Eterno Retorno

Monday, October 25, 2004

Bueno, debo admitirlo: El Punk ganó la batalla. A veces uno sólo necesita sentirse alegre y para ello, los riffs sencillotes y básicos de toda rola punketa se pintan solos. Cuando vas a una tocada de punk no te puedes andar con críticas mamonas y apreciaciones de sonido o virtuosismo musical. Las virtudes déjenlas para mi compa Yngwie Malmsteen. Digamos que cuando acudo a tocadas heavys soy un poco más exigente en el plano musical. Con el punk sólo deseo divertirme y echar un poco de desmadre. El sábado por la noche fuimos a ver a un trío integrado por fundadores de Misfits, Ramones y Black Flag y digan lo que digan, no creo que la banda que vimos en Tijuana, difiera mucho en estilo y calidad que la fundada en 1977 por Jerry Only y Glenn Danzig. La mera verdad, nos divertimos muchísimo.

El sábado fue un día agitado. Al medio día nos lanzamos a San Diego a hacer una serie de compras necesarias para el viaje (botas nuevas by the way) Previo a la tocada, bebimos unos deliciosos tequilitas en el bar del Sanborns de La Ocho mientras escuchábamos a uno de esos desoladores músicos de penumbra cantinera interpretar rolas de José José que inevitablemente te contagian una vibra nostalgiosa. Después cruzamos la calle y entramos al Jai Alai. Misfits rompió madres. Acá abajo incluyo la crónica que aparece publicada en el periódico de hoy. La galería de fotos que tomó mi colega Armando Santibáñez puede ser consultada en www.frontera.info

Saliendo de ahí nos fuimos corriendo al Hard Rock Café para ver si alcanzábamos a ver a Tierra Santa y oh sorpresa, la tocada se había cancelado (ahí les encargo la pinche formalidad del changarro) Ya me latía. De cualquier manera, mis oídos estaban más que complacidos después de 20 Eyes, Die My Darling y Death Comes Ripping. Nada más para rematar la velada un par de cervezas en el Turístico y a dormir.



Por Daniel Salinas Basave


Un, dos, tres, cuatro: El grito pronunciado por el bajista Jerry Only, se escuchó más de 30 veces la noche del sábado en el Foro del Jai Alai. La guitarra, la batería y el bajo sonaron prácticamente sin interrupción alguna, el slam no tuvo un minuto de calma y Misfits regalaron 60 energéticos minutos del mejor punk rock.
Pero aunque en el papel la banda que se presentaba era Misfits, el
espíritu que contagió la noche fue el de Ramones.
La presencia en la batería de Marky Ramone, el único sobreviviente de la legendaria banda del distrito de Queens en Nueva York, trajo como
consecuencia que más de la cuarta parte del concierto fueran canciones de Ramones.
Para aquellos que piensen que el punk ha muerto, quedó más que demostrado que la batería trepidante y los riffs corrosivos y sencillitos siguen
contagiando a las nuevas generaciones, pues más del 70% de la concurrencia en el concierto eran adolescentes que nacieron por lo menos 10 años después del mítico 1977, año en que Jerry Only y Glenn Danzig fundaron Misfits en New Jersey.
Eran las 20:45, el Foro Jai Alai poco a poco se iba llenando, cuando se apagaron las luces y Torno, la banda abridora, tomó posesión del escenario. Con una batería potentísima, que es sin duda el aporte más fuerte del grupo y algunas muestras de virtuosismo en los solos de guitarra, Torno empezó a caldear el ambiente con canciones como Dama seductora, Table dance, La última oportunidad y Diablo trivial.
El cierre fue una interesante y bien ejecutada versión del clásico de Led
Zeppelin Communication Breakdown, tema que sacó a los asistentes de la apatía y los puso a moverse por primera vez en la noche.
Las luces volvieron a encenderse mientras decenas de jóvenes seguían
ingresando al Foro cuya área delantera estaba para entonces prácticamente abarrotada.
Faltaban tres minutos para las 22:00 horas, cuando las luces volvieron a apagarse y el trío más célebre de horror punk subió al escenario y sin mayores preámbulos, abrieron la descarga con su clásico Hybrid Moments. A partir de ese momento, el Foro no volvió a conocer la calma y todo el
entorno se transformó en un mar de euforia y locura.
Sin demasiados diálogos ni interrupciones, Misfits no concedió tregua ni descanso a sus cientos de seguidores y siguieron recetando una buena dosis punketa.
Clásicos como Attitude, Turn to a Martian y el coreadísimo Astro Zombies, fueron subiendo la temperatura del recinto.
Pero luego de viente minutos del mejor material de Misfits, Jerry Only presentó a su baterista Marky Ramone y dio comienzo el primer ser de Ramones.
Auténticos himnos punkies como I just wanna have something to do, Havana affair, The KKK took my baby away, Beat on the bratt y Shenna is a punk rocker, contagiaron el espíritu de Ramones a la concurrencia. Así continuó la tocada alternando canciones de Misfits con las de Ramones
sin que el slam cesara en ningún momento.
Himnos de Misfits como Skulls o el siempre celebrado Die my darling sonaron eufóricos.
Dos minutos después de las 22:00, llegó el momento de la despedida, cuando Jerry Only pronunció el grito de guerra que se ha transformado en un himno generacional: Hey, Ho, Lets Go.
Blitzkrieg Bop, el gran clásico de Ramones, despidió la velada,aunque
todavía hubo tiempo para rematar con la metalera Death Comes Ripping que puso el cerrojazo a la velada.



