Eterno Retorno

Friday, August 27, 2004

Entrevista

Gracias a Septimo Sentido, me coloqué un rato del otro lado de la cancha. Paso mi vida haciendo preguntas, las más de las veces muy incómodas, pero en esta ocasión, a mí me sentaron en la silla del interrogatorio.
La autora del blog a quién agradezco realmente la paciencia para aguantar tanto alucinaje y desvarío de mi parte, ha tenido el gran detalle de ilustrar la entrevista con dos de los íconos de mi existencia. Asterix y los Tigres. Uff, con eso sí me pega en la parte más sensible del alma. Gracias.


Borknagar

Disco del fin de semana: Borknagar: Epic. Desde hace algunos años mantengo una lealtad extrema a esta banda de noruegos cada vez más introspectivos.
El término Black Metal Progresivo podría resultar en un principio un imposible, pero estos vikingos lo ejecutan con divina precisión. Si su anterior disco Empiricism ya era un salto hacía ritmos cada vez más atmosféricos, el Epic es un salto al Progre. Sin renunciar a la brutalidad de las voces, guitarras y teclados propios del Black, Borknagar nos regala partes muy melódicas, con voces limpias. Sin duda la banda de Black más técnica y perfeccionista que hay en la escena actual, sin que eso signifique llegar a los extremos casi comerciales de los también noruegos Dimmu Borgir (en donde por cierto las partes melódicas las canta Vortex, el ex vocalista de Borkanagar). Un disco oscuro, técnico y aunque usted no lo crea, muy melódico.


Gracias a Andrés me entero que Germán Dehesa se acordó de mí en su columna.

Salía yo de dar una conferencia en Tijuana. Un reportero se acercó a platicar conmigo y, al término de nuestra charla, me dijo: yo soy de Monterrey, le voy a los Tigres y si no ganan el sábado, me mato. Como ya sabrán, mi cuate se quedó sin razón para el suicidio, pues los Tigres hicieron chilorio atropellado con el Monterrey.

Sí, soy yo. La semana pasada fui a entrevistar a Germán en la suite presidencial del Grand Hotel donde era hospedado como todo un rockstar. Luego de platicar de Hank Rhon, de López Obrador, de Martita Sahagún y de más porquerías, le dije que ni se hiciera ilusiones de que sus pumitas fueran a repetir el título, pues este año nos toca a los Tigres. Germán, que es Puma de corazón, me dijo que los unamitas nos pegarían. Yo dije que en cualquier ecosistema normal, el mayor de los felinos, que es el Tigre de Bengala, se come a un gatito montés como es el puma, pero aclaré que en dado momento podía admitir una derrota contra los felinos de Hugo Sánchez, pero nunca contra la basura rayada (faltaban unos días para el clásico) me preguntó que qué haría si los rayaditos ganaban y le dije que preferiría no vivir para verlo. Con los seis golazos que le atascamos a esa basura estoy más vivo que nunca y creo que aún falta tiempo para que me arroje a las vías del tren Y ahora sigue el Necaxa este sábado. Prepárense hidrorayos que los vamos a aplastar.

La gente me pregunta el por qué de mi repulsión tan extrema hacia los rayados. No lo sé, honestamente es un sentimiento que vive dentro de mí, es más fuerte que yo y no lo puedo evitar.
A veces trato de ser objetivo, imparcial, pero mi pasión me traiciona. Hace unos años solía acompañar a mi gran amigo José Villasaez a los partidos en el estado del Tec. José Villasaez es un gran periodista y un excelente amigo, pero tiene un grave defecto: Algún accidente cromosomático que espero aún sea curable lo hizo tomar el camino futbolístico equivocado. Apoya a las rayas. Yo he hablado con él, lo he tratado de convertir al Evangelio Tigre, o decirle que sino mínimo apoye al Cruz Azul, o los Pumas o los Dorados de Sinaloa, pero no a las rayas, por favor. Pero no puedo. Él es rayado. La cuestión es que yo lo acompañaba al estadio tecnológico y decía, bueno, ahora sí voy a portarme bien y estaré callado. Pero cada que caía un gol contra los rayados yo lo festejaba como si fuera mío. Además, siempre que íbamos al estadio las rayas perdían (bueno, eso ocurre siempre en realidad) Una vez que el Cruz Azul les clavó unos golazos tuvimos que salir por patas del estadio pues la porra rayada se nos dejó ir a los chingasos para madrearme, pues yo les festejaba los goles en la cara como si fuera un fanático cementero (en realidad soy fanático por 90 minutos de cualquier equipo que vaya contra las rayas) A la chingada con esos aficionados que dicen que por ser de Monterrey hay que irle a los dos. Jamás, eso no existe. Esos son falsos aficionados. O estás con uno o con otro. Yo a las rayas siempre les deseo la derrota. Cuando perdieron la final del 93 3-0 con Atlante yo estaba en la cancha y brinqué de felicidad (aún conservo mi camiseta de Atlante Campeón que me regaló Roberto Andrade) En el hipotético e imposible caso de que las rayas jugaran una final de Libertadores yo le iría al equipo sudamericano. A la mierda con ellos. ¿A poco creen que los aficionados de River no celebraron como colombianos el triunfo de Once Caldas frente a Boca en la final de Libertadores? ¿Ustedes creen que un aficionado del Barcelona celebraría un título del Madrid en la Champions? Ni madre. Pues bien, yo soy de Monterrey y jamás celebraría ningún éxito de la basura rayada.


