Eterno Retorno

Wednesday, August 04, 2004

En estos tres días, he escuchado todo tipo de versiones, opiniones y preguntas sobre el proceso electoral. Ya hasta empiezo a soñar con eso. Como por naturaleza de mi trabajo estoy metido en esto de tiempo completo, es mucha la gente que me pregunta mi opinión personal. También me preguntan que con quién estoy, que a quién apoyo, que quién me conviene a mí. Yo les respondo que no voté por falta de credencial y que si hubiera votado, no lo hubiera hecho por el PRI ni por el PAN como no lo he hecho nunca en mi vida. Pero tal parece que la gente insiste en identificarme con credos políticos y adjudicarme tendencias. Prometo que ya no volveré a hablar de política en Eterno Retorno, pero creo pertinente hacer unas cuantas aclaraciones si me lo permiten.


Me preocupa mucho cuando empiezo a escuchar voces a coro de buenas conciencias pronunciando expresiones como luchar contra el Mal. Pensé que George Bush tenía la única patente, pero veo que en pleno 2004 este tipo de polarizaciones mesiánicas toman plena vigencia en nuestra Tijuana.

Convocar a combatir el Mal forma parte de las más elementales tradiciones monoteístas de la cultura judeocristiana e islámica. El unir las buenas conciencias en una cruzada contra lo horrible, lo demoníaco, lo adversario, lo inaceptable, es una práctica que ha escrito las páginas más sangrientas de la historia humana.


Cualquier periodista con un mínimo de vocación, siempre deseará entrevistar al hombre más polémico, más odiado, acaso al más malvado. Sería feliz de poder entrevistar a Hussein, a Bush, a Bin Laden, a Castro. Me hubiera encantado haber vivido en 1933 y haber podido entrevistar a Hitler. Ese hubiera sido mi sueño. Sinceramente me gustaría más entrevistar a un personaje así que a un Premio Nóbel de la Paz o a una Madre Teresa de Calcuta.

Tú como periodista puedes estar parado frente al déspota genocida más inhumano y aberrante, un Pinochet, un Videla, una Tatcher, un Díaz Ordaz y tu papel no es escupirle o insultarlo, sino formularle, de la manera más coherente y educada posible, la pregunta más aguda que tengas en tu arsenal.

Dos veces en mi vida, en Sacramento en 2000 y en Los Cabos en 2002, he estado parado frente a George Bush. Desgraciadamente en ninguna de esas ocasiones me han dado la oportunidad de hacerle una sola pregunta.


Estoy verdaderamente sorprendido de ver el nivel de odio enfermizo e irracional que despierta Jorge Hank Rhon en algunas personas. En estos días me he topado con gente que me ha echado en cara e incluso acusado de no emprender como periodista una cruzada para impedir a como de lugar y por los medios que sea, que este hombre llegue a la alcaldía de Tijuana.
Hacer algo así sería a mis ojos tan repugnante como poner la pluma al servicio de una causa o credo político. Mi deber es relatar la realidad, mostrar lo que está oculto y enseñarlo, con fundamentos, para que sea el ciudadano quien se forme su propia idea. Un periodista no es un predicador ni un catequista.


Hoy más que nunca, me doy cuenta de como la gente confunde el papel del periodista. Me resultan repugnantes hasta el extremo aquellos seudo comunicadores (que no merecen ser llamados colegas) capaces de vender su pluma y su opinión al poderoso. Pero no merecen mi respeto aquellos que se yerguen en linchadores profesionales y se ponen al servicio de una causa para acuchillar con los ojos tapados.

No se rompan la cabeza: Hank Rhon ganó utilizando una fórmula ancestral en la que los latinoamericanos somos expertos. Una fórmula sencillita, fácil de entender y con plena vigencia que se llama populismo. Darle pan y circo al más pobre, prometerle paraísos absolutamente imposibles y hablarle como un Mesías es una receta que casi nunca falla, sobre todo si tienes mucho dinero y un caldo de cultivo adecuado como es la realidad social de Tijuana.


Hace un rato, un analista político me dijo algo inteligente: Políticamente, Jorge Hank y Vicente Fox son fenómenos muy parecidos. Como personas no se parecen y mucho menos en ideología política (si es que en alguno de los dos casos se puede encontrar una mínima pizca de ideología política digo yo) sin embargo, son parecidos como fenómenos. En 2000, ganó Fox, no el PAN. En 2004 en Tijuana gana Hank, no el PRI.
En ambas campañas prevaleció la forma sobre el fondo, la promesa imposible y mesiánica sobre la plataforma realista. El rompimiento de convenciones y formalidades políticas para dar paso a la frase fácil y dicharachera como elemento seductor.


Cuando me preguntan lo digo, pero parece que a algunos no les quedó claro: Mi pronóstico objetivo y realista es que Hank Rhon será un mal alcalde y que el trienio que viene será de muy poco provecho para la ciudad. Es mi pronóstico, no mi deseo. Como ciudadano quisiera equivocarme, pues ni a ti ni a mí nos conviene vivir una ciudad mal administrada. Desgraciadamente para Tijuana, Hank cometerá muchos errores. Ya los está cometiendo en su recién estrenada etapa de candidato ganador.


Como reportero cuestionaré lo malo, mostraré los errores e investigaré lo oculto de la administración hankista de la misma forma que he investigado y cuestionado a cuanto funcionario público me ha tocado cubrir sea del partido que sea y de la misma forma que lo haría si Ramos llegara. Me caracterizo por ser crítico e incómodo, pero hasta ahora nadie ha podido echarme en cara una mentira. A las hemerotecas me remito.


Me preguntarán ¿Y por qué no mostrar lo positivo? Sí, también lo muestro, pero creo que para ello están primordialmente las direcciones de comunicación social en las que los funcionarios de todos los partidos invierten millones de pesos. Y ojo, no estoy confundiendo términos: Cuestionar, investigar y mostrar con pruebas lo que el poder oculta es sinónimo de objetividad, no de linchamiento.


Me complace mucho comprobar que en ambos bandos políticos soy visto con recelo y desconfianza. Ello confirma mi objetividad. Me preocuparía mucho más que alguno llegara a considerarme su amigo.


Históricamente, cuando un partido pierde el poder y pasa a transformarse en oposición, hay una recuperación mucho más rápida cuando éste reconoce la derrota, medita sobre sus propios errores, se auto cuestiona a nivel interno y corrige el rumbo. Cuando un partido derrotado asume con sencillez y dignidad su papel de oposición, tiene enormes probabilidades de recuperar el poder en la siguiente elección. Cuando se deja consumir por la soberbia, pasa el tiempo buscando culpables, alegando fraudes y despotricando contra el triunfador, las posibilidades de eternizarse en la oposición son muchísimas.

Estos días he visto en el PAN coraje, búsqueda obsesiva de chivos expiatorios, grillas internas y acusaciones de fraude y manipulación He visto todo, menos un proceso serio de autocrítica.

Si el PAN aprende humildemente de este ejercicio electoral, seguro estoy de qué recuperará la alcaldía en 2007. Los errores de los priistas sin duda serán muchísimos y si es inteligente, Acción Nacional los sabrá aprovechar a su favor. Pero si se consumen en reclamos mutuos por los privilegios perdidos, la marea roja podría expandirse por todo Baja California.


La marea roja que vimos en Tijuana, es la calca de la marea que inundará todo México en 2006 cuando se postule Roberto Madrazo. La gran diferencia es que Madrazo, a diferencia de Hank, sí es un político y es infinitamente más astuto y maquiavélico que su compadre millonario.


Cuando la gente te impone como dogma de fe el odiar o rechazar al Mal, el Mal inmediatamente se vuelve atractivo. ¿Saben cuando me empecé a interesar tanto por estudiar la historia y raíces del nazismo? Cuando supe que en algunos países centroeuropeos es un delito poner en duda la crueldad del holocausto y mantener una actitud objetiva o crítica hacia la Segunda Guerra Mundial.