Eterno Retorno

Friday, January 09, 2004

La paz de la Niña Blanca

He leído que los rituales a la Santísima Muerte deben practicarse en soledad. Por ello he decidido no escribir aquí sobre el sueño que tuve la madrugada del jueves. Pensé en narrarlo en este blog, pero creo que será mejor conservarlo únicamente para mí, pues se que tiene un significado. Uno no puede tener esos sueños nomás porque sí. Sólo puedo decir que ha sido uno de los sueños más fuertes, alucinantes y redentores que he tenido en mi vida. Un sueño que me llenó de paz, de infinita paz y que confirmó el amor y la protección que me inspira la Niña Blanca.


Don Pollo

Ninguna seña particular distingue a Don Pollo de otros locales de la delegación La Mesa. Ubicado en la esquina de Díaz Ordaz y la Benton, la pollería se parece a cualquier changarro barato de Tijuana. Pero resulta que en Don Pollo, o por lo menos en el local que lo alberga, se han cometido siete asesinatos.
Hace unos 25 años, una mesera del restaurante era pretendida por un policía municipal de Tijuana. Cuando la pérfida fémina rompió el corazón del agente al dejarlo por otro hombre, el uniformado, ciego por la ira, acudió al lugar pistola en mano. Mató a la mujer y a dos de los clientes del restaurante, pero un vecino, propietario de un yonke, irrumpió armado y mató al enloquecido policía. El que a hierro mata...
Hace menos de cinco años, el señor Cristóbal Pizano, antiguo propietario de la pollería asesinó a su mujer Lorena Pizano y acto seguido, se suicidó sin dejar carta póstuma.
El nuevo propietario de Don Pollo, el señor Juan Pablo Sarabia Cervantes, fue acribillado ayer cuando salía de su negocio y abordaba su vehículo. Yo vi su cadáver ensangrentado minutos después de caer abatido por la cuatro balas que le disparó el profesional sicario y fueron los vecinos del lugar, quienes nos platicaron la negra historia de la pollería infernal.
Doña Hilda Orozco Rusell, dueña del local, dijo que no queda otra que traer un sacerdote a exorcizarlo o de plano abandonarlo para siempre. Y es que ese pollo apesta a sangre fresca.

Blog futbolero

La recomendación de un buen blog la agradezco tanto como la recomendación de un buen vino. Armando tuvo a bien recomendarme mi visión del futbol y desde ya soy fanático de ese espacio. Justo el blog que me hacía falta encontrar. Yo puedo pasar horas y horas viendo, hablando, leyendo y escribiendo sobre el más hermoso deporte del Universo y ese blog rifa. Gracias Armando por la recomen-dación. En verdad estoy agradecido.

Deseo no cumplido

Ningún hombre toma o deja el opio por lo que haya leído en algún libro- Thomas de Quincey.
Pues yo leí en mi adolescencia “Confesiones de un opiómano inglés” y desde entonces tengo una inmensa curiosidad y deseo por fumar el espíritu de la amapola. Mi deseo hasta ahora no se ha cumplido.


Cuba en Río

Justo a un costado de la Glorieta del Cuauhtémoc, en una de las cuatro esquinas del crucero entre Paseo de los Héroes y Cuatemochas, está El Circo, un negocio de pisos, azulejos y mármol. La particularidad de este changarro, donde Carol y yo compramos el piso de nuestra casa, es que a la hora del día que pases por ahí, sea en la mañana o en la noche, los empleados están oyendo salsa. Todas las veces que he ido o pasado por esa tienda, resguardada siempre por un trío de perros que yacen echados en los azulejos, suenan rolas salseras. Pura salsa. Jamás cumbias o norteñas. Salsa y ya. Son tan clavadotes en la tecla salsera como yo lo soy con el metal. Y uno siente el sol de Matanzas en plena Zona Río. Sólo les falta regalar mojitos y cerveza Bucanero para hacerme feliz.





Libros, lleve los libros, baratos los libros...