Más de Amber y Nueva Daxdalia


Una mañana de domingo, Amber Aravena y yo fuimos a caminar a la Playa El Vigía. La intención era encontrar pistas sobre Milena Herzingova. Amber estaba segura de que Milena debía haber abordado alguna embarcación de pescadores para ir a las Islas y necesariamente debía haber sido una embarcación modesta, pues apenas traía monedas en el bolsillo. A menos, me aclaró Amber, que Milena hubiera recurrido a su urgente artimaña de pagar con su cuerpo y entonces es posible que hasta un yate hubiera conseguido.
En los peñascos de la Playa El Vigía hablamos con decenas de pescadores de choros y langostinos a los que mostramos la fotografía de Milena Herzingova con sus trenzas de niña.
Ninguno había visto a la checa rondando por ahí. Coincidían en que sería imposible no recordarla.
No obtuvimos información alguna sobre Milena, pero entre los pescadores encontramos un personaje interesante: Martín Roetti, reportero gráfico uruguayo, quien llevaba varios meses habitando entre los pescadores.
Frente a unas heladas cervezas que bebimos en la Lonchería El Vigía, Roetti nos comentó que actualmente estaba haciendo un reportaje sobre las comunas de pescadores de Tijuana. Era un caso interesantísimo de autosuficiencia, nos dijo, pues estos pescadores sobrevivían en un entorno urbano de lo que el Pacífico les daba, habitaban en las chozas que ellos mismos habían construido y formaban una comuna que practicaba un comunismo primitivo.
Conforme fue tomando confianza y las cervezas hacían su efecto, Roetti nos contó que el año pasado, concretamente en mayo de 2003, había viajado desde Montevideo a Tijuana para escribir un reportaje sobre la Nueva Daxdalia. El uruguayo tenía un volumen del libro de Galaor Zuazua que había encontrado en la biblioteca de la Universidad Belgrano de Buenos Aires.
Al igual que hiciera Milena en Manheimm, Roetti se robó el único ejemplar de la biblioteca. Su interés en la Nueva Daxdalia, aparte de la supervivencia de un culto pagano ancestral como el Zaffra Burdakk, estaba en el hecho de que según sostenía un grupo de narradores marginales de las calles de Liniers en Buenos Aires, la Nueva Daxdalia podría haber sido una de las sedes principales de la Secta de los Ciegos de la que habla Ernesto Sabato en Sobre héroes y tumbas.
Según los narradores de Liniers, el Informe sobre ciegos de Fernando Vidal había existido y no era producto de la fantasía de Sabato. Lo que nadie sabía, nos dijo Roetti, es que existía un segundo informe elaborado por Fernando Vidal días antes de su horrible muerte en Villa Devoto, en el que hablaba de unas islas en el Pacífico, ubicadas entre México y los Estados Unidos, en donde existía una cámara subterránea en donde los ciegos se habrían refugiado.
Roetti nos contó que aunque en efecto existe en las Islas una cámara subterránea, no hay indicio alguno de la presencia de los ciegos, aunque un hecho extraño que jamás documentó la policía, lo hizo pensar en el extraño magnetismo que ejercían la Nueva Daxdalia.
El año pasado, el periodista elaboró un enorme reportaje sobre un día en la vida del pescador Atilio Ramírez, mismo que se publicó en la revista uruguaya ?Polvo de Tavaré?. Cuando Roetti regresó a Tijuana hace unos meses, se encontró con la noticia de que Atilio Ramírez y otros trece pescadores habían desaparecido sin dejar rastro. Nadie supo dar razón de su paradero, excepto un niño que habitaba en una colina aledaña a la Carretera Escénica. El niño de siete años de edad llamado Agustín, sostenía que un día al atardecer, Atilio y los otros pescadores entraron en fila al mar. No llevaban sus cañas ni sus redes ni lucharon por nadar cuando dejaron de tocar el fondo marino y la resaca los arrastró hacia adentro. Simplemente se dejaron ahogar. El problema, dijo Roetti, es que ese niño era considerado por sus padres como un fantasioso incurable. De cualquier manera, los cuerpos de Atilio y los demás pescadores jamás aparecieron.
El uruguayo pidió un caballito de tequila para acompañar la novena cerveza de la noche. Su voz empezaba a sonar arrastrada e incoherente. Lo último que nos dijo antes de despedirse, era que los campos energéticos oscuros de los santuarios Zaffra Burdakk ejercían una suerte de atracción suicida que motivaba a la gente a actuar como los lemings, esos roedores suicidas del ártico que sin razón aparente se inmolan en el océano.
Antes de irse, Roetti nos dejó en maltratado ejemplar de la revista ?Polvo de Tavaré?, ejemplar de mayo de 2003, en cuya portada aparecía la fotografía de un hombre barbado con el rostro surcado por las arrugas.
?Este, señores, es el mismísimo Atilio Ramírez?, nos dijo el uruguayo luego de beber de hidalgo el segundo caballito de tequila.

