sierra Tarahumara. Recuerdo lo mal que me caía el conde Wronsky, lo apetecible que me resultaba Kitty Chebrasky (toda una Anita Kurnikova sin duda) la hermosa elegancia de Ana Karenina, la metafísica rural de Constantine Levine. Honor a quien honor merece. Gloria eterna al Gran Conde de Yásnaia Poliana.


Traigo vibra de Siglo XIX, deseos de tener todo el tiempo del mundo para ponerme a leer Guerra y Paz, La comedia humana, Moby Dick, Madame Bobary. Ese Siglo XIX tan insultado por los modernos terorreicos y del que queramos o no, sigue amamantando la literatura contemporánea.


Hay estilos literarios involuntarios. Un ejemplo es Manuel Lomelí. Yo estoy seguro de que él no escribe así intencionalmente, pero en su narrativa, por más escatología y actitud políticamente incorrecta que se encuentre en cada párrafo, hay una innegable vibra clásica de Siglo XIX que sale a cada paso. Digamos un Guy de Maupassant con lenguaje coloquial.

Niebla (A petición de Andrés)

...Y la vida es esto, la niebla. No lo digo yo que conste, lo dice Unamuno. A grandes rasgos uno podría limitarse a decir que esta es la historia de la vida de Augusto Pérez y punto. Un hombre que se enamora y es traicionado. Un hombre que se la pasa monologando y auto cuestionándose a lo largo de todo el relato. Vida pasión y muerte de un personaje absolutamente quijotesco, un caballero andante. Niebla es el mejor complemento del Quijote para no ir más lejos y si buen Eugenia es corpórea y Dulcinea no, Augusto es un hidalgo, romántico, idealista y rebelde ante su condición. Al igual que Cervantes, Unamuno dota a su novela de pequeñas noveletas aparentemente inconexas. La historia de Rosarito es la primera en ser insertada Pero la trascendencia de Niebla está en su juego literario. Niebla es la rebelión del personaje contra el autor. Bueno, de hecho la novela tiene dos autores: Miguel de Unamuno y Víctor Goti. Los dos están escribiendo sobre Augusto Pérez y entre ellos pelean. Pero al mismo tiempo Augusto Pérez se libera y nos regala inolvidable monólogos interiores, comparables a los de Joyce y Faulkner. En fin, creo que es mejor que me ponga a releer la novela. Unamuno, simplemente, no tiene desperdicio.


No soy un ser que caiga simpático a la primera. De hecho, seamos honestos, suelo caer bastante mal cuando la gente me conoce (y a algunos les caigo peor cuando me conocen bien).
Dicen que tengo una forma o acaso un tono de expresión que me hace parecer prepotente. A menudo nos sucede a los regios y con más frecuencia a los sonorenses. Tanta sequedad, la ausencia de los diminutivos en el lenguaje y contraste total con esa amabilidad cantadita tan propia de los chilangos nos hace parecer hoscos y encabronados.
Hoy por la mañana fui a entrevistar a los abogados de un corporativo. Como consecuencia de mi tono de voz, mi actitud no verbal, la forma en que miro a la gente o vaya usted a saber por qué carajos, tuve un pequeño altercado con el guardia que debía darme mi tarjeta para ingresar al edificio. Me dijo que si estaba enojado, que si yo lo hacía menos, que todos en el mundo somos iguales, que por favor tuviera un poco de educación. Honestamente, aún no se qué carajos le dije que lo pudiera ofender.


Filosofía de empresa

La cultura empresarial y sus términos me generan una sacramental repulsión. Ya que te topas con tipejos que usan términos como áreas de oportunidad, estándares de calidad, plena satisfacción al cliente... aguas, mi foco rojo se prende. Me dan risa los corporativos. Enmarcan ridículas cartulinas en donde aparece la misión, visión y ... oh terror, la filosofía de su empresa, misma que repiten como mantra. Filosofía, hágame usted el pinche favor. Que bajo ha caído ese concepto. ¿Que dirían Platón, Hegel, Kant, Schopenhauer al ver la filosofía reducida a la ridícula perorata robótica de unos codiciosos capitalistas? Y luego lees su super filosofía y generalmente te atascas frases rimbombantes como - dar plena satisfacción a nuestros clientes y ofrecer estándares de calidad total que consoliden nuestro liderazgo y calidad humana...?, Putísima madre. Ahí les encargo la filosofía. A menudo esa clase de tipejos, con la cabeza infestada por el catecismo Itesm, son seres que leen a Miguel Ángel Cornejo, a Paulo Cohelo, que acuden a seminarios de liderazgo, competitividad, calidad humana y empresarial y cuya experiencia más bohemia consiste en beber una Tecate light mientras escuchan un disco de Ricardo Arjona o de Nicho Hinojosa. Puuuaaaggghhh.