Fiel a su vocación de promotor de la literatura a bajo costo (barata se oye muy feo) Eterno Retorno SA de CV se permite recomendarle a usted que aproveche las ofertas de libros de la Comercial Mexicana de Plaza Río.
Ya he dicho una y mil veces que comprar libros de autores clásicos resulta muy económico. Pues bien, también uno puede adquirir una buena dosis de títulos contemporáneos a muy bajo precio.
Yo adquirí el día de ayer “Samahua” y “Huatulqueños” de Leonardo da Jandra, “Lugar común La Muerte” de Tomás Eloy Martínez, “Los extraditables” Marcela Rodríguez Loreto y el “Quinteto de Buenos Aires” de Manuel Vázquez Montalbán, cada uno por 29 pesitos. Sí, escuchó bien, 29 pesitos, ni lo que se gasta usted en una sola cerveza durante una noche de antro.
Esos son los que yo compré, pero también hay otros que ya tengo en mi biblioteca y que en su momento, para dolor de mi regio codo, compré en un precio mucho más elevado, como por ejemplo “Canon perpetuo” de Mario Bellatin, “Las piadosas” de Federico Andahazi, “La pesquisa” de Juan José Saer, “En el corazón de un sol herido” de Da Jandra, “Arma en el hombre” de Castellanos Moya y un buen etcétera de editoriales Planeta, Joaquín Mortiz, Seix Barral y Plaza y Janes, todos por 29 pesitos. Y cuando pienso que para leer La ciudad de Dios debo pagar 350 pesos por el ejemplar de Tusquets. No pinches mames. ¿Quién chingados regula los precios de los libros? Por lo pronto, hay libros pa rato y poco tiempo pa-ra leerlos.

Borges y Maradona

En cierta ocasión, la prensa argentina le solicitó a Borges su opinión acerca del joven Maradona. Disculpen mi ignorancia, respondió el autor de El Aleph.
También a Maradona le preguntaron alguna vez si conocía a Borges. El Diez respondió: ¿Y en que equipo juega ese?

Galeano, Borges y Vargas Llosa-

Sobre el compromiso político de los escritores

“Le horroriza todo lo que reúne a la gente, como el futbol o la política, y todo lo que la multiplica, como el espejo o el acto de amor. No reconoce otra realidad que la que existe en el pasado, en el pasado de sus antepasados, y en los libros escritos por quienes supieron nombrarla. El resto es humo.
Con alta finura y filoso ingenio, Jorge Luis Borges cuenta la Historia Universal de la Infamia. De la infamia nacional, la que lo rodea, ni se entera”.--- Eduardo Galeano.