Pasos de Gutenberg
Por Daniel Salinas Basave

Me es imposible no abrir con cierta prejuiciosa desconfianza aquellos libros armados con retazos de obras anteriores, páginas raras salidas de épocas ?underground? y experimentos diversos.
Tiendo a pensar que se trata de de artimañas comerciales de las editoriales que al ver que un autor consagrado no tiene su nueva novela a tiempo, arrojan al mercado un producto construido al vapor destinado a satisfacer la curiosidad de los más fanáticos.
Por fortuna, ?Experimentos con la verdad?, una suerte de híbrida compilación de piezas diversas del rompecabezas llamado Paul Auster, es una obra que brilla con luz propia y es mucho más que un mero pretexto.
Cierto, esta obra se disfruta mucho más si ya se tiene algún antecedente en lecturas de este autor, pero tampoco creo que sea condición obligatoria.
Vaya, digamos que si usted ya ha leído dos o tres libros de Paul Auster, sin duda le encontrará mucho sentido a esta obra, pero tampoco significa que sea un requisito indispensable.
Si ?Experimentos con la verdad? es el primer libro de Auster que cae en sus manos, tal vez le sirva como un buen punto de partida para iniciarse en la obra de este autor.
El libro de Auster se divide en cuatro partes, subdivididas a su vez en capítulos relativamente breves que se leen de una sola sentada.
El primero es lo que el autor titula ?Experimentos con la verdad? en el que incluye cuatro narraciones autobiográficas en las que se permite disertar sobre el azar, sin duda su concepto favorito y los motivos que llevan a un narrador a empuñar la pluma y escribir.
La segunda parte está conformada por cuatro ensayos breves en donde lo mismo habla sobre literatura francesa que sobre la breve existencia de Anatole, el hijo del poeta Stephan Mallarmé.
La tercera parte está conformada por tres entrevistas con el autor en los que habla sobre sus motivaciones para escribir, las particularidades que rodearon cada una de sus obras y la concepción de sus personajes.
Concluye el libro con una cuarta parte conformada por un breve texto titulado Una plegaria por Salman Rushdie en la que Auster se solidariza con su colega indobritánico.
No deja ser paradójico que tratándose de un autor resbaladizo a todo intento de clasificación como es Auster, sea un libro absolutamente inclasificable quien mejor me revele su personalidad y motivaciones.
Recuerdo la primera vez que compré un libro de Paul Auster una Feria del Libro de Tijuana y el empleado del puesto me lo recomendó como un oscuro autor de novela policíaca.
Y sí, hay algo, tal vez mucho de novela negra en las páginas de Auster que jamás se podrá ocultar, pero conforme se avanza en su lectura, uno descubre una pluma emparentada con la mística de un Samuel Beckett, la vibra apocalíptica de un George Orwell y el instinto visionario de un Baudrillard.
Aunque soy enemigo de encarcelar a la literatura dentro de un ranking, estoy a punto de afirmar que Paul Auster es el único escritor estadounidense vivo al que yo le empiezo a rendir una especie de culto.
Paul Auster
Experimentos con la verdad
Anagrama