14-0

El 26 de mayo de 1946, un infeliz equipito llamado rayados de Monterrey fue a jugar al Puerto de Veracruz y regresó con catorce goles en contra. Así como lo oyen. Un contundente 14-0 le recetaron los Escualos Rojos a los miserables rayaditos. Hasta la fecha esa ha sido la mayor goleada en la historia del futbol mexicano profesional. Sobra decir que me encanta la idea de que sea la basura rayada quien arrastre a cuestas el honor de ser el destinatario de la mayor lluvia de cuero.

Tuesday, August 31, 2004

Niebla

Densa la niebla que posó esta mañana sobre Rosarito. Se podría cortar con cuchillo diría la metáfora. Agarrar la niebla puños y jugar guerritas. O ¿qué tal hacer monitos de niebla? ¿O tender una mullida cama de niebla? Mmm, como para revolcarse en ese lecho.
La niebla cubría la carretera y al subir a La Gloria la mañana se volvía fantasmagórica. Después apareció ante nosotros la 5 y 10, espectral, pétrea, apocalíptica bajo esa manto de misterio. ¿Here is London? Acaso con un poco de delirio a lo De Quincey pueda uno ver el paradero de la calafias como una sucursal de Victoria Station. Después de todo las calafias también son rojas y no descarto que el líder cetemista Gregorio Barreto, en un afán de britanizar la 5 y 10, opte por adaptarles un segundo piso muy londinés desde donde el tijuanense pasajero podría contemplar la complejidad arquitectónica del puente de la 5 y 10, magna obra de nuestro prócer Don Jesús González

La niebla es muy literaria, me digo para mis adentros y de pronto me viene a la memoria un libro que se llama ¿a que no adivinan cómo? Se llama Niebla y es del señor Miguel de Unamuno. Lo tengo frente a mí en este instante en mi escritorio y leo las rebeldías de Augusto Pérez, que le escupe a la voluntad de su creador. Cuando leo esos narradores en tercera persona que aprisionan a sus personajes entre cadenas, pienso en Unamuno. Y su personaje Rosario, a quien llama de cariño Rosarito (el Quinto Municipio inmortal en la obra de Unamuno) y la niebla, como perpetua incertidumbre humana respecto a su papel en esta comedia fluctuante entre la vida y la muerte.

Literatura portátil

A finales del invierno de 1924, sobre el peñasco en que Nietzsche había tenido la intuición del Eterno Retorno, el escritor ruso Andrei Biely sufrió una crisis nerviosa al experimentar el ascenso irrmediable de las lavas del superconsciente.

Con esta frase comienza Historia abreviada de la literatura portátil del catalán Enrique Vila-Matas. Cuando un libro comienza así, uno puede afirmar desde este primer párrafo, sin el más mínimo temor a equivocarse, que está a las puertas de un gran libro. Y no por el tamaño, pues mi edición en Compactos Anagrama tiene apenas 122 páginas, sino porque aparte de que el señor Vila- Matas es garantía de buena pluma, Historia abreviada de la literatura portátil tiene cara de libro que me van a dar ganas de releer. Ya quiero releerlo y apenas voy en el primer párrafo.



Incluyo aquí mis comentarios sobre cada uno de los textos publicados en http://www.hipertextos.blogspot.com
Aclaro que cuando me dedico a tallerear, comento sobre textos, conjuntos de letras, puntos y comas, sin rostro y sin nombre. Aquí no tengo amigos ni enemigos, sólo letras.


Comentarios Hipertextos

La tarde asoleaba apenas de Claudia Alamina.

Es de esos textos que así nada más de primera oída uno adivina que lo escribió una mujer. Y no, no soy sexista, pero este texto no lo escribe un hombre. Apesta a perfume femenino. En lo personal, creo que bien valdría la pena manejar todo el texto en presente. Las tres intervenciones textuales, que son (supongo) el monólogo interno de la propia Xica son en presente y creo que sería un texto mucho más armónico y dinámico si continuara en su apuesta por ese tiempo. Poesía en estado casi puro.