Este texto de Eduardo Galeano ejemplifica a la perfección la molestia que causa en algunos intelectuales, principalmente de izquierda, la falta de compromiso político de los escritores. A Borges se lo han machacado hasta la saciedad.
Su indiferencia ante las desgracias del pueblo argentino, su falta de solidaridad con las causas populares y el haber accedido a ser homenajeado por los militares en la Casa Rosada, lo ha hecho objeto de las más duras acusaciones.
Yo creo que el compromiso político de un escritor es un simple y prescindible accesorio. Si el escritor en cuestión quiere profesar un credo político y asumir una posición frente a los conflictos de actualidad, muy su pedo. Si quiere permanecer indiferente y concentrarse en su trabajo, da exactamente lo mismo. Yo no podría reprocharle a Borges haber acudido en 1978 a la Casa Rosada a cenar con el tor-turador Jorge Rafael Videla y sus secuaces. Un anciano ciego de 79 años cuya única patria fue siempre una biblioteca y cuyo único compromiso fue con la literatura, no tiene porque sentirse obligado a escupir con dignidad a la cara de un tirano.
En su momento Borges fue un circunstancial antiperonista. Con objeto de humillarlo, el marido de Evita lo echó fuera de la Biblioteca Nacional y lo transformó en inspector de conejos y aves de corral. Pero fuera de ese episodio, Borges apenas y tuvo algo que ver con la política. Creo que para nosotros sus lectores fue mucho mejor y debemos agradecerlo.
Pero muy distinto a la indiferencia, es el colaboracionismo indigno y prostituto de un Mario Vargas Llosa, el literato estrella del Banco Mundial. Aunque reconozco en Vargas Lliosa un gran novelista (Fiesta del Chivo y La ciudad y los perros son, queramos o no, de las mejores novelas que se han escrito en América) su actitud de testaferro de la globalización y el capitalismo mundial me crean demasiados prejuicios a la hora de leerlo. Tal vez por ello me he resistido a leer su novela sobre Flora Tristán. A veces son inevitables los prejuicios, lo confieso.
Eduardo Galeano es un escritor comunista. Aunque sus ideas son radicales y no conoce puntos medios, lo cierto es que es uno de los prosistas que más disfruto. Su trilogía Memoria del Fuego la leo una y otra vez sin cansarme. Abro una página al azar y quedo atrapado por horas. El cubano José María Valverde de la Casa de las Américas de La Habana describió a Memoria del Fuego como la más bella y estremecedora historia del Continente.
En términos estrictamente historiográficos, no le concedo valor alguno a Memoria del Fuego, pero si nos atenemos únicamente a parámetros literarios, es una delicia de obra. Su prosa es simplemente chingona. Pero es literatura, no historia. También la Visión de los Vencidos tiene poemas que te pueden llevar a las lágrimas y ello no significa que tenga un ápice de objetividad.
Suponiendo que Galeano se tomara la molestia y leyera lo que escribí hace unas semanas sobre la conquista española, sin duda me escupiría y se uniría al coro de indigenistas que se dedicó a despotricar en mi contra. Pero aún así, yo respeto demasiado a este autor. Su radicalismo político pasa a segundo plano. Además, como buen uruguayo, es un gran aficionado al futbol y su pluma es capaz de arrojar aún más dosis de magia sobre el deporte más hermoso del Universo. Su libro Futbol a sol y sombra, es tal vez la mejor obra de literatura futbolística que existe en el orbe, con todo respeto para mi buen Valdano.
En resumen, el com-promiso político de un escritor, es algo que me vale soberana madre, aunque en el indigno caso de Vargas Llosa me cuesta trabajo el valemadrismo.

Hard Core periodístico

Primer día hábil del año y lo recibo como me gusta, a punta de plomo y sangre. Como un buen cubetazo de agua para despertarme de la modorra vacacional y recordarme que trabajo en un periódico y que el periodismo, a diferencia de la literatura, requiere acción, movimiento y un buen arsenal de huevos.
Creo que el periodista debe aspirar siempre a ser un paciente detective investigador y un meticuloso analista, sin embargo, la adrenalina que genera la inmediatez de la cobertura diaria es el néctar y la esencia misma de este oficio. Cuando estás en medio de una trifulca o un incendio, un huracán o un asalto, puedes palpar la grandeza de este oficio.
Por la mañana, zafarrancho palaciego. Unos 3 mil trabajadores sindicalizados del Departamento de Limpia irrumpieron violentamente en Palacio Municipal de Tijuana.
No voy a expresar en este espacio lo que pienso del debate en torno la privatización de la recolección de la basura, pues es un tema que he tratado y seguiré tratando en el plano profesional y por cuestión de ética elemental, no mezclo mis opiniones personales con mi trabajo periodístico. Lo cierto es que esta privatización tiene sótanos muy oscuros en ambos lados de la contienda y seguirá dando de que hablar.
La cuestión es que los empleados de Limpia irrumpieron en el Palacio, mismo que ya estaba atiborrado de policías municipales. Nuestros tiras no están acostumbrados a los motines. Se las gastan bien para otros asuntos, pero los motines no son lo suyo. Hoy demostraron su inexperiencia y torpeza. Unos cuantos PFP bien entrenados, te controlan a rijosos mucho más agresivos sin derramar una gota de sangre. Pero los municipales perdieron la calma y en cuestión de minutos, todo era macanazos, gases, botellazos, patadas, gritería. Caos en estado puro. Nada que no haya visto antes, aunque sin duda uno de los zafarranchos más violentos de los últimos años. Apenas vieron el rostro ensan-grentado de un trabajador y la masa se enardeció. Una multitud encorajinada y arengada por agitadores es muy predecible. Basta un poco de psicoanálisis a lo Fernando Nachón para interpretar sus comportamientos. Los policías olvidaron que la visión de la sangre prende a las turbas y las torna violentas. Con una llave china y un poco de calma se hubieran ahorrado problemas. Total que se desató la tormenta de botellas, puños y palos. Excelente cobertura de mi colega Said Betanzos, alias Crónicas Policíacas y de Tizoc Santibáñez. Debo confesar que adicto como soy al caos, disfruto inmensamente estar en medio de un escenario de violencia. Algún día mis dioses paganos me concederán la gracia de cubrir una guerra. Ese, sépanlo ustedes, es mi máximo sueño como periodista.