Wednesday, August 25, 2004

Frente a mí un ejemplar de Los Hermanos Karamazov del buen compadre Fedor. En mi buró un ejemplar de Macbeth de mi tocayo William. Un par de clásicos que aún no he pasado por las armas.
Hay veces que he tenido la tentación de ponerle un poco de orden a mis lecturas, ser menos anárquico y caótico a la hora de agarrar un libro, pero me es imposible. Leo como cinco o seis libros a la vez y todos de temas y autores contrastantes. Muchas veces he deseado olvidarme de todo vestigio de modernidad en literatura y sumirme un año o dos en la lectura de puros clásicos, únicamente. Leer todo Shakespeare, agotar Quevedo, leer completa La República y Los Diálogos de Platón, los Karamazov de Dostoievski., acabar de una vez por todas Los Cuentos de Canterbury de Chaucer, volver a sumirme en los cuentos del Decamerón, en la Guerra y la Paz de Tolstoi. En gran parte, una de las razones por las que mantengo cierta constancia en la lectura de novedades editoriales es por la columna Pasos de Gutenberg, que si bien no soy tan riguroso en ofrecer únicamente bollos recién saliditos del horno, sí procuro que sean recientes. En fin, tal vez no sería mala idea girar el sentido de Pasos de Gutenberg. En vez de reseñarles el más reciente Premio Alfaguara (que ahí lo tengo y no lo he leído por cierto) qué tal les parecería que en Pasos de Gutenberg apareciera Amadís de Gaula o Tirante El Blanco o El Conde de Montecristo o una comparación entre los tres Faustos. ¿Qué tal?
Pero si de por sí la gente no lee y cuando se acercan al Sanborns lo hacen para comprar Paulo Cohelo o Isabel Allende y a los clásicos llegan de mala gana cuando se los encargan en la escuela, ya me imagino si alguien nomás de huevos se pondrá a leer La Muerte de Iván Ilich. Mis primeras lecturas fueron clásicos, puros clásicos. Ya que ayer hablé de padrinos futboleros, mi madre fue madrina de mis primeras lecturas. Desde los corsarios de Emilio Salgari hasta el mismísimo Amadís de Gaula, pasando por Ivanhoe y la Flecha Negra. Durante mi infancia y pre adolescencia no leí nada que fuera escrito después del Siglo XIX. Creo que mis primeras lecturas relativamente contemporáneas fueron las Herman Hesse allá por 1986 y los cuentos del Cuento Hispanoamericano de Menton. Después me aficioné a la literatura de la Revolución y ello me llevó a Carlos Fuentes y compañía. Mi pasión por Kundera a los 17-18 inauguró mi ingreso a los textos de TusQuets y Anagrama. Desde entonces he leído cualquier cantidad de autores jóvenes, recién publicados. Algunos buenos y muchos prescindibles.
Últimamente traigo un buen prendón con Paul Auster a quien empecé a leer hace unos tres años y en las últimas semanas han llegado a mis manos algunas obras suyas como La habitación cerrada a la que ya le he metido diente. También comenzaré a leer la obra del escritor pakistaní- británico Hanif Kureishi de quien he leído grandes críticas. Bueno, la cuestión es que quiero darme tiempo para leer clásicos. En fin. Sigamos viviendo la intensidad de las letras y el futbol.

Estadios del Mundo. Olvido Gigante.

PD- Vaya olvido Gigante. Cómo no recordar mi visita al Giant Stadium de New Jersey el 27 de septiembre de 2001. Me encontraba en Nueva York desde el 15 de septiembre cubriendo las secuelas de las Torres Gemelas y no resistí la tentación de acudir a ver al Metro Stars del Tren Valencia golear 4-1 a Galaxy LA. Ese fue el primer evento deportivo profesional celebrado en el área de NY NJ después del 11 de septiembre. La vibra que se respiraba era oscura, lúgubre como fue todo ese viaje. Me fui sólo y mi alma al estadio de los Gigantes El Himno de USA fue cantado por el público con lágrimas en los ojos, ambiente patriotero, seguridad hasta el escusado de los baños y buen juego de parte de los Metro que alegró en algo aquellos oscuros días.

Estadios del Mundo. Mi primera vez.

Los estadios son los templos del presente. Son santuarios con arquitectura, personalidad, vibra y filosofía propia. Conocer un nuevo estadio siempre es penetrar a un Universo. Hay estadios a los que he acudido cientos de veces, como el Universitario de San Nicolás de los Garza, al que considero como mi casa.
Hace poco, leía en el tag un mensaje de Andrés en el que me narraba que él también recuerda el primer juego al que fue en su vida, un Pumas vs Tampico. También me pregunta si mi narración del Tigres vs Tampico es de memoria. La respuesta es sí, sí es de memoria. Después me puse a hacer un ejercicio mental y me di cuenta que puedo recordar con absoluta precisión todas las primeras veces que visité un estadio, con todo y los detalles del juego y las impresiones que me causó. Reconozco padecer una obsesión por visitar estadios nuevos. Cada vez que visito una ciudad, no pierdo la oportunidad de visitar su estadio. Algunos sólo los veo por fuera o entro a sus gradas, como me ha sucedido un par de veces en el Santiago Bernabeu, en donde es fecha que no se me hace ver un juego del Real, pese a que he estado en Madrid en dos ocasiones diferentes o con la Arena Amsterdam, donde no pude ver al Ajax. Pero si me toca la suerte de que haya juego, pues compro boleto.

Ya narré la historia del Estadio Universitario, que fue el primer estadio que conocí en mi vida y al que más veces he acudido. Ahora narraré brevemente todos los demás. Lo juro, son de memoria y no hay falla en los datos y marcadores.