Carro gris frente a la casa de Fausto Ovalle.

De entrada, confieso mi debilidad ante el uso de la segunda persona. Para mí es un lenguaje con muchísima fuerza, un chingazo al que pocos lectores pueden sustraerse. Tal vez por ello hubiera esperado un desenlace durísimo, azotado a la cara del lector, en esa misma segunda persona y no esa apuesta repentina y acaso forzada por la tercera persona luego de esa bien lograda y mínima interrupción de la llamada 066. Si empezaste el texto hablándome a mí, ciérralo de la misma forma.

Tres novelas en torno a la metafísica de una puerta Daniel Salinas.

¿Pero quién carajos se cree el autor para aburrirnos de esa forma? ¿Invoca a Proust, a Joyce y a Mann para que arrojen líquido sobre la espantosa sequía de su mente? Ante su incapacidad creativa y el inocultable bloqueo que padece su imaginación, enajenada por verduleros sainetes periodísticos de poca monta, matazones del narco y deberes burocráticos de reportero, el autor apuesta por salirse con una fórmula facilona que no engaña a nadie.

Levitra de Juan Carlos Reyna.

Evidente deseo de apostar por una experimentación anárquica. Del verso sin esfuerzo a la voz en off y la ambientación de cortometraje. Al cosmos se opone el caos y si en 150 palabras se puede crear un microcosmos, el autor casi, pero casi, logra crear un macrocaos. He llegado a pensar que en el futuro la literatura será un inmenso paréntesis y sólo unas cuantas, poquísimas letras contables con los dedos, quedarán fuera de él.

Sin título, AJ.

Tal vez sea por el hecho de que en periodismo debo pasármela dando explicaciones al lector, por lo que he tomado cierta distancia con los textos explicativos. Por desgracia, este texto abusa de las explicaciones. Son muy pocas 150 palabras para desperdiciarlas en argumentos y en un primer párrafo al que quisiera creer intencionalmente largo. Pero bueno, lo entiendo como una reflexión, un auto cuestionamiento, acaso una perorata, pero no necesariamente una narración.

Lista? Omar Pimienta.

Si en un texto abogué por la continuidad de la segunda persona, en este me transformo en abogado defensor de la continuidad del diálogo. Me hubiera gustado ver la habilidad del autor soltando las amarras a sus personajes y dejándolos que ellos y sólo ellos hablen. El autor inicia de manera convincente con un diálogo que rompe de manera abrupta y cuando toma el control de sus personajes (vaya incurable vicio de los narradores) el texto pierde fuerza. Supongo que el bámonos es una suculenta ironía y no una falta de ortografía.


El umbral de José V.

De entrada, voy a confesar que estuve a punto de ponerle Umbral a mi malograda narración. El concepto umbral siempre me hace click. Aquí sí nos topamos con hábiles cambios de juego y lenguaje sin perder el ritmo. Comos esos laterales carrileros que meten pases que cruzan de lado a lado toda la cancha. Bien armadas las frases textuales, con un mínimo y discreto intervencionismo del autor que me parece más que justificable. Bien manejado el exceso de puntos y seguido y los contrastes de frases acaban por resultar sinfónicos. Una buena narración.


Vidrios de Alfonso Morcillo.

Vaya ritmo que de tan pulcro hasta resulta obsesivo compulsivo. Catorce frases cortas y contundentes conforman la narración. Rítmico y exacto como el traqueteo tartamudo de un AK 47 destrozando cristales, si bien la última frase, un poquito más larga que las otras, me rompe el buen ritmo logrado por una narración que en general goza de buena salud, como aquellos cuerpos que consiguen armonía en sus movimientos.

Culpando a la antropometría, Frida Landa.

Yo y mis miedos a los textos explicativos. Será que ante dos párrafos de un texto así, en mi diario oficio, siempre acabo o acaban por preguntarme ¿y quién es la fuente? ¿Cómo justificar todo aquello que me explicas? Aún así, un último párrafo de dura reflexión ontológica salva al texto. El problema es que cuando parece salvado, vuelve a suicidarse con el existía. ¿No sería mucho más potente existe? Ese existía es pavorosamente débil y falto de convicción.