Por la noche pretendía darme una escapada para felicitar a Ju que recién se ha graduado de Psicoanalista (Muchísimas felicidades desde aquí), pero mi madrina la Santísima decidió trabajar horas extras. A las 20:00 horas, un hombre fue acribillado a quemarropa delante de sus hijos en el Bulevar Díaz Ordaz esquina con Benton.
El dueño de la pollería Don Pollo, Juan Pablo Sarabia, recibió cuatro plomazos y su hijo Víctor uno. El menor Aarón, de 13 años, sólo quedó salpicado de sangre. Me fui en chinga en mi nave acompañado de mi colega Agustín Pérez. Llegamos en putiza, quemando llanta, como siempre antes que Semefo y Periciales. Ahí estaba el muertito, oliendo a sangre fresca. La historia de esa pollería es macabra. Mañana la narraré. Sólo diré que seis personas han muerto antes en ese lugar. Hablamos con los vecinos, nos contaron la historia del muerto y fuimos a la Cruz Roja a hablar con el hijo herido, que aún estaba paralizado por el pánico. Finalmente llegó Semefo y se llevó el cadáver. Media hora después como si nada hubiera pasado. Solo los rayones de crayola en la banqueta indicaban que algo malo había sucedido en esa esquina. Un perro callejero de color negro, se encargó de lamer con gula los manchones de sangre aún fresca. Mmmm. Vaya festín. Y vaya día para retornar al trabajo. Pura acción.
A huevo, a mi me gusta esta vida, a mi me pasa este oficio, es una adicción muy perra, un placer que un literato jamás podrá sentir. A veces te hartas, pero esto es adictivo. Es una droga muy dura. Vivir los hechos y después narrarlos.
Y cuando pienso que un pestilente teorreico de la peor calaña trató de echar leña al fuego y provocarme despotricando contra el trabajo periodístico al que calificó como una actividad burda e inferior en comparación de la literatura (comparó el tenis con el futbol el pobre mariconcete) Ja, ja, ja, ja. Por supuesto lo ignoré. Basta ya de pelear con insectos.
Teorreícos y culturozos del Mundo: Os invito a estar un día en medio de una violenta trifulca o a contemplar los ojos abiertos del cadáver ensangrentado de un hombre al que acaban de acribillar, os invito a desparramar toda la dosis de adrenalina en un texto que debes escribir con coherencia y pulcritud en menos de cinco minutos y entonces comprenderán que en este planeta hay algo muy supe-rior a sus líricos onanismos.