Estadio Tecnológico de Monterrey- Partido Monterrey 2-1 Atlas- Noviembre de 1986.

Sí, lo confieso, el estadio que pertenece a los Borregos del Itesm y que un mediocre equipo de futbol renta cada 15 días (pues los miserables no son capaces de ser dueños de su propia cancha) fue el segundo estadio que conocí en mi vida.
Mi padrino José Manuel Basave también se encargó de apadrinar esa primera visita. Aquella vez yo le iba a los rojinegros, pero los rayaditos de Francisco Avilán, con Bahía y el Abuelo, se impusieron. Debo confesar que después del de Tigres, es el estadio al que más veces he ido en mi vida, aunque siempre para apoyar al equipo visitante que vaya contra las mierdozas rayas. Ahí me tocó cubrir como reportero a nivel de cancha la Final de 1993 cuando los Potros Atalntistas de LaVolpe, (con Miguel Herrera en la defensa por cierto) apalearon 3-0 a las rayitas. También fue en el tecnológico donde acudí a ver a Bon Jovi en febrero de 1990.

Estadio Azteca- Partido América 2-0 Tecos- mayo 1988-

Estaba de visita en el DF para una boda y me puse terco de visitar el Coloso de Santa Úrsula. Mi tío Agustín Basave apadrinó esa primera visita en donde las Águilas de Jorge Vyeira, con Zague, Santos, Hermosillo y compañía, dieron cuenta de los Tecos del austriaco Zenecowitch. Muchas veces he ido al Azteca desde entonces y tal vez el partido más memorable al que he acudido sea un Tigres 3-3 Necaxa en 1990.


Estadio Azulgrana. Partido: Atlante 2-0 Necaxa. Enero 1989.

Otra vez fue mi tío Agustín quien apadrinó esa visita. Yo estaba recién desempacado como habitante de la Ciudad de México y me di a la tarea de conocer todos sus estadios. El de la Ciudad de los Deportes es el estadio más viejo de México que continúa en funcionamiento. Tiene una vibra especial, no puedo negarlo. Un sobreviviente de la época del amor a la camiseta en el futbol.

Estadio Olímpico México 68. Partido UNAM 1-2 América. Febrero 1989.

Vaya forma de conocer el Estadio Olímpico, con un clásico de garra y bronca. Mi padrino en esa ocasión fue Hilario, un jardinero que trabajaba en casa y que es por cierto una de las personas más nobles que he conocido en mi vida. Nos fuimos en metro desde Cuatro Caminos a Universidad y conforme nos acercábamos los vagones se atascaban de porras agresivas. Las Águilas de Zague y Hermosillo dieron cuenta de los Pumas de García Aspe y un jovencísimo Luis García. Esquivar botellazos, huevazos y banderas quemadas fue parte del folklore. El México 68 fue el estadio que más visité mientras vivía en México, pues tenía muchos amigos Pumas. Dos años después, en ese mismo estadio, acudí a la mítica final que la UNAM le ganó al América el 7 de junio de 1991 con aquel inolvidable golazo del Tuca.

Estadio La Bombonera de Toluca (entonces no se llamaba Nemesio Diez) Partido Toluca 0-0 Tigres. Marzo 1991.

No tuve padrino. Fui solo y mi alma a ver a mis Tigres empatar con los Diablos que en aquel entonces eran un equipo mediocre y ratonero, lejos todavía de convertirse en esa máquina de goles que fue el equipo de Cardozo y Estay. Recuerdo que nos anularon un gol a los Tigres, creo que de Gasparini y los porritas perros bravos me estuvieron jodiendo la madre todo el juego pues yo iba con mi bandera y camiseta Tigre.


Estadio Corona de Torreón. Partido Santos 0-0 Tigres. Noviembre de 1993.

Viajé en camión de Monterrey a Torreón con mi colega Tigre Felipe Sarabia. Imposible que lo dejan a uno en paz con camiseta Tigre en ese infierno lagunero donde la afición es brava como ella sola. Mal partido. Tigres ratonero de Avilán echado atrás contra el Santos dirigido por Pedro García con Adomaitis, Apud y Daniel Guzmán que esa temporada sería subcampeón.


Estadio Foxboro de Massachussets. Partido Final MLS DC United 3-2 Galaxy LA. 20 de octubre 1996.

Imposible olvidar ese juego, primera gran final en la historia de la MLS, bañada por un diluvio y azotada por heladísimos vientos. Nunca en mi vida había acudido a un juego en condiciones atmosféricas tan desafortunadas. Mi tío Lee Davy y mi primo Cristopher fueron los padrinos de esta primera visita al mítico estadio de los Patriotas. El Galaxy de Jorge Campos se puso arriba 2-0, pero el DC del Diablo Etcheverri remontó y con un gol de oro acabó con las esperanzas angelinas. Una noche inolvidable.