La puerta nunca más volvió a cerrarse de Jorge Rueda.

Un texto que maneja con habilidad el factor sorpresa. Apostó por sorprender al lector y en definitiva ganó la apuesta. Siendo así, el lenguaje está más que justificado, si bien por ahí un mal uso de comas en una o dos frases. Cuando comienzas la lectura, imaginas que leerás la historia de una triste viuda enloquecida al estilo Rose for Emily de Faulkner, pero el narrador nos sorprende con una cama pública y una puerta intencionalmente abierta. Final feliz.

La pequeña heroicidad de un día, José V.

Bien logrado de punta a punta y no sólo por mi confesa debilidad hacia la segunda persona. El autor apuesta a desgajar el jugoso fruto de un movimiento mecánico y en apariencia cotidiano. Hay un coqueteo con la literatura fantástica y un evidente deseo de sembrar dudas en el lector. ¿Es un minusválido o en verdad existe una fuerza superior?


Sin título, Manuel Lomelí

De entrada, un reconocimiento a la imaginación. No cabe duda que cada quien se topa con los fantasmas que quiere cuando le enseñan el umbral de una puerta entreabierta, pero ni mi más alucinada pesadilla hubiera imaginado un rastro. Me fue inevitable no pensar en El Matadero, del argentino Esteban Echeverría, el cuento cumbre del romanticismo hispanoamericano, en plena dictadura de Juan Manuel de Rosas. Y no sólo por las vacas, sino por ese lenguaje tan adjetival del autor, por esa vocación de Siglo XIX que le brota hasta en el más majadero de los cuentos, aunque regio como soy, siempre sugiero tácticas de ahorro y a nuestro autor no le vendría mal ahorrar unos cuantos adjetivos.


Cinco minutos, SevenSie7e-

Eso es lo que yo llamo una buena administración de las 150 palabras. Un buen uso de la brevedad el de este autor y un interesante juego de dobleces con capacidad de sorpresa. Además de ser contundente, la segunda persona es una herramienta ideal cuando de brevedad se trata y unos toquecitos de evocación poética tampoco caen mal.


No te quites los lentes, Nanilkah.

Una lección del buen uso de la coma. Sabe usted, la coma puede ser su mejor amiga, nos dice la autora y bien administrada es una aliada excelente en casos de textos breves, en los que Venegas se mueve como pez en el agua. Un solo punto y seguido perdido en una alta mar de comas y los dos puntos colocados como antesala al epílogo perfecto, ese caprichito de amantes que pone la salsa al sabor del delicioso caldo erótico. Un cuento que en lo personal, me gustó.

La espera, Brenda García.

La autora apostó por la poesía y por una división en tres tiempos marcados por el último verbo de su trilogía de angustia: Primero se agita, luego grita y al final, (pleasure, little pleasure) gime. Apuesta por el lenguaje poético y podría decir que gana si no es por el como si fueran, estorboso a cualquier intento de metáfora. Si de metaforizar se trata, liberemos a la imagen del como si...De cualquier manera, el ritmo es casi matemático.


Su prometido, Conflictiva.

Tal vez un punto y seguido en lugar de una coma en el primer párrafo, hubiera salvado el ritmo de la narración que se sobrecarga por la repetición de blanca. El punto fuerte de la narración es el uso de dos breves frases textuales que irrumpen al final del texto. Tal vez las mismas frases con otro orden... o quien sabe, tal vez cortarle las cadenas a los personajes y dejarlos ser.

Traición, Julio Salinas.

Hace falta tener habilidad y ritmo para cederle la responsabilidad de la voz cantante del texto a una misma palabra que se repite sin romper en ningún momento la sinfonía. El único texto que le declaró la guerra total a los puntos y que los exilio sin contemplaciones de su territorio, le cedió el peso de la narración a la palabra conforme, que en cualquier caso me parece mucho más musical que mientras.

Sin título, David Muñoz.

Si el uso de foto buscó evocarme la transformación del texto en pequeñas y rápidas diapositivas, cero que estoy a punto de decir que el autor lo logró. La contemplación sin afán, una dosis de frivolidad, el happening puro y la historia universal de un instante.


Todas las tardes, Teresa.