Tragedia en las Torres de Tijuana

La máxima de Don Juan Matus revelada a Carlitos en Viaje a Ixtlán, recomienda tener a La Muerte como consejera. Tener a La Muerte como consejera significa estar consciente de que en todos y cada uno de los momentos de nuestra existencia, Ella camina a nuestro lado y en cualquier momento, cuando Ella lo decida, puede tocar nuestro hombro y llamarnos a su lado.
A mis 18-20 años fui un asiduo lector de los libros de Castaneda. Ya no lo soy y creo que luego de los cuatro primeros libros publicados en el FCE, mucha dosis de charlatanería y afanes lucrativos se colaron en la obra castanediana.
Sin embargo, lo relativo a lo revelado por Don Juan en Viaje a Ixtlán (por mucho el mejor libro de Castaneda) en torno a La Muerte, es algo que he guardado como máxima. Todos los días tengo plena conciencia de la omnipresencia de La Muerte y sí, en efecto, la he tomado como consejera.
Cuando a unos pasos de ti ocurren tragedias absolutamente improbables, totalmente absurdas, inimaginables, es cuando tomo una mayor conciencia de que La Muerte no suele avisar.

Los lectores de tijuanenses sin duda ya han escuchado la horrible historia ocurrida el viernes 22 de octubre en las Torres de Tijuana, pero los externos acaso no sepan que dos niños encontraron un espantoso final en uno de los elevadores de los edificios más altos de nuestra ciudad.

La mañana del viernes, yo me encontraba en la primera torre, cubriendo el foro binacinal de energía. El accidente ocurrió en la segunda torre. Mientras yo hablaba con la gente de Chevron Texaco en una de las mesitas del lobby y me fumaba un relajador purito, empecé a ver un movimiento inusual de gente; ambulancias, bomberos, gritería. Lo primero que pensé es que se traba de un incendio y ya me imaginaba a todos los jerarcas de las empresas gaseras evacuados del Grand Hotel. Cuál sería mi sorpresa al saber lo que sucedió: Un niño, una niña y una señora cayeron al vacío, pues en donde se suponía que debía estar un elevador, sólo había un abismo. El elevador llegó algunos segundos tarde y degolló al niño que estaba sujetándose del borde. La niña cayó tres pisos y murió. La madre quedó malherida. Es increíble la cantidad tan enorme de versiones que puedes escuchar cuando acaba de suceder una tragedia. En medio del caos y la histeria la gente te dice cualquier cosa: Hay muchas personas atrapadas en el elevador, una familia completa murió aplastada, entró por el sótano, entró por el lobby. Todo en unos cuantos segundos. Mi celular no tenía crédito, fui corriendo a comprar una tarjeta y en eso vi llegar a mi colega Said Betanzos que como buen policiaco venía a toda velocidad a cubrir la nota. A menudo experimento ese placer tan propio de todo comunicador de estar en la punta del grito en el lugar de los hechos y en el momento preciso. En esta ocasión no fue así. Agradecí a todos los dioses de mi pagano universo que mi colega Betanzos haya llegado. Simplemente no me hubiera gustado nada hacerme cargo de esa nota, hablar con los familiares, conseguir las fotos en vida de los pequeños. Me fui de ahí, a seguir cubriendo el foro binacional. A la hora del la comida clausura, los zares de la energía comían con cierto desgano y acaso repulsa su delicioso platillo de salmón ahumado. En los pasillos de las Torres de Tijuana ya nadie hablaba de crisis energética y de Islas Coronado, sino del un par de niños muertos en un elevador. Soy demasiado frío ante las tragedias, pero cuando los niños sufren no puedo evitar poseerme por la melancolía.