Eterno Retorno

Friday, July 16, 2004

Pasos de Gutenberg
 
 Por Daniel Salinas Basave
 
Paseando por una librería hace una semana, saltó delante a mí sin previo aviso como un conejo correlón en medio de la vereda, el nuevo libro de Fernando Vallejo, titulado Mi hermano el alcalde.
El hallazgo me sorprendió bastante, lo confieso, pues no tenía referencia alguna de que el colombiano hubiera publicado una nueva novela.
Mal que bien, Vallejo se ha convertido en pocos años y a raíz de La Virgen de los sicarios,  en un autor si se me permite llamar  de culto y sus movimientos no pasan desapercibidos, por lo que me extrañó dar  con su nuevo libro sin previo aviso. Por supuesto, lo adquirí en ese momento.
Los libros de Vallejo son para leerse rápido, de preferencia sin interrupciones. Y es que en la narrativa del colombiano cualquier fragmentación suena a insulto. Imposible concebir capítulos, subtítulos u otra forma de estructura. Las novelas de Vallejo pueden, y acaso deben, leerse como una perorata sin pausas, una burla espontánea sin orden aparente. Aunque la temática es distinta, me da la impresión de que La Virgen de los sicarios, El desbarrancadero, Rambla paralela y Mi hermano el alcalde fueran un mismo libro. Pocos autores contemporáneos pueden jactarse de poseer un estilo tan definido como Vallejo. La marca y el ritmo de su prosa son absolutamente inconfundibles. Tal vez sólo Saramago y Bellatin, cada uno con su respectivo sello, puedan presumir haber pulido de una forma tan en extremo definida un estilo que se repite sin variaciones en cada nuevo libro.  Dicho en otras palabras, usted no encontrará nada diferente o contrastante que rompa en algo con lo que nos tiene acostumbrado el autor. Pero expresado en términos optimistas, le puedo decir que si a usted le han gustado los anteriores libros de Vallejo, Mi hermano el alcalde  sin duda la agradará mucho. Yo me apunto en este grupo. Vallejo es mi nihilista favorito, el único heraldo del fatalismo  capaz de hacerme reír a carcajadas.
Si usted no ha leído a todavía Vallejo, esta novela puede fungir como excelente iniciación.
Fiel a su vocación de ángel exterminador, el colombiano cumple con no dejar títere con cabeza. Ahora su blanco es el mundo de la política y los procesos electorales a los que desarropa hasta dejarlos en la más absurda desnudez.
El narrador nos cuenta la historia de un pueblo colombiano de Antioquia llamado Támesis del que su hermano Carlos se convierte en alcalde.
En un ejercicio de brutal honestidad, confieso que fue una catarsis  leer a Vallejo burlarse de la política justo cuando la ciudad está infestada  de basura propagandística.
El colombiano nos dibuja el proceso electoral como el máximo ritual del absurdo humano, de la hipocresía, la traición  y el vacío ideológico y aunque es imposible no reír con semejantes dosis de negro humor, al final uno voltea  a su alrededor y mira con horror que la realidad de nuestra ciudad no difiere demasiado del pueblo de Vallejo. La verdad de las cosas, pocas veces había leído un libro en un momento tan adecuado.  
 
Fernando Vallejo
Mi hermano el alcalde
Alfaguara