Inevitable no pensar, al menos por el título de la obra y el nombre de la autora, en el catalán Juan Marsé y sus Últimas tardes con Teresa. Un buen ejercicio de diálogo interno, un fluir de esas palabras que están destinadas a no ser nunca pronunciadas ¿Cuántos encuentros silenciosos están cargados de palabras pronunciadas en la mente?

Esperando el miércoles, Manuel Ibarra.

Texto instante, texto fotografía. El aparente desenlace de una normalidad congelada, las pequeñas visiones cotidianas dueñas de pinceles capaces de dibujar sonrisas y hacer olvidar hambres, en perfecta sintonía con los elementos, brisa y sol, siempre prestos a modificar ánimos.

Sin título, Mestizo Tv.

Desterrar los puntos para ofrecer el trono a las comas puede ser un pacto fáustico con una estructura narrativa musical. Pero decretar el exilio de todo signo de puntuación sí que resulta arriesgado. La amenaza del ogro cacofónico se asoma de inmediato. Creo que el autor no tiene argumentos suficientes que justifiquen esa apuesta por la cacofonía y la inmolación inmisericorde de los signos de puntuación. Tal vez el juego de espejos por el que apuesta sólo admitía el lenguaje que fluye como sonido monocorde.


Las ambulancias de Tijuana son carruajes al paraíso, Juan Martínez.

Texto que apuesta por el factor misterio. Su fuerza radica en la incertidumbre sobre el ser de luz, que imaginamos irremediablemente transformado en un ser de oscuridad. La alucinación que desemboca en averno, el sueño que sólo las llamas infernales aciertan a interrumpir, aderezado con un título más que sugerente.


Sin título, Nadia Contreras.

Brevedad bajo palabra. Monterroso se moriría de envidia. El umbral de una puerta evoca eternidad y la eternidad cabe en una frase.

Rápida, Amanda.

El Eterno Retorno de la imagen poética, la metáfora como vehículo inagotable para justificar cualquier escape por repentino que sea. El fuego siempre es purificador. Al menos a mí siempre me seduce la imagen del ser transformado en llama.

Kilos de plomo

Casi media noche. Típica noche de guardia en que la mafia se pone de acuerdo para ponerme a trabajar. Justo ahora que no tengo como regresar a mi casa y cargo una desvelada a cuestas. Pero así es la mafia. Se enteran que estoy de guardia y dicen: Pos vamos a matar a alguien a ver si este cabrón se digna a trabajar de una buena vez por todas y desquita el sueldo en lugar de escribir tantos alucines en el blog. Resulta que estaba yo dispuesto a irme plácidamente a mi hogar, cuando en eso me avisan que masacraron a un ministerial allá por Villa Fontana. Pues ahí nos tienes que nos vamos tendidos, mi colega fotógrafo Armando Santibáñez y yo, volándonos rojos y quemando llanta para seguirles el paso a las patrullas de ministeriales. Llegamos pasadas las 23:00 a la calle del crimen, justo frente al Panteón Número Diez. Fueron kilos de plomo. Pero lo que se dice kilos. Ni se diga que la mafia es avara a la hora de aventar bala. Atrás quedaron los tiempos de una sola bala certera que cegaba una vida. Ni madre. La mafia derrocha en todo: En mujeres, en joyas, en camionetas, en caspa del Diablo. ¿Por qué no iban a derrochar balas? Más de cien casquillos quedaron desparramados por la calle. Pura bala de cuerno de chivito. Que ahorre balas el Oswald, asesino de JF Kennedy, tan cuidadoso él, que no desperdició parque. Pero no, la mafia en Tijuana tiene plomo para dar y regalar. Chingo de plomo. Al agente de Homicidios Dolosos José Rosario Olaiz Cevallos le vaciaron todo el AK 47. Un agente de Homicidios muerto frente a un panteón. Vaya paradoja. Son casi las 12:00 de la noche, la semana apenas comienza, yo no he dormido ni madre y luego de 350 páginas, mi compadre Kurt Wallander que no sabe quién chingados mató a Svedberg. ¿Contratarán en Tijuana al super policía de Escania?