Estadio Parque de los Príncipes de París. Partido París Saint Germain 3-0 Le Havre. Abril 1999

En plena luna de miel, Carol y yo fuimos a conocer el precioso y elegante estadio parisino, ubicado a un costado del Bosque de Bolonia. Fue mi primera visita a un estadio europeo. El Paris Sain Germain de Simone, Okotcha y Lama, dio cuenta de un débil Havre. Como dato adicional, comentaré que yo llevaba mi camiseta de Tigres, pues suelo llevarla a todos los estadios juegue quien juegue y resulta que la camiseta del Havre era amarilla, por lo que la gente pensaba que yo iba apoyando al visitante. Público ordenado y elegante el parisino.

Estadio Cerro Colorado Tijuana Partido Chivas Tijuana 1-0 Zacatepec. Mayo de 1999

Recién llegado a Tijuana, acudí a ver su equipo que jugaba los cuartos de final contra los cañeros. Mi primera visita al Cerro Colorado fue también mi primera visita a la Zona Este de la Ciudad. Ahí me enteré que había más Tijuana más allá de la 5 y 10. Gradas, cerro y hoyos en la cancha. Este fue a la poste el último juego de la historia de Chivas Tijuana en casa, pues el partido de vuelta en Zacatepec los cañeros golearon 5-0 y la siguiente temporada el equipo se transformó en Nacional Tijuana.

Estadio Qulacomm de San Diego. Partido México 0-0 Colombia. Octubre de 1999.

Mi primera visita al estadio sandieguino con un partido de la Selección Mexicana, todavía dirigida por Lapuente y con la alineación del 98, léase Luis Hernández, Cuauhtémoc, Claudio y compañía, que no pudieron contra la Colombia del Bolillo Gómez. Primera gran odisea en Trolley hasta el mítico Jack Murphy Field. Desde que vivo en Tijuana nunca me he perdido un solo juego de México en el Qualcomm y he acudido además a algunos juegos de los Chargers, pues he de confesar que la NFL también me gusta, más nunca y ni por error o invitación, a ver a los pinches Padres de mierda, pues como sabrán odio el beisbol con toda mi alma.


Estadio Teresa Rivero de Vallecas Partido Rayo Vallecano 1-1 Deportivo La Coruña. Mayo 2001.

Pues no se me hizo ver al Real Madrid en vivo, pero sí pude ir a ver al hermanito menor de los madrileños, el humilde Rayo Vallecano. Su pequeño estadio, ubicado a las afueras de Madrid en el barrio de Vallecas, es un pequeño escenario rodeado de edificios departamentales y a donde acuden files rayistas, habitantes todos del barrio. Esa ocasión recibían al poderoso Depor que le peleaba la punta al Real Madrid. Los gallegos necesitaban ganar para ponerse a dos puntos de los merengues, pero los rayistas, que peleaban el descenso, sacaron el orgullo y les empataron a uno. por lo demás, siento más cariño por el Rayo que por pijos mamones de La Castellana.


Estadio Olímpico de Roma. Partido. Roma 1-0 Atalanta. Mayo 2001.

Vaya experiencia inolvidable. Que ambiente el que se vive en el futbol italiano. El estadio a reventar, la pasión al rojo vivo. Ese año la Roma de Fabio Capello ganó el Scudetto. El partido al que acudimos Carol y yo era el penúltimo en casa y la Roma estaba por coronarse (se coronó en la última jornada contra Parma)
Vaya equipazo el de Capello: Batistuta, Cafú, Totti, Samuel. Peleado el partido a morir. La Roma ganó 1-0 con gol Vicenzo Montella y la euforia se desató. Bufandas, banderas, luces de colores en el mítico estadio que albergó la final de Italia 90 y las Olimpiadas de Roma. Nunca había visto tantos y tantos miles de minimotos zumbando como avispas al llegar y salir del estadio. Desde entonces, soy hincha declarado de la Roma.

Estadio Rose Bowl de Pasadena. Partido México 1-0 Salvador. Enero 2002

Se inauguraba la Copa de Oro y la selección de Javier Aguirre, recién clasificada al Mundial de Corea-Japón se impuso 1-0 en peleadísimo partido contra los juscatlecos. Después de ese partido, jugaron en la misma cancha Estados Unidos contra el invitado Corea del Sur y los gabachos gana. Aquella ocasión me ofrecí para cubrir toda la Copa de Oro pensando que México llegaría a la final, pero Corea del Sur nos eliminó en cuartos de final en penales bajo una lluvia torrencial.

Estadio Memorial Coliseum de Los Ángeles. Partido México 0-1 Argentina. 4 de febrero de 2003.

