Eterno Retorno

Friday, April 30, 2004

El hombre habla pues con palabras y con ellas crea nuevas palabras y crea con las palabras, En el principio era el verbo, ejemplo eminente de lo que se entiende como hablar sublime. Lo sublime no es el verbo, lo sublime es este hablar

METAL IS FOREVER

ARRIBA LOS TIGRES

América, Chivas, Pumas y Cruz Azul

En el puente de la Buenavista, mientras hago fila para dar vuelta a la Vía Rápida, una niña intenta venderme unas sombrillas para el parabrisas. Una de las sombrillas trae el escudo del América, la otra el del Guadalajara. Amablemente, le digo a la jovencita que si no tiene por ahí alguno de los Tigres. Se me queda mirando como cara de extrañeza
- Híjole, de esos no tengo, pero si quiere le consigo del Cruz Azul o de los Pumas-
- No gracias m hija, nos quedamos en las mismas, ahí para la otra- El semáforo se pone en verde mientras yo acelero preguntándome ¿Qué mosca le picó al futbol mexicano para permanecer esclavo de esos cuatro pinches equipuchos?
Llego a la Redacción, leo el Esto y la misma tecla. En la portada la carota despreciable del Bofo Bautista prometiendo que anotará y el Vergara apostando con Pérez Teuffer. Toda la santa semana el Esto se ha ido con puras portadas relativas a la grilla del clásico. No se saben de otra. América y Chivas. Y después Pumas y Cruz Azul. Como si el futbol mexicano se redujera a esos cuadros.
Digo, todas las ligas tienen sus equipos grandes, pero si revisas el historial reciente y no tan reciente de esos conjuntos, te darás cuenta que en los últimos 15 años, de 1990 para acá, cada uno de esos cuatro equipuchos ha podido ganar muy a huevo un título. ¿Se imaginan si Boca Juniors, Milán, Real Madrid, Bayer Munich, Manchester United presumieran un miserable título en 15 años y navegaran por sus ligas arrastrando el nombre y viviendo del pasado? Y miren que en México, a diferencia de Europa, tienes dos torneos al año y nuestros gloriosos equipos del Esto no son capaces de ganar. Pero el aficionado mexicano no es original. Vas a cualquier parte del Centro de la República o aquí mismo en Tijuana y le preguntas a la gente ¿A quién le vas? A las Chivas, a los Pumas, a la Máquina, al América. Puta madre. Digo, ahí está el Toluca, el Pachuca, el Necaxa que sí ganan. ¿Que no se saben de otra? Lo peor es que ni siquiera tienen motivos reales para irle a esos equipos.
Digo, yo le voy a los Tigres primero porque soy de Nuevo León, porque desde pequeño iba a ver sus partidos, porque mi abuelo es alguien que por años ha estado ligado a la Universidad de Nuevo León y yo mismo fui estudiante de esa Benemérita Institución. Los colores de los Tigres están tatuados en mi corazón y es por ello que no cabe la posibilidad de que apoye a otro equipo. Si Tigres no compitiera, yo vería el futbol mexicano como un simple espectador apático y no comprometido sentimentalmente. Con la misma apatía que veo el “clásico” América vs Chivas. Es más ni lo voy a ver, me da hueva es pinche juego sobrevaluado. El mejor Clásico de México es Tigres vs Monterrey. En América vs Chivas a cada rato ves juegos de 0-0, bien jodidos y en el Clásico del Norte mínimo hay garantía de que se pegan siempre unas buenas patadas. Pero Televisa es experta en darle atolito a los aficionados mexicanos. Está bien, disfruten su “clásico”. Yo me divertiré viendo como los Tigres damos un paso más a la liguilla mandando al descenso al San Luis (Lo siento Tuneros, es la venganza porque ustedes ascendieron derrotando en la final a Tigrillos). Pero nomás de puro coraje, no resisto las ganas (perdón a Lomelí por el plagio) de dar algo así como verdades batianas de estos cuatro impostores de las conciencias de la afición mexicana:


América- De entrada aclaro: No soy el típico cabrón que odia al América y se regocija con sus derrotas. A mí ese equipo me vale un reverendo carajo y me parece una actitud de lo más ordinaria y borreguil la del típico aficionado chiva y puma que odia a los cremas de todo corazón.
Pero sí me parece que es un equipo sobrevalorado. ¿Qué han hecho en 15 años? Un miserable título ganado contra su hermano empresarial y conquistado precisamente por un cuadro que llegó en octavo lugar a la liguilla, y que era de lo más defensivo, parco en su juego típico de Lapuente, rico en empates patéticos y que dependía de los cabezazos de Zamorano para anotar. De ahí en fuera, lo más espectacular ha sido el equipo aquel de la primera era Benhaker con Kalusha y Biyik. Lo demás, puro tiradero de dólares y blofeo innecesario para lavarle la cabecita a millones de mexicanos.

Chivas- El patrioterismo más barato hecho futbol. Chivas vive de su supuesta mexicanidad. Tacos, virgencita de Guadalupe, charros y Chivas. A huevo, viva México. Pero el equipo grande, el “más popular de este país”, sólo ha ganado dos miserables títulos en 34 años. Los sesenta ya pasaron, La época de Chava Reyes ya quedó muy atrás. El único gran equipo chiva que yo recuerdo, es aquel de Quirarte, Galindo y el Yayo que se coronó contra Cruz Azul en 87. De ahí en fuera pura y vil mediocridad dedicada a explotar los sentimientos nacionalistas de la raza de bronce, y por si fuera poco exacerbados con mercadotecnia barata a cargo de un nuevo rico.

Cruz Azul- Desde hace años oigo hablar de la crisis del Cruz Azul. Jugadores a medio sueldo, técnicos despedidos, rebeliones internas, la máquina descarrilada, promesas de salvación y lo mismo. La maquinita ha ganado un solo título en 24 años, aquel en que Hermosillo ensangrentado por la patada de Comizzo metió el penal de oro que lo coronó en León. El único gran equipo cruzazulino que fue digno de todo mi respeto, fue el que llegó a la Final de Libertadores contra Boca y si acaso aquel de Hermosillo y Zamora que mereció mejor suerte. Lo siento, yo nací en las épocas del Kaliman Guzmán así que no lo vi jugar. Lo que yo he visto, es una máquina casi siempre descarrilada, arañando repechajes, que juega con el estadio semivacío.


Pumas- Este equipo “grande” del futbol mexicano tiene nada más tres títulos en su historia, o sea los mismos que ha ganado Pachuca en cinco años y uno menos que Toluca, que de 1997 a 2002 conquistó cuatro. Digo, para el caso consideren equipo grande a mis Tigres, que tiene dos de liga y dos de copa. Eso sí, reconozco que Pumas casi siempre practica un futbol ofensivo y espectacular, aunque ha dejado de ser un productor de figuras de exportación. Le tengo cierto cariño a ese equipo por aquello de que en junio de 1991 asistí al Olímpico México 68 a ver aquella final que le ganaron al América con gol del Tuca, lo que es un grato recuerdo para mí. Pero fuera de ahí, el equipo de la UNAM es un simple gato montés, un felino menor y de escasa peligrosidad si se le compara con un señor Tigre de Bengala que lo venció en casa en la final de 1978, cuando contaba con escasos cuatro años en Primera División.

Por lo demás, si mis Tigres no llegan, ojalá que los Jaguares de Chiapas se coronen y le callen el hocico a los equipillos “grandes”.

Zapata

Precisamente, ayer hablaba de los historiadores que gustan de tergiversar la historia. Francisco Martín Moreno juega al filo de la navaja, pero respeta el sentido histórico. Hoy, por la columna de Jaime Chaidez, me entero que se estrenará la película de Emiliano Zapata. He leído acerca de esa película y no puedo menos que vomitar. Vaya forma de prostituir la historia. ¿Por qué hizo eso el idiota de Arau? Digo, lo comprendería de un gringo puñetero hollywoodense. “Violé la historia, pero me salió un hijo muy bonito”, dice Arau. A chingar a su madre. ¿A quién quiere conquistar con ese falso Zapata? ¿Necesita quemarle los píes como a Cuauhtémoc para vender en Hollywood? ¿Ponerle como amante a la esposa de Victoriano Huerta? Háganme el puto favor. Y lo peor es que el atajo de gallinas pendejas que se amontonarán en el cine para verle el culo a Alejandro Fernández, se creerán que esa es la historia de Zapata. De cualquier manera, ya he dicho una y otra vez que yo soy apático para el cine. En todo el 2003 fui una sola vez, nomás para que se den una idea. Si pasan 50 años y no vuelvo a ir al cine, no me enojo. La pantalla grande no es lo mío. Pero digamos que una buena película de Zapata me hubiera llamado la atención y tal vez me hubiera motivado a ir. Pero con estos bodrios, menos ganas.