Guardiana

Hoy es lunes y estoy de guardia. Normalmente me hubiera tocado en miércoles, pero esta semana la cambié. Por primera vez en un día de guardia no tengo como regresar a casa. Todo hace indicar que me incluiré en el transporte de personal de las 23:00 horas deseando que el chofer no ponga cara de no pinches mames cuando sepa que debe agarrar la carretera para llevarme a casa. La nave está en el taller. Problemas eléctricos y los eternos tumores cancerígenos en la bomba de la gasolina. El jueves por la noche se mató andando y nos dejó tirados en unos metros arriba de la 5 y 10 cerca de la media noche. Paisaje y horario tétrico a más no poder. Uno de los peores lugares para quedar tirado. Ya habíamos llamado a una grúa cuando en eso, en un intento sin fe, simplemente volvió a prender. Y ya.
Al día siguiente, viernes, la quiso volver a hacer en el estacionamiento de Plaza Río. Hablamos con ella, usamos psicología infantil y se dignó a encender. Este lunes por la mañana, como un buen trabajador mexicano que arrastra una cruda, el carrito se negó a ir a laborar. Hizo su escena y dijo no. Le pedimos aventón a un vecino y santo remedio. Al medio día regresé y bueno, la chica ya estaba de mejor humor, ya se le había bajado la cruda y zas, se dignó a encender el motor. Me fui directo y sin escalas a dejarla en un hotel de cinco estrellas llamado taller (y no precisamente de literatura)
Ahora a ver qué carajos tiene la niña y a cuánto me va a salir el chiste.
Es en estos momentos cuando reflexiono sobre la forma en que he planeado las prioridades de mi vida. Sí, ya se que fue mi la idea y la terquedad de ir a habitar a un lugar tan alejado y sacrifiqué el transporte público y las alternativas viales, con tal de contemplar bellos paisajes. Una larga carretera se interpone entre nosotros y nos mantiene aislados del mundo. También me auto cuestiono pro el hecho de negarme a invertir en una buena nave y darle prioridad a los viajes. Pero no se puede todo en la vida señores. Hoy pago el precio. Aún así, como Ricardo LaVolpe me muero en la raya con mi sistema de vida, por impráctico que parezca.


Pornógrafo de petatiux

En la tarde me avisaron que habían arrestado a un pornógrafo y que estaba detenido en la Delegación La Mesa.
Los policías, siempre exagerados, dijeron que se trataba de un promotor de pornografía infantil que traía fotos de lo más comprometedoras. Nos lanzamos en chinga imaginando una super nota escandalosa.
En la madre. Pensé que encontraría un mafioso, líder de una banda de proxenetas e imaginaba que traería consigo aberrantes fotografías de niños y snuff. Pero no. Era un pobre maestro universitario de la Univer y la Universidad de las Californias. El hombre fue detenido afuera de un centro comercial en La Mesa mientras se masturbaba en su automóvil rodeado de revistas pornográficas. Su nombre es Juan Salazar Arreola. Creo que la Policía exageró. Llamó a la prensa y puso frente a las cámaras y las grabadoras a un infeliz chaqueto compulsivo y calentón de 45 años de edad. Hicieron un mega pedo porque el individuo tenía fotos de morritas en bikini, posiblemente menores de edad, con todo y negativos, lo que hace pensar que él las tomó. ¿Eran sus alumnas? Quién sabe. Lo cierto es que las morritas no parecían obligadas a posar. El pobre chaqueto lloraba al ver las cámaras. Arruinaron mi vida, les gritaba a los policías. Y sí, todo hace indicar que mañana cuando lean los periódicos, este hombre perderá su trabajo en las dos universidades y sin duda tendrá un grave disgusto con su esposa. Tenía cara de degenerado, onanista incurable, quién sabe si potencial violador, pero no creo que fuera un temible criminal. En todo caso un ser repugnante ciertamente. Pobre tipo. Ayer fue uno de los días más tristes de su vida.

Descanso dominical

Una carnita asada con chimichurri y unos traguitos de tequila oro azul aderezaron una tarde preciosa en nuestro patio con sus recién estrenadas plantas. El pasto aún brilla por su ausencia, pero la atmósfera se acerca cada vez más a lo que Carol y yo queremos de nuestro exterior. Deliciosa la carnita, para chupar dedo con sal y limón el tequila y una musiquita de de mi Chavela Vargas poniéndole melancolía al ambiente y luego Piporro pa alegrar. Así fue nuestro domingo. Pero lo más triste de todo, es que hoy es lunes.