Literatura involuntaria

Con ánimo de no dejar que la hoguera se apague, retomo una serie de dudas y cuestionamientos que me generó el reciente intercambio de ideas en torno a la naturaleza literaria del blog.
Dice mi colega Fausto Trenza de Arena que no cree en la posibilidad de la creación literaria como un acto involuntario.
Aunque respeto sumamente a Fausto, quien es ante todo un gran lector, lo cierto es que difiero de su concepto y sostengo que se puede crear un texto literario sin intenciones a priori.
La literatura nace de la necesidad de perpetuar un relato y poder trasmitirlo a las generaciones venideras, no del deseo de crear una obra literaria que por si misma brille con luz propia.
Aunque poco común, se puede encontrar el néctar literario en una narración o aún en una frase que fue escrita o pronunciada de manera absolutamente espontánea o sin ningún tipo de intención literaria.
¿Qué son las leyendas y relatos de los pueblos y rancherías? Casi nunca están escritas, no pretenden la publicación ni el reconocimiento de un autor y sin embargo, son literatura en estado puro. Aunque su estructura y aún el contenido anecdótico pueden llegar a ser variables, existen ancianos que son capaces de contarlas como el más consumado literato.
Lo mismo sucede con la literatura epistolar o los diarios íntimos. Fueron escritos sin intención literaria y un editor codicioso y con algo de visión, puede transformarlas de la noche a la mañana en una obra literaria.
En ocasiones, una espontánea oración pronunciada por un niño o un hombre sencillo en torno a una situación, puede generar, de manera involuntaria, una imagen poética.
La literatura nace de la necesidad y la capacidad de contar. No cualquiera sabe platicar bien una historia. Por la naturaleza de mi oficio, a menudo debo pedirle a la gente que me cuente el desarrollo de ciertos hechos o acciones y lo cierto es que muy pocas personas saben narrar con coherencia y linealidad.
Aunque les pida que me platiquen como fue el choque que vieron en la mañana o cómo y porqué mataron a un familiar, la gente batalla horrores para saber contar una historia por sencilla que sea. Encontrar el lenguaje y el ritmo adecuado para platicar algo de la mejor forma posible, es, según yo, un don o una cualidad que viene de nacimiento. Hay gente que no sabe escribir y sin embargo, sabe contar muy bien una historia. Mucho mejor que aquellos que se dicen literatos.
Si le creemos a Juan Rulfo su versión de que los cuentos del El llano en llamas fueron creados inspirados en los relatos de su tío Ceferino, un campesino iletrado, podemos afirmar que los mejores cuentos mexicanos que se han escrito en la historia de esta letrada república, nacieron de ese inmortal deseo de contar que tienen algunos ancianos de pueblo. Claro, la literatura sin intención es absoluta minoría, pero existe.
Muy distinto es cuando alguien se sienta a escribir un relato con el claro propósito de crear una novela sujeto a los parámetros que los académicos le han colocado al género y muchas veces, encadenado a la extensión de páginas que le marca un certamen. Creo que la mayoría de los libros actuales se escriben de esa manera. Los llamados escritores profesionales trazan una ruta de viaje, definen perfiles de personajes, un desarrollo situacional y un desenlace previamente definido.
Aún así, creo que hasta la más calculada obra literaria, necesita un poco de rienda suelta y espontáneo arrebato. Esa inocencia literaria me gusta tanto como aquellas mujeres que son sencillamente bellas siendo ellas mismas las últimas en enterarse, pues raramente se miran a un espejo.