Thursday, April 29, 2004

A lo largo de mi vida, he leído más libros de historia que literatura de ficción. Desde que era niño tengo una natural afición, por no decir adicción, a la historia de México. Sin embargo, siempre he puesto ciertas reservas a los historiadores que se van por la libre. Se me hace el equivalente a reporteros que vuelan la nota. Los libros de historia que más me gustan, son los escritos por historiadores militares. Para entender las guerras (que no la política y los conflictos sociales) nada mejor que esos generales transformados en historiadores como Fernando Orozco Linares o Luis Garfías Magaña. Sí, no les pidas que hablen de Tlatelolco, pero para hablar de la Intervención Francesa de 1862- 1867 o la Intervención Norteamericana de 1846-1848, nada mejor que sus partes de batalla, con cifras de armamento utilizado, estrategias, formaciones de combate y número de bajas. Siento un respeto sacramental por la obra de Don José Fuentes Mares, he de confesarlo, quien siendo yo un niño me regaló, con todo y autógrafo, su libro Juárez y los Estados Unidos. No soy un gran aficionado a los historiadores en extremo académicos, llámese mi tocayo Cosio Villegas o Lucas Alamán, pero reconozco que son la fuente de fuentes. En 1986, una amiga de mi madre me regaló México Negro de Francisco Martín Moreno. Martín Moreno no es un historiador, aclaro, pero sabe disfrutar y hacer disfrutar la historia. Ahora cayó en mis manos Las grandes traiciones de México. Ahí va la reseña... (chale, ya empezó este cabrón otra vez con sus pinches reseñas dirá con toda justicia el improbable lector)