Desafortunado debut de Ricardo LaVolpe. Los argentinos nos ganaron por 1-0 con un autogol. El árbitro se comió un penal claro a favor nuestro. El de LaVolpe fue el segundo debut de técnico nacional al que asistí. Años antes acudí a ver el debut de Ojitos Meza en San Diego, que arrancó ganando 2-0 a Ecuador despertando falsas esperanzas. Por primera vez conocí lo que es el tráfico vehicular hard core de Los Ángeles. Más de dos horas atrapados en las afueras del estadio.


Los estadios que más deseo conocer el Mundo

Bombonera de Boca, Old Trafford de Manchester y Arena Amsterdam. Ya los visitaré algún día, lo juro.

Tuesday, August 24, 2004

Mestizaje ibérico

Con agrado leo lo escrito por humphrey bloggart en torno a la historia de España y el rico fenómeno del mestizaje que se da en esa nación.
La historia de la Península Ibérica es la historia de la diversidad, del intercambio y de la hibridación cultural.
España es Roma, Medio Oriente, Cartago, Germania e Israel. Iberos, Celtas, Visigodos, Berberiscos, Hebreos cohabitaron durante siglos entre el Cantábrico y el Mediterráneo.
Sin duda, la España anterior a los Reyes Católicos fue la más rica. Fue la Península en donde árabes, judíos y cristianos supieron convivir en relativa paz intercambiando valores.
También fue por mucho el reducto europeo donde se podía mirar más luz en medio de las tinieblas feudales.
Ahí está para muestra la hermosa lengua romance que parlamos. En su excelente libro Gente de Cervantes, Juan Ramón Lodares narra el proceso de gestación de nuestra lengua que se da en la región de Burgos allá por el Siglo IX o X. El español nace como una lengua de frontera. En ese sentido, y mira que me da horror admitirlo, no son tan descabelladas las teorías en el sentido de que los chicanos pueden dar lugar a la formación de una nueva lengua. Después de todo, el español nace en la región fronteriza donde confluyen los vocablos mozárabes con un muy degenerado latín vulgar que empieza a derivar en una lengua romance protocastellana.
Una lengua nace cuando su uso es necesario y a menudo uno siente la necesidad de hablarla o aprenderla cuando su supervivencia o sustento está en juego. Las lenguas no se aprenden en las aulas, sino en la calle.
Por lo demás, creo que no necesito agregar una vez más la repugnancia que me inspiran los indigenistas y su visión acomplejada de la Conquista Española. Sus conceptos rimbombantes de supremacía indígena y sus aspiraciones ridículas de redención simplemente me deprimen. Nada hay más patético que un indigenista desgarrándose su red de agujeros mientras declama en tono plañidero su Visión de los Vencidos.

Sajones y normandos

Por supuesto que no tuvo el nivel de riqueza mestiza y multicultural que llegó a alcanzar la Península Ibérica, pero la historia de las Islas Británicas es también la historia del contraste y la diversidad. Celtas, caledonios, bretones, debieron enfrentarse a sajones y normandos. La Historia de Inglaterra y acaso la de Occidente entero no sería la misma sin la Conquista Normanda de Guillermo en el Siglo XI. A ello hay que sumar la gran diversidad tribal que ya existía en las Islas Británicas. ¿Cómo equiparar al sajón de Londres con el caledonio de las tierras altas de Dundee e Iverness? Hoy en día, Londres es tal vez la ciudad más cosmopolita de un planeta que de por sí es cada vez más cosmopolita.
Su herencia colonial se le revierte como boomerang. Hoy en día no es posible imaginar Londres sin su rostro indio, pakistaní, iraní y africano.

Cromwell

Siempre me ha llamado mucho la atención el fenómeno de la Revolución Inglesa, la Carta Magna y el nacimiento del Parlamento. Eclipsado como fenómeno histórico frente a la carnicería de la Revolución Francesa, la Revolución Puritana de las cabezas rapadas marca una cicatriz en la historia.
Carlos Estuardo fue el primer monarca europeo en ser ejecutado por su pueblo, el 30 de enero de 1649, 144 años antes que Luis XVI. Hay que entender lo que en aquel entonces significaba matar a un rey, algo que ontológicamente era equivalente a un deicidio. Matar al soberano era atentar contra la voluntad divina. Al rebanar el cuello de Carlos Esturado, Oliver Cromwell otorgó su primer certificado de humanidad a la monarquía. El cuello del rey era de carne y tenía sangre roja. Cuando veo a los ingleses postrados ante su anciana soberana cantando el God Save The Queen y a los tabloides amarillistas alimentando a miles de chismosos lectores con noticias sobre la familia real y la Princesa Diana, me cuesta trabajo creer que al menos por unos cuantos años Inglaterra fue una república. Pocas naciones como la Rubia Albión tienen tal vocación monárquica. De ahí que me resulte tan interesante el fenómeno de Cromwell. El domingo, Carol y yo vimos la película Matar un rey. No se nada de cine, pero la película me pareció buena. Aunque obviamente le pone su toque romántico, aborda con inteligencia el trauma psicológico que significaba para los ciudadanos matar a un soberano. También sabe reflejar la personalidad fanática y cambiante de Cromwell.
Dentro de su afán por negar el derecho divino de los reyes, Cromwell fue un puritano radical guiado ciegamente por la autoridad de la Biblia y dentro de su obsesión reformadora y su vocación por la austeridad, supo ser un tirano tan o más cruel que los monarcas que lo antecedieron. Un asustado testigo del caos reinante en Inglaterra llamado Thomas Hobbes, parió en esa época el mayor texto político escrito en la lengua de Shakespeare: El Leviatán.
La Revolución Inglesa es un parte aguas histórico que dio origen a las monarquías parlamentarias, pero carece de la solidez ideológica de la Ilustración que antecedió a la Revolución Francesa. Montesquieu se encargaría de perfeccionar la teoría de la división de poderes un Siglo después y aún dentro de la demencia jacobina de Robespierre, la Revolución Francesa cavó la tumba del derecho divino monárquico, si bien confieso que después de ver la babosa pleitesía con que un millón de plebeyos alrededor del mundo se postraron ante la boda de Felipe y Letizia, la verdad tengo mis dudas.

Un poeta, dijo Keats, es la cosa menos poética del Mundo. En cuanto uno conoce personalmente a un escritor que admiró de lejos, deja de leer sus obras.

Si el espacio y el tiempo, como dicen los sabios, son cosas que no pueden ser, la mosca que ha vivido un solo día, ha vivido tanto como nosotros. T.S. Elliot.

Un poeta, dijo Keats, es la cosa menos poética del Mundo. En cuanto uno conoce personalmente a un escritor que admiró de lejos, deja de leer sus obras.

Si el espacio y el tiempo, como dicen los sabios, son cosas que no pueden ser, la mosca que ha vivido un solo día, ha vivido tanto como nosotros. T.S. Elliot.

SECOND PLACE IS THE FIRST LOSER
DE LA PLATA AL ORO HAY UN ABISMO

Don Herminio Sotelo

Como ya he narrado, inicié sin éxito una investigación en la hemeroteca buscando obtener información sobre Nueva Daxdalia.
Luego de dos semanas de dejar mis dedos negros de tanto hojear periódicos, puede comprobar que en los últimos 10 años no se había publicado nada referente al tema en ningún periódico local.
Lo que ignoraba, era que en la hemeroteca no se guardaban los ejemplares de un viejo pasquín llamado Antorcha de Barrio que escribía un periodista de vieja guardia llamado Herminio Sotelo.
Una noche, en el baño de una gasolinera, encontré un ejemplar del pasquín, en el que aparecía un obituario por el segundo aniversario luctuoso de Galaor Zuazua. Sin contener mi asombro, conservé el ejemplar del pasquín para llevárselo a Amber Aravena.
Dos días después, Amber y yo fuimos a buscar el taller donde se imprimía el pasquín, ubicado en la Colonia Libertad Parte Alta. Era una vieja casa con los vidrios rotos en donde no encontramos a nadie. Un velador nos dijo que si buscábamos a Don Herminio, a esa hora era más fácil encontrarlo en la cantina, concretamente en el As Negro, en la Calle Coahuila.
Ahí lo encontramos esa anoche Amber y yo. Era Herminio un periodista típico de la vieja guardia; rostro curtido por las arrugas, panza de cerveza, barba de cuatro días y voz aguardientoza.
Herminio nos dijo que él conoció a Don Galaor, pero eso fue hace muchos, muchos años, allá en Tecate, antes de que se marchara a Argentina.

-A Don Galaor Zuazua nunca lo comprendieron, siempre lo acusaron de charlatán y mentiroso, ya sabes, las mafias de los intelectuales-, nos dijo el viejo periodista.

A él mismo, nos confesó Herminio, no le constaba que Galaor hubiera muerto. Hacía más de diez años que no sabía nada de él. Lo que sucede, nos platicó, es que hace dos años, soñó que asistía en Tecate al funeral de Galaor y decidió a la mañana siguiente publicar un obituario, para ver si algún familiar o el mismo Galaor se reportaba para desmentir la nota y decir que estaba vivo. Pero nunca nadie se reportó.
Herminio nos contó que él mismo viajó a las Islas, hace mucho, acompañando a un candidato a la Alcaldía de Tijuana, que fue a hacer campaña hasta allá. Al respecto, Herminio publicó una crónica en su pasquín, cuya copia yacía arrugada en el bolsillo de su pantalón.
Cuando ya se caía de borracho, Herminio nos extendió el papel: ?Tómenla, péguenle una leída, y háganla garras?.