La tradición oral y el juglar como sustituto del libro

Aunque tiene 5 mil años de antigüedad, lo cierto es que la escritura de textos fue, en la enorme mayoría de las culturas anteriores a la era cristiana, un proceso al que pocos podían acceder, aún en la culta Atenas. El analfabetismo de Sócrates es una prueba de ello. Dado que no existía el libro como objeto transmisor de las ideas, se puede hablar de que en la antigüedad existían creadores literarios y transmisores literarios. El libro como objeto, era remplazado por el bardo o el trovador que convocaban al pueblo a la plaza para escuchar sus historias, mismas que eran cantadas. De hecho, la poesía épica y romántica de la época medieval, era cantada por juglares. Me hubiera gustado saber hasta que punto la memoria de estos personajes respetaba fielmente la estructura de un poema o si había acaso posibilidad de improvisación. El Mío Cid y el Cantar de Roldán fueron en su momento recitados de memoria y con música de fondo.
Viajeros como eran, es posible que el bardo y el trovador puedan ser considerados como los primeros reporteros de la historia, pues eran igualmente transmisores de noticias, pero eso es harina de otro costal.
Las creaciones literarias más antiguas, al menos aquellas que registra la historiografía, parten de la tradición oral. La Iliada y La Odisea fueron cantares épicos y si, como narra la mitología, Homero era un anciano ciego, es improbable que haya sido él quién escribiera los versos. ¿Quién creaba la estructura del poema? ¿Quién definía el destino de los personajes? ¿Quién consumaba el acto de escribir? ¿Los escribas únicamente? ¿Por qué no se firmaban las obras? La egocéntrica figura del autor, del deseo de poner la firma en la obra como el meado del macho en su territorio, es una consecuencia del narcisismo natural del hombre moderno. Hoy en día, es prácticamente imposible encontrar una obra anónima, mientras que en la antigüedad, pocas eran las obras firmadas y conste que me refiero a todo tipo de creación artística.
Pero los sudores narcicísticos de la figura del artista como un ser iluminado por una suerte de divinidad, arrojan hedores a los que es imposible sustraerse. ¿Qué artista sería capaz de aceptar que su obra prima o inmortal trascendiera ante las generaciones futuras como una obra anónima? Yo no conozco ninguno.




Muy buenos días-

Thursday, January 08, 2004

De torres y falos

Merodeando en el juarense blog de Bernardo Tanteos encontré una serie de imágenes de torres que me han hecho meditar sobre esta creación arquitectónica.
La torre expresa el eterno deseo humano de alcanzar los cielos. Toda torre es un desafío a lo divino. El hombre, otrora cuadrúpedo y luego androide jorobado, se yergue con la columna recta, su periférico campo visual es capaz de abarcar los cuatro puntos cardinales y sus ojos miran a los cielos. El hombre sumiso baja la vista y clava sus ojos en la tierra. El soberbio mira al cielo y quiere alcanzarlo. Entonces empieza a construir esa estructura material capaz de alejarlo del humillante e infernal suelo y elevarlo hasta las divinas alturas celestiales.
La torre es el rostro de las grandes urbes, su vanidosa carta de presentación. Hagamos un ejercicio. Pensemos en París, ¿Qué imagen inmediata nos llega a la cabeza? Sí, es hermoso el Barrio Latino y los Jardines de Luxemburgo, pero queramos o no, la mente está condicionada a pensar en la Torre Eiffel. Ya no digamos Pisa. Esa pequeña ciudad italiana amamanta de su torre.
La Latino del DF, la CN Tower de Toronto, la Sears en Chicago, nuestro horrible faro del Comercio en Monterrey, vaya, para no ir más lejos: ¿Cual es la imagen de nuestro Apocalipsis Now Total? Un par de torres que caen. Los terroristas árabes supieron bien que el derrumbe de un símbolo tiene un efecto devastador en el ánimo de una cultura. La misma cantidad de muertos o incluso un baño de sangre aún mayor, no hubiera tenido el mismo efecto de no haber existido el derrumbe de las torres.
La siempre represora Biblia no se olvidó de consignar la ambición que llevó a los hombres a construir la Torre de Babel y la ira que ello generó en la suprema deidad.
El celoso Jehová sembró la confusión y puso a todos los albañiles a hablar idiomas distintos para impedir la construcción de la Torre de Babel. Pero el cruel dios de los judíos jamás imaginó que las torres, esos fálicos desafíos a la altura del creador, congregarían eternos babeles a sus píes. Pensemos en la Torre Eiffel. ¿Cuántos idiomas podemos escuchar entre el atiborre de turistas que toman fotos a sus píes? ¿En cuántas lenguas se describe la belleza de la Ciudad de la Luz una vez que se ha ascendido a su punto más alto? Millones de personas viajan cada año a París y tienen a bien tomarse una foto frente a esa Torre. Ahí los puedes ver todos y cada uno de los días del año. Cientos de japonesitos con sus ultramodernas cámaras del Siglo 24. Yo mismo sucumbí a la tentación de tomarme esa foto tan odiosamente ordinaria. Ahí voy con mi carota de turista embobado a retratarme sonriente frente a ese machacado símbolo. Ordinario como soy, aquí en mi escritorio tengo un par de fotos comunes. Una en París y otra en Pisa. Los seres humanos somos ordinarios. Sucumbimos con facilidad al magnetismo de un edificio. Alguien me dijo una vez que la Torre Eiffel es un enorme pene que todos deseamos felar. Y ya entrando en el terreno de las freudianas interpretaciones, yo prefiero contestar, blasfemo y apóstata como siempre, que las torres son los falos con los que los humanos buscamos sodomizar al cielo.

Una vez Argentina

Andrés Neuman

Anagrama



Por Daniel Salinas


Cuando al deambular por los pasillos de una librería elegí al azar “Una vez Argentina” del joven escritor Andrés Neuman, pensé que me encontraría con una novela histórica.
Para mi sorpresa, me topé con una suerte de personalísimo álbum familiar de un narrador armado de una pluma que en cada párrafo coquetea con la prosa poética.
“Una vez Argentina” sirvió para recordarme que la gran literatura no necesariamente ocupa de relatos inverosímiles para atrapar a un lector.
La realidad es que la historia de Neuman y su familia no es ni por mucho extraordinaria ni contrasta en absoluto con el anecdotario de un ciudadano argentino promedio.
No hay en su historia grandes hazañas ni acciones insólitas ni tampoco nos narra hechos que trasciendan más allá de las aventuras de una vida cotidiana.
Andrés Neuman nace en 1977, cuando su país estaba bajo la bota de los militares y es hijo de una pareja de músicos de conservatorio.
La extrema diversidad de su árbol genealógico, en donde encontramos bisabuelos rusos, lituanos, españoles y franceses, es más bien la norma en un país de migrantes como Argentina, en donde casi cualquier ciudadano tiene por lo menos un abuelo emigrado del Viejo Continente.
Antepasados que al final de su travesía encontraron el ansiado progreso convirtiéndose en profesionistas, comerciantes, obreros y artistas.
Vascos, napolitanos, polacos que atiborraron sus mochilas viajeras con su lengua, su comida, su cultura y sus genes y que al cabo del largo viaje en sección de segunda clase y sus primeros años de aspereza, acabaron por argentinizarse.
Una vez argentinizados, fueron testigos, partícipes y motores de transformaciones políticas y sociales, a menudo turbulentas.
Paradojas del destino, al final del Siglo XX, los nietos y bisnietos de esos inmigrantes cruzan el Atlántico en ruta inversa y hacen largas filas en los consulados de naciones europeas esperando que los genes de sus antepasados les otorguen el derecho a pedir un pasaporte comunitario.
Quizá por todas esas anécdotas comunes, la de Neuman es, de una forma u otra, la historia de Argentina, la historia de los migrantes europeos que a finales del Siglo XIX y principios del XX cruzaron el Atlántico buscando ya no la rica plata que jamás tuvo ese río, sino una simple oportunidad de trabajar.
La ¿novela? de Neuman, narrada en rigurosa primera persona, alterna entre las anécdotas de sus antepasados y los relatos de su infancia.
Muchos de estos relatos se ubican en instantes y escenarios decisivos para la historia de Argentina:
Su madre debe tocar violín en el aeropuerto el 20 de junio de 1973, día en que retorna Perón del exilio, sus tíos son perseguidos por la dictadura militar y deben expatriarse, su abuelo es un socialista que participa activamente en la conformación de sindicatos y su tío abuelo es un dandy porteño que deambula en la vida nocturna bonarense.
Al final, “Una vez Argentina” no conduce a desenlace alguno, aunque sí es capaz de generar en el lector una buena dosis reflexiva.
Antes de terminar su lectura, mi mente ya divagaba pensando en la historia de mis antepasados y en lo mucho de literario que puede haber en la tarea de desmenuzar hoja por hoja y rama por rama, la vastedad de un árbol genealógico cualquiera.










Sí, el pedo es mi computadora, no mi blog

Por alguna maldita razón, mi computadora se niega a postear. No se si es problema de mi mouse o de mi blog. Hago esta prueba desde la máquina de un colega.

Wednesday, January 07, 2004

Eterno retornar

Retorno a Tijuana. Retorno a ese abrevadero de lugares comunes que algunos tienen a bien llamar vida cotidiana. Siete días fuera de la blogósfera, mi mayor periodo de agrafía cibernética desde que empecé con esto hace más de un año.
Dos semanas y media fuera del zipizape periodístico, sin encender ni por casualidad una computadora, sin preguntar para donde da vueltas el mundo, sin pretender formar parte de la acción, sin fingir que soy fuerza productiva, sin escuchar el cantar de los grillos, sin encender el celular, sin contestar el teléfono de casa. Casi 20 días lejos de esta redacción, sin saber de nada ni de nadie relacionado con mi cotidiano universo.
Mucha bicicleta eso sí. Apenas llegué a Tijuana me fui andando de la casa hasta el edificio del Colef por una vereda baldía que se encuentra a un costado de la escénica. Otro día, fui desde la casa hasta la termoeléctrica de Rosarito por la playa. El aire en el litoral era simplemente helado y ni mis altas dosis de vitaminas pudieron evitar el resfriado. Para colmo, nuestra hermosa casa se ha revelado este invierno como un auténtico congelador. Las paredes son propias de un iglú y los objetos metálicos, llámese relojes o anillos, están fríos. Eso sí, la cama sigue estando caliente. Muy buena calefacción la generada por tres cuerpos en un lecho (no hay que olvidar a Morris, que aunque pequeño, genera su calorcito).
Mucha, muchísima lectura y relectura. Los cuentos de García Ponce son inspiradores. Van de lo deliciosamente cachondo a un erotismo casi etéreo. Una vez Argentina de Andrés Neuman me he provocado una sobredosis de reflexiones. Tómese en cuenta que lo iba leyendo mientras volaba de Monterrey a Tijuana en el avión de la madrugada en medio de terribles turbulencias que zarandeaban la aeronave y provocaron pánico en algunos pasajeros. El libro de Neuman no tiene nada de especial y sin embargo me ha hecho pensar bastante. No es más que un simple retrato de su familia, pero cuando comienza un año y retornas luego de pasar una semana trepado en las ramas de tu árbol genealógico, la sobredosis de reflexión y autocuestionamiento es inevitable. Nunca antes había meditado tanto sobre la historia de mi familia, su manera de ver la vida y lo mucho o poco que han influido en mí.
Mi barba creció. Mi última rasurada había sido el 21 o 22 de diciembre. Ayer por la tarde encontré en el espejo el rostro de un naufrago. Cuando el rastrillo tocó mi piel, supe que el momento de la resurrección había llegado. Llegué a pensar incluso en pelarme la greña y retornar pelón, pero al final deseché la idea.
La vida fue bella estas vacaciones. Carol y yo prácticamente no salíamos de casa. Por lo que a mi respecta leía, dormía, dormitaba, despertaba en las madrugadas, escribía un poco, alucinaba otro tanto, volvía a dormir, paseábamos a Morris, iba a la playa y me di cuenta que aunque soy un hombre de acción, podría vivir así toda la vida.
He vuelto y me siento infinitamente extraño. Estoy en mi escritorio, frente al altero de libros, papeles y fotografías que me contemplan cada día peleando con las teclas. Saludos y abrazos de atrasadas felicitaciones, ¿Qué novedades? ¿Cómo ha estado todo? ¿Cómo la pasaste?
Reviso correos, tiro papeles, respiro hondo, cierro el puño y me preparo para pelear. Mañana empieza otra vez a girar el Mundo. La inescrutable ley del Eterno Retorno se cumple.