Pasos de Gutenberg

Por Daniel Salinas Basave

Tal vez para los devotos de la historiografía ortodoxa, Francisco Martín Moreno sea un impostor cuya obra carece del más mínimo rigor académico.
Martín Moreno escribe sobre historia de México y lo que es más sorprendente, es que ha logrado interesar a un gran público en el tema, algo atípico e improbable en este país de no lectores.
Ciertamente, este abogado capitalino no es precisamente un fanático de la metodología de trabajo e investigación que siguieron historiadores clásicos como Luis González o Daniel Cosío Villegas, aunque sí tiene el cuidado de citar fuentes bibliográficas.
Digamos que sin ser un tergiversador, el autor se concede un exceso de licencias literarias en un terreno que para algunos debe estar regido por la minuciosa objetividad de un investigador.
Luego del gran éxito que significó México negro, una sui generis versión en la que la ambición por el petróleo se convierte en el móvil que desencadena la Revolución y su millón de muertos, Martín Moreno siguió apostando a una fórmula que no sería correcto llamar novela histórica, sino más bien historia novelada.
Las grandes traiciones de México es un interesante ejercicio que según confiesa el autor, le costó realizar, dado que el tema es harto repetitivo en nuestra historia.
En un país donde los grandes episodios y conflictos nacionales han estado enmarcados y han sido en ocasiones resueltos por la traición, no resulta empresa fácil hace una selección de las traiciones más ruines y bajas.
Vaya, la historia nacional es rica en émulos de Judas y los incluidos por Moreno, él mismo lo confiesa, son sólo unos cuantos.
De entrada, para empezar a leer a Martín Moreno, es necesario tener en cuenta que ante todo estamos frente un novelista que ha leído muchos libros de historia, pero cuyas palabras no deben ser tomadas como verdades, si es que aún hay quien puede creer que se puede aspirar a un 100% de objetividad cuando se habla de un hecho histórico.
A diferencia de lo que sucede en anteriores novelas, en Las grandes traiciones de México no aparecen personajes ficticios, pero sí hay lugar a hechos, diálogos y situaciones en las que se ven involucrados personajes históricos y que no aparecen en la historia oficial.
Para abrir boca, Moreno nos cuenta la historia de una traición romántica, a cargo de María Ignacia “La Güera” Rodríguez, quien confabulada con su amante, el futuro emperador Agustín de Iturbide, quiso conviertirse en emperatriz de México, lo cual incluía, deshacerse de la legítima esposa del “Dragón de Valladolid”.
Para cerrar, el narrador por la que es tal vez la más vil de las traiciones de la historia mexicana y tal vez la más conocida, a cargo de Victoriano Huerta, non plus ultra de los traidores nacionales, quien envío a la muerte artera al presidente Francisco I. Madero y José María Pino Suárez.
En medio, nos encontramos con la traición de Jesús Guajardo a Emiliano Zapata, los mil y un desvaríos de Antonio López de Santa Anna, Álvaro Obregón, traidor y traicionado y el extraño caso de Oliveria del Pozo, La Carambada, la mujer que habría envenenado a Benito Juárez.
Llama la atención la cantidad de adjetivos que utiliza Moreno y la forma en que como narrador se involucra en la obra, circunstancia que si bien resta una no solicitada objetividad, agrega dosis de intensidad a los relatos.
También se permite emitir cuestionamientos que ponen en entredicho las liturgias sagradas de la historia patria, como cuando señala la apatía absoluta con que el pueblo mexicano se tomó la invasión de Estados Unidos en 1847.
Como sea, lo cierto es que la fórmula de Moreno logra atrapar al lector en sus páginas y lo motiva al fuerte cuestionamiento de algunos hechos históricos.
Tal vez para un pueblo tan desinteresado en su historia como es el mexicano, naturalmente alérgico a los ladrillos académicos de los historiadores serios, la solución sean narradores como Moreno, que sin prostituir el sentido del hecho histórico, logran hacer de él una anécdota más interesante que el más alucinado relato de ficción.

Las grandes traiciones de México
Francisco Martín Moreno
Planeta

Luego de un periodo de desencuentro (motivado tal vez por lo pedante que me resulta el blog de Nicolás Cabral) he vuelto a comprar la revista Tempestad (acaso el retrato de Rimbaud haya sido la seducción final que activó mi glándula consumista). Es una buena revista, la mera verdad. Digo, para ser sincero me gusta más que Letras Libres y veo con agrado que ya superó por tres páginas al producto de Krauze e incluso la deja corta en publicidad, tomando en cuenta que más de la mitad de los anuncios de LL son del Gobierno Federal y de la editorial Clio. Está bien, me gusta Tempestad, pero se pasan de culturosos los compas. Tocan temas más que interesantes pero por alguna razón me da la impresión de que todos los que ahí escriben son el típico cabrón al que reseñaría con toda justicia Manuel Lomelí. Y vaya que se lo merecen. Una observación: deberían escribir con menos dosis de teorrea
Con sorpresa veo que de los 10 mejores ejemplares de la narrativa mundial el 2003, yo sólo he leído uno. Se trata del Al Sur de la frontera, al Oeste del Sol de Haruki Murakami. Excelente libro por cierto. De los diez libros mencionados, cinco son de Anagrama. Cuestiono un par de menciones: En medio de ninguna parte de J.M. Coetzee ¿Por qué poner justamente al pre-miado Nóbel en primer lugar? Y El guacho insufrible, de Roberto Bolaño. A huevo, tributo al muertito. La Santísima es una excelente promotora editorial y ahora le sobran adoradores al chileno. Digo, es un buen escritor (no mejor que Vila-Matas y Piglia por cierto), me agrada, pero me recaga a ver a una piara de teorreícos que lo empezaron a leer cuando un día se enteraron que un escritor chileno que tenía un libro llamado Putas asesinas se murió a los 50 años. De los otros libros mencionados, puedo decir que soy un fiel seguidor de Vila- Matas, pero no he leído París no se acaba nunca y también me pasa mucho la vibra cortazariana del húngaro Peter Esterházy. Por lo demás, curada la Tempestuosa.

Los comercios más visitados por mí, son las tiendas de discos y de libros. No pasa una semana sin que visite una.
No fue por azares del destino, sino por caprichos de mi deseo, que he laborado en estos dos géneros de comercio establecido.
Mi primer trabajo formal en nómina fue en una tienda de discos allá por 1991, concretamente en Zorba Interlomas en el Estado de México, a mis 17 años de edad.
Ganaba una mierda y sin embargo lo confieso: Fui feliz. Todos los compañeros éramos un reverendo desmadre.

En 1994, a mis 20 años de edad, laboré en la Librería Castillo de la Plaza San Agustín en San Pedro Garza García. Pensé que estar rodeado de libros todo el día haría mis horas felices pero me equivoqué. Ahí no fui feliz. Mis compañeras de trabajo eran dependientas amargadas que lo mismo podrían trabajar en una tienda de ropa, o de perfumes y que por casualidad les tocó jalar en un a tienda de libros donde se aburrían soberanamente y destilaban a pasto su amargura.

Mis fugares experiencias como trabajador y mis años de asiduo visitante, me han permitido establecer una diferencia clave entre los empleados de una librería y los de una tienda de discos:
Los que trabajan en una tienda de discos están siempre alerta para sorprender a un posible ladrón. Los que trabajan en una de libros se dedican a papar moscas con cara de insoportable estupidez.
Al que va a trabajar en una tienda de discos siempre lo educan para estar bien al tiro de los adolescentes, checar sus movimientos, ponerles marca personal. Por si fuera poco, a los discos les ponen alarma y a los propios empleados, como viles hampones, les checan las mochilas al salir de trabajar, por aquello de que no caigan en tentación. Y es que todo mundo quiere robarse un libro. A los empleados de librerías, en cambio, los educan para aburrirse monumentalmente. Después de todo nadie quiere robarse un libro. A esas tiendas sólo van doñas solitarias, poetastros incomprendidos, académicos acomplejados y madres de familia las atiborran en agosto para comprar libros de texto. Por fortuna, nadie cuenta con la existencia de algún hábil ladrón de libros, que ante las dependientas caza-moscas, son como gambeteros goleadores colándose al área y tirando al marco con una defensa tronca y amodorrada.

Wednesday, April 28, 2004

Dijo un tal Baudelaire: El placer que nos brinda la representación del presente se debe no solo a la belleza con que se le puede adornar, sino también a su cualidad esencial de ser presente.


Nuevo disco de los alemanes Primal Fear: Devils Ground. Lo escuché con emoción mientras conducía por Sánchez Taboada. La rola número uno, la que abre el disco, tiene un titulo perfecto para ser el primer disco de mi nueva edad: - METAL IS FOREVER- ... ¿O qué? ¿A poco por ser adulto voy a ser un tipo ahuevante y soporífero que escucha “música alternativa” y new age?


A veces el cuerpo necesita jugarte malas pasadas. ¿Malas pasadas? No, las malas pasadas se las he jugado yo, se las juego día con día, hasta que un día el cuerpo me dice YA BASTA. Y cuando la maquinaria está indispuesta, es relativamente más fácil empezar con propósitos de enmienda. Y aunque usted no lo crea, quiero y creo poder dejar de ser un hombre de excesos.

Hacía un buen rato que no me ponía a ver noticieros locales. Para ser honesto y ya otras veces lo he dicho, en realidad ni siquiera veo la tele, a ser que se trate de un buen partido de futbol. Y me sorprende ver los espacios comerciales llenos de publicidad del Ayuntamiento, el Gobierno del Estado y Jorge Hank. En menos de 10 minutos he visto más de cuatro veces Chuy González diciendo, Tijuana tiene un gran futuro...para eso nos estamos preparando. Y nos presume sus grandes obras viales. De la misma forma que Tijuana, yo me preparo y le pido a algún dios pagano no darme en la madre cada vez que entro a la Av. Internacional por el acceso suicida que debes tomar cuando vienes de Río.

¿Puede haber algo más odiosamente clasemierdero que los anuncios de nuevos fraccionamientos habitacionales? Los promotores de vivienda invaden el lugar donde trabajo con su propaganda. Enganches accesibles, mensualidades comodísimas e inevitablemente un retrato de una familia feliz. Padres jóvenes, sonrientes, siempre con un par de tepescuincles rechonchitos, güeritos por norma sagrada. Un niño y una niña. Eso no cambia. Siempre la parejita que asegure la eterna continuidad de la mediocridad paterna. Felices ellos por vivir en una liliputense casa beta ubicada en el Florido décimoséptima sección ampliación 88-, en un conjunto que necesariamente se llama Residencial.

Monday, April 26, 2004

Hoy se batió un record de calor en Tijuana: 34 grados centígrados, por mucho y sin lugar a dudas el registro de temperatura más alta desde que vivo aquí, hace cinco años.
Checando las estadísticas de Protección Civil, nos encontramos con que la última vez que el termómetro había alcanzando más allá de 32 grados, fue en 1996, hace ocho años.. Tijuana se ha transformado en un infierno y yo me he dado cuenta que hay algo en mí que es definitivo: Mi cuerpo ya adquirió su carta de Ciudadanía Tijuanense- ¿Qué son 34 grados de un día de verano en Monterrey? Un día común y corriente, hasta fresquecito si ustedes quieren. Muchas veces trabajé y caminé por la calle con temperaturas más elevadas. Pues bien, hoy los 34 grados tijuanenses me resultan insoportables e infernales como ellos solos. Pronto se acostumbra el cuerpo a lo bueno.

La blogósfera en Stereo Frontera

La noche del jueves 22 de abril, Jaime Chaidez celebró 10 años en la radio con un programa que congregó a tres blogueros: El Charquito, PG Beas y Eterno Retorno, que expusieron sus puntos de vista en torno al fenómeno de la blogósfera. Una interesante velada amenizada con algunas rolitas metaleras que le pusieron calor al asunto. Tres expresiones harto distintas de lo que es un blog, por cierto. Dado que grabé el programa, en lugar de utilizar la tercera persona, mejor reproduzco textualmente algunas de las definiciones blogueras de los invitados:

El Charquito dice:

- “Mi propuesta es tomar el blog como un espacio 100% literario, hay muchas cosas frívolas, banales y bobas y yo digo, ¿cómo pueden desperdiciar en eso un espacio tan importante?”-

- “En cuanto al blog yo apuesto por una propuesta 100% literaria y los manejo bajo un esquema de posible publicación en papel, pero la mayoría de los portales de web blog, son una porquería, pues son contados los blogueros que están tomando en serio la blogósfera”-

- La crítica las va a llevar a que se ahoguen o que agarren una tabla de salvación, pues hoy en día cualquiera se hace llamar poeta y hoy cualquier poetastro se cree un iluminado- (Charquito en referencia a las chicas feministas de la Línea)-

PG Beas dice:

- Lo más importante, creo yo, es que es un espacio que es gratuito y al que puede acceder cualquiera. No hago literatura ni pretendo acceder a círculos literarios con ellos, sólo comparto una parte muy importante de mi vida como es la música, los nuevos sintetizadores, alguna idea”-

- “Todas las mañanas me leo varios periódicos, revistas y también varias bitácoras blogueras, digamos unas cinco o seis que no me pierdo”-

- “Una persona que ha sido muy importante en la promoción y la congregación de la cultura del blog y ha sido la punta de lanza del blog en Tijuana ha sido Rafa Saavedra, el Rafa es un personaje importante y generoso”-


Eterno Retorno dice:

- Con el blog empecé paradójicamente un 28 de diciembre, no se si sea un síntoma de que todo lo que ahí digo es mentira o no debe ser tomado en serio-

- Para mí el blog es meramente terapéutico, no pretendo llegar más allá y no tengo idea ni pretendo saber si hay mucha o poca gente que lo lee, pues como soy un ignorante cibernético, no sabía eso de que se puede tener contador-

- Escribo, como se dice en el futbol, de primera intención, o sea, no bajo el balón y lo paro, como viene el balón le pego. El día que blog me deje de relajar y que el blog deje de se un placer y se convierta en una exigencia, ese día lo dejaré de escribir”-

A Jaime Chaidez le agradezco enormemente la invitación en una noche tan especial, como es la del décimo aniversario de su programa., que al igual que quien esto escribe, cumple años el 21 de abril. Y también le agradezco que me haya permitido tener rolas metaleras que tanto encienden mi ánimo. En hora buena-

PD-
Romell: Sobre los las rolas metaleras que tocamos, fueron las siguientes: Children of the Sea de Black Sabbath, contenido en el álbum en vivo Live Evil de 1982, una versión del clásico Fuck the USA, original de los punketos escoceses The Exploited, interpretada por los thrasheros germanos Destruction y una versión de Burn in Hell, original de los newyorkinos Twisted Sister, interpretada en esta ocasión por los noruegos blackmetaleros de Dimmu Boggir. Que bueno que tu hijo esté interesado en el Metal. Una vez más compruebo que esa música es inmortal y que pese a los esfuerzos de sus detractores, el metal parece cobrar nueva vida y veo con agrado que las nuevas generaciones están muy interesadas en el género. La colección que tengo es relativamente grandecita, así que si les interesa un título en especial, nomás háganmelo saber. Un abrazo grande y KEEP THE METAL ALIVE

La reina del Sur

Dado que una colega bloguita llamada Ana Mora está por iniciar la lectura de una bazofia de libro, me permito meterme en lo que no me importa y emitir una serie de comentarios sobre el mismo, toda vez que otro colega bloguita, Julio Sueco, lo ha leído y para mi enorme sorpresa, le ha gustado. Se trata de La reina del Sur de Arturo Pérez Reverte.
Pa que es más que la pura verdad y pa andarnos sin rodeos, La reina del Sur es un libro malo. Un intento fallido que nomás no salió. Todos cometemos errores en nuestro trabajo y a veces la que creemos será nuestra obra de arte, resulta ser un bodrio. Eso le pasó a Pérez Reverte. Teresa Mendoza es un mal chiste. De parecer una heroína de película chafa de Hollywood interpretada por Salma Hayek, acaba por resultar en las últimas páginas como un personaje de video-juego o una chica de comix de manga. Su lenguaje es un mal logrado híbrido de sinaloense con India María y su psicología carece del más mínimo soporte literario. Ya no digamos su veracidad, que está al nivel de una caricatura. Sí, ya se que la veracidad no es requisito para un personaje literario (eso déjenlo para nosotros, aunque algunos de los personajes de mis notas periodísticas no son tan veraces) pero lo peor del caso, es que Pérez Reverte pretende hacernos creer que hay alguna dosis de historia real en su “revelador” libro. Le pretende dar una estructura, pésimamente soportada e infiel a si misma, de reportaje de investigación. No es un libro aburrido, eso sí hay que reconocer, pero tampoco es interesantísimo ni sorprendente, lo cual es la única alternativa que le queda para apostar a una obra de su calaña. Pero bueno, yo nunca digo no leas un libro. Además, tengo la mala costumbre de que libro comenzado, es libro terminado, por pésimo que este sea y como quiera, ya me fleté las quinientas y tantas páginas de la fallida Reinita chafa.
Y ojo, no soy un detractor de Pérez Reverte, que quede claro. Sus artículos periodísticos, compilados en el volumen “Con ánimo de ofender” me parecen más que dignos de ser leídos y comentados. Los teorreícos y culturosos, por ejemplo, despotrican de Pérez Reverte por seguir fórmulas narrativas propias de la novela de aventuras del Siglo XIX al estilo Emilio Salgari. Ya sabemos que los teorreicos odian todo aquello que no sea “meta- discurso e hipertexto post-narrativo (¿Alguien podría explicarme que significan semejantes estupideces? Parece que entre más mamón, más vacío y más pendejo resulte el término más les gusta a los culturosos) Por lo que a mi respecta, soy un fiel seguidor de la novela clásica. En mi infancia seguí con emoción El Corsario Negro, Sandokan, La Isla del Tesoro, Los Tres Mosqueteros y me parece fantástico que Pérez Reverte apueste por la fórmula, pero siempre y cuando, he ahí el pequeño detallito, sea una apuesta interesante. Con el Capitán Alatriste, La Tabla de Flandes y el Club Dumás, el autor va ganando el partido por goleada. Desgraciadamente, La reina del Sur perdió la apuesta y sus lectores perdimos, mucho, pero muchísimo tiempo en ella.


Sábato

Y bueno, ya que andamos con los libros que leen los bloguitas, me permito volver a meter mis narices donde no me llaman. Bruno Ruiz comenta que se iniciará en la lectura de Sábato, lo cual me parece una sabia decisión, sobre todo si el libro en cuestión (deduzco) es Sobre héroes y tumbas (Bruno sólo señala que el libro que empezará a leer fue escrito en 1961, así que necesariamente fue ese, pues Héroes y tumbas, lo recuerdo bien, fue concebido en el penúltimo año que Racing Club de Avellaneda salió campeón argentino)
En algún momento de mi existencia, Sábato influyó demasiado en mente, si bien debo confesar que razones extra-literarias de mucho peso motivaron mi afición por ese escritor. El primer libro de Sábato que leí fue el celebérrimo Túnel, escrito, si mi memoria no falla, allá por 1953. Tanto me impresionaron los personajes de María Iribarne y Pablo Castel, que he releído ese libro en al menos dos ocasiones. Sin embargo, la apoteosis llegó cuando leí Héroes y tumbas y descubrí a Alejandra, tal vez el mejor personaje femenino de la literatura hispanoamericana (disculpen, pero ya he dicho que Alejandra me parece más bella e interesante que La Maga), aunque Martín, lo confieso, me cae bastante gordo. Abbadon el exterminador, novela que cierra la trilogía en 1973, me parece un trabajo mucho menos logrado en comparación con los dos anteriores, pero aún así es de imprescindible lectura. Los últimos libros de Sábato, La Resistencia y Antes del Fin, son románticos manifiestos pesimistas y melancólicos en contra del mundo moderno. Son bellos libros, no lo niego, pero se limitan a ser meros ejercicios reflexivos o declaraciones de principios que carecen del valor literario de Héroes y tumbas. Tal vez haya mucha gente a la que Sabato les pueda resultar caduco y rimbombante. Para mí, Héroes y tumbas y El Túnel valen lo suficiente como para considerar al nativo de Rojas entre mis escritores de cabecera.

De viejos y nuevos libros

Por cierto, siempre me ha llamado la atención el criterio selectivo de Bruno Ruiz, que en más de una ocasión ha afirmado que evita la literatura que no sea estrictamente contemporánea (1961, lo señala él mismo, le parece demasiado antiguo) Me llama la atención, pues en esta blogósfera nuestra existe un caso cuyo criterio selectivo es absolutamente opuesto. Se trata de Fausto Ovalle, Trenza de Arena, quien en más de una ocasión me ha dicho que desconfía de manera sistemática de las novedades editoriales y prefiere concentrarse en libros que tengan por lo menos unos 30 o 40 años de antigüedad. Ambos son buenos lectores y saben disfrutar de la literatura, pero no puedo estar de acuerdo con sus respectivos criterios de selección. Con todo respeto, me parece que ponen límites y barrotes innecesarios al banquete literario y que se están privando de conocer muy buenos libros. La literatura no tiene fecha de caducidad, pero hay libros que nacen podridos. Creo que desde de los tiempos de Gutenberg, ninguna época ha sido libre de la chatarra editorial. De la misma forma que un auténtico tesoro de coleccionista fechado en 1856 no garantiza la calidad literaria (en todas las épocas se han publicado panfletos) un libro escrito en 2004, publicado por una editorial de moda y colocado en aparador de Sanborns, puede ser bastante bueno, aunque usted no lo crea. Yo pienso que es posible leer con igual deleite y placer un clásico medieval como el Amadís de Gaula o el non plus ultra de la picaresca como es el Lazarillo de Tormes, alternando con el Diablo guardián de Xavier Velazco o el Perros héroes de Mario Bellatin. Un buen libro es mucho más